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Aldaba_33_agosto_2013

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EDITORIAL<br />

El análisis de la realidad ha sido una constante en todos<br />

los tiempos. El ser humano tiene la capacidad no sólo de decidir<br />

y de actuar, sino también de reflexionar acerca de sus opciones,<br />

acerca de su conducta, acerca del devenir de los acontecimientos.<br />

Ya en la antigua Grecia, cuna de nuestra civilización,<br />

quién lo diría estando los griegos como están, encontramos<br />

distintas teorías que tratan de dar cuenta de lo que ocurre, de<br />

buscarle un sentido interno; nos referimos, concretamente, a<br />

dos explicaciones bien diferentes sobre el carácter dinámico o<br />

estático de la realidad. Una de ellas, defendida por Heráclito,<br />

hace hincapié en el cambio, en el movimiento: nuestros sentidos<br />

nos muestran un mundo sometido constantemente a la<br />

transformación, a la multiplicidad, a la pluralidad; siendo así,<br />

no habría nada definitivo, todo queda expuesto al fluir de las<br />

cosas, al nacer y al morir, a la generación y a la corrupción.<br />

Pero esto va en contra de muchas de las aspiraciones del<br />

hombre, que necesita un horizonte acabado, unos modelos<br />

permanentes que le sitúen en su existir, unos valores absolutos<br />

que le orienten en su quehacer diario. De ahí la segunda<br />

postura, mantenida por un pensador de Elea, Parménides, que<br />

considera el cambio y el devenir como algo irracional, como<br />

un engaño de los sentidos, pura ilusión, y que declara, como<br />

auténtico ser, lo fijo, lo inmóvil, lo estable, la racional, lo eterno.<br />

Sin duda alguna, el miedo a la incertidumbre, a la inseguridad,<br />

a lo que escapa a nuestro control, ha sido y es algo propio de<br />

todas las épocas.<br />

Del carácter definitivo o efímero de las cosas que acontecen<br />

se ocupa el último libro de Antonio Muñoz Molina, Todo lo<br />

que era sólido, publicado en su primera edición en febrero<br />

de este año por la editorial Seix Barral. Muñoz Molina es un<br />

escritor cercano a nosotros, no sólo por su origen, la ciudad<br />

de Úbeda, sino, sobre todo, por ocuparse, con una sensibilidad<br />

exquisita, de cuestiones muy próximas a nuestros intereses.<br />

Entre sus múltiples reconocimientos, cabe destacar la reciente<br />

concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Letras<br />

<strong>2013</strong>. En esta ocasión, las páginas de su obra se detienen en<br />

un análisis pormenorizado y documentado del proceso que<br />

ha desembocado en la situación actual de crisis. Con un estilo<br />

ágil y ameno, nos hace tomar consciencia de cómo todo lo<br />

que durante mucho tiempo creímos sólido y rotundo ahora ha<br />

quedado reducido a la nada. El estado de bienestar, el acceso<br />

a derechos fundamentales como la educación, la sanidad, la<br />

vivienda o las prestaciones sociales básicas, que pensábamos<br />

consolidados, han sido puestos en entredicho, se están viniendo<br />

abajo, como resultado de políticas ineficaces que sólo han velado<br />

por el interés privado y no por lo público. Muñoz Molina<br />

aporta datos, cifras, noticias, números escalofriantes que en<br />

su día pasaron desapercibidos, pero que con la óptica de hoy,<br />

con la perspectiva de mucho tiempo en un panorama bien<br />

difícil, ponen los pelos de punta. Durante años y años primó<br />

el interés económico por encima de cualquier otro tipo de circunstancia.<br />

Políticos, economistas, ideólogos, banqueros… nos<br />

vendieron una imagen de progreso ilimitado, que, sin embargo,<br />

ha quedado completamente diluida en la falta de trabajo y en<br />

las condiciones de auténtica necesidad de una buena parte de<br />

la población. El autor detalla muchos de los excesos y abusos<br />

que se cometieron y cuyas consecuencias estamos viviendo<br />

en la actualidad. Nos equivocamos al pensar que “todo esto<br />

era sólido”, que todo lo conseguido era para siempre; hoy<br />

conocemos nuestro error, a la vez que somos conscientes de<br />

nuestra sensación de desorientación y desaliento.<br />

En las últimas páginas del libro, Muñoz Molina, siempre desde<br />

una posición realista, da unas pinceladas para la esperanza: no<br />

es la primera vez que vivimos una situación tan complicada,<br />

ya hemos tenido otras y hemos sabido recuperarnos de ellas.<br />

Habrá que aprender que los logros que se alcanzan nunca son<br />

definitivos, que es necesario hacer otro tipo de políticas más<br />

sociales y sostenibles, que no sólo vale el enriquecimiento<br />

económico a costa de lo que sea, que hay que tomar partido<br />

como ciudadanos y no dejarse atropellar sin más. Conocedores<br />

de la coyuntura, es el momento de buscar soluciones y salir<br />

de ella.<br />

Más allá de las palabras del escritor ubetense, su exposición<br />

nos permite reflexionar no sólo sobre el panorama económico<br />

y político actual, sino también sobre otros aspectos de nuestro<br />

papel en el mundo. Que “lo que en principio parecía sólido no<br />

lo sea” tiene tanto ventajas como inconvenientes: por un lado,<br />

nos faculta para acabar con aquellas actuaciones equivocadas<br />

que, por suerte, nunca son concluyentes y que, por consiguiente,<br />

pueden ser modificadas; por otra parte, la contrapartida es<br />

que ni siquiera aquello que considerábamos como fijo, estable<br />

y duradero, lo es, lo que pone de manifiesto nuestra fragilidad<br />

y vulnerabilidad. Frente a la visión heraclítea de la realidad<br />

como continuo fluir, donde nada es firme e invariable, intentamos<br />

construir ámbitos y espacios parmenídeos, constantes,<br />

eternos, que nos hagan sentirnos seguros, bien instalados en<br />

el universo. Pero nada es definitivamente sólido: ni el bienestar<br />

económico, ni la situación laboral, ni las relaciones sociales,<br />

ni la salud, ni tan siquiera el amor… Creer que lo conseguido<br />

es para siempre es un tremendo error. Por eso, parece que la<br />

postura más sensata consiste en, situados siempre en la cuerda<br />

floja, concentrar nuestros esfuerzos en aquellos asuntos que<br />

estimamos valiosos. Si hablamos de nuestra vida en comunidad,<br />

habremos de optar por el bien común, por emplear<br />

nuestra energía en la defensa de los derechos que nos parecen<br />

irrenunciables, en la búsqueda de una educación, una sanidad,<br />

unas prestaciones sociales dignas y para todos. Si hablamos<br />

de nuestro orbe privado, toca cuidar y mimar aquello que más<br />

queremos, nuestros hijos, nuestros padres, nuestra pareja,<br />

nosotros mismos. No debemos bajar la guardia, no podemos<br />

acomodarnos ni distraernos, porque, por más que queramos,<br />

no hay nada que hoy tengamos y mañana podamos dejar de<br />

tener, nada que hoy consideremos nuestro, en el sentido más<br />

amplio de la palabra, y mañana pueda dejar de serlo.<br />

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