OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL UNA LUCHA CON EL LENGUAJE ticos de Cortázar en Bestiario (1951) y en Final del juego (cuya primera edición fue publicada por Juan José Arreola en Los Presentes en 1956) y también podríamos agregar aquí el primer libro de cuentos de Carlos Fuentes, Los días enmascarados (1954). La aseveración de Pacheco sobre la nula recepción inicial del libro de Paz sigue siendo cierta, aunque habría que dejar constancia de dos tempranos textos desconocidos hasta ahora. 10 En julio de 1951 René Avilés publicó en El Nacional un comentario anecdótico que no llega a constituir una reseña porque el libro todavía no se había publicado. 11 De más interés es la nota que publicó en 1953 en el semanario Marcha de Montevideo el entonces joven uruguayo Emir Rodríguez Monegal, destinado a ser uno de los grandes críticos de la literatura latinoamericana. En la sección “Crónica de libros” da a conocer una breve reseña que destaca el tema central de la lucha con la palabra y termina su nota elogiando la madurez y la autenticidad de la escritura del mexicano: “Con este libro el fino poeta […] alcanza una rara madurez: madurez del lenguaje y madurez de la actitud. A diferencia de tantos otros intentos aforísticos, de tantas prosificaciones de la experiencia poética como se dan en las letras hispánicas, estas páginas de Octavio Paz no parecen juego ni pastiche. Nacen envueltas todavía de la conmoción en que se gestaron, muestran la huella de su creación, se cumplen (como él mismo apunta) a expensas del poe[t]a. Si no otro, tienen el alto valor de su autenticidad.” 12 Pero queda la pregunta: ¿cómo se explica el silencio casi total que rodea la aparición del libro en 1951? El problema se vuelve más enigmático todavía si pensamos en la recepción positiva que el libro tuvo en sus traducciones al francés y al inglés. En 1957 se publicó en Francia Aigle ou soleil?, que no es una traducción del libro de 1951 sino una antología de poemas provenientes de A la orilla del mundo, Libertad bajo palabra, Semillas para un himno y ¿Águila o sol?, en versiones de Jean-Clarence Lambert. Los dos comentarios más interesantes se deben a las plumas de Josep Palau y André Pieyre de Mandiargues. 13* Sobre la parte de la antología que nos interesa, el gran poeta y crítico de arte catalán opina que “¿Águila o sol?, conformado exclusivamente por poemas en prosa, corresponde a un momento en que el autor intenta acercarse lo más posible al surrealismo”, y se fija en el sentido de la imagen y en el carácter abierto, en movimiento, de la obra de Paz. 14 Pieyre de Mandiargues, muy cercano a los surrealistas, va más lejos todavía y afirma con contundencia que “Octavio Paz es un poeta surrealista, y que pertenece al grupo que lleva ese nombre. Es más: hay que reconocer que es el único gran poeta surrealista activo en el mundo moderno”. 15 No sólo considera a Paz como el mayor poeta surrealista vivo sino que elogia su poder rítmico, sus imágenes explosivas y su peculiar combinación de automatismo y lucidez que lo acercan a ratos a Breton y a Éluard, para terminar aseverando que “Trabajos forzados” es un gran poema en prosa que es nada menos que “la versión mexicana de Una temporada en el infierno”. 16 Cuando el libro fue traducido al inglés por primera vez en 1970 por Eliot Weinberger, las reseñas y los comentarios críticos fueron también muy positivos, tal como se esperaría en un país (los Estados Unidos) donde el poema en prosa había sido cultivado por muchos de los grandes poetas y donde un lector culto no tenía grandes dificultades en identificar la forma. Libros como A la orilla del mundo (1942), Libertad bajo palabra (1949) y sobre todo El laberinto de la soledad (1950) despertaron interés y tuvieron cierta recepción. ¿Por qué causó desconcierto ¿Águila o sol? incluso entre los amigos más cercanos del poeta? Como afirma Pacheco, “la dificultad radica en el género”. 17 A pesar de las prácticas de escritura hí- 10 No están recogidos, por ejemplo, en el repertorio más completo realizado por Hugo J. Verani, Bibliografía crítica de Octavio Paz (1931-1996), El Colegio Nacional, México, 1997. 11 René Avilés, “México en París. ¿Águila o sol? de Octavio Paz, un poético ‘volado’ en prosa…”, El Nacional (22 de julio de 1951), pp. 3 y 5. Según el colofón de la primera edición, ¿Águila o sol? se imprimió el 6 de noviembre de 1951. Avilés había tratado a Paz en París y eso explica su conocimiento del futuro libro. 12 E.R.M. [Emir Rodríguez Monegal], “Octavio Paz: ¿Águila o sol? ”, Marcha (Montevideo), año 14, núm. 668 (2 de mayo de 1953), p. 15. 13 * Véase la página 23 de esta edición de La Gaceta 14 Josep Palau, “Aigle ou soleil? par Octavio Paz”, Les Lettres Nouvelles, núm. 54 (noviembre de 1957), p. 645. 15 André Pieyre de Mandiargues, “Aigle ou soleil”, La Nouvelle Revue Française, vol. 6, núm. 62 (1 de febrero de 1958), p. 325. 16 Ibid., p. 327. 17 José Emilio Pacheco, “¿Águila o sol? ”, art. cit., p. 49. brida y de mezclas formales que son comunes en la época moderna a partir del romanticismo, muchos lectores seguían y siguen identificando poesía y verso. La verdadera oposición se da entre verso y prosa, pero el poema en prosa es el mejor ejemplo de que prosa y poesía no se excluyen. Para acercarnos a este problema es instructivo reflexionar sobre la lenta y compleja aclimatación del género del poema en prosa en Hispanoamérica y, especialmente, en México. Invención de la modernidad, el género fue forjado en Francia por Aloysius Bertrand en su Gaspar de la Nuit (1842) y canonizado de manera definitiva por Baudelaire en Le Spleen de Paris (1869), colección que tiene un subtítulo revelador: Petits poèmes en prose. Si el poema en prosa tuvo cultivadores posteriores tan renombrados en Francia como Rimbaud y Mallarmé, en Hispanoamérica tuvo un proceso más lento de naturalización. En 1887 Julián del Casal inicia la publicación de sus traducciones de los “Pequeños poemas en prosa” de Baudelaire y al año siguiente, en la primera edición de Azul, Rubén Darío hace convivir en un mismo libro poemas en verso, cuentos y otros textos que se acercan al modelo del poema en prosa. Durante el modernismo abundan ejemplos de prosa poética, prosa artística y prosa poemática, pero es difícil Las palabras llegan o más bien irrumpen en la vida cotidiana como objetos fantásticos, figuras con rasgos humanos y animales, visitantes agresivos identificar en Martí, Darío, Silva, Lugones, Herrera y Reissig, Gutiérrez Nájera, Díaz Mirón, Nervo o Tablada muestras acabadas y autónomas de poemas en prosa. ¿Por qué se tardó tanto en aclimatarse en México y en Hispanoamérica el poema en prosa? Tal vez por el prestigio del verso y por cierto apego tradicional a las formas canónicas de expresión. Al menos en el caso de México es relativamente fácil observar que es en el periodo llamado posmodernista, en la segunda década del siglo xx, cuando se producen los primeros ejemplos incontrovertibles de textos que podemos identificar con plena certeza como poemas en prosa. Efectivamente, en esa década escriben textos de esta naturaleza Alfonso Reyes, Julio Torri y Ramón López Velarde, por dar los tres ejemplos más brillantes. Ninguno de ellos publica un libro hecho exclusivamente de poemas en prosa, pero cada uno tiene una clara idea de la forma. En Ensayos y poemas (1917) Torri combina libremente ensayos, cuentos y poemas en prosa. Por su parte, en el exilio madrileño Reyes escribe en 1916 “El descastado”, autorretrato irónico y ejemplo singular del nuevo prosaísmo coloquial de lo que décadas después será conocido como la antipoesía. En las primeras versiones publicadas, “El descastado” fue un conjunto de cuatro poemas en prosa, aunque años después Reyes reescribió el texto en versículos. 18 En su década madrileña Reyes publicó varios libros de prosas heterogéneas e inclasificables, como El cazador (1921). Por último, en los mismos años López Velarde da a conocer en periódicos y revistas de México algunos de los textos que sólo serán reunidos en forma de libro póstumamente en El minutero, editado en 1923 para conmemorar el segundo aniversario de su muerte. Torri, Reyes y López Velarde mezclan prosas de varios tipos y de características distintas: pueden convivir en el mismo libro ensayos, cuentos, crónicas, narraciones, relatos de viaje, prosas poemáticas, discursos, semblanzas, divagaciones, retratos y viñetas, además de poemas en prosa. Después vendrían los experimentos más vanguardistas de los 18 Para una lectura más detallada de este texto, véase Anthony Stanton, “Poesía y autobiografía en un momento de la obra de Alfonso Reyes (1908-1916)”, Nueva Revista de Filología Hispánica, vol. 61, núm. 2 (2013), pp. 521-556. poemas en prosa de Gilberto Owen en Línea (1930). Todo esto indica que Paz no partía de cero: tenía conocimiento no sólo de la gran tradición francesa sino también de la hispánica y de la mexicana. Existen varios núcleos centrales que atraviesan el libro: la lucha con el lenguaje, que conlleva un proceso violento de destrucción y purificación; la exploración del lado oscuro y nocturno del yo, asediado por potencias irracionales, oníricas o fantásticas; el impulso lúdico; los recuerdos de la infancia mexicana, y una recreación imaginativa de la mitología precolombina de México. Como sucede con Libertad bajo palabra, el texto inicial es un poema en prosa que comparte el título del libro y ofrece un resumen de algunos de los núcleos. En “¿Águila o sol?” la escritura se ubica en un momento de crisis (“Comienzo y recomienzo. Y no avanzo.”) mientras el yo se encuentra escindido entre el pasado y el presente. Por un lado, se invoca un ayer dominado por una escritura natural que se daba sin esfuerzo y que captaba grandiosas imágenes transparentes de la luminosidad del valle de México: “El otoño pastoreaba grandes ríos, acumulaba esplendores en los picos, esculpía plenitudes en el valle de México, frases inmortales grabadas por la luz en puros bloques de asombro.” 19 Pero esta visión idealizada de la adolescencia contrasta con un presente agobiado por la duda y por la incertidumbre acerca del poder significativo de la palabra y acerca de su propia relación con el lenguaje: “Hoy lucho a solas con una palabra. La que me pertenece, a la que pertenezco: ¿cara o cruz, águila o sol?” Ayer y hoy, adolescencia y madurez, fluidez y esterilidad: la moneda está en el aire mostrando alternativamente sus dos caras y el poeta es el campo de batalla. El libro se divide en tres partes con características propias. La primera, titulada “Trabajos forzados” en la edición original y rebautizada después como “Trabajos del poeta”, consta de 16 textos numerados, de los cuales sólo dos rebasan el límite de una página. La secuencia completa se publicó por primera vez en la revista Sur de Buenos Aires, donde está fechada “París, febrero-julio de 1949”. 20 Una versión en francés fue publicada como “Travaux forcés” en la revista Le Surréalisme, Même en 1957. 21 Estamos ante los ejercicios preparatorios del poeta: sus búsquedas, experimentos, encuentros y desencuentros con las palabras y con la Palabra. El lenguaje es coloquial con muchos toques de falsa seriedad, burla y brotes de humor e ironía. Todo puede entrar en el texto: fantasías, divagaciones, sueños, reflexiones, neologismos, ocurrencias, recuerdos, juegos, confesiones, deseos, parábolas. Conviven la narración, el canto y la reflexión. La primera secuencia comienza con el relato de la llegada de esos seres extraños, criaturas alegóricas que parecen ser personificaciones o materializaciones paródicas de los siete pecados: “A las tres y veinte como a las nueve y cuarenta y cuatro, desgreñados al alba y pálidos a medianoche, pero siempre puntualmente inesperados, sin trompetas, calzados de silencio, en general de negro, dientes feroces, voces roncas, todos ojos de bocaza, se presentan Tedevoro y Tevomito, Tli, Mundoinmundo, Carnaza, Carroña y Escarnio.” Las palabras llegan o más bien irrumpen en la vida cotidiana como objetos fantásticos, figuras con rasgos humanos y animales, visitantes agresivos (que ciertamente se parecen a los cronopios cortazarianos) que son los protagonistas de una batalla lúdica: “me defiendo, apaleo a los visitantes, corto orejas, combato a brazo partido […] Crujir de dientes, huesos rotos, un miembro de menos, uno de más, en suma un juego si logro tener los ojos bien abiertos y la cabeza fría.” No hay abandono al sueño sino una vigilancia lúcida, la necesidad de someter todo a la conciencia. El poeta acepta las reglas del juegosimulacro. Hay múltiples descripciones divertidas de estas criaturas fantásticas, pero lo que sigue siendo un misterio insondable es su origen, la fuente de donde vienen: “¿Son los enviados de Alguien que no se atreve a presentarse o vienen simplemente por su voluntad, porque les nace?” La tercera secuencia relata en un tono narrativo e inicialmente realista la anécdota del poeta que sale 19 Obras completas de Octavio Paz, 2a ed., vol. 7 (Obra poética (1935- 1998)), Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, Barcelona, 2004, p. 165. En adelante todas las referencias se darán en el texto señalando volumen y página de esta edición. 20 “Trabajos del poeta”, Sur (Buenos Aires), núm. 178 (agosto de 1949), pp. 28-37. 21 “Travaux forcés”, Le Surréalisme, Même, núm. 5 (1957), pp. 33-36. 12 MARZO DE 2014
Ilustración: ©GABRIEL PACHECO, ADELANTO DE SU VERSIÓN ILUSTRADA DE ARENAS MOVEDIZAS Éste es un ejemplo de las ilustraciones que Gabriel Pacheco prepara para una edición de Arenas movedizas MARZO DE 2014 13