378 - Diócesis de San Juan de los Lagos

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Jesucristo Señor nuestro.
Porque, por el ministerio de tus misioneros, que predicaron tu Palabra,
fundaron nuestros pueblos y distribuyeron tu alimento de salvación,
engendraste a tu vida a nuestras comunidades.
Porque, a través de las imágenes marianas, fortaleciste la fe en nuestra
región, imprimiendo un rasgo mariano a nuestra historia de salvación.
Porque, mediante doctrinas, curatos y parroquias, fuiste consolidando
nuestras comunidades cristianas, y les concediste pastores que pusieron
los cimientos de una Iglesia alteña, formada por campesinos laboriosos de
fuerte religiosidad.
Porque, a pesar del individualismo, la migración y las divisiones de las
peonías, caballerías, ranchos, haciendas y pueblos, hiciste posible crear
procesos de civilización.
Porque nunca dejaste a tu pueblo sin pastores entregados a hacer crecer
la comunidad en santidad y en el amor a tu Hijo Jesucristo.
Porque tantos cristianos de nuestros pueblos, reaccionando ante quienes
pisoteaban sus derechos y su libertad religiosa, al grito de ¡Viva Cristo rey
y santa María de Guadalupe!, ofrecieron su vida, derramaron su sangre,
expresaron su fe y consolidaron la de sus hermanos.
Porque, como familia diocesana, nos guías por los sucesores de los
apóstoles, para emprender la nueva evangelización, con un plan de pastoral,
hasta lograr comunidades protagonistas de un proceso de liberación integral
en Jesucristo, el hombre nuevo, cuya Muerte y Resurrección proclamamos
en cada Eucaristía.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles, y con toda la multitud de los
santos, te alabamos sin cesar.