LIBERATOR GERMANIAE.indd - Ediciones B
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a de su padre. Y todo ello acompañado de las palabras de la sibila<br />
de Cumæ, esas palabras que Germánico había repetido hasta<br />
la saciedad. Se les obligó a jurar bajo todas las formas posibles<br />
que jamás dirían una palabra sobre lo sucedido y que la profecía<br />
se quedaría oculta en el seno de la familia. Bajo ningún concepto<br />
el sagrado Augusto, su abuelo adoptivo, oiría jamás la noticia.<br />
Y ellos, Atenodoro y Antonia, se encargarían de dirimir el<br />
asunto con la mayor discreción posible a través de Jenofonte. Y<br />
nada más podía hacerse sin antes escuchar la palabra de Livia,<br />
que en eso como en todo era quien llevaba las riendas de la familia.<br />
Hacía cuatro años desde que la muerte de Drusus conmocionó<br />
a Roma. Antonia había conseguido erguirse tras el golpe,<br />
y durante los primeros dos años apenas había tratado a sus hijos.<br />
Dejó que Atenodoro se ocupase de su educación. Solo cuando<br />
Germánico comenzó a crecer —ya tenía diez años— había<br />
experimentado el deseo de reunirse con los frutos de su matrimonio.<br />
Germánico se convertía por días en la viva imagen de su padre,<br />
y eso la reconfortaba. Las mismas piernas, los mismos brazos,<br />
la misma espalda proporcionada y sólida a pesar de que solo<br />
era un niño. Y más aún, la misma valentía y el mismo sentido de<br />
la justicia entre los suyos. Se enorgullecía de Germánico al ver<br />
cómo defendía a su hermano Claudio de las burlas ajenas, a pesar<br />
de que Livia había sugerido, muy acertadamente a su parecer,<br />
que el pequeño Claudio pasase lo más desapercibido posible<br />
entre la sociedad romana, donde se esperaba otro resplandor<br />
entre los descendientes Julio-Claudios y los retoños de la familia<br />
imperial, pues Augusto empezaba a cobrar la talla de un semidiós.<br />
El orgullo de Antonia crecía al ritmo que su hijo, un orgullo<br />
que había quedado reducido a las cenizas de aquella hoguera<br />
que consumió los funerales de su marido.<br />
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