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Huracán - Revista Voces

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ŕřȑȓɍ<br />

ʁṙṛṝṟ<br />

ŕřȑȓɍ<br />

ʁṙṛṝṟ<br />

j e s ú s d í a z<br />

Nada la conmovía, ni siquiera<br />

la sangre que sus hijos ofrendaron<br />

asaltando el Palacio del Tirano.<br />

Siguió carnavaleando, se diría<br />

que nadie hubiera podido enamorarla,<br />

apagarle la música y dejarla<br />

como una esposa fiel, tan tranquilita.<br />

Poco después bajaron los guerreros<br />

recitando ¿qué décimas,<br />

qué epitalamios, silvas, madrigales,<br />

para hacerla olvidar siglos de rumba<br />

¿Con qué wemba lograron hechizarla<br />

Se enamoró de la virtud como una<br />

puta.<br />

Pidió perdón hincada de rodillas<br />

para expiar sus múltiples pecados.<br />

Sacrificó sus congas, sus mentiras,<br />

sus jabones de olor, sus fruslerías,<br />

sus lujurias, pasiones, arrebatos.<br />

Comió en mesa frugal un par de<br />

huevos.<br />

Gritó pura y feliz hasta quedarse<br />

ronca.<br />

Hizo una cola larga, interminable,<br />

y sólo a su pesar, algunas veces,<br />

metida con un santo o con un macho<br />

sufrió las delirantes nostalgias del<br />

bembé.<br />

No bastó aquella entrega.<br />

pinturita de uñas, ni siquiera<br />

un buchito de alcohol de reverbero<br />

que llevarse a la boca en sus delirios.<br />

Y si gritó de sed, no la escuchamos.<br />

Andábamos clamando por el mundo<br />

como una llamarada de pureza.<br />

Casi murió de lepra, las legañas<br />

nos la dejaron ciega, el gran silencio<br />

le produjo sordera, el desamor<br />

le descarnó los labios, la demencia<br />

le arrancó los cabellos, la tristeza<br />

le fue secando el sexo. Una mañana<br />

la fealdad la asesinó del todo.<br />

Queda tan solo un triste simulacro:<br />

este fantasma de una vieja puta<br />

o de una virgen tuerta y sin altar,<br />

estos, Fabios, ¡ay dolor!, que ves<br />

agora,<br />

campos de soledad, mustio collado,<br />

pasto para turistas<br />

que recorren las ruinas murmurando:<br />

“Dice que fue candela,<br />

que encendía el rumbón con la<br />

cintura,<br />

que alguna vez, la pobre,<br />

estuvo viva”.<br />

Los hijos de la puta, nosotros, sus<br />

bastardos,<br />

la negamos tres veces. Ya no tuvo<br />

{ V/37 }

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