cuaderno[ 34 - Exposiciones
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cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Juan de Echevarría<br />
Naturaleza muerta, ca. 1915<br />
Óleo sobre lienzo, 90 x 116 cm<br />
En depósito en el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla<br />
Francisco Iturrino<br />
Interior sevillano, 1910-1911<br />
Óleo sobre lienzo, 82 x 98 cm<br />
Museo de Bellas Artes de Bilbao<br />
Su particular lenguaje está fundado no sólo en la fusión de tonos y<br />
gamas inesperados, es “la muerte de la línea como perfiladora de<br />
los volúmenes”, en palabras de Balsach. También sorprendieron y<br />
provocaron amores y rechazos los temas de su obra, que van del París<br />
de la Belle Époque a escenas costumbristas y a una galería de personajes<br />
femeninos que rozan a menudo el umbral de lo prohibido.<br />
En el palco (ca. 1901-1902) nos lleva al mundo nocturno de los cafésconcierto<br />
y de los cabarets para asomarse al tema de las cortesanas<br />
de lujo, que solía retratar con un vestuario rico y con grandes sombreros.<br />
Una de las piezas más turbadoras que podemos contemplar<br />
es, sin duda, La Sibila (ca. 1913), una mujer que apela directamente<br />
al espectador con una mirada enigmática y con un erotismo<br />
amenazador. Aquí utiliza Anglada-Camarasa negros absolutos sobre<br />
un fondo frío, matizados por las flores del mantón que cubre todo<br />
el cuerpo de la mujer salvo el brazo derecho y el seno, que son resaltados<br />
con destellos plateados para acabar convertidos en uno de los<br />
principales focos de atracción del lienzo.<br />
A Julio Romero de Torres (1875-1923) le han afectado notablemente<br />
dos elementos ajenos a su arte y personalidad: su temprana<br />
muerte y la manipulación que hizo de su obra el aparato franquista.<br />
La dictadura lo convirtió en figura representativa de lo español,<br />
lo hizo pasto del folclorismo y abarató su expresión convirtiendo uno<br />
de sus cuadros en billetes de cien pesetas. Si bien es palpable la<br />
influencia de los temas y personajes de la copla andaluza y del folletín<br />
en muchos de los cuadros de Romero de Torres, el tratamiento<br />
refinado y estilizado de los mismos junto a un renovado clasicismo<br />
se conjugan a favor de un enaltecimiento de lo popular.<br />
Los cuadros que se exhiben corresponden al momento en que<br />
se asienta su estilo como pintor de un idealismo con anclajes en la<br />
escuela simbolista europea, que coincide con la etapa en la que el<br />
modernismo va a derivar hacia un arte regionalista. A la amiga (1905-<br />
1906) [pág. 6] presenta a una mujer trabajadora con sus hijos, que<br />
mira de soslayo a un personaje fuera del cuadro: ¿encierra tal vez la<br />
triste historia de una madre soltera que se ve obligada a entregar a