Miguel Zugaza - Centro de Estudios Garrigues

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COLABORACIONES las transmisiones de los Valores que hubieran sido adquiridos como contraprestación a la aportación de un bien inmueble al capital social o patrimonio de la entidad cuyos Valores se transmiten. Esto es, cuando los Valores a transmitir hubieran sido adquiridos, i. e. en la constitución o en una ampliación de capital, cuya contrapartida hubieran sido aportaciones no dinerarias de bienes inmuebles. Esta segunda excepción a la exención fiscal tiene como objetivo evitar que, a través de la aportación de un inmueble a una persona jurídica y la posterior transmisión de los Valores adquiridos como contraprestación, se beneficien de la exención fiscal operaciones que tratan de encubrir una mera transmisión de bienes inmuebles. Esta excepción, que ya estaba regulada en el texto vigente antes de la modificación introducida por la Ley 36/2006, solo se aplica a las transmisiones que se realicen dentro de los tres años siguientes a la aportación de los bienes inmuebles al capital social o patrimonio de la entidad. La única novedad que introduce la Ley 36/2006 en este punto es el aumento del plazo de consolidación de la exención, desde uno hasta tres años, haciendo así más complicado encubrir una operación inmobiliaria con una transmisión de valores. Consideramos que no deben entenderse incluidas en este supuesto las operaciones de transmisión de Valores que hubieran sido adquiridos como contraprestación de la aportación de rama de actividad, a través de la cuál se hubiera transmitido la titularidad de bienes inmuebles, siempre que dicha aportación pudiera beneficiarse del régimen de neutralidad fiscal regulado en el Capítulo VIII del Título VII del Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre Sociedades. Base Imponible La Ley 36/2006 introduce en el texto del artículo 108.2 LMV las reglas de valoración de los bienes inmuebles, a efectos de la determinación de la base imponible en aquellos casos en que no sea aplicable la exención fiscal. Así, establece que se entenderá que el Activo de una entidad está compuesto, al menos en un 50 %, por bienes inmuebles cuando el valor real de estos bienes represente, al menos, la mitad del valor de todos los elementos del Activo, una vez descontada la financiación a corto plazo que la entidad hubiera obtenido dentro del año anterior a la transmisión de Valores. El fin perseguido por la norma, al no considerar la parte del Activo correspondiente a la mencionada financiación, es evitar que se pudiera burlar la regla del 50 % del valor del Activo con la simple suscripción de un préstamo el día anterior a la transmisión. Establece también esta norma que, la base imponible en estas operaciones será igual a la parte proporcional de la totalidad del valor real de los bienes inmuebles que corresponda al porcentaje total de participación que se alcance en el momento de la obtención del control o, una vez obtenido, al porcentaje en el que aumente la cuota de participación. A nuestro entender, la base imponible debería ser la parte proporcional que se corresponda al porcentaje en que aumente la cuota de participación, y no calcularse sobre el total de participación alcanzado con la adquisición, ya que llevaría a tributar por la adquisición de unos bienes (los Valores) que ya eran titularidad del sujeto pasivo, es decir, se estaría gravando una transmisión inexistente. Por último, establece el artículo 108 LMV que, en aquellas operaciones en que se transmitan Valores adquiridos como contraprestación de la aportación de bienes inmuebles al capital social o patrimonio de una entidad, la base imponible será igual a la parte proporcional del valor real de los inmuebles aportados correspondiente a los Valores efectivamente transmitidos. Todo esto implica, por tanto, que el valor a tener en cuenta, tanto a la hora de determinar el porcentaje de activos inmuebles y el resto de bienes, como a la hora de determinar la base imponible, no es el que se desprende de los libros, de acuerdo con la normativa contable, sino el valor que dichos bienes pudieran alcanzar en el mercado. El problema es que, de acuerdo con la interpretación literal de la norma, no se aplicaría el valor real a los elementos integrantes del Inmovilizado inmaterial (ya que la norma se refiere a “los bienes” y no “a los elementos del activo”. Esto puede suponer una gran desventaja para las entidades cuyos intangibles tuvieran un peso elevado en el valor real de la entidad. En conclusión, entendemos que cualesquiera supuestos de transmisión de Valores, deberían ser analizados a nivel grupo, y no a nivel individual de las entidades transmitentes y adquirentes. Desde nuestro punto de vista, no tendría ningún sentido que a una transmisión de Valores pudiera aplicarse la exención cuando se ostente la titularidad directa de los bienes inmuebles, y que no pueda beneficiarse cuando se ostente la titularidad de estos inmuebles a través de una filial. Asimismo, tampoco podemos entender que no sea aplicable la exención en aquellas operaciones que se configuren como transmisiones onerosas dentro del mismo grupo, sin que se produzca un cambio en el control final de la entidad. 10
COLABORACIONES Pello Recondo López Técnico de RR. HH. FM Logistic Ibérica S. L. Antiguo Alumno Máster en Recursos Humanos 2001-2002 Evaluación del desempeño “Cambiar para crecer”. Bajo este lema se ha celebrado en Murcia recientemente el IV Congreso de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos, donde más de 1.200 personas se han reunido para analizar cómo podemos hacer de nuestras organizaciones, organizaciones de éxito. Actualmente, son precisamente el “cambio” y el “crecimiento” dos factores claves de competitividad en las empresas, pero ambos afectan directamente a dos aspectos que debemos tener siempre presentes en la gestión de personas: el perfil de los puestos y el perfil de las personas que desempeñan esos puestos. ¿Qué podemos hacer desde un departamento de RR. HH. para gestionar adecuadamente ambos aspectos y facilitar el “cambio” y el “crecimiento” en la empresa Una de las herramientas que se pueden utilizar, y que a menudo se olvida, es la implantación de un buen sistema de Evaluación del Desempeño como elemento clave de desarrollo y mejora. A continuación veremos cómo se puede implantar. PLANIFICACIÓN: CLAVES PARA UNA IMPLANTACIÓN EXITOSA La Evaluación del Desempeño es un proceso sistematizado y periódico de estimación cuantitativa y cualitativa del grado de eficacia con el que las personas llevan a cabo las funciones de un puesto de trabajo concreto. Dejando a un lado la teoría, el profesional de RR. HH. deberá realizar una planificación e implantación del proyecto elaborando un cronograma que contemple una secuencia coherente de acciones y que dé respuesta a las siguientes preguntas clave: 1.- ¿Qué vamos a evaluar Es aconsejable una primera etapa de reflexión para seleccionar adecuadamente qué factores o criterios vamos a medir para diseñar un formato o ficha de evaluación que refleje el perfil competencial de los puestos; éstos se podrán agrupar por categorías profesionales, departamentos o áreas. Partiendo de la descripción de puestos y de la estrategia organizacional, este perfil deberá reflejar las competencias estratégicas (que se encuentran en todos los puestos y que representan los 11
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