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ll lí íí m ii i t e s<br />
l lí í m i it t e s<br />
tico y continúo al frente del Partido Ortodoxo:<br />
Los malos políticos –decía– le roban<br />
al pueblo para enriquecerse; todas las luchas<br />
políticas nacionales tienen su origen<br />
en la falta de honradez; es indispensable<br />
por lo tanto, poner las riendas de la República<br />
en manos limpias. Chibás redujo la<br />
moral –un componente cultural encargado<br />
de regular la conducta humana en las<br />
relaciones sociales– a la honradez administrativa.<br />
La simplificación del concepto le<br />
permitió utilizarlo como arma contra sus<br />
enemigos en las contiendas electorales,<br />
pero lo inutilizó como instrumento de<br />
cambios profundos en la clase política y en<br />
el pueblo. Sí tuvo un efecto: llamar la<br />
atención sobre la corrupción administrativa,<br />
en un momento en que este mal se<br />
convertía en una amenaza pública. La consigna<br />
¡Vergüenza contra Dinero!, servía<br />
perfectamente para alcanzar el poder como<br />
objetivo inmediato, pero no para forjar<br />
la Nación honrada con justicia social<br />
que él mismo profesaba.<br />
El programa de su Partido tenía tres<br />
direcciones esenciales: independencia<br />
económica, libertad política y justicia social,<br />
pero en aquellos momentos, como en<br />
los actuales, Cuba requería de un cambio<br />
capaz de romper tanto el monopolio elitista<br />
de la economía como de la política<br />
para acceder a la justicia social. Para eso<br />
era necesario el fortalecimiento de la sociedad<br />
civil existente. Chibás concibió un<br />
paraíso perfecto para imponerlo a una realidad<br />
compleja, construido mentalmente<br />
desde su imaginación: expulsar a los ladrones<br />
del poder y situar en su lugar a un<br />
hombre honrado, servidor de la nación.<br />
Ese hombre tenía que ser su propia persona,<br />
que no apetecía ni necesitaba del<br />
patrimonio nacional, por tanto los cambios<br />
que propugnaba tenían que realizarse desde<br />
el dañino esquema del personalismo y<br />
el caudillismo, dos de los fenómenos culturales<br />
más negativos y arraigados en nuestra<br />
historia política.<br />
La concepción de la inmediatez, característica<br />
de los cambios revolucionarios,<br />
no le permitió elaborar un proyecto<br />
político que respondiera a las condiciones<br />
existentes y a la psicología social del cubano.<br />
En una oportunidad expresó: Nuestro<br />
pueblo se informa del latrocinio de los gobernantes<br />
con la misma calma que lee las<br />
páginas de los muñequitos de colores o escucha<br />
los programas de radio. Por eso llamaba<br />
desesperadamente a la conciencia<br />
ciudadana indiferente: Pueblo de Cuba,<br />
despierta; sin comprender que los cambios<br />
al interior de las personas no responden a<br />
las urgencias revolucionarias. Por eso, con<br />
mucha razón, alguien expresó a su muerte:<br />
Chibás era un hombre imbuido de<br />
ideas mesiánicas sobre la historia, la moral<br />
y la política. A pensar en ese nuevo orden<br />
no le dedicó tiempo, pues en definitiva,<br />
el nuevo orden era él mismo, una enfermedad<br />
crónica de la que aún padecemos.<br />
Chibás es un ejemplo paradigmático<br />
de la imposibilidad de realizar cambios sociales<br />
si los mismos no se acompañan de la<br />
correspondiente cultura cívica y desde una<br />
sociedad civil fuerte, como condición de la<br />
participación ciudadana. Esa es una de las<br />
principales enseñanzas que nos legó aquel<br />
mártir del adecentamiento público. Una<br />
experiencia que nos indica en estos momentos<br />
que la liberación de los presos políticos<br />
no puede ser más que el punto de<br />
partida para otros derechos y libertades,<br />
sin los cuales los cubanos continuarán marginados<br />
de las decisiones de la nación. Entre<br />
ellos están: el derecho a salir y entrar<br />
libremente al país, cuya inexistencia explica<br />
el éxodo masivo y permanente por cualquier<br />
vía; el acceso libre a Internet, sin el<br />
cual la alta calificación técnica y profesional<br />
se está descapitalizando en la era<br />
del conocimiento; y la libertad de expresión,<br />
fundamento del resto de las<br />
libertades. {V}<br />
{Blog El blog de Dimas}<br />
l o s<br />
l í m i t e s<br />
d e l<br />
i n m o v i l i s m o<br />
{ V/59 }