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Fotografía: CON ANDRÉS HENESTROSA, JOAQUÍN DÍEZ-CANEDO Y JOSÉ LUIS MARTÍNEZ EN LA FACULTAD DE FILOSOÍA Y LETRAS, UNAM, CA. 1967. AGN.<br />

OCTAVIO PAZ: ÁGUILA Y SOL<br />

Hay mucho jugo filosófico que exprimir a la obra de Octavio Paz. Como evidencia<br />

de ello retomamos aquí el suculento ensayo que Xirau incluyó en un libro publicado por SEP<br />

Setentas en 1972 y que formará parte de Octavio Paz en El Colegio Nacional, en el que<br />

se presentan textos de miembros de la institución sobre el escritor; agradecemos<br />

las facilidades para reproducirlo en estas páginas<br />

ENSAYO<br />

Trivio de Octavio Paz<br />

RAMÓN XIRAU<br />

Tres momentos distintos y<br />

aun diversos de la obra de<br />

Octavio Paz constituyen el<br />

objeto de este comentario:<br />

Piedra de Sol (1957), a la vez<br />

síntesis de la obra primera<br />

de Paz y comienzo de una<br />

nueva época, poema tanto<br />

de la tradición como de la<br />

“ruptura”; Renga, poema<br />

cuádruple y aun múltiple no sólo porque está escrito<br />

cuádruplemente (Tomlinson, Sanguineti, Roubaud,<br />

Paz), sino porque la esencia misma del poema participa<br />

de la variedad y la multiplicidad; Conjunciones<br />

y disyunciones, donde interesaría analizar muchos<br />

y riquísimos asuntos aun cuando me limite aquí a<br />

considerar uno de los temas centrales: el de la naturaleza<br />

—o ausencia de ella— del hombre y del nohombre.<br />

1 ¿Análisis divergentes? Creo poder probar,<br />

al final del comentario, que esta divergencia tiene<br />

también por nombre: convergencia.<br />

I. PIEDRA DE SOL<br />

En la primera edición de Piedra de Sol, Octavio Paz<br />

hacía notar que el poema contiene 584 endecasílabos<br />

y que “este número de versos es igual al de la<br />

revolución sinódica del ciclo venusino”. Una de las<br />

primeras intenciones de Octavio Paz es lograr que<br />

Piedra de Sol se adapte, por lo menos en su forma, al<br />

tiempo cíclico de una de las culturas mayores de la<br />

meseta central prehispánica. Poema circular, Piedra<br />

de Sol repite, al final del poema, los seis versos con<br />

los cuales el poema se inicia. Piedra de Sol es, en primer<br />

lugar, un poema intencionalmente cíclico.<br />

En El mito del retorno escribe Mircea Eliade que<br />

el mito constituye “la aplicación, en planos diferentes,<br />

y en respuesta a necesidades diferentes, del mismo<br />

ademán arquetípico, a saber, la regeneración del<br />

1 He tratado de analizar la poesía de Octavio Paz en Octavio Paz: el<br />

sentido de la palabra (Joaquín Mortiz, México, 1970). Intento aquí no<br />

repetirme. La palabra trivio es una referencia-homenaje a Cuadrivio,<br />

ese extraordinario libro de crítica poética que escribió Octavio Paz. Al<br />

escribir este comentario todavía no ha aparecido la versión española de<br />

Renga; sigo la edición de Gallimard, París, 1970.<br />

mundo y de la vida por la repetición de la cosmogonía”.<br />

Mito de la creación y de la renovación infinita,<br />

permite, a la vez, entender la caída del mundo y su<br />

renovación, el ciclo de la vida, el movimiento de los<br />

astros, el nacimiento y la muerte del día. 2 Los seis<br />

versos que inician y terminan Piedra de Sol son, precisamente,<br />

versos de la inocencia y de la renovación<br />

purificada de un mundo que está hecho de esperanzas<br />

y caídas, de redenciones y desesperanzas. Seis<br />

versos paradisiacos, erguidos en su inocencia lúcida:<br />

“Un sauce de cristal, un chopo de agua, / un alto surtidor<br />

que el viento arquea, / un caminar de río que<br />

se curva, / avanza, retrocede, da un rodeo, / y llega<br />

siempre”. A esta paz inicial que es igualmente paz final<br />

se contrapone el mito de la caída y la redención<br />

del mundo, a lo largo del poema.<br />

Me limito, en este breve análisis, a considerar la<br />

evolución de los principales conceptos que el poema<br />

encierra: el amor —indicado ya en la alusión al ciclo<br />

venusino—, la sociedad humana, la soledad y la comunión,<br />

el tiempo y la eternidad.<br />

El amor se presenta, en primer término, como posibilidad<br />

de relación, deseo de contacto: “voy por tu<br />

cuerpo como por el mundo, / tu vientre es una plaza<br />

soleada. / tus pechos dos iglesias donde oficia /<br />

la sangre sus misterios paralelos”. Amor mítico, en<br />

un principio, se desmiembra en algunos nombres de<br />

mujeres: Melusina, Laura, Isabel, Perséfona, María.<br />

Esta primera forma del amor, impersonal por mítico,<br />

es todavía un amor indiferenciado: 3 “tienes todos<br />

los rostros y ninguno / eres todas las horas y ningu-<br />

2 El mito del eterno retorno es frecuente en todas las culturas. En<br />

Occidente nace para la filosofía en Heráclito, se desenvuelve en el<br />

estoicismo, reaparece en Nietzsche. El propio Octavio Paz se ha referido<br />

(Oriente y Occidente) varias veces al mito. Así, en Corriente alterna:<br />

“Aunque el origen de revolución sea el mismo que el de revuelta (volvere:<br />

rodar, enrollar, desenrollar) y aunque ambas signifiquen regreso, la<br />

primera es de estirpe filosófica y astronómica: vuelta de los astros a su<br />

punto de partida, movimiento de rotación en torno a un solo eje, ronda<br />

de las estaciones y las eras históricas.”<br />

3 Las referencias míticas de los seis nombres femeninos son claras.<br />

Interesa, ante todo, recordar a Melusina de Lusingan, a la vez mujer<br />

serpiente y mujer sedienta de purificaciones. Perséfona-Proserpina, hija<br />

de Ceres, es la del trigo; su simbolismo es también doble si la recordamos<br />

condenada a vivir la mitad del año con Plutón y liberada la otra mitad<br />

para que vuelva a vivir con su madre.<br />

na, / te pareces al árbol y a la nube, / eres todos los<br />

pájaros y un astro.” Al personalizarse, el amor entraña<br />

división, lucha, aislamiento, desilusión. Melusina<br />

deja de ser mujer para convertirse en “atroz escama”;<br />

su presencia vuelve ausencia: “no hay nadie, no eres<br />

nadie, / un montón de ceniza y una escoba, / un cuchillo<br />

mellado y un plumero.” Sin embargo, solamente<br />

en el instante amoroso parece adquirir sentido la<br />

eternidad: “el mundo cambia / si dos, vertiginosos y<br />

enlazados, / caen sobre la yerba”. A la apariencia primera<br />

de unidad, unidad indiferenciada viene a sustituirse<br />

el amor-caída a su vez sustituido por el amor<br />

encuentro.<br />

Hacia la mitad del poema, Octavio Paz toca directamente<br />

el tema social, tema que no ha dejado de<br />

sentir desde su juventud, desde que en España vio<br />

nacer a “otro hombre”. La referencia social más clara<br />

se inicia con una descripción cuasirrealista de aquel<br />

Madrid de 1937, herido de bombardeos: “en la plaza<br />

del Ángel las mujeres / cosían y cantaban con sus hijos,<br />

/ después sonó la alarma y hubo gritos, / casas<br />

arrodilladas en el polvo, / torres hendidas, frentes<br />

escupidas / y el huracán de los motores, fijo”. A esta<br />

imagen del desastre —que Octavio Paz ha imaginado<br />

(Nueva York, Londres, Moscú) en Himno entre<br />

ruinas— se sustituye un momento de calma. Nuevamente<br />

es aquí el amor el que reconcilia opuestos, el<br />

que va más allá de la vida y de la muerte: “los dos se<br />

desnudaron y se amaron / por defender nuestra porción<br />

eterna, / nuestra ración de tiempo y paraíso.”<br />

Unos versos más adelante precisa Octavio Paz: “porque<br />

las desnudeces enlazadas / saltan el tiempo y<br />

son invulnerables”. Podrá proseguir el desastre, podrá<br />

proseguir ruina y proseguir el aislamiento. Queda,<br />

eterno, el amor.<br />

De manera semejante se entretejen, en Piedra de<br />

Sol, la soledad y la comunión. En versos que conscientemente<br />

hacen eco a Muerte sin fin de Gorostiza,<br />

dice Paz: “no hay nada en mí sino una larga herida /<br />

una oquedad que ya nadie recorre, / presente, sin<br />

ventanas, pensamiento / que vuelve, se repite, se refleja,<br />

/ y se pierde en su misma transparencia”. A esta<br />

soledad radical, tan soledad como aquel “páramo de<br />

espejos” que era la inteligencia en Muerte sin fin, responden<br />

los mitos de la unión, los deseos de comuni-<br />

18 MARZO DE 2014

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