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estado, sin lugar a dudas se inspiró en la Historia de la cultura en la<br />

América Hispánica, de Pedro Henríquez Ureña, porque en ambos libros<br />

no existen notas a pie de página o referencias bibliográficas, ambos autores<br />

recurrieron a las enseñanzas de Alfonso Reyes:<br />

En rigor no debe citarse sino de memoria, como quieren las Musas; suprímanse,<br />

si es preciso, las comillas, con lo que se salva el compromiso de la cita exacta.<br />

De mí diré que sólo siendo indispensable las uso, porque han comenzado a<br />

avergonzarme: son el signo de lo no incorporado, de lo yuxtapuesto, de lo que<br />

no sabemos; ellas sirven admirablemente para describir el cuerpo extraño<br />

incrustado en nuestro organismo. No puedo pasarlas: me punzan en la garganta<br />

como los mosquitos en el vino de que se quejaba Quevedo. Citar de memoria sería<br />

prenda, al menos, de que sólo usamos de lo propio, de lo ya asimilado. ¡Cuán<br />

sabios serían los escritores —declara el filósofo— si supieran todo lo que saben<br />

los libros que han escrito! A lo más acontece lo que al torero de cierta novela que,<br />

metido a literato, se hace comprar libros por metros y, cuando oye hablar de un autor,<br />

aunque él lo ignore, se consuela diciéndose: “Lo ha de haber en mi biblioteca”. <br />

Por otra parte, en aquellos años los principales historiadores desarrollaron<br />

sus trabajos de acuerdo con el poder de la memoria. Es suficiente mencionar<br />

el impresionante ensayo sobre la forma de escribir y hacer historia de<br />

Edmund Wilson, o los libros de José Ortega y Gasset, en los cuales pocas<br />

veces se recurre a las citas bibliográficas de nota al pie. Dentro de las<br />

páginas de La Palabra y el Hombre existe una aspiración de universalidad<br />

e infinidad de trabajos académicos que intentaron contribuir al desarrollo<br />

de la cultura. Se planteó como una empresa educativa, una tarea de<br />

vinculación de todos los aspectos de la investigación universitaria,<br />

básicamente al servicio de la educación para alcanzar los más elevados y<br />

universales valores de la cultura.<br />

El material bibliográfico de Melgarejo Vivanco en La Palabra y el Hombre<br />

“Toda obra de arte salida de la mano del hombre es el resultado de un<br />

proceso que se da en el tiempo: se necesita tiempo para amasar la arcilla<br />

<br />

Pedro Henríquez Ureña. (1947). Historia de la cultura en la América hispánica. México, Fondo<br />

de Cultura Económica.<br />

6<br />

Alfonso Reyes. (1954). El Cazador. Ensayos y divagaciones 1910-1921. Colección Tezontle.<br />

México, Fondo de Cultura Económica.<br />

7<br />

Edmund Wilson. (1972). Hacia la Estación de Finlandia. Madrid, Alianza Editorial.<br />

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