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Aldaba_33_agosto_2013

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por la parte que mira a la callejuela de la posada llamada<br />

del Rincón, 2 metros de frente por 1´5 de fondo para<br />

construir una caseta para el ejercicio de su industria de<br />

carne”. La petición fue atendida pero también encontró<br />

una fuerte oposición que motivó que no la construyese y<br />

que, pasados 6 meses, y a petición del concejal Sr. Morales<br />

López, y con la anuencia de Francisco Bogaril Cazalla, se<br />

acordase “correr las casetas de madera que tiene éste en la<br />

Plaza y que Francisco Jara Serrano instale ahí la que tenía<br />

concedida frente a la calle San Pedro y que abonará por<br />

ella 100 pesetas anuales” 7 .<br />

Las pescaderías<br />

Que días pasados adquirió de Manuel Martínez Espejo<br />

la concesión que para el establecimiento de una caseta<br />

le tiene otorgada el Ayuntamiento frente a su sede. Que<br />

le conviene trasladar su puesto de pescado a este nuevo<br />

emplazamiento y solicita que se autorice por el tiempo<br />

que falta para cumplir los 20 años de la concesión”. Se le<br />

concedió, previo informe de la Comisión de Policía Urbana<br />

para determinar la longitud de la repetida caseta, pagando<br />

por la nueva que instale el precio mayor concedido a la<br />

segunda que se alude, y por el tiempo que le falte para<br />

completar el de la primera concesión 8 .<br />

Comercios de hortalizas y verduras<br />

Sucedía con ellas lo mismo que con las carnicerías,<br />

aunque había menos demanda que de las anteriores; no<br />

obstante, también son numerosas las que se solicitaban,<br />

como veremos a continuación.<br />

Antonio Torres Fuentes solicitaba, en 1909, para<br />

“instalar un puesto de pescado, la cesión de 4 m de terreno<br />

que hay en el respaldo de la capilla de Jesús entre las<br />

dos esquinas de la misma, para edificar una caseta”. Se<br />

pidió el informe de las Comisiones de Abastos y Policía<br />

Urbana, quienes, apenas transcurrida una semana, informaban<br />

que “el pasado 16 de junio se había desestimado<br />

otra petición análoga de José Martos Garrido, por lo que<br />

recomendaban que se hiciese lo mismo”; la Corporación<br />

hizo caso al informe y desestimó la solicitud. Pero nuestro<br />

solicitante no se conformó con ello y pidió un nuevo sitio,<br />

en este caso “en el espacio que<br />

hay entre la esquina de Jesús y<br />

el establecimiento de Moulet<br />

hermanos, dando el frente a<br />

la tienda de José Asensi y, a su<br />

espalda, la baranda de la Plaza,<br />

cuyo árbol grande que hay en<br />

ese sitio quedaría en el centro de la caseta”. Se volvió a<br />

pedir un nuevo informe a las citadas Comisiones, quienes<br />

volvieron a aconsejar que se denegase “porque quedaría<br />

poco espacio para el tránsito público”. La Corporación<br />

hizo caso al informe y denegó la solicitud. A los pocos<br />

días era Antonio Martínez Ortega el que hacía la petición<br />

ya que “quería poner un puesto de venta de pescado, carne<br />

y otros comestibles”. Solicitaba un sitio frente a la Cárcel<br />

“para hacer una caseta como la que ha hecho Francisco<br />

Bogaril”. Se pidió el correspondiente informe, que fue,<br />

en esta ocasión, favorable y que añadía que debía pagar<br />

30 pesetas al año. En ese mismo día Manuel Pulido Cruz<br />

hacía una petición similar y solicitaba un espacio contiguo<br />

al anterior. Dos años después otro vecino, Francisco<br />

Molina Sánchez, comunicaba al Pleno que “era dueño de<br />

una caseta de madera sita a la izquierda de la puerta del<br />

convento de Santa Clara, destinado a la venta de pescado.<br />

‘‘...los hortelanos de Martos y de la<br />

comarca acudían a vender, con una<br />

frecuencia casi diaria, sus hortalizas y<br />

legumbres...’’<br />

Al principio estos comerciantes se asentaban un<br />

poco “a la buena Miguel”, pero no tardó mucho en hacerse<br />

una regulación para que cada hortelano tuviese su sitio asignado<br />

y, poco a poco, todos fueron “entrando por el aro” y<br />

regularon su situación, como veremos a continuación.<br />

En julio de 1909 Tomás Conde Navas, vecino de<br />

Fuensanta, pedía a la Corporación “que se le fije un sitio<br />

en la Plaza (a la que de antiguo concurre diariamente para<br />

la venta de sus hortalizas) mediante el pago del canon<br />

correspondiente”. Se pidió el informe de la Comisión de<br />

Abastos, que aconsejó su autorización mediante el pago<br />

de 10 pesetas anuales. Años después, Rafael García Villodres<br />

decía que “para la venta de legumbres y hortalizas<br />

pide el sitio (de la Plaza) en la esquina de la calle Real<br />

hasta la puerta de la Cárcel por 10 años, o por lo que se<br />

estime conveniente, previo el<br />

correspondiente pago”. Tras el<br />

informe preceptivo, el Ayuntamiento<br />

se lo cedió pagando 10<br />

pesetas anuales por ocupación<br />

de la vía pública, además del<br />

pago al rematante del arbitrio<br />

municipal (como hacían los demás). Aclaremos que esa<br />

figura del “rematante” era una persona que en pública<br />

subasta se quedaba con la exclusiva del ramo que fuese<br />

mediante el pago de una cantidad de dinero y que luego<br />

él explotaba la actividad.<br />

El año 1913 fue una época de mucha actividad en<br />

este sector, ya que los hortelanos de Martos y de la comarca<br />

acudían a vender, con una frecuencia casi diaria, sus<br />

hortalizas y legumbres, pues hemos de tener en cuenta que<br />

éste, en aquellos años, era un artículo que se surtía de las<br />

cercanías, pues no se disponía, como ocurre en la actualidad,<br />

de los avances industriales, frigoríficos, conserveros,<br />

etc., actuales, como vamos a ver. El 14 de mayo Manuel<br />

Caballero Espejo pedía que “se le se le señale un sitio en<br />

la Plaza para la venta de hortalizas”. Se pidió informe a<br />

la Comisión de Abastos para que ésta le señalase el sitio<br />

y se le informó que tendría que pagar 10 pesetas anuales.<br />

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