378 - Diócesis de San Juan de los Lagos

MARCO HISTORICO
seminarios; se han hecho grabaciones de composiciones
nuevas o se han rescatado antiguos corridos
sobre los cristeros y mártires, cuyos autores son en
su mayoría de origen popular. Incluso aparecen
cafés «cristeros», y hasta una marca de tequila con
ese nombre o el de algún santo.
La Delegación de Turismo de la región de Los
Altos ha elaborado la «Ruta Cristera» poniendo
señalamientos alusivos en la red carretera local; y
en el 2011 establece el «Día del Cristero», evento a
celebrarse en una sede asignada para cada año.
Nuestras Iglesias se han rejuvenecido al constatar
que se reconoce como auténtico y ejemplar el
cristianismo vivido por hermanos nuestros, que han
crecido y muerto viendo los mismos paisajes y las
mismas circunstancias que nosotros. Se trata de
indígenas como los niños mártires de Tlaxcala o los
mártires de Cajones; de mujeres como María de
Jesús Sacramentado Venegas o la madre Vicentita;
de jóvenes como Salvador Lara o el adolescente
José Sánchez del Río; de obispos como Rafael
Guízar y de religiosos como fray Elías del Socorro;
de sacerdotes ancianos como Román Adame, o de
presbíteros recién ordenados como Atilano Cruz o
Darío Acosta; de casados como Ezequiel y Salvador
Huerta, o de Solteros como Leonardo Pérez
Larios.
El fenómeno Santa Ana, impensable en 1992,
destaca entre todos. Santo Toribio Romo atrae
muchísimos devotos, tanto mexicanos como extranjeros.
Es relativamente fácil encontrar personas
que atribuyen favores a su intervención. En consecuencia,
Santa Ana de Guadalupe, lugar de su
nacimiento y donde descansan sus restos, se ha
convertido en un vigoroso centro de atracción para
el turismo religioso proveniente de todas partes del
país, al lado de la autopista y muy cerca de San Juan
y del Niño de Mezquitic; los otros dos grandes
centros de peregrinación de Los Altos, a los que se
agregan otros más modestos, como el Señor de la
Misericordia en Tepatitlán, Ocotes de Moya en
Yahualica, y Cañada de Islas en Mexticacán.
Cada domingo Santa Ana recibe unos 150 autobuses,
y el último domingo de febrero llegan hasta
800. El 25 de febrero de 2007 llegaron 1600 autobuses;
pero la crisis económica, la inseguridad y la
influenza han hecho decaer este flujo de peregrinos.
La cantidad de peregrinos que llegan en vehículos
particulares es superior a la que llega en autobuses.
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Familias completas acuden a agradecer o pedir un
favor ante las reliquias del santo; sobre todo hombres
que han emigrado a Estados Unidos o proyectan
hacerlo; muchos participan en Misa, compran
alguna imagen en la colecturía, recorren la Calzada
de los Mártires y bajan a ver la reconstrucción de la
casa de la familia Romo González; y se retiran
luego de comer y eventualmente cooperar para el
nuevo santuario en construcción.
Santo Toribio Romo es el patrono y titular de dos
parroquias: una en Aguascalientes y otra en Balcones
de Santa María Tequepexpan en Guadalajara;
cuenta con templos no parroquiales en: Purísima de
Bustos (Gto.), Querétaro, Tacámbaro (Mich.),
Loreto (Zac.), Arandas, Jalostotitlán, Guadalajara
(en varios es el segundo patrono). Se les han cedido
reliquias a varios seminarios de México, y a iglesias
en Cancún (Quintana Roo), Estados Unidos (Sacramento
y Rithmount en California, Tulsa en Colorado,
San Antonio en Texas, Denver, Detroit, Florida)
y hasta en Turquía (Izmir).
Este desarrollo vertiginoso está unido al ministerio
visionario del P. Gabriel González, quien llega
a la comunidad en marzo de 1997 para ocuparse de
una casa para descanso de los sacerdotes. Los
profundos valores religiosos de los paisanos de
Santo Toribio son la cuna receptora de miles de
peregrinos, que perciben el paisaje humano de una
comunidad fervorosa; muchos se han conmovido
con la historia del padre Toribio, contada en su más
puro estilo por la catequista Josefina Romo.
Los católicos alteños han superado el miedo y la
vergüenza de hablar de sus mártires, e incluso los
han hecho propios grupos no plenamente identificados
con la Iglesia católica. Los mártires se han
convertido en un motivo de renovación de nuestra
identidad cristiana. Su fuerza radica en que dieron
su vida por Aquel en quien creen. Su ejemplo es
muy elocuente hoy, cuando muchos pierden su vida
por motivos banales, como el dinero o el prestigio,
o son capaces de autoanularse con los «falsos infinitos»
del placer y la droga. Por el contrario, la vida
de los mártires, cargada de humanismo y dignidad,
de amor a la familia, a Dios y a la Patria; y alimentada
en las asociaciones católicas, la celebración
eucarística y la cultura cristiana, habla del hondo
sentido de la vida que Cristo da a sus discípulos.
Necesitamos renovar nuestro encuentro con el Señor
en el seno de la Iglesia.
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