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ppc<br />
bbc<br />
¿Cuál es esa “Cuba” que reporta<br />
Ravsberg y qué beneficios obtiene de ello<br />
Solo él podría responder a esto. Ya hemos<br />
leído en otras ocasiones sus personalísimos<br />
análisis del escenario cubano y sus<br />
peculiares versiones de las entrevistas que<br />
ha realizado, así que no causa mucho<br />
asombro que esta vez el flamante<br />
corresponsal de BBC nos pinte una Cuba<br />
que los propios cubanos no conocemos y,<br />
encima, se extralimite en sus funciones<br />
agoreras. Con frecuencia ocurre que<br />
algunos extranjeros sagaces como él solo<br />
parecen necesitar de algún poco de<br />
tiempo en la isla y un par de preguntas<br />
que dicen hacer por aquí y por allá, para<br />
sentar cátedra en temas cubanos. Es como<br />
si el trópico les recalentara el cerebro y<br />
perdieran la capacidad de discernimiento.<br />
Ahora Ravsberg no solo tergiversa la<br />
realidad de Cuba, sino que se revela como<br />
todo un experto en sociología y psicología<br />
social cubana, fundamentalmente en lo<br />
tocante a política y religión. Un análisis de<br />
tanto dislate sería en extremo extenso, de<br />
manera que creo más oportuno hacer solo<br />
algunos señalamientos con el fin de<br />
corregir un poco la brújula de este<br />
reportero desorientado que, como reza un<br />
viejo refrán popular, está en medio del<br />
bosque y es incapaz de ver los árboles.<br />
El corresponsal de la BBC asegura que<br />
en Cuba el gobierno no le da valor a la<br />
disidencia “porque esta recibe dinero del<br />
exterior”. Desconozco si este gobierno ha<br />
puesto en manos de Ravsberg las pruebas<br />
de dichos emolumentos recibidos por “la<br />
disidencia”, habida cuenta de que al<br />
pueblo cubano nunca se le han servido<br />
pruebas concretas de ello, salvo que se<br />
puedan considerar así las declaraciones<br />
unilaterales de los alabarderos oficiales (y<br />
de los extraoficiales, como Ravsberg).<br />
Por otra parte, ¿quiénes clasifican<br />
como “disidencia” para el avispado<br />
corresponsal Generalmente en ese amplio<br />
diapasón se han incluido en Cuba tanto los<br />
partidos de oposición como los periodistas<br />
independientes, los bloggers alternativos y<br />
todo aquel que no se pliegue a las<br />
directrices gubernamentales. En ese caso<br />
me siento autorizada a desmentir tal<br />
afirmación: al menos un nutrido grupo de<br />
bloggers que me son cercanos y yo, entre<br />
otros “disidentes”, no recibimos dinero<br />
alguno del exterior.<br />
El gobierno cubano, en cambio, no<br />
solo ha recibido durante decenios todo tipo<br />
de recursos (que aún recibe y dilapida),<br />
sino que –además– aplica un abusivo gravamen<br />
sobre las remesas familiares y sobre<br />
cualquier ingreso que reciban desde el<br />
exterior los cubanos. Teniendo esto en<br />
cuenta, se deduce que el gobierno también<br />
se beneficia con los supuestos fondos<br />
destinados desde el exterior a la disidencia<br />
interna, como seguramente sabe el<br />
señor corresponsal de la BBC.<br />
El gobierno cubano no tiene en<br />
cuenta a la disidencia, no precisamente<br />
porque “reciba dinero del exterior”, sino<br />
porque las dictaduras no aceptan ninguna<br />
manifestación alternativa, tenga color<br />
político o no. El gobierno cubano no<br />
reconoce a los partidos opositores, pero<br />
tampoco a los periodistas independientes,<br />
a las diversas asociaciones de la sociedad<br />
civil alternativa, ni a los bloggers, que ni<br />
siquiera somos una organización. La<br />
debilidad de los regímenes totalitarios<br />
estriba, no obstante, en ese monopolio<br />
absoluto sobre la sociedad, sobre la información<br />
y sobre el temor del individuo, por<br />
lo cual todo fenómeno alternativo que<br />
pueda suponer una fisura en el sistema<br />
deviene “disidencia” y debe ser demonizado.<br />
Es así que en el discurso oficial (y<br />
curiosamente en el de “periodistas” como<br />
este señor uruguayo) todos los disidentes<br />
“son mercenarios al servicio de una<br />
potencia extranjera que nos agrede, nos<br />
bloquea y nos hostiliza”.<br />
Ravsberg pretende subestimar la presión<br />
internacional sobre la dictadura de la Isla a<br />
raíz de la muerte de Orlando Zapata<br />
aduciendo que “con excepción del gobierno de<br />
Estados Unidos, ningún otro gobierno condenó<br />
al gobierno cubano por la muerte de Zapata”.<br />
Las críticas de los parlamentos mexicano y<br />
europeo, así como las de grupos de la sociedad<br />
civil, artistas e intelectuales de numerosos<br />
países, no parecen tener importancia para un<br />
sujeto que, paradójicamente, toma a Uruguay<br />
como ejemplo de tradición democrática. Ni<br />
siquiera las discretas declaraciones del Secretario<br />
General de las Naciones Unidas, quien<br />
lamentó públicamente la muerte de Orlando<br />
Zapata, son mencionadas por Ravsberg.<br />
Su propio discurso delata su diferenciado<br />
sentido de la democracia: si no son los<br />
gobiernos quienes directamente emiten la<br />
crítica, no existe presión internacional.<br />
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