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La Vila Joiosa. El centenario del título de ciudad. 1911-2011
al Emperador-Dios y otros monumentos típicos de todas las ciudades romanas.
Alonai/Allon/Alonís y otras formas aparecen en varios textos antiguos y durante
muchos siglos, como cabría esperar de una ciudad destacada de la época que estuvo
habitada desde el s. VII a. C. hasta el final de la Antigüedad, como es la de la Vila.
Ello permite identificar el topónimo (nombre de ciudad) sin localización y la ciudad sin
nombre, ambos privilegiados, porque además el análisis de las fuentes antiguas aporta
los más sólidos argumentos a favor.
En los años en los que la ciudad romana de la Vila recibía la categoría de municipium
sucedían algunos hechos muy conocidos en el imperio Romano: Vespasiano
mandaba construir su Anfiteatro Flavio (que hoy llamamos Coliseo) sobre las ruinas
del palacio del emperador Nerón, de infausta memoria; en el año 70 el general Tito,
hijo de Vespasiano, sofocaba la revuelta judía tomando la ciudad de Jerusalén y destruyendo
su famoso templo, episodio inmortalizado en los famosos relieves del Arco
de Tito, en el Foro Romano; en 79 d. C. entraba en erupción el volcán Vesubio, que
sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano en apenas unas horas; por aquellas
fechas, también, un gran mercante cargado de salsas de pescado procedente de la
provincia Bética (actual Andalucía), quizá con rumbo al puerto de Roma, intentaba sin
éxito alcanzar la playa de la Vila para evitar hundirse en las profundidades del Mare
Nostrum, donde hoy reposan sus restos, a los que llamamos pecio Bou-Ferrer…
¿Cómo sabemos que fue precisamente Vespasiano quien concedió la categoría
de ciudad a esta población? En el s. XVII apareció en la Vila un pedestal de pìedra
caliza oscura dedicado a Quinto Manlio Celsino, de quien se dice que había sido
duunvir (alcalde) y flamen (sacerdote). Este tipo de pedestales únicamente se colocaban
en los foros de las ciudades privilegiadas. Celsino pertenecía a la tribu Quirina,
una especie de circunscripción electoral, la única a la que Vespasiano asignó las ciudades
que alcanzaron la municipalidad hacia 74 d. C.
La ubicación de la ciudad romana fue un misterio al que los investigadores intentaron
responder sin éxito durante quinientos años. Había dos opciones posibles: el
subsuelo de la propia ciudad de Villajoyosa o el entorno de la Torre de Sant Josep, la
mayor torre funeraria romana que se conserva en Hispania, en la partida de Torres, a
3 Km al nordeste. Las excavaciones dirigidas por Diego Ruiz y Amanda Marcos en
2005 en un solar de la calle Canalejas realizaban un hallazgo histórico al localizar los
restos de las termas monumentales de la ciudad, y acababan así con la incógnita. La
reciente investigación realizada por Diego Ruiz ha demostrado que el complejo se
levantó entre 85 y 110 d. C., en tiempos del emperador Domiciano o ya de Trajano,
como consecuencia de la reciente obtención de la categoría municipal.
La propia inscripción conmemorativa de la reconstrucción del mercado municipal
(macellum), del s. II, nos hace pensar que también este edificio público se había
construido a finales del s. I o comienzos del siguiente, por los mismos motivos.
La ciudad estuvo sin duda rodeada por una muralla de la que conocemos todavía
sus restos, y a cierta distancia, extramuros, a ambos lados de la calzada, se apre-
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Vespasiano y la ciudad romana de Villajoyosa