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6 CONCLUSIONES 6.1 Factores principales para un desarrollo ...

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grandes metrópolis por su dinámica y sus relaciones con el ambiente nacional, presentan <strong>un</strong> atractivo<br />

creciente <strong>para</strong> la población urbana.<br />

Ecuador confirma esta doble tendencia, a través de <strong>un</strong>a desigualdad en la distribución geográfica y la<br />

concentración de la población en los dos polos <strong>principales</strong> del país que son las ciudades de Quito y<br />

Guayaquil, dos metrópolis cuya población pasó de 15 % a 28% con respecto a la población del país<br />

(INEC, VI Censo de Población 2001) y que representan centros de atracción <strong>para</strong> sus respectivas<br />

regiones que son la Sierra y la Costa. Y si bien el tejido urbano f<strong>un</strong>ciona alrededor de estos dos polos,<br />

existen también ciudades de todos los tamaños que cumplen distintos papeles: polos regionales,<br />

centros provinciales, centros locales, y ciudades agrícolas, entre otras.<br />

Tal como habíamos planteado en las hipótesis iniciales, y sobre las que nos parece oport<strong>un</strong>o volver, el<br />

atractivo de los centros urbanos regionales provendría de <strong>un</strong>a doble tendencia. Por <strong>un</strong> lado, debido al<br />

efecto de saturación de las grandes aglomeraciones metropolitanas por falta de espacio habitable, de<br />

acceso difícil y oneroso a los equipamientos y servicios a la com<strong>un</strong>idad y por el otro, como<br />

contrapartida, a través de <strong>un</strong>a oferta cada vez más seductora con respecto a <strong>un</strong>a calidad de vida (real o<br />

imaginaria), tanto en el plano medioambiental como en el plano de la seguridad y de lo social, del<br />

empleo y de <strong>un</strong> costo inferior de integración a “lo urbano”.<br />

Es muy difícil verificar tales presupuestos en el plano estadístico y contable, ya que elementos como<br />

éstos están por <strong>un</strong>a parte totalmente objetivados (valores de bienes raíces e inmobiliarios, monto de los<br />

salarios, etc.) pero por otra parte, también fuertemente dependientes de apreciaciones psicosociales<br />

difícilmente cuantificables. Sin embargo, alg<strong>un</strong>os p<strong>un</strong>tos merecen ser puestos en relieve como<br />

aquellos que pueden f<strong>un</strong>damentar estas elecciones residenciales que otorgan <strong>un</strong>a nueva oport<strong>un</strong>idad a<br />

las ciudades medianas y pequeñas.<br />

Hemos visto que en Ecuador, de manera general, la desigual distribución de la población sobre el<br />

territorio se debe a factores de orden histórico, físico, y sobre todo, socioeconómico. Los procesos de<br />

crecimiento demográfico urbano se deben f<strong>un</strong>damentalmente a la migración de las poblaciones en<br />

búsqueda de empleo, de educación y de <strong>un</strong> mejoramiento general de sus condiciones de vida. En el<br />

caso particular de Cayambe por ejemplo, del total de inmigrantes provenientes de la provincia de<br />

Pichincha (que representa <strong>un</strong> tercio de la inmigración intra-provincial en el Cantón), el 32.5%<br />

proviene de Quito.<br />

Las metrópolis muy grandes padecen numerosos males que repercuten prioritariamente sobre las<br />

poblaciones más pobres y cuyo status es el más precario.<br />

Se trata ante todo, del acceso al suelo y de la inadecuación de las modalidades de posesión de la tierra<br />

frente a residentes de data reciente o de ciudadanos de bajos ingresos que no poseen los recursos<br />

económicos y los contactos sociopolíticos que les permitan seguir los pasos regulares de apropiación<br />

de los terrenos. De esto surge <strong>un</strong> doble movimiento: de informalización de los procesos de acceso a los<br />

terrenos habitables por invasión individual o grupal, o a través de negociaciones ilícitas con<br />

intermediarios privados o públicos; de segregación territorial a través de la cual estos individuos se<br />

ven rechazados hacia los espacios más desvalorizados en el plano económico (zonas periféricas sin<br />

equipamiento, zonas peligrosas ecológicamente, intersticios provisorios en los centros urbanos en<br />

transformación) (Durand-Lasserve & Royston, 2002).<br />

La misma presión comprobada en el campo de bienes raíces se repite en el acceso a la vivienda. Por<br />

idénticas razones financieras, estos mismos individuos y sus familias no pueden seguir jamás las<br />

reglas dictadas por las autoridades responsables con respecto a las modalidades de construcción y de<br />

obtención del título de propietario. El sector “informal” es la única solución adaptada a sus<br />

necesidades. A través de formas de solidaridades familiares o com<strong>un</strong>itarias y siguiendo <strong>un</strong> ritmo<br />

adaptado a la capacidad de financiamiento de las familias, nuevas viviendas aparecen sin que la<br />

precariedad de su asiento legal esté resuelta, a veces durante varias décadas (Gilbert, 1992). Esta<br />

incertidumbre frente al porvenir material y social de las familias pobres será particularmente notable<br />

en los barrios intra-urbanos sometidos a la especulación inmobiliaria; y lo será igualmente en las<br />

com<strong>un</strong>as donde los gobiernos locales adoptan políticas represivas (Bolay, 2002).<br />

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