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La Vila Joiosa. El centenario del título de ciudad. 1911-2011<br />

I - VESPASIANO Y LA CIUDAD ROMANA DE VILLAJOYOSA<br />

Antonio Espinosa Ruiz<br />

Conferencia del día 18 de Febrero de 2010<br />

Sabemos que la ciudad romana de <strong>Villajoyosa</strong> obtuvo la categoría de municipium<br />

hacia 74 d.C., cuando el emperador Tito Flavio Sabino Vespasiano (9-79 d.C.,<br />

emperador desde el año 69) concedió el Derecho Latino, y con ello la codiciada categoría<br />

de ciudad, a aquellos núcleos urbanos más destacados que todavía no gozaban<br />

de este privilegio, mediante el llamado “Edicto de Vespasiano”. En lo que hoy es<br />

Comunidad Valenciana (que entraba en la provincia Hispania Tarraconense, con capital<br />

en Tarraco, Tarragona) únicamente hubo una decena de ciudades romanas, cada<br />

una de ellas capital de un territorium que coincidía con una comarca natural, en nuestro<br />

caso la Marina Baja. Del mismo modo sucedía con las otras tres ciudades romanas<br />

de lo que hoy es provincia de Alicante: Dianium (Denia) controlaba la Marina Alta<br />

y la Safor; Lucentum (Tossal de Manises, Alicante) la comarca de l’Alacantí e Ilici (La<br />

Alcudia de Elche) los bajos Segura y Vinalopó y los valles de este río.<br />

A juzgar por la riqueza de las piezas que aparecen en las tumbas del s. VII y<br />

comienzos del VI a. C. del cementerio de Casetes, el enclave cuyos restos yacen bajo<br />

el casco antiguo de <strong>Villajoyosa</strong> ya debió ser muy importante antes de la época ibérica,<br />

tanto como para registrar un comercio con los fenicios extraordinariamente rico.<br />

Fruto de este comercio llegaron piezas excepcionales, como la cantimplora egipcia de<br />

Año Nuevo o los collares y otras joyas de oro de los cementerios de Casetes y Poble<br />

Nou. El puerto histórico, la playa de la Vila, era para las flotas mercantes que recorrían<br />

la ruta de las Baleares el último enclave costero destacado antes de abandonar la<br />

Península Ibérica en dirección a Oriente o, si se venía de allí, la primera ciudad portuaria<br />

en la que podían recalar. No esperemos encontrar un espigón como en los<br />

puertos actuales: para un puerto antiguo lo más importante era la existencia de una<br />

población que sirviese de mercado y de apoyo a la navegación y al comercio (con sus<br />

astilleros para reparar barcos, sus almacenes, su mercado…); un buen fondo marino<br />

(de Posidonia o arena, pero no de fango o roca) para echar el ancla y una buena playa<br />

para cargar y descargar mercancías y pasajeros con la ayuda de botes. Así funcionaban<br />

la inmensa mayoría de los puertos antiguos. Era necesario además un lugar<br />

donde hacer la aguada, es decir, repostar agua dulce para el viaje, en nuestro caso<br />

algunos manantiales costeros y el propio río de la Vila. El fondo frente a la playa de la<br />

Vila era conocido como La Fonda, y es sin duda uno de los principales puertos históricos<br />

valencianos, activo ininterrumpidamente durante al menos veintisiete siglos,<br />

hasta que en los años veinte, con la construcción del espigón del nuevo puerto en el<br />

Alcocó, la flota se trasladó a este refugio.<br />

La ciudad ibérica, que a juzgar por la gran extensión y la riqueza de sus cementerios<br />

debió ser un enclave destacado en esta cultura, fue sin duda el centro político<br />

de la Marina Baixa ya en época ibérica, de modo similar a como se está apreciando<br />

9<br />

Vespasiano y la ciudad romana de <strong>Villajoyosa</strong>

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