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POLIFONÍA DE LA IDENTIDAD 29<br />
religiosos y nobiliarios, a partir del ocaso colonial la música se volvió, cada<br />
vez más, un quehacer cubicularis, una actividad de cámara. En este sentido,<br />
los primeros conciertos públicos, ofrecidos en Inglaterra, fueron el toque de<br />
trompeta que anunció un cambio crucial en la fisonomía del quehacer musical<br />
en todos los ámbitos. Uno de los aspectos más interesantes de lo acontecido<br />
en la escena musical latinoamericana tiene que ver precisamente con una<br />
coincidencia cronológica; con el hecho de que las independencias nacionales<br />
se hayan yuxtapuesto al proceso mediante el cual, tanto en Europa como en<br />
América, la música dejó de ser un asunto eminentemente vinculado a la sociedad<br />
nobiliaria para convertirse en patrimonio de la burguesía, y a este<br />
asunto en particular habremos de dar mayor atención, pues las prácticas musicales<br />
determinaron los tipos y formas del repertorio de la época.<br />
Además del impacto musical de la burguesía, hay otros dos aspectos en<br />
los que la música latinoamericana no se distingue de la europea. El primero<br />
y más evidente, es que la música ha sido siempre un elemento fundamental y<br />
decisivo de la identidad y su construcción. La música es un poderoso constructor<br />
de identidades, ya colectivas, ya personales, y encuentro reveladora la<br />
forma paralela en la que se dieron distintos procesos de construcción de identidad<br />
en Europa y América. El cambio de estatus político que toda América<br />
experimentó durante el siglo xix tuvo un efecto muy importante en lo musical<br />
entendido como agente cultural de la identidad de las incipientes naciones<br />
independientes del hemisferio occidental. Pero la definición de esa reconocida<br />
identidad musical está plagada de contradicciones y omisiones. De hecho,<br />
es posible afirmar que muchos de los prejuicios y valoraciones negativas que<br />
se han esgrimido alrededor de la música latinoamericana se derivan de malentendidos<br />
alrededor del “rejuego de confrontaciones entre lo propio y lo<br />
ajeno”, como lo llamó Alejo Carpentier. Mientras ello sucedía en América<br />
Latina, la música europea del siglo xix también experimentó un fuerte auge<br />
como constructora de la identidad personal. De tal suerte, la música como<br />
factor de identidad generó dos poderosas visiones que se yuxtaponen y complementan:<br />
la idea de la “música pura”, accesible y deleitable de manera estrictamente<br />
personal según la educación de cada escucha, y la construcción<br />
de un canon, que es, como lo describió Lidia Goehr, el “museo imaginario”<br />
donde se cuelgan las grandes obras maestras; un museo que no por ser imaginario<br />
es personal, sino colectivo. Estas dos visiones, de trascendencia insoslayable,<br />
influyeron sobre lo acontecido en la música latinoamericana del periodo<br />
y echan luz sobre ella, a la vez que permiten acotar, de manera más<br />
precisa, lo escrito acerca del tema.