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Aldaba_33_agosto_2013

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Sobre el personal<br />

Asimismo, eran frecuentes las reclamaciones que<br />

se hacían sobre el personal encargado de estas cuestiones,<br />

bien por fallos en su labor o por negligencia<br />

en el cumplimiento de sus funciones, como veremos a<br />

continuación. El 9 de septiembre de 1910 el concejal Sr.<br />

Martínez Ortega informaba a la Corporación de que “el<br />

inspector de carnes hace varios días que no concurre<br />

al Matadero y que a los cerdos no los reconoce como<br />

debiera y corresponde” y, contaba como muestra, que<br />

“el otro día fue a reconocer a uno cuando ya estaba<br />

vendido más de la mitad, y le puso el sello y cobró sus<br />

honorarios”. Solicitaba que se reconocieran mejor “por<br />

si tienen calentura”. Le respondió el concejal Sr. Vera,<br />

quien informó de que “el inspector estaba enfermo y le<br />

hace el servicio el Sr. Huesa”; aclaraba que “él cree que<br />

los cerdos debían reconocerse en canal”. En su respuesta<br />

el concejal Martínez Ortega dijo que él “creía que deben<br />

reconocerse en pie y en canal”.<br />

El Alcalde cerró la discusión y añadió que “él también<br />

había recibido una queja sobre el veterinario (Francisco<br />

Fernández Cobo) por haberse encontrado carne fresca<br />

de cerdo a la venta en la tabla que ocupa Manuel Pulido<br />

Cruz, sin haber avisado para su reconocimiento ni antes ni<br />

después del sacrificio y que tendría en cuenta lo dicho por<br />

‘‘...Francisco García Pimentel pedía ‘rigor a<br />

los encargados para que se usen en todas las<br />

compras/ventas el sistema métrico decimal<br />

con lo que’, añadía, ‘se evitarían fraudes a<br />

los compradores’...’’<br />

los distintos concejales para actuar como corresponda”.<br />

Meses más tarde, el mismo concejal (Sr. Martínez Ortega)<br />

denunciaba que “el viernes último no fueron registradas las<br />

reses que se sacrificaron en el Matadero público por parte<br />

del inspector veterinario”. Solicitaba que se averiguase si<br />

dicha falta “era culpa del Inspector o de los matarifes”.<br />

Seguía con sus denuncias afirmando que “cada vendedor<br />

en la Plaza hace lo que estima conveniente y que en los<br />

tajones se expenden carnes clandestinas”. El Alcalde le<br />

replicó pidiéndole que “le presente denuncias para actuar<br />

él”, llevándose la réplica inmediata del concejal Álbarez<br />

Castillo, quien se ofreció afirmando que “si se le autoriza,<br />

hará él la vigilancia”.<br />

Abundó en la cuestión el concejal Morales López,<br />

quien afirmó que “él podría vigilar pero que no lo hace<br />

porque luego nunca se le ponen correctivos a los infractores”.<br />

El Alcalde lo invitó a que lo hiciese y “vería que sí<br />

se ponían correctivos”.<br />

El torrente acusatorio del concejal Martínez Ortega<br />

continuó y continuó acusando que “los vendedores de<br />

pavos y gallinas venden unas aves por otras”, por lo que<br />

solicitaba que se regulase y se vigilase tal comercio. El Pleno<br />

acordó que se pusieran en los puestos tablillas en las que<br />

constase el precio y la clase de ave que era”.<br />

Pasada una semana volvía a colación el tema; en esta<br />

ocasión el Alcalde comunicaba al Pleno “haber recibido<br />

una denuncia de que en el matadero público se habían<br />

sacrificado ovejas por borregos”; que él dispuso que “inmediatamente<br />

un veterinario (Antonio Peña) pasase por<br />

el establecimiento e hiciese una inspección. El veterinario,<br />

una vez realizada, le comunicó que había 4 cabezas en el<br />

Matadero que no eran de borrego puesto que una tiene 2<br />

años, otra tiene 4 años y dos tienen 6 años”. Decía que el<br />

problema surgió por la falta de celo del veterinario titular<br />

(Francisco Fernández Cobo) y que “lo había suspendido<br />

un mes de empleo y sueldo”. Ante esto, se nombró interinamente<br />

al Sr. Peña y las 5 pesetas de su factura, por la<br />

gestión anterior, se acordó que se abonasen del sueldo del<br />

titular (Fernández Cobo); de este último acuerdo discrepó<br />

el concejal Martínez Ortega.<br />

Relacionado con todo lo anterior fue el caso que se<br />

presentó en julio de 1912 cuando el concejal Sr. Mendoza<br />

García denunciaba que “los despojos de la Carnicería<br />

pública se los llevaba el rematante del arbitrio a Jamilena<br />

para venderlos allí”. El Alcalde del momento (Juan José<br />

Contreras Fernández Lieneres) alegó ignorancia y prometió<br />

que “se enterará y actuará en consecuencia” 19 .<br />

Relacionadas con la economía<br />

Ocurría que en otras ocasiones las quejas o reclamaciones<br />

estaban relacionadas con cuestiones que tenían<br />

que ver con la economía o con cuestiones dinerarias, que<br />

serían bien relacionadas con impuestos o de otras índoles<br />

económicas.<br />

En abril de 1911 el ya muchas veces nombrado<br />

concejal Álbarez Castillo (Pedro de nombre) decía al Pleno<br />

que lo que se había recaudado en “el presente ejercicio<br />

por carne y pescado asciende a 4.445´28 pesetas, lo que le<br />

parece muy poco”. Continuaba afirmando que “si no aumentaba<br />

la recaudación debe dejar de cobrarse”. El Alcalde<br />

le contestó afirmando que “él autorizaba a todos los concejales<br />

para que vigilasen y fiscalizasen todas las matanzas<br />

de reses, y pedía que le denunciasen las faltas que notaran<br />

para que él impusiese los correctivos correspondientes y<br />

así aumentar la recaudación por estas dos vías”.<br />

Otra tuvo que ver con la falta de aforo en los comercios,<br />

siendo éste el caso que ocurrió el 1 de mayo de<br />

1912 por la necesidad que había de practicar aforos en los<br />

establecimientos públicos de “chichaterías” (comercios que<br />

vendían chicharros o sobras del cerdo o sebos de otros<br />

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