cuaderno[ 34 - Exposiciones
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Entre dos siglos:<br />
España 1900<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
FUNDACIÓN MAPFRE 2008<br />
a<br />
Comisario<br />
Pablo Jiménez Burillo<br />
Dirección científica<br />
María Dolores Jiménez-Blanco<br />
Coordinación<br />
María Martín de Argila<br />
Colaboración y Documentación<br />
María José Rivero Yanes<br />
María Sanz Pérez<br />
Registro<br />
Pedro Benito Albarrán<br />
[Ilustración de cubierta] Darío de Regoyos<br />
El aguacero (Bahía de Santoña), 1900<br />
Óleo sobre lienzo, 75 x 90 cm<br />
MNAC. Museu Nacional d’Art de Catalunya, Barcelona<br />
14 octubre 2008<br />
25 enero 2009<br />
FUNDACIÓN MAPFRE<br />
SALAS DE EXPOSICIONES<br />
Paseo de Recoletos, 23<br />
28004 Madrid<br />
Restauración<br />
Jorge García, Nieves Peñalver, Leopoldo Casero<br />
Diseño y dirección del montaje<br />
Jesús Moreno y Asociados<br />
Realización del montaje<br />
Exmoarte, SA<br />
Transporte<br />
SIT Transportes Internacionales, S.A.<br />
Seguros<br />
MAPFRE EMPRESAS<br />
Compañía de Seguros y Reaseguros, S.A.<br />
Otras entidades colaboradoras<br />
Allianz, Axa Art, Schunck Group. Arte Secur. Fine<br />
Art Insurance Broker, STAI, Servicios Técnicos de<br />
Aseguramiento Integral<br />
Otros servicios<br />
MAPFRE CAUCIÓN Y CRÉDITO<br />
Compañía Internacional de Seguros y Reaseguros<br />
Entre dos siglos:<br />
España<br />
1900
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Fundación MAPFRE 2008<br />
Presidente del Patronato<br />
José Manuel Martínez Martínez<br />
Presidente de la Comisión Directiva<br />
Filomeno Mira Candel<br />
Director<br />
José Luis Catalinas Calleja<br />
Dirección<br />
Pablo Jiménez Burillo<br />
Dirección de ediciones<br />
Luis Miguel García Mora<br />
Coordinación<br />
María Martín de Argila<br />
INSTITUTO DE CULTURA<br />
Presidente<br />
Alberto Manzano Martos<br />
Director General<br />
Pablo Jiménez Burillo<br />
Director General Adjunto<br />
Daniel Restrepo Manrique<br />
CONSEJO ASESOR<br />
Presidente<br />
Alberto Manzano Martos<br />
Secretario<br />
Rafael de Penagos<br />
Manuel Alcántara<br />
Venancio Blanco<br />
Matías Díaz Padrón<br />
Juan Fernández-Layos Rubio<br />
Luis García Berlanga<br />
Julián Grau Santos<br />
Pablo Jiménez Burillo<br />
Marcial Loncán<br />
Antonio López García<br />
Antonio Mingote<br />
Leandro Navarro<br />
Corrección de textos<br />
Miriam López Díaz<br />
Diseño original<br />
Juan Antonio Moreno<br />
Maquetación<br />
<br />
eleuve<br />
Fotomecánica y preimpresión<br />
Cromotex<br />
Impresión<br />
tf. Artes Gráficas, S.A.<br />
©De los textos, los respectivos autores<br />
©De las fotografías: los respectivos autores<br />
No habiendo sido posible localizar a los autores y propietarios de<br />
los derechos de reproducción de algunas fotografías, la FUNDACIÓN<br />
MAPFRE presenta sus excusas y expresa su pesar por ello<br />
©AngladaCamarasa, Aurelio Arteta, Julio González, José Gutiérrez<br />
Solana, Santiago Rusiñol, Joaquim Sunyer, Josep de Togores, Joaquín<br />
Torres García, Daniel Vázquez Díaz, Ignacio Zuloaga, VEGAP, Madrid,<br />
2008<br />
©Salvador Dalí, Fundación Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Madrid, 2008<br />
©Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2008<br />
©De la presente edición:<br />
FUNDACIÓN<br />
MAPFRE<br />
Paseo de Recoletos, 23<br />
28004 Madrid, 2008<br />
ISBN: 978-84-9844-125-3<br />
Depósito legal:
1<br />
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cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Fundación MAPFRE 2008<br />
Pablo Picasso<br />
Maternidad, ca. 1902-1903<br />
Tinta sobre papel, 21,5 x 16 cm<br />
Desde su creación, la FUNDACIÓN MAPFRE se ha caracterizado por la realización de un programa<br />
de exposiciones que ha revisado de manera sistemática el arte español de entre siglos. A través<br />
de retrospectivas individuales y exposiciones colectivas o temáticas, en las que ha estado también<br />
muy presente el contexto internacional, un amplio público ha podido disfrutar de algunos de los<br />
creadores más definitorios de la época, a la vez que se han recuperado otros que habían sido<br />
injustamente preteridos.<br />
Entre dos siglos: España 1900 pone un brillante colofón a la labor desarrollada durante todos<br />
estos años y constituye un magnífico pórtico de nuestra nueva sede. La exposición, que reúne<br />
alrededor de un centenar de obras, propone una visión panorámica de las diversas tendencias y<br />
de las distintas posibilidades plásticas que confluyen en un momento histórico crucial: el paso del<br />
siglo XIX al XX. Casas, Mir, Rusiñol, Nonell, Anglada-Camarasa, Julio González y Picasso nos acercan<br />
a la Barcelona de 1900, en la que se superponen el modernismo, el simbolismo y el postimpresionismo,<br />
mientras que los pinceles de Sunyer y del uruguayo Torres García anuncian el clasicismo<br />
noucentista. Zuloaga y Solana abundan sobre el tópico de la España negra, en contraste<br />
con otra más luminosa, más moderna, capturada en los lienzos de Sorolla. Junto a ellos, Regoyos<br />
–un artista plenamente integrado en el postimpresionismo internacional–, Echevarría, Iturrino y<br />
Arteta –autores que asumen sin complejos los lenguajes de las vanguardias europeas– , o Dalí y<br />
Miró, que experimentan con las distintas tendencias de la modernidad antes de encontrar un<br />
estilo propio.<br />
Esta exposición, como todas las realizadas durante estos años, no hubiera sido posible sin la<br />
colaboración prestada por instituciones públicas y coleccionistas particulares, a quienes nuestro<br />
Instituto quiere expresar aquí su más sincero agradecimiento.<br />
Colecciones MAPFRE<br />
Alberto Manzano Martos. Presidente. FUNDACIÓN MAPFRE. Instituto de Cultura<br />
2-5<br />
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46-47<br />
La España blanca<br />
Entre dos siglos: España 1900<br />
Sobre el catálogo<br />
Cronología<br />
Bibliografía<br />
Arte español 1900 en la web<br />
Glosario<br />
Pieza de toque<br />
Pablo Jiménez Burillo<br />
Mercedes Rivas<br />
María Dolores Jiménez-Blanco
2<br />
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3<br />
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La España blanca<br />
Pablo Jiménez Burillo<br />
Tradicionalmente, la historiografía ha considerado moderno el arte que se<br />
ajustaba a una serie de principios estéticos o formales y se desarrollaba en un marco<br />
cronológico determinado. El arte moderno debía estar ligado a una idea de progreso<br />
y a la transformación de los propios conceptos artísticos. En líneas generales, se<br />
basaba en un principio: el de sustituir el ideal de belleza por el de libertad; no<br />
era mejor un arte más bello, sino más libre. Al margen de la cronología, un artista<br />
podía o no ser moderno si coincidía con los criterios y los principios de moda en<br />
cada momento.<br />
Ignacio Zuloaga<br />
Retrato de la Sra. Malinowska (la Rusa), 1912<br />
Óleo sobre lienzo, 197 x 98 cm<br />
En depósito<br />
en el Museo de Bellas Artes de Sevilla<br />
Este proceso tenía sus referentes y a su alrededor se construyó<br />
una sólida historiografía que ha hecho imperar su concepción de<br />
lo moderno y lo vanguardista para explicar la renovación artística<br />
desde el siglo XIX. Pero al hilo de esta visión canónica han<br />
podido ir creciendo discursos complementarios que iluminaban<br />
parcelas desatendidas –como el decisivo papel desempeñado por<br />
los simbolistas– y proponían lecturas más complejas.<br />
Desde hace unos años, el propio prestigio de lo moderno<br />
y de las vanguardias clásicas empieza a ponerse en cuestión y<br />
conoce nuevas lecturas. Nada nuevo si entendemos que nuestro<br />
concepto de lo moderno se basa en una tensión, en una<br />
serie de ideas contradictorias: lo original y lo igualitario, lo refinado<br />
y la cultura de masas...<br />
Todo ello ha favorecido que el viejo sistema monolítico<br />
que establecía un canon contemporáneo se haya abierto. En<br />
países como España, en la periferia de las corrientes modernas,<br />
el proceso ha pasado por legitimar a una serie de artistas por<br />
su proximidad a los modelos internacionales. Creado un canon,<br />
escritas nuestras primeras historias del arte, se ha instaurado
4<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Joaquín Sorolla<br />
Niños en la playa. Valencia, 1916<br />
Óleo sobre lienzo, 70 x 100 cm<br />
Colección particular<br />
un cierto consenso sobre nuestro pasado artístico: es el primer esfuerzo<br />
por ordenar ese conjunto heterogéneo de obras que entendemos<br />
como arte moderno.<br />
Un arte que se origina en una doble ecuación: entre lo clásico<br />
y lo moderno –con Picasso como paradigma– y entre lo autóctono<br />
y lo cosmopolita. Clásico, cosmopolita, moderno y castizo al<br />
mismo tiempo, ésa parecía ser nuestra seña de identidad, que se<br />
acentuaba por la distancia geográfica, social y cultural con las grandes<br />
metrópolis. A todo ello se une que nuestros artistas presentan<br />
ritmos y preocupaciones propios y que las tensiones políticas –con<br />
Guerra Civil incluida– han hecho del nuestro un arte ensimismado en<br />
los vaivenes de una historia ajena a lo que acontecía en Occidente.<br />
A historiadores como Eugenio Carmona les debemos una visión<br />
clara y precisa de eso que llamamos «arte nuevo» y que es nuestra<br />
vanguardia de los años veinte y treinta; a su lado habría que citar<br />
a Juan Manuel Bonet y su Diccionario de las vanguardias (1995) y<br />
la relectura de Dalí en el entorno de la generación de 1914 de Agustín<br />
Sánchez Vidal –Buñuel, Lorca, Dalí: el enigma sin fin (1988).<br />
Paralelamente, al amparo de la descentralización cultural vivida<br />
en las últimas décadas, se ha rescatado el arte de finales del siglo XIX<br />
y los principios del llamado arte nuevo. La labor de Cristina Mendoza<br />
y Mercè Doñate en el MNAC de Barcelona y la de Miguel Zugaza<br />
y Miriam Alzuri en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, junto con<br />
la desarrollada por nuestra Fundación, han facilitado que hoy la pintura<br />
de Rusiñol, Casas, Nonell o Arteta, del primer Zuloaga y de<br />
So rolla entre por derecho propio en la historia de la modernidad.<br />
Hay que citar también a estudiosos como Javier Pérez Rojas, Javier<br />
González de Durana, Francesc Fontbona, Francesc Miralles y un largo<br />
etcétera en el que, desgraciadamente, no me puedo detener aquí.<br />
Es preciso mencionar las importantes aportaciones de Francisco<br />
Calvo Serraller que, cuando se le reconocía como el adalid del<br />
arte emergente, quiso dedicar su esfuerzo a artistas fuera de la<br />
actualidad. La exposición que, con su respaldo científico, presentamos<br />
sobre Julio Romero de Torres (1993), la primera que se le dedicaba<br />
desde su muerte, hizo, de alguna forma, que nuestros fantasmas<br />
de un arte prevanguardista se instalasen con naturalidad en
5<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Ramón Casas<br />
Estudio / La terraza, ca. 1889<br />
Óleo sobre lienzo, 91 x 110 cm<br />
Colección particular<br />
el canon, borrando los límites de la propia historia moderna del arte.<br />
Algo notable si tenemos en cuenta, por ejemplo, que la revisión<br />
de Robert Rosenblum y Mary Anne Stevens sobre este tema en Europa<br />
–en la exposición 1900: Art at the Crossroads (2000)– llegaba<br />
siete años después y tras las retrospectivas de Sorolla, Iturrino, Rusiñol,<br />
Zuloaga o el simbolismo en España.<br />
La FUNDACIÓN MAPFRE, en colaboración con museos y especialistas,<br />
se ha dedicado en estos últimos quince años a la recuperación<br />
de los artistas de este período, presentando también sus contextos<br />
internacionales –como en la exposición del círculo de Los XX, en el<br />
caso de Regoyos (2000)– y sus visiones de grupo alrededor de temas<br />
como los jardines o la playa (en 1999 y 2000, respectivamente) e<br />
intentado mostrar cómo el período no se cerraba en sí mismo, sino<br />
que funcionaba como un eslabón que desembocaba con cierta naturalidad<br />
en el llamado arte nuevo.<br />
Ésta es la idea que justifica la exposición que hoy presentamos,<br />
que ofrece una visión de conjunto de esa España de 1900 que se va<br />
abriendo hasta acercarse, en Miró y en Picasso, al propio corazón de<br />
la vanguardia. Desde los albores simbolistas de Urgell y Meifrèn o<br />
los retratos de Zuloaga, el gusto por la pintura de Sorolla, verdadero<br />
epicentro de nuestra modernidad, la intensidad de Rusiñol o<br />
la depurada facilidad de Casas, de la alegría triste de Iturrino a la<br />
rotunda simplificación aséptica y clasicista de Julio González y las<br />
coloristas visiones de Miró o los cubismos picassianos se extiende<br />
una historia que resulta convincente y que despliega todo un sistema<br />
de comunes referencias y complicidades.<br />
Con esta exposición queremos cerrar ese proceso de revisión que<br />
iniciamos en 1993 ahora que nuestra programación, desde unos<br />
criterios no muy alejados, se ha ido haciendo más internacional. Éste<br />
ha sido un trabajo de muchas personas e instituciones; para todos<br />
ellos, algunos citados en estas líneas, todos presentes en nuestros<br />
catálogos y publicaciones, mi gratitud personal y la gratitud de la<br />
FUNDACIÓN MAPFRE.<br />
Pablo Jiménez Burillo<br />
Director General del Instituto de Cultura de FUNDACIÓN MAPFRE
6<br />
cuadern o [ <strong>34</strong>
7<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Recorrido<br />
Entre dos siglos:<br />
España 1900<br />
Mercedes Rivas<br />
A finales del siglo XIX España conoce una etapa de cierta estabilización en la<br />
que, de forma morosa, se desliga de su pasado de aislamiento para acompasarse<br />
con el ritmo que marcan los nuevos tiempos.<br />
Julio Romero de Torres<br />
A la amiga, 1905-1906<br />
Óleo sobre lienzo, 168 x 95,5 cm<br />
Principado de Asturias<br />
Colección Pedro Masaveu<br />
En depósito en el Museo de Bellas Artes de Asturias<br />
¿Cómo eran los españoles a finales del siglo XIX ¿Eran un<br />
país de gente tosca y pobre que poblaba paisajes duros y sombríos<br />
o una tierra agradecida donde la pobreza se aliviaba<br />
a plena luz en una sociedad que también buscaba el progreso<br />
y subirse de una vez por todas al tren de la modernidad En<br />
esta época que cabalga entre los siglos XIX y XX, España era<br />
un país envuelto en muy diferentes matices, marcado por<br />
fuertes contrastes regionales y sociales, que atravesaba un<br />
período de profundos cambios estructurales de los que resultaría<br />
un país más moderno y más comprometido con su entorno<br />
europeo. Esto es, a finales del siglo XIX, España conoce una<br />
etapa de cierta estabilización en la que, de forma morosa, se<br />
desliga de su pasado de aislamiento para acompasarse con<br />
el ritmo que marcan los nuevos tiempos.
8<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Modest Urgell<br />
Atardecer<br />
Óleo sobre lienzo, 142 x 295 cm<br />
MNAC. Museu Nacional d’Art<br />
de Catalunya, Barcelona<br />
Eliseu Meifrèn i Roig<br />
Paisaje nocturno<br />
Óleo sobre lienzo, 60,5 x 80,5 cm<br />
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza.<br />
En depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid<br />
La historia, y la parte de ella que ha quedado plasmada por<br />
los pintores de esta exposición, revela que al lado de la<br />
España triste existía una España blanca, un país abierto a<br />
otras experiencias que supo retratar la realidad<br />
desprendiéndose de la negativa carga anímica que parecieron<br />
llevar consigo algunos de los artistas de fin de siglo<br />
La colección de obras que presenta la FUNDACIÓN MAPFRE quiere<br />
rendir un fructífero homenaje a los artistas que desarrollaron parte<br />
de su actividad creativa en el período de entre siglos. Algunos<br />
de ellos constituyen el germen de nuestras colecciones –como José<br />
Gutiérrez Solana– y en buena parte han sido objeto de antológicas<br />
individuales y colectivas con las que nuestra institución ha pretendido<br />
aquilatar la valía de autores que, en ocasiones, habían quedado<br />
relegados: Gutiérrez Solana (1992), Julio Romero de Torres (1993),<br />
Joaquín Sorolla y Bastida (1995), Francisco Iturrino (1996), Santiago<br />
Rusiñol (1998), Sorolla-Zuloaga (1998), Joaquim Sunyer (1999),<br />
Daniel Vázquez Díaz (2002), Isidre Nonell (2000), Ramón Casas (2001),<br />
Darío de Regoyos (2002), Hermen Anglada-Camarasa (2002), Juan<br />
de Echevarría (2004), Joaquim Mir (2004-2005) e Ignacio Pinazo<br />
(2005). Artistas que vienen a unirse en esta exposición antológica<br />
a Modest y Ricard Urgell, Eliseu Meifrèn, Nicolau Raurich, Salvador<br />
Dalí, Miguel Viladrich, Josep de Togores, Julio González, Manolo<br />
Hugué, Aurelio Arteta, Joaquín Torres García, Picasso y Joan Miró.<br />
La nómina de creadores es lo suficientemente diversa y amplia para<br />
que el espectador que se acerque a nuestras salas disfrute del rico<br />
panorama pictórico de esta época, un relato artístico que nos permite<br />
contemplar la gradual transición hacia la modernidad desde finales<br />
del siglo XIX hasta adentrarnos en los años veinte.
9<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
La nómina de creadores es lo suficientemente diversa y<br />
abarcadora para que el espectador que se acerque a nuestras<br />
salas disfrute del rico panorama pictórico de esta época,<br />
un relato artístico que nos permite contemplar la gradual<br />
transición hacia la modernidad desde finales del siglo XIX<br />
hasta adentrarnos en los años veinte<br />
Las dos últimas décadas del siglo XIX son la etapa en la que<br />
Occidente comienza a dar el salto cualitativo más radical que hasta<br />
ese momento había conocido. Un simple repaso a algunas de<br />
las innovaciones que se producen entonces bastará para imaginar lo<br />
que podrían haber sentido los hombres y mujeres de la época: se<br />
inventan el teléfono y el telégrafo, la lámpara incandescente; se instalan<br />
nuevos sistemas de calefacción, como el gas, y se generaliza<br />
el suministro de agua corriente; se extiende el uso de máquinas<br />
de escribir o de bicicletas; se van desarrollando redes de tranvía;<br />
se crea el primer motor con gasolina que llevará a la producción<br />
masiva de coches hacia 1900; se mejoran las técnicas de elevación<br />
y se fabrican ascensores eléctricos; los primeros rascacielos empiezan<br />
a romper la horizontalidad de las ciudades y muy pronto la percepción<br />
de imágenes y sonidos adquiriría un carácter repetitivo por<br />
el uso de fonógrafos o gramófonos y cinematógrafos. El hombre de<br />
este período tendrá que dirigir su mirada hacia nuevos ángulos,<br />
es más consciente de que el lugar que ocupaba en el mundo se ha<br />
desplazado.<br />
Esta era de progreso y bienestar se vive con más lentitud en<br />
nuestro país. La particular idiosincrasia española la había convertido<br />
en un destino muy apreciado por viajeros de países vecinos<br />
como Francia, Inglaterra o Alemania, que buscaban en estas tierras
10<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Darío de Regoyos<br />
El paseo de Alderdi Eder, 1894<br />
Óleo sobre lienzo, 29 x 40 cm<br />
Colección particular<br />
Darío de Regoyos<br />
Las redes, 1893<br />
Óleo sobre lienzo, 60 x 73 cm<br />
Colección particular<br />
aquello que les pudiera poner en contacto con algo ancestral y<br />
genuino: España se configuró como el punto exótico de Europa y<br />
ese exotismo fue cultivado como imagen preconcebida. Este acercamiento<br />
amable de los viajeros románticos contrastaba con el de<br />
otros europeos que visitaban la península con el afán de encontrar<br />
rasgos diferenciales negativos que la alejaran de la Europa desarro -<br />
llada. A finales del siglo XIX, el poeta belga Emile Verhaeren y el pintor<br />
Darío de Regoyos recorrieron el país –País Vasco, Burgos, Ávila,<br />
Segovia, Madrid– buscando los tintes más oscuros. De este viaje se<br />
publicaron unas crónicas en la revista Luz, en 1898, editadas como<br />
España negra (1899), que recogía las impresiones del poeta traducidas<br />
y comentadas por Regoyos.<br />
El pintor no logró que Verhaeren cambiara de opinión respecto<br />
a la idea inicial que se había forjado: “Lejos de verlo de una<br />
manera alegre como la mayor parte de los extranjeros que nos ven<br />
a través del cielo azul y de la alegría aparente de las corridas de<br />
toros, sintió una España moralmente negra”. Regoyos conocía bien<br />
la otra cara porque en 1882 había recorrido la península en compañía<br />
de Théo van Rysselberghe y Constantin Meunier. Pero con<br />
Verhaeren realizó un viaje distinto, que sirvió más para confirmar
11<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
José Gutiérrez Solana<br />
Los autómatas, 1907<br />
Óleo sobre lienzo, 107 x 140,5 cm<br />
Colección Arango<br />
la idea preconcebida que el poeta tenía que para conocer nuestra<br />
diversidad: “Decididamente era difícil hacerle ver España a través<br />
de las niñas bonitas ni de la alegría del cielo; detrás de aquella luz<br />
fuerte siempre encontraba un alma negra en todas las cosas, algo<br />
de triste o navrant, siendo esta palabra la que él repetía a continuación<br />
de cualquiera de sus impresiones”. Y así, lo lamentable y<br />
lo negro se encontraba en iglesias al anochecer, en penitentes que<br />
hacían procesión de rodillas, en viáticos que seguían hasta la casa de<br />
los enfermos, en vagones de tercera donde buscaban los tipos más<br />
rudos y erráticos.<br />
De algún modo, la España negra de Verhaeren fue a coincidir con<br />
la temática de algunos de los pintores de este momento –que presentan<br />
una escenografía pareja a esta imagen de negritud contra<br />
la corriente europeizadora– y con la “España como problema”, que<br />
constituye uno de los principales debates sobre la identidad nacional<br />
de los intelectuales del 98 y de la generación del 14. Las palabras<br />
de José Ortega y Gasset, a propósito de Zuloaga, pueden ayudarnos<br />
a resumir esta visión: “Es la española una raza que se ha<br />
negado a realizar en sí misma aquella serie de transformaciones<br />
sociales, morales e intelectuales que llamamos Edad Moderna […].
12<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Hermen Anglada-Camarasa<br />
Friso valenciano, ca. 1905-1906<br />
Óleo sobre tabla, 83 x 151 cm<br />
Colección LL-A<br />
Joaquín Torres García<br />
El entoldado, 1917<br />
Óleo sobre cartón, 65 x 73 cm<br />
Colección particular<br />
Los pueblos que se han sometido a este cambio del medio histórico<br />
han renunciado a perseverar en su ser, han afectado las reformas<br />
de su carácter y han comprado el bienestar […]. Nuestro pueblo,<br />
por el contrario, ha resistido: la historia moderna de España se<br />
reduce, probablemente, a la historia de su resistencia a la cultura<br />
moderna […]. ¡Un ansia indomable de permanecer, de no cambiar,<br />
de perpetuarse en idéntica sustancia!”.<br />
La historia, y la parte de ella que ha quedado plasmada por los<br />
pintores de esta exposición, revela que al lado de la España triste existía<br />
una España blanca, una España bañada por la luz del mar Mediterráneo<br />
y de tierras castellanas o por los atardeceres de agradables<br />
paseos; un país abierto a otras experiencias, a una vida bohemia o burguesa,<br />
y que supo retratar múltiples instancias de la realidad, pero con<br />
desprendimiento de la negativa carga anímica que parecieron llevar<br />
consigo algunos de los artistas de fin de siglo. De hecho, la variedad<br />
de registros que podríamos encajar en esta España blanca está siendo<br />
cada vez más puesta en valor por las instituciones o por la crítica;<br />
como indica María Dolores Jiménez Blanco en su contribución al catálogo:<br />
“La atención dedicada en las últimas décadas a este período<br />
ha puesto de manifiesto que esos años presentan muchas otras posibilidades<br />
de lectura: en ellos se superponen infinitas variedades y grados<br />
de renovación artística, con mayor o menor conexión con las incipientes<br />
vanguardias internacionales. Podemos hablar de la convivencia<br />
de registros aparentemente opuestos como tradición y modernidad,<br />
simbolismo y naturalismo, clasicismo y realismo, academia y disidencia.<br />
Binomios que, a su vez, resultan espoleados por la tensión vernáculo-cosmopolita,<br />
que vertebra gran parte de la producción no sólo<br />
plástica, sino también cultural de todo el período”.
13<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Ramón Casas<br />
Asidua al Moulin de la Gallete, ca. 1891<br />
Óleo sobre lienzo, 35 x 27 cm<br />
Colección particular<br />
Ignacio Pinazo<br />
Anochecer en la escollera III<br />
Óleo sobre lienzo, 105 x 265 cm<br />
IVAM, Institut Valencià d’Art Modern<br />
Generalitat Valenciana<br />
Donación de Esperanza Pinazo Martínez<br />
Un paseo por la modernidad<br />
Comienza nuestro itinerario con tres paisajes de autores que<br />
realizan su obra en la segunda mitad del siglo XIX en el terreno del<br />
impresionismo y que preparan el camino a la siguiente generación:<br />
Modest Urgell (1839-1919), Eliseu Meifrèn (1858-1940) e Ignacio<br />
Pinazo (1849-1916). Urgell, como profesor en la Escuela de la<br />
Llotja, y Meifrèn, vinculado a la tertulia de Els Quatre Gats, establecieron<br />
una relación directa con los artistas más jóvenes del<br />
modernismo, como Anglada-Camarasa, Casas, Rusiñol o Miró.<br />
Anochecer en la escollera de Pinazo muestra rasgos que hablan<br />
de un nuevo lenguaje pictórico, aunque ajeno a los movimientos<br />
que renovaron la pintura en esta época. El artista supera el motivo<br />
costumbrista de este entorno marítimo con un cromatismo de rosas<br />
y grises y la presencia desdibujada del hombre y las dos mujeres que<br />
dialogan frente al mar. Digno antecesor de otro artista valenciano,<br />
Sorolla, Pinazo inaugura una novedosa concepción sobre la percepción<br />
de la realidad.<br />
Otros lienzos donde el paisaje se convierte en protagonista<br />
son Cala San Vicente (1903) de Joaquim Mir (1873-1940), Calella (ca.<br />
1906) de Nicolau Raurich (1871-1945), Efecto de la mañana en el<br />
mar (1908) y Cala de San Vicente. Mallorca (1919) de Joaquín Sorolla<br />
(1863-1923) y Cadaqués de Salvador Dalí (1904-1989), muy alejado<br />
del estilo al que estamos acostumbrados. La confluencia de<br />
tendencias es palpable: del modernismo singular de Mir o Raurich<br />
al naturalismo de Sorolla o al postimpresionismo de un temprano<br />
Dalí. Si en Raurich aún es posible percibir una definición de los contornos,<br />
sobre todo por el uso de colores contrastados y previsibles<br />
–el azul del mar, el verde del monte bajo mediterráneo, los tonos<br />
rocosos del acantilado y de la casa–, en Mir los perfiles se tornan
Joaquim Mir<br />
Ermita de Sant Blai. La A´leixar, 1910<br />
Óleo sobre lienzo, 137,7 x 142 cm<br />
Colección particular<br />
imprecisos y es el color el que hace el dibujo. Así un estallido de colores<br />
crea los volúmenes en Ermita de Sant Blai. La A’leixar (1910), que<br />
son toda la expresión del lienzo en Decoración de la casa Trinxet<br />
(1904). No en vano, la evolución que se produce en Mir le conduce<br />
desde un naturalismo luminoso hasta un postmodernismo que roza<br />
la abstracción.<br />
En cambio, las formas son nítidas y fieles en la versión de la misma<br />
Cala de San Vicente de Sorolla. Hay también acantilados y un<br />
mar en calma, pero la presencia de las barcas de pescadores la hacen<br />
menos sutil. Un efecto radicalmente opuesto al que consigue en<br />
lo que parece un estudio del amanecer: en Efecto de la mañana<br />
en el mar, los juegos de la luz sobre el agua, mediante colores que
Nicolau Raurich<br />
Calella, ca. 1906<br />
Óleo sobre lienzo, 41 x 51 cm<br />
MNAC. Museu Nacional d’Art de Catalunya, Barcelona<br />
declinan un esmeralda profundo, blancos y rosas, tiñen el paisaje<br />
de un tono irreal.<br />
Todavía lejos del surrealismo y del objetivismo que harán evolucionar<br />
su obra a finales de los años veinte, los trabajos que se presentan<br />
de Dalí son deudores del tardoimpresionismo y del modernismo catalán.<br />
Podemos observarlo al estudiar las técnicas con las que ejecuta<br />
Cadaqués o la perspectiva de El huerto de Es Llaner (1921), pinturas<br />
sin estridencias de un temperamento artístico aún en gestación.<br />
Conocido retratista y paisajista, Nicanor Piñole (1878-1978) ofrece<br />
en su Vista del puerto de Gijón (1902-1905) una excusa para recrear<br />
una vista panorámica de la ciudad con una base en el naturalismo<br />
costumbrista. Mar y ciudad son asimismo los protagonistas de las
16<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Joaquín Sorolla<br />
Cala de San Vicente. Mallorca, 1919<br />
Óleo sobre lienzo, 81 x 105 cm<br />
Fundación Museo Sorolla, Madrid<br />
Joaquim Mir<br />
Cala San Vicent, 1903<br />
Óleo sobre lienzo, 80 x 97 cm<br />
Colección Banco de España, Madrid<br />
obras de Darío de Regoyos (1857-1918). Nacido en un pueblo costero<br />
asturiano, la naturaleza inquieta del pintor le llevó a Madrid a<br />
estudiar en la Escuela de Bellas Artes en 1878; en aquellos años impartía<br />
la cátedra de paisaje el maestro belga Carlos de Haes (1829-1898),<br />
que lo animó a ampliar sus estudios en Bruselas. Allí permaneció<br />
largos períodos y entró en contacto con el círculo de L’Essor, primero,<br />
para colaborar después en la fundación de Los XX (1883-1893), entre<br />
quienes se encontraban James Ensor (1860-1949), Théo van Rysselberghe
17<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Salvador Dalí<br />
El huerto de Es llaner, 1921<br />
Óleo sobre lienzo, 40 x 50 cm<br />
Colección A. Surroca<br />
Salvador Dalí<br />
Cadaqués<br />
Óleo sobre lienzo, 46,5 x 46,5 cm<br />
Colección Masaveu<br />
Todavía lejos del surrealismo y del objetivismo que harán evolucionar su<br />
obra a finales de los años veinte, los trabajos que se presentan de Dalí<br />
son deudores del tardoimpresionismo y del modernismo catalán
18<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
(1862-1926) o Fernand Khnopff (1858-1921), llamados a renovar las<br />
artes plásticas de su país para reconocer la libertad del creador frente<br />
al academicismo. Pasaba largas estancias entre Bilbao y San Sebastián,<br />
que convirtió en motivos fetiche de sus cuadros, que repasaban<br />
una y otra vez sucesivos estadios lumínicos en la ciudad, cerca del<br />
mar, en la naturaleza, persiguiendo a la figura humana que formara<br />
parte del paisaje: pescadores en Las redes (1893), un vigilante en el<br />
parque del carrusel vacío de El paseo de Alderdi Eder (1894) [pág. 10],<br />
los viandantes que atraviesan el Urumea a pie o en diligencia por El puente<br />
de Santa Catalina (1906), o los curiosos y trabajadores de El aguacero<br />
(bahía de Santoña) (1900). Corresponden al período de madurez<br />
del Regoyos impresionista: el que sabe captar a la vez ese momento de<br />
Nicanor Piñole<br />
Vista del puerto de Gijón, 1902-1905<br />
Óleo sobre lienzo, 40 x 42,5 cm<br />
Colección particular
19<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
intensa iluminación que puede surgir tras la lluvia, el humo del barco<br />
a vapor, el arco iris casi completo que realza toda la escena. Como amante<br />
de la luz, se sentía atraído por los nocturnos; La Concha de San Sebastian,<br />
efecto de anochecer (1895) es ejemplo de ello.<br />
Del Cantábrico al Mediterráneo de nuevo: las playas de Valencia<br />
–el Cabanyal o la Malvarrosa– suelen componer el paisaje que<br />
inunda la obra de Sorolla en los primeros años del siglo XX. La temática<br />
es recurrente: niñas vestidas y niños desnudos que se bañan y<br />
corren por la playa o que son vigilados por mujeres protagonizan<br />
Verano (1904), Corriendo por la playa (1908), Baño en la playa (1908)<br />
y Niños en la playa (1916). Es el Sorolla luminista que acaba de conseguir<br />
en 1900 el Grand Prix de los pabellones español y lusitano en<br />
Darío de Regoyos<br />
El puente de Santa Catalina, San Sebastián, 1906<br />
Óleo sobre lienzo, 60 x 73 cm<br />
Colección particular<br />
Darío de Regoyos<br />
La Concha de San Sebastián, efecto de anochecer, 1895<br />
Óleo sobre lienzo, 44 x 56,5 cm<br />
Colección particular<br />
Darío de Regoyos<br />
El aguacero (bahía de Santoña), 1900<br />
Óleo sobre lienzo, 75 x 90 cm<br />
MNAC. Museu Nacional d’Art de Catalunya, Barcelona
20<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Joaquín Sorolla<br />
Corriendo por la playa, 1908<br />
Óleo sobre lienzo, 90 x 166,5 cm<br />
Principado de Asturias. Colección Pedro Masaveu.<br />
En depósito en el Museo de Bellas Artes de Asturias<br />
Joaquín Sorolla<br />
Efecto de la mañana en el mar, 1908<br />
Óleo sobre lienzo<br />
61 x 100,3 cm<br />
Colección Masaveu<br />
la Exposición Universal de París el que persigue nuevas luces para<br />
incorporar a su obra. Pero también son cuadros en los que llega a<br />
revelarse un visible interés por captar el movimiento en las figuras<br />
a través del efecto de la brisa del mar en las telas –Verano– o por la<br />
acción combinada del viento y la carrera de los niños en Corriendo<br />
por la playa. También ha aprendido a dejar escapar del lienzo parte<br />
de un motivo recortando un primer plano, un objeto o las figuras del<br />
fondo y a jugar con la perspectiva, caso de Niños en la playa (1916).<br />
Una temática muy querida en la pintura de Sorolla son los cuadros<br />
en los que su propia familia –su mujer, Clotilde, y sus hijas–<br />
aparece retratada. Viajero perpetuo, los desplazamientos familiares<br />
eran continuos: inviernos en Madrid, veranos en Valencia y el
21<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Joaquín Sorolla<br />
Verano, 1904<br />
Óleo sobre lienzo, 149 x 252 cm<br />
Colección Museo Nacional<br />
de Bellas Artes de La Habana, Cuba<br />
Joaquín Sorolla<br />
Baño en la playa, 1908<br />
Óleo sobre lienzo, 75 x 105 cm<br />
Museo de la Real Academia de Bellas Artes<br />
de San Fernando, Madrid<br />
resto del año visitaban San Sebastián, Asturias o Granada. Entre 1906<br />
y 1907 viven en El Pardo y visitan la sierra de Guadarrama. Sorolla<br />
captura vivencias de estos viajes a manera de instantáneas gracias<br />
a su enorme facilidad para atrapar el momento: María pintando<br />
en El Pardo (1907) –comentada en otro apartado de este <strong>cuaderno</strong>–,<br />
Saltando a la comba. La Granja (1907), María mirando los peces (1907)<br />
y Clotilde paseando en los jardines de La Granja (1907) –con ese gesto<br />
adelantado común a otros cuadros– nos invitan a imaginar el relato<br />
de los días pasados en La Granja mientras pintaba el retrato del<br />
rey Alfonso XII.<br />
En su contrato para decorar la Hispanic Society de Nueva York,<br />
Archer Huntington pidió a Sorolla que representara la vida de
22<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Joaquín Sorolla<br />
María mirando los peces, 1907<br />
Óleo sobre lienzo, 80,6 x 105,5 cm<br />
Colección particular<br />
Joaquín Sorolla<br />
Clotilde paseando en los jardines de La Granja, 1907<br />
Óleo sobre lienzo, 170 x 100 cm<br />
Colección Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana<br />
España y Portugal; durante ocho años (1912-1920) recorrió la<br />
península en busca de tipos y folclore. Coincidiendo con este trabajo<br />
encontramos Patio de artistas del Café Novedades (1915), estampa<br />
del mundo del flamenco andaluz de un inconfundible sello<br />
costumbrista. Curiosamente del mismo año es la obra Dos amigas.<br />
Granada de Juan de Echevarría (1875-1931), pintor vasco amigo<br />
de Iturrino, de Zuloaga, del escultor Paco Durrio y de Picasso. Echevarría<br />
fue miembro muy activo de la Asociación de Artistas Vascos,<br />
una plataforma que trabajaba en pro de la renovación estética y<br />
para hacer más consciente y cómplice a la sociedad vasca de la necesidad<br />
del arte como pieza fundamental en el engranaje del progreso.<br />
Por influencia de Francisco Iturrino (1864-1924), comenzó a viajar<br />
por Andalucía y a retratar en su obra a mujeres de etnia gitana.<br />
Aunque pueda entroncar con el regionalismo, su interés no reside<br />
en reflejar una España de pandereta: no hay tipismo sino más bien<br />
un acercamiento antropológico y una técnica que recuerdan al primitivismo<br />
de Gauguin. La aproximación al tema de la mujer es similar<br />
en Isidre Nonell (1872-1911): Lola (1909) expresa la soledad o la
23<br />
cuadern o [ <strong>34</strong>
24<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Joaquín Sorolla<br />
Patio de artistas del Café Novedades. Galería alta. Sevilla, 1915<br />
Óleo sobre lienzo, 125 x 210 cm<br />
Colección particular<br />
Joan Miró<br />
El abanico rojo, 1916<br />
Óleo sobre cartón, 103 x 73 cm<br />
Fuji Television Network Inc<br />
marginación de esa otra parte de la sociedad que sólo avanzaba para<br />
seguir siendo miserable.<br />
De Iturrino y Echevarría se presentan además Interior sevillano<br />
(1910-1911) y Naturaleza muerta (ca. 1915), respectivamente,<br />
cuadros que ejemplifican la influencia del fauvismo, tendencia surgida<br />
en el postimpresionismo en pintores como Henri Matisse (1869-<br />
1954) y del personalísimo estilo de Paul Cézanne (1839-1906), artista<br />
encumbrado por fauves y cubistas.<br />
La liberación del color respecto al dibujo –ya anunciada por Degas<br />
y Gauguin–, la pincelada decidida y la superación de la perspectiva tradicional<br />
sirven al interior de Iturrino para solapar el jarrón sobre la<br />
mesa y la mesa sobre el sofá, siendo apenas perceptible la delimita-
25<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Juan de Echevarría<br />
Dos amigas. Granada, ca. 1915<br />
Óleo sobre lienzo, 106 x 89 cm<br />
Museo de Pontevedra<br />
Isidre Nonell<br />
Lola, 1909<br />
Óleo sobre lienzo, 69,9 x 58,5 cm<br />
Colección particular<br />
Joan Miró<br />
El tiesto de flores y el limón, 1916<br />
Óleo sobre cartón montado sobre cartón, 64,5 x 51 cm<br />
Colección LL-A<br />
ción de planos. Un juego semejante de colores y perspectiva se plantea<br />
en El abanico rojo (1916) y El tiesto de flores y el limón (1916)<br />
de los primeros años de andadura artística del catalán Joan Miró<br />
(1893-1983), ambos presentes en esta exposición.<br />
El cromatismo exacerbado articula el discurso pictórico de Hermen<br />
Anglada-Camarasa (1871-1959), cuya obra alcanzó un notable<br />
reconocimiento internacional ya antes de la Primera Guerra Mundial,<br />
y aunque la contienda hizo que se trasladara de París a Pollensa, su<br />
prestigio se siguió cimentando en las décadas siguientes. Desde un<br />
principio se reconoce en el pintor un estilo propio vinculado con el<br />
simbolismo expresionista, el postimpresionismo y el decadentismo,<br />
manifestaciones de perfiles trabados del arte francés de fin de siglo.
26<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Juan de Echevarría<br />
Naturaleza muerta, ca. 1915<br />
Óleo sobre lienzo, 90 x 116 cm<br />
En depósito en el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla<br />
Francisco Iturrino<br />
Interior sevillano, 1910-1911<br />
Óleo sobre lienzo, 82 x 98 cm<br />
Museo de Bellas Artes de Bilbao<br />
Su particular lenguaje está fundado no sólo en la fusión de tonos y<br />
gamas inesperados, es “la muerte de la línea como perfiladora de<br />
los volúmenes”, en palabras de Balsach. También sorprendieron y<br />
provocaron amores y rechazos los temas de su obra, que van del París<br />
de la Belle Époque a escenas costumbristas y a una galería de personajes<br />
femeninos que rozan a menudo el umbral de lo prohibido.<br />
En el palco (ca. 1901-1902) nos lleva al mundo nocturno de los cafésconcierto<br />
y de los cabarets para asomarse al tema de las cortesanas<br />
de lujo, que solía retratar con un vestuario rico y con grandes sombreros.<br />
Una de las piezas más turbadoras que podemos contemplar<br />
es, sin duda, La Sibila (ca. 1913), una mujer que apela directamente<br />
al espectador con una mirada enigmática y con un erotismo<br />
amenazador. Aquí utiliza Anglada-Camarasa negros absolutos sobre<br />
un fondo frío, matizados por las flores del mantón que cubre todo<br />
el cuerpo de la mujer salvo el brazo derecho y el seno, que son resaltados<br />
con destellos plateados para acabar convertidos en uno de los<br />
principales focos de atracción del lienzo.<br />
A Julio Romero de Torres (1875-1923) le han afectado notablemente<br />
dos elementos ajenos a su arte y personalidad: su temprana<br />
muerte y la manipulación que hizo de su obra el aparato franquista.<br />
La dictadura lo convirtió en figura representativa de lo español,<br />
lo hizo pasto del folclorismo y abarató su expresión convirtiendo uno<br />
de sus cuadros en billetes de cien pesetas. Si bien es palpable la<br />
influencia de los temas y personajes de la copla andaluza y del folletín<br />
en muchos de los cuadros de Romero de Torres, el tratamiento<br />
refinado y estilizado de los mismos junto a un renovado clasicismo<br />
se conjugan a favor de un enaltecimiento de lo popular.<br />
Los cuadros que se exhiben corresponden al momento en que<br />
se asienta su estilo como pintor de un idealismo con anclajes en la<br />
escuela simbolista europea, que coincide con la etapa en la que el<br />
modernismo va a derivar hacia un arte regionalista. A la amiga (1905-<br />
1906) [pág. 6] presenta a una mujer trabajadora con sus hijos, que<br />
mira de soslayo a un personaje fuera del cuadro: ¿encierra tal vez la<br />
triste historia de una madre soltera que se ve obligada a entregar a
27<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Hermen Anglada-Camarasa<br />
En el palco, ca. 1901-1902<br />
Óleo sobre tabla,<br />
23,3 x 33 cm<br />
Colección Masaveu<br />
Hermen Anglada-Camarasa<br />
La Sibila, ca. 1913<br />
Óleo sobre lienzo,<br />
195,5 x 114,5 cm<br />
Colección Anglada-Camarasa<br />
Fundación ”la Caixa”
Julio Romero de Torres<br />
Ángeles y Fuensanta, ca. 1909<br />
Óleo y temple sobre lienzo, 99 x 119 cm<br />
Museo Julio Romero de Torres, Ayuntamiento de Córdoba<br />
Miquel Viladrich<br />
Las herméticas, 1909<br />
Óleo sobre tabla, 37 x 55 cm<br />
Museu d’Art Jaume Morera, Lérida
29<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Ramón Casas<br />
Entre dos luces, 1894<br />
Óleo sobre lienzo, 73,5 x 60,6 cm<br />
Colección A. Surroca<br />
Santiago Rusiñol<br />
Interior con figura femenina, ca. 1890-1891<br />
Óleo sobre lienzo, 199 x 120 cm<br />
Colección Masaveu<br />
sus hijos a una institución Hondura dramática que trasciende cualquier<br />
populismo para denunciar un problema universal. Es por esto<br />
que autores como Ramón del Valle-Inclán no dejan de glosar el<br />
idealismo del pintor: “Él sabe que la verdad esencial no es la baja<br />
verdad que descubre los ojos, sino aquella otra que sólo descubre<br />
el espíritu unida a un oculto ritmo de emoción y de armonía, que<br />
es el goce estético”. En este mismo sentido se puede interpretar<br />
Ángeles y Fuensanta (ca. 1909), versión de un tema similar al tratado<br />
en Amor sagrado, amor profano (1908), que nos invita a fantasear<br />
en los vericuetos de un trío folletinesco: dos jóvenes enamoradas<br />
del mismo hombre, las dos en pugna por ese objeto de<br />
deseo relegado al segundo plano del lienzo mientras la ciudad<br />
–¿Córdoba– se desdibuja en la lejanía. Así, la finura expresiva de<br />
Romero de Torres logra cautivar con un tema eterno, repetido hasta<br />
la saciedad en canciones y boleros, en el teatro clásico o en la<br />
más simple telenovela.<br />
Del mismo año de Ángeles y Fuensanta es Las herméticas (1909)<br />
de Miguel Viladrich (1887-1956), quien compartía con el simbolismo<br />
europeo su admiración por los autores del Renacimiento, como<br />
Botticelli o Durero, y su búsqueda de un arte espiritual, casi místico,<br />
que revelase una verdad íntima. En Las herméticas lleva al mismo<br />
plano un relato bifronte: dos mujeres que no pueden mirarse la una<br />
a la otra y que, al contrario, están pegadas, como un busto de Jano<br />
que mira a la vez al pasado y al porvenir.<br />
Casas, Rusiñol, Zuloaga, Gutiérrez Solana<br />
Las figuras de Ramón Casas (1866-1932) y Santiago Rusiñol (1861-<br />
1931) han ido de la mano en numerosas ocasiones. Tuvieron una larga<br />
y fecunda relación amistosa que les llevó a compartir exposiciones<br />
–la primera en 1890, en la Sala Parés– o a ser los protagonistas<br />
de un viaje en carro por tierras catalanas mucho más amable que<br />
el de Regoyos y Verhaeren. Rusiñol escribía las crónicas de esta aventura:<br />
Por Cataluña (desde mi carro), mientras Casas realizaba dibujos<br />
y apuntes del paisanaje. Ambos fueron los artífices, junto a Pere<br />
Romeu, de la creación de Els Quatre Gats y atrajeron al local a los<br />
artistas que visitaban Barcelona. Desde su estancia en París, donde<br />
compartieron vivencias y un estilo similar dentro del modernismo, la<br />
trayectoria de Casas y Rusiñol corrió de una forma paralela. Baste comparar<br />
Interior con figura femenina (ca. 1890-1891), de Rusiñol, y Entre
30<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Santiago Rusiñol<br />
La morfina, 1894<br />
Óleo sobre lienzo, 88,5 x 115,2 cm<br />
Museu Cau Ferrat (Consorcio del Patrimonio de Sitges)<br />
Ramón Casas<br />
Flores deshojadas, 1894<br />
Óloe sobre lienzo, 80 x 101 cm<br />
Colección particular<br />
dos luces (1894), de Casas: los dos muestran una habitación con mujeres<br />
semivestidas, un momento de intimidad y ensimismamiento de<br />
los personajes en un entorno doméstico. El diálogo surge, también,<br />
entre dos imágenes de mujeres derrotadas: La morfina (1894) y Flores<br />
deshojadas (1894). En el primero, Rusiñol podría haber querido<br />
exorcizar su propia adicción a este alcaloide, que consumía por una<br />
dolencia física y por el que necesitó someterse a una cura de desintoxicación;<br />
el autor explora las posibilidades expresivas que desencadena<br />
la ingesta de morfina en una mujer, cuyo rostro expresa su<br />
pérdida de conciencia, nada comparable a esos paraísos artificiales<br />
que se buscaba en la droga. Desde la revista Luz se decía de él: “Rusiñol<br />
es el artista de la naturaleza enferma, es el autor de estas eternas<br />
verdades que Dios ha escrito sobre la tierra, en la hoja de un<br />
árbol, en una flor marchita, en un sol que se va. Sus telas impresionan;<br />
son cuadros psicológicos, en todos ellos hay una nota, una figura<br />
que hace pensar”. Tan misteriosa como la anterior resulta la mujer<br />
desnuda de Casas; el título, Flores deshojadas, puede llevarnos a conjeturar<br />
la historia que acaba de vivir, tumbada en un espacio abierto,<br />
con una postura de abandono –repetida en otros lienzos del<br />
autor–, rodeada de rosas rojas como simbolizando algo abyecto.<br />
Entre las otras obras que se exhiben de Casas –Un patio. Mi<br />
hermana en la terraza del Paseo de Gracia (ca. 1889) y Estudio / La<br />
terraza (ca. 1889) [pág. 5]– se sitúan en un espacio al que era muy<br />
aficionado: la casa y las figuras femeninas que la habitan, un intento<br />
de narración doméstica en el que casi podríamos seguir el día a<br />
día de los personajes familiares, que hacen de Ramón Casas un documentalista<br />
de la historia social de la mujer burguesa de la época.<br />
A Zuloaga y Gutiérrez Solana se les ha vinculado también con<br />
frecuencia a pesar de que sus lenguajes artísticos no manifiesten una<br />
tendencia común, salvo por el estereotipo de la España negra y<br />
por su admiración a El Greco, Velázquez y Goya –en los que aprenden<br />
temas, el uso del color y el distanciamiento de los personajes–,
31<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
y por ser artistas de la escuela española cuya influencia trasluce en<br />
sus obras –como Ribera, Zurbarán o Valdés Leal, que aportan su misticismo<br />
y espiritualidad–. Tales influencias son evidentes en La enana<br />
doña Mercedes (1899) y Monje en éxtasis (1907) de Ignacio Zu -<br />
loaga (1870-1945). Inspirándose en la tradición velazqueña de enanos<br />
y bufones de corte, doña Mercedes rememora la Maribárbola integrada<br />
en Las Meninas (ca. 1656) por la afinidad en el rostro y la riqueza<br />
de vestuario, pero, al estar sola, el autor juega con los muebles<br />
y la enorme bola que carga para patentizar el enanismo de la figura.<br />
Mientras que los tonos negros y azulados y la estilización del Monje<br />
en éxtasis, junto al gran tamaño del óleo, agigantan al personaje<br />
recalcando el instante de exaltación mística que está viviendo.<br />
Desde 1890, Zuloaga vivió en París largas temporadas compartiendo<br />
experiencias con Casas y Rusiñol, con Utrillo, Toulouse-Lautrec,<br />
Dethomas o Gauguin y Paco Durrio, compañeros de estudio en 1895,<br />
y más adelante con Rodin, a quien le unió una estrecha amistad.<br />
De José Gutierrez Solana (1886-1945) se ha comentado a menudo<br />
que su pintura es inclasificable; la crítica tiende a enmarcarlo<br />
cerca del realismo grotesco y del expresionismo truculento y a relacionarlo<br />
con James Ensor, pero el belga ensayó lo grotesco con<br />
una gama de blancos, mientras que a Solana le atraía la negrura<br />
de las cosas. Su obra es la que podemos relacionar de una forma<br />
más clara con la España negra de Regoyos y Verhaeren. Desde sus<br />
primeros cuadros aparecen cementerios, procesiones de flagelantes<br />
y romerías populares, y también escribió su propia serie sobre<br />
Ignacio Zuloaga<br />
Monje en éxtasis, 1907<br />
Óleo sobre lienzo, 188 x 115 cm<br />
Musée d’Orsay, París<br />
Ignacio Zuloaga<br />
La enana doña Mercedes, 1899<br />
Óleo sobre lienzo, 130 x 95 cm<br />
Musée d’Orsay, París
32<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
José Gutiérrez Solana<br />
Procesión de noche, 1917<br />
Óleo sobre lienzo, 74 x 118 cm<br />
Colecciones MAPFRE<br />
La España negra (1920), donde reconoce su deuda con Zuloaga:<br />
“Es difícil al viajero que recorra estos pueblos españoles y que vaya<br />
con un espíritu despierto para ver y sentir que el recuerdo del gran<br />
pintor vasco dado no se apodere de él”.<br />
Procesión de noche (1917) ejemplifica su gusto por las procesiones<br />
de Semana Santa más tétricas, aquéllas en las que la imaginería<br />
religiosa es sustituida por una estación de penitentes que viven en su<br />
cuerpo la pasión de Jesús. Solana recrea a la izquierda el momento<br />
de la flagelación y a la derecha al Jesús Nazareno, coronado de espinas<br />
y con la cruz a cuestas camino del Calvario. El tremendismo de<br />
la escena hace que los espectadores vuelvan el rostro o le den la espalda,<br />
sustituyendo así sus miradas por la nuestra. En Los autómatas<br />
(1907) [pág. 11] trabaja con una técnica novedosa adelantándose a<br />
los nuevos realismos; en su obra posterior, estatuas, muñecos, máscaras<br />
y maniquíes van a materializarse con visos de realidad, pero<br />
aquí, desde el mismo título, el autor dirige nuestra interpretación:<br />
los personajes del pueblo aparecen acartonados, cosificados, es la<br />
procesión de los que esperan, de los que son pasado.<br />
No es casual que las dos regiones más desarrolladas del país,<br />
Cataluña y País Vasco, coincidieran en incentivar un arte propio para<br />
cimentar su necesidad identitaria. Aunque a la postre el mecenazgo<br />
artístico de raíces burguesas no pudo convertir su credo en imágenes,<br />
sí tuvo “una repercusión sobre la realidad artística, tanto<br />
porque la hicieron posible con el enriquecimiento del país como<br />
porque pudieron pagarlo desde las instituciones que gobernaban”,<br />
como indica en nuestro catálogo Javier González de Durana. Es decir,<br />
sirvieron de puente para hacer del arte una herramienta más del<br />
progreso, facilitando espacios y sufragando exposiciones periódicas<br />
en Bilbao y Barcelona de los artistas locales, haciendo encargos<br />
institucionales para decorar edificios públicos –como la Casa de
33<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Joaquim Sunyer<br />
Mediterránea, 1910-1911<br />
Óleo sobre lienzo<br />
85,5 x 130 cm<br />
MNAC. Barcelona<br />
Aurelio Arteta<br />
Cuatro Caminos, 1917-1919<br />
Óleo sobre cartón, 76,5 x 75 cm<br />
Patrimonio Artístico Kutxa-Caja Gipuzkoa,<br />
San Sebastián<br />
Aurelio Arteta<br />
Camino del mercado, 1913<br />
Óleo sobre lienzo, 100 x 115 cm<br />
Diputación Foral de Bizkaia, Bilbao<br />
Juntas de Gernika–, implementando una política de becas o definiendo<br />
las enseñanzas de las escuelas de Bellas Artes.<br />
En este intento por crear un arte regionalista, Eugenio d'Ors<br />
propuso a los artistas e intelectuales catalanes recuperar el espíritu<br />
de la Renaixença para elevar la cultura catalana a un nivel europeo.<br />
El noucentisme invocaba el redescubrimiento del Mediterráneo<br />
para retornar a lo primitivo y esencial. En este contexto madura<br />
Joaquim Sunyer (1874-1956), cuyo lienzo Mediterránea (1910-1911)<br />
vale en sí mismo como manifiesto y síntesis de la estética noucentista:<br />
representa un momento arcádico junto al mar, una vida idílica<br />
en plena comunión entre el ser humano y la naturaleza, que regala<br />
sus dones al hombre y a la mujer que en ella viven. Todo ello<br />
expresado con un lenguaje pictórico de enorme simplicidad con<br />
antecedentes en el primitivismo de Gauguin o en la coloración y<br />
constructivismo de Cézanne.<br />
Del bilbaíno Aurelio Arteta (1879-1940) se exhiben dos óleos<br />
de temática y factura dispar: del campo de Camino del mercado<br />
(1913) a la urbe de Cuatro Caminos (1917-1919). La pintura de Arteta<br />
supo abordar con desenvoltura las exigencias del nacionalismo para<br />
ir más allá, hacia un costumbrismo humanista, agrandando la<br />
dimensión de los personajes mediante un juego de perspectiva. En<br />
contraste, la glorieta de Cuatro Caminos aparece dibujada en contrapicado<br />
para que puedan tener cabida los edificios y el tráfico<br />
de tranvías, del carromato y el coche, a cuyo alrededor merodean<br />
los personajes como meras comparsas, carentes del vigor de las<br />
campesinas.<br />
Daniel Vázquez Díaz (1882-1969) está representado por obras<br />
que desvelan las características esenciales de su trayectoria pictórica.<br />
Toreros saludando (1908-1909) alude al momento del saludo al<br />
comenzar la corrida. Vázquez Díaz no abusa de la riqueza cromática
<strong>34</strong><br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Daniel Vázquez Díaz<br />
Las bañistas /<br />
Desnudos en la piscina, ca. 1930-1935<br />
Óleo sobre lienzo, 203 x 175 cm<br />
Colecciones MAPFRE<br />
del traje taurino y opta por tres tonos básicos y entremezclados: traje<br />
rojo y capote de paseo azul en uno de los toreros e invertidos los<br />
colores para el otro sobre un fondo de amarillo albero que se confunde<br />
con los bordados en oro de la esclavina. Las bañistas / Desnudos<br />
en la piscina (ca. 1930-1935) es el cuadro más contemporáneo<br />
de esta exposición y ejemplifica una de las claves técnicas del pintor:<br />
el rigor constructivo de ascendencia cezanniana.<br />
El camino de la vanguardia<br />
La última cita de este recorrido está jalonada por las obras de<br />
artistas –González, Hugué, Miró, Togores, Torres García y Picasso–<br />
que coinciden en tiempo y espacio en torno a la Barcelona de Els<br />
Quatre Gats, el noucentisme y la Escuela de la Llotja, por un lado,<br />
y en su búsqueda personal de nuevos territorios para la plástica, por<br />
el otro. Desde finales del siglo XIX, Barcelona se había convertido en<br />
una ciudad receptiva de las nuevas manifestaciones artísticas y el<br />
flujo de pintores que iban y venían a París era continuo; la ciudad<br />
se prestaba a acoger la actualidad más novedosa, como la exposición<br />
de pintores cubistas en las Galeries Dalmau, que presentó por<br />
primera vez en España obras de Marcel Duchamp, Albert Gleizes,<br />
Jean Metzinger, Marie Laurencin o Juan Gris. Por otro lado, la Escuela<br />
de la Llotja ejerció una gran labor educadora a finales del siglo XIX<br />
y principios del XX y ayudó a que iniciaran su formación artística<br />
varios de los pintores aquí expuestos. Fuera por el poso de lo aprendido,<br />
las horas de tertulia y diversión en Els Quatre Gats, el impulso<br />
que recibían a su paso por París o su propia entraña creativa<br />
llevaba en ciernes el aire fresco de la vanguardia.<br />
Con Manolo Hugué (1872-1945) incorporamos la escultura a esta<br />
muestra presentando dos obras: Mujer sentada (1912) y el relieve<br />
Mujer agachada (1914), realizadas tras instalarse definitivamente<br />
en Cataluña después de pasar varios años en París dedicado al<br />
diseño de joyas. Los desnudos de Hugué ponen en comunicación<br />
la estatuaria clásica de antiguas civilizaciones –particularmente
35<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
las estelas sumerias– con las nuevas líneas escultóricas surgidas en<br />
la vanguardia, mostrando la conciliación de dos tendencias aparentemente<br />
contrapuestas. Precisamente de uno de los artistas<br />
que va a renovar el panorama escultórico español, Julio González<br />
(1876-1942), se han seleccionado Dos mujeres (1920) y Mujer<br />
peinándose, telas que evocan el espíritu noucentista en las que el<br />
tratamiento del color modela y realza las figuras para dar una impresión<br />
de relieve y asemejarlas a sus metales repujados. González<br />
fue, además, gran colaborador de Picasso y le ayudó concretar su<br />
idea de trasladar al espacio lo que previamente había desarrollado<br />
en el dibujo.<br />
Ecos de Cézanne nos trae Josep de Togores (1893-1970), quien<br />
experimentará con distintos estilos de la vanguardia como en el<br />
Desnudo (1921), que roza los presupuestos formales de la nueva<br />
objetividad para exhibir con crudeza y nitidez la figura femenina. A<br />
su vuelta a París tras el fin de la Primera Guerra Mundial, Togores<br />
entró en contacto con artistas cubistas y surrealistas, como Braque,<br />
Maillol, Max Jacob y el propio Picasso, que le llevaron a experimentar<br />
nuevos derroteros estéticos; así, el Desnudo exhibe un realismo<br />
casi tocable, conseguido mediante el volumen, la claridad visual y la<br />
sensualidad del color.<br />
En El barco español (1918) se aprecia el gusto por lo arquitectónico<br />
que define la pintura futura de Joaquín Torres García<br />
(1875-1949). Desde muy temprano, Torres García nutrió a su obra de<br />
un fondo teórico, manifestando en sus textos un concepto idealista<br />
del arte en oposición a lo mimético, que está en la base de su<br />
Daniel Vázquez Díaz<br />
Toreros saludando, 1908-1909<br />
Óleo sobre lienzo, 83 x 64 cm<br />
Colecciones MAPFRE<br />
Manolo Hugué<br />
Femme accroupie (Mujer agachada), 1914<br />
Bronce, 23 x 18 x 18 cm<br />
Colección Artur Ramon, Barcelona<br />
Manolo Hugué<br />
Mujer sentada, 1912<br />
Relieve en bronce, 32 x 33 x 5,5 cm<br />
Colección particular
36<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
universalismo constructivo, motor de su obra desde su regreso a<br />
Uruguay. Acompañado por su paisano Rafael Barradas, Barcelona se<br />
convierte en un laboratorio de observación, atraídos por los sonidos,<br />
el movimiento, el tráfico portuario, la interacción de personas y cosas<br />
en la ciudad moderna. Esto influye en la adopción de un lenguaje<br />
más urbano y compartimentado, como podemos observar en sus<br />
cuadros.<br />
De Pablo Ruiz Picasso (1881-1973) se han seleccionado varias<br />
obras que nos permiten contemplar la creciente evolución del pintor<br />
en los años iniciales de su carrera. Desde Lola, la hermana del artista<br />
(ca. 1899) hasta Frasca y libros (1910-1911), su pintura atraviesa<br />
estadios no excluyentes que llevan del modernismo al cubismo.<br />
Con Lola, hermana del artista se anticipan rasgos que dominarán<br />
su época azul, como la oscuridad tonal y trazos alargados que<br />
acentúan la actitud de Lola, que mira al espectador con cierta<br />
desatención.<br />
La corrida de toros (1900) es uno de sus primeros acercamientos<br />
al mundo taurino, tema constante a lo largo de toda su vida. Picasso<br />
Josep de Togores<br />
Desnudo, 1921<br />
Óleo sobre lienzo, 73 x 116 cm<br />
Colección particular<br />
Julio González<br />
Dos mujeres, 1920<br />
Óleo sobre lienzo<br />
61 x 46,5 cm<br />
MNCARS, Madrid<br />
Joaquín Torres García<br />
El barco español, 1918<br />
Óleo sobre cartón<br />
52 x 36 cm<br />
Colección particular
37<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
resuelve con luminosidad y una gran libertad de colorido la espera<br />
de la cuadrilla en las suertes finales de la corrida. El artista subvierte<br />
los motivos pintando en verde el coso taurino o las muletas de un<br />
rosa anaranjado. El carácter festivo acompaña la realización del<br />
Impreso del menú de Els Quatre Gats (1899-1900). El de Picasso es<br />
un cartelismo enraizado en la escuela del grafismo catalán –Anglada-<br />
Camarasa, Casas– que versiona la pose de Pere Romeu en 4 Gats<br />
(1898), de Casas, a la vez que propone un juego de volúmenes afín<br />
a los carteles de Tolouse-Lautrec.<br />
Picasso compone Frasca y libros en una época en la que trabaja<br />
en estrecha colaboración con Georges Braque (1882-1963), cuando<br />
el lenguaje cubista de ambos deriva hacia el llamado cubismo<br />
analítico coincidiendo con los meses que pasan en la localidad<br />
pirenaica de Céret. Posterior a Las señoritas de Avignon (1907),<br />
Picasso utiliza una gama fría de grises y ocres que transmiten un<br />
aspecto metalizado al juego de volúmenes entre los libros y la frasca,<br />
dejando entrever un posible abandono de la pintura figurativa y<br />
su acercamiento a la abstracción.<br />
Pablo Picasso<br />
Frasca y libros, 1910-1911<br />
Óleo sobre lienzo, 38 x 46 cm<br />
Colección particular<br />
Pablo Picasso<br />
Lola, la hermana del artista, ca. 1899<br />
Carboncillo y lápices de color sobre papel<br />
45 x 29,5 cm<br />
Museu Picasso, Barcelona<br />
Pablo Picasso<br />
La corrida de toros, 1900<br />
Pastel y aguada sobre cartón, 16,5 x 30 cm<br />
Museu Cau Ferrat, Sitges
38<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Para saber más<br />
Sobre el catálogo<br />
El catálogo editado con motivo de la exposición Entre dos siglos: España<br />
1900, comprende estudios de reconocidos especialistas que sirven para<br />
apreciar la solidez y diversidad del conjunto de obras que la FUNDACIÓN<br />
MAPFRE ha reunido para esta muestra antológica.<br />
La presentación de Pablo Jiménez Burillo,<br />
director general del Instituto de Cultura<br />
de de la FUNDACIÓN MAPFRE, viene a ponderar<br />
el proceso de consolidación de los<br />
artistas españoles en torno a 1900 gracias<br />
a la labor emprendida por instituciones<br />
museísticas y fundaciones al lado de historiadores<br />
y críticos de arte en las últimas<br />
décadas; esta actividad ha supuesto el establecimiento<br />
de un canon que sitúa al arte<br />
hispano entre la modernidad y el clasicismo,<br />
entre lo cosmopolita y lo castizo.<br />
La experta mirada de Francisco Calvo<br />
Serraller, profesor de la Universidad Complutense,<br />
en “Un fin de siglo milenarista”,<br />
encauza el arte español en las mismas<br />
corrientes del fin de siglo europeo; incluso<br />
nuestra reiterada crisis del 98 corresponde<br />
a crisis identitarias semejantes en<br />
el resto de Occidente, tal vez lo singular de<br />
nuestro caso sea la progresiva toma de conciencia<br />
regional. Junto a las cuestiones políticas,<br />
la interpretación del siglo XIX español<br />
se ha visto condicionada por la confusa<br />
explicación académica de lo que sucedía en<br />
la vanguardia internacional. Habla Calvo<br />
Serraller de una nebulosa que se cierne<br />
entre 1880, con el fin del impresionismo,<br />
y 1910, cuando despega el cubismo<br />
y en la que se formaron la mayoría de nuestros<br />
autores que acudían a París y a otras<br />
ciudades europeas para completar sus estudios<br />
y para dar sus primeros pasos en su<br />
carrera artística.<br />
Lily Litvak, profesora de la Universidad<br />
de Texas, sintetiza en “Hacer visible lo invisible.<br />
El simbolismo en la pintura española,<br />
1891-1930” los rasgos de un movimiento<br />
que está en la raíz de la mayoría de las<br />
manifestaciones artísticas de este período<br />
y que persigue la revelación de la verdad<br />
a través de la sugerencia y la búsqueda de<br />
lo divino. Llegó tardíamente a España y<br />
tuvo que enfrentarse a una pintura de corte<br />
naturalista, pero perduró hasta los años<br />
veinte, según Litvak, gracias a la flexibilidad<br />
del simbolismo, una estética en la que<br />
confluyen diversas corrientes europeas:<br />
decadentismo, esteticismo, prerrafaelismo,<br />
culto a la belleza, admiración por Wagner,<br />
por los primitivos italianos y por El Greco.<br />
Promotor del simbolismo fue Valle-Inclán,<br />
para quien Romero de Torres era el único<br />
que veía en las cosas “aquella condición<br />
suprema de poesía y misterio que las hace<br />
dignas del arte”. Y en este repaso por el<br />
simbolismo español estudia a pintores como<br />
Urgell, Meifrèn, Raurich, Rusiñol o Sunyer.<br />
El recorrido que traza Maria-Josep Balsach,<br />
de la Universidad de Gerona, en<br />
“Modernistas y noucentistas: apuntes para<br />
una visión del cambio de siglo en Barcelona”<br />
sigue a los principales autores que llevaron<br />
a Cataluña la idea de modernidad:<br />
Casas y Rusiñol, en su camino de ida y vuelta<br />
de Barcelona a París fueron los impulsores<br />
del arte del modernismo, que supo<br />
combinar territorios de intimidad y urbanos<br />
con el simbolismo europeo, del que también<br />
participa Anglada-Camarasa, quien nunca<br />
se reconoció como modernista. El lado<br />
social estaría representado por Nonell, que<br />
utiliza su pintura para retratar a seres desvalidos<br />
o marginados; también se hace eco<br />
de los avances plásticos de Mir o Viladrich.<br />
La modernidad abrió la puerta a una tendencia<br />
que quiso ser regionalista y potenciar<br />
las esencias del catalanismo, el noucentisme,<br />
pero que llevado por artistas<br />
como Sunyer aprendió a trascender lo particular<br />
para expresar un profundo sentimiento<br />
de la realidad mediterránea, rastreable<br />
asimismo en la obra de Miró.<br />
Javier González de Durana, director de<br />
Tenerife Espacio de las Artes, aborda en<br />
“Claves artísticas y políticas para una<br />
modernidad en el País Vasco (1886-1919)”
39<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
la relación del desarrollo histórico vasco<br />
con los procesos artísticos que desencadena.<br />
Parte de la abolición de los fueros vascos,<br />
en 1876, para explicar su influencia en<br />
las transformaciones económicas e industriales<br />
que favorecerían el surgimiento de<br />
un nuevo paisaje ideológico y artístico. En<br />
este contexto, Sabino Arana promueve un<br />
arte fundacional al servicio de la patria, sin<br />
embargo, el nacionalismo no lograría del<br />
todo sus propósitos. La otra fuerza política<br />
en Euskadi es el socialismo, que caería<br />
en un arte maniqueo. Así, lo que de verdad<br />
incidió en la renovación artística vasca<br />
fueron las seis exposiciones de arte<br />
moderno de Bilbao –entre 1900 y 1910–,<br />
celebradas para confrontar el arte oficial<br />
y académico y promover las nuevas tendencias<br />
acogiendo obras de figuras locales<br />
e internacionales.<br />
En “1900: caminos hacia la modernidad”,<br />
María Dolores Jiménez-Blanco, de<br />
la Universidad Complutense, repasa la<br />
encrucijada del arte español en la transición<br />
del XIX al XX; recalca la autora que nuestra<br />
historia del arte ha estado marcada por<br />
el tópico de la España negra, un concepto<br />
que explicaría el sentido político de autores<br />
como Zuloaga: en continuidad con la<br />
tradición pictórica española, de Velázquez<br />
a Goya o El Greco, su obra es una llamada<br />
de atención hacia los problemas del<br />
país. La misma tradición nutre la obra de<br />
Gutiérrez Solana, donde la realidad aparece<br />
tal cual, sin filtros morales, pero al<br />
hilo de esta España negra que vigilaba<br />
como pintor y escritor. Su complementaria,<br />
la España blanca, es la de Sorolla, quien<br />
en sus temas transmite una visión optimista.<br />
La riqueza de 1900 se amplía con<br />
autores como Anglada-Camarasa, Casas,<br />
Mir, Rusiñol, que entrecruzan sus experiencias<br />
parisinas para apoyar la renovación<br />
de la sociedad catalana, en donde surge<br />
el noucentisme, alrededor del que giran<br />
Torres García o Sunyer; por no mencionar<br />
a autores que se miran en la vanguardia,<br />
como Dalí, Miró o Picasso y que pueden<br />
coexistir con regionalistas y cosmopolitas<br />
como Arteta, Romero de Torres o Vázquez<br />
Díaz. La multiplicidad de etiquetas artísticas<br />
rubrica la atracción que aún ejerce<br />
esta época en el espectador.<br />
Cierra el catálogo un estudio pionero:<br />
“El arte en 1900: ¿ocaso o amanecer”,<br />
de Robert Rosenblum, conservador del<br />
Solomon R. Guggenhein Museum de Nueva<br />
York e historiador del arte, fallecido<br />
en 2006. Rosenblum parte de un acontecimiento<br />
singular: la Exposición Internacional<br />
de 1900 celebrada en París, que le lleva<br />
a revisitar un repertorio de autores cuya<br />
posible repercusión no llegó a prosperar<br />
ante el alud de personalidades con las que<br />
debía competir. Para ello se acerca a la<br />
monumental exhibición del Grand Palais,<br />
que acogió a pintores de todo el orbe, de<br />
Rusia a Martinica, Indochina o Japón. Entre<br />
otros, nacionalistas rusos como Andrei Ryabushkin,<br />
el finlandés Gallén-Kallela y el<br />
polaco Jacek Malczewski; un Sorolla del realismo<br />
social, semejante al británico Albert<br />
Rutherston y al belga Léon Fréderic; diversas<br />
representaciones de lo femenino traídas<br />
por los estadounidenses Cecilia Beaux<br />
o Gari Melchers, los alemanes Paula Modersohn-Becker<br />
y Franz von Stuck; paisajes de<br />
Harald Sohlberg, noruego, de Augustus Vincent<br />
Tack, Albert Pinkham Ryder, William<br />
Homer, americanos. Lo que importa es que<br />
la relectura actual que hagamos de esta<br />
época pueda depararnos nuevas y gratas<br />
sorpresas artísticas.<br />
Además, el catálogo incluye una detallada<br />
cronología –elaborada por María Sanz<br />
Pérez y María López Fernández, de la FUN-<br />
DACIÓN MAPFRE– y una completa bibliografía.
40<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Para saber más<br />
Cronología 1888-1914<br />
1888. Comienzos de Picasso. En<br />
en el Salon de la Société Nationale des<br />
de Casagemas hace que inicie su épo-<br />
Diego Rivera, Romero de Torres, Rusi-<br />
Barcelona, se celebra la Exposición<br />
Beaux-Arts, en el Salon des Indépen-<br />
ca azul. Zuloaga es premiado en Dres-<br />
ñol y Regoyos. Braque presenta obras<br />
Universal, primera manifestación del<br />
dants y en el Salon des Impressionis-<br />
de y Casas en Múnich.<br />
cubistas en la Galería Kahnweiler.<br />
modernismo. Regoyos expone en Bru-<br />
tes et Symbolistes.<br />
1902. Nonell expone sus óleos sobre<br />
1909. En Barcelona, se publica el<br />
selas en el V Salon de Les XX.<br />
1895. Aún dicen que el pescado<br />
gitanas en la Sala Parés. Mir empieza<br />
manifiesto futurista de Marinetti. Pri-<br />
1889. Zuloaga se traslada a París;<br />
es caro de Sorolla, expuesto en la<br />
la decoración de la casa Trinxet. Angla-<br />
mera exposición individual de Zuloa-<br />
conoce a Degas, Gauguin, Toulouse-<br />
Exposición Nacional de Bellas Artes,<br />
da-Camarasa participa en el Salon de<br />
ga en Estados Unidos, organizada por<br />
Lautrec, Dethomas y a los españoles<br />
supone el triunfo del realismo con-<br />
La Libre Esthétique de Bruselas y en el<br />
la Hispanic Society.<br />
Durrio y Rusiñol.<br />
temporáneo y el final definitivo de la<br />
Schulte Kuntsalon de Berlín.<br />
1910. En París, Julio González rea-<br />
1890. En la Exposición Nacional de<br />
pintura de historia. En Bruselas, Rego-<br />
1903. Iturrino y Echevarría viajan<br />
liza sus primeras máscaras de metal<br />
Bellas Artes de Madrid exponen Rego-<br />
yos comienza a participar en el Salon<br />
a París. En el Salon de la Societé Natio-<br />
repujado. Rusiñol y Anglada-Camara-<br />
yos, Sorolla, Urgell, Meifrèn, Rusiñol<br />
de La Libre Esthétique.<br />
nale des Beaux-Arts destacan las obras<br />
sa participan en la Exposición Inter-<br />
y Zuloaga. Sucesivas exposiciones irán<br />
1896. La Sala Parés exhibe carteles<br />
de Rusiñol, Zuloaga, Casas y Anglada-<br />
nacional de Bellas Artes de Buenos<br />
atrayendo a todos los autores del<br />
de Mucha, Toulouse-Lautrec y Stein-<br />
Camarasa.<br />
Aires.<br />
momento. Casas y Rusiñol se insta-<br />
len, entre otros. Sunyer se instala en<br />
1904. Nace Salvador Dalí en Figue-<br />
1911. Muere Nonell en Barcelona.<br />
lan en París y exponen en la primera<br />
París.<br />
ras. Picasso se instala en Barcelona.<br />
Sunyer presenta Pastoral, paradigma<br />
exhibición de la Société Nationale des<br />
1897. En Barcelona, se inaugura Els<br />
Exposición de Torres García e Iu Pas-<br />
de la pintura noucentista. Sorolla fir-<br />
Beaux-Arts.<br />
Quatre Gats. Exposición de Regoyos<br />
cual en el Cercle Artístic de Sant Lluc,<br />
ma un contrato con Arthur Hunting-<br />
1891. Primera Exposición General de<br />
en la Galería Durand-Ruel. Nonell y<br />
punto de partida del noucentisme.Éxi-<br />
ton, de la Hispanic Society, para reali-<br />
Bellas Artes en Barcelona. Zuloaga pre-<br />
Canals participan en la exposición de<br />
to de Anglada-Camarasa en la Inter-<br />
zar la serie Visión de España. Kandinsky<br />
senta sus obras, junto a Gauguin, Van<br />
pintores impresionistas y simbolistas<br />
national Society of Fine Arts de Lon-<br />
y Marc fundan en Múnich El jinete azul.<br />
Gogh y Toulouse-Lautrec en la Galería<br />
de Le Barc de Boutteville. Éxito inter-<br />
dres, la Grosse Kunstausstellung de<br />
1912. La Galería Dalmau inau-<br />
Le Barc de Bouteville.<br />
nacional de Sorolla avalado por pri-<br />
Dresde y la Wiener Secesión de Viena.<br />
gura la Exposició d’Art Cubista, con<br />
1892. Torres García se instala en<br />
meros premios en la VII Exposición<br />
1905. Zuloaga viaja por Madrid y<br />
obras de Duchamp, Gleizes, Gris,<br />
Barcelona. Sitges inaugura la primera<br />
Internacional de Múnich, la II Bienal<br />
Toledo junto a Rodin. Matisse, Maillol<br />
Marie Laurencin, Léger y Metzinger.<br />
fiesta modernista en el Cau Ferrat, pro-<br />
Internacional de Arte de Venecia y en<br />
y Derain presentan las primeras telas<br />
Primera exposición de Juan Gris, en<br />
movida por Rusiñol. Regoyos inicia su<br />
la Exposición Internacional de Viena.<br />
fauves en el Salon d’Automne de París,<br />
la Galería Sagot.<br />
pintura puntillista, influenciado por<br />
1898. En Barcelona, Mir presenta<br />
donde exponen Nonell y Sunyer.<br />
1913. Fallece Regoyos en Barcelo-<br />
Signac. Se celebra el primer salón de<br />
La catedral de los pobres en la IV Expo-<br />
1906. Picasso conoce a Matisse y<br />
na, es homenajeado por la Libre<br />
la Ordre de la Rose+Croix du Temple<br />
sición de Artes e Industrias Artísticas.<br />
André Derain. La Galería Georges<br />
Esthétique. Se organiza en Nueva<br />
en la Galería Durand-Ruel de París,<br />
1899. Exposición de Casas en la<br />
Petit ofrece una exposición de paisa-<br />
York la Armory Show, primera gran<br />
punto de partida del simbolismo.<br />
Sala Parés.<br />
jes de Rusiñol.<br />
exposición de arte contemporáneo,<br />
1893. Nace Miró en Barcelona.<br />
1900. En Bilbao, primera Exposición<br />
1907. En Barcelona, Durand-Ruel<br />
que incluye obras de Picasso.<br />
Regoyos expone en el último Salón de<br />
de Arte Moderno, que se consolida<br />
patrocina la V Exposición Internacio-<br />
1914. Anglada-Camarasa se tras-<br />
Les XX, que este año deriva en La Libre<br />
como convocatoria anual e interna-<br />
nal de las Bellas Artes e Industrias<br />
lada a Pollença y participa en la Bienal<br />
Esthétique. Sorolla es premiado en<br />
cional en los próximos años. Exponen<br />
Artísticas, donde participan autores<br />
de Venecia.<br />
la Exposición Universal de Chicago.<br />
Gauguin, Casas, Picasso, Pichot, Rego-<br />
españoles al lado de, entre otros,<br />
El estallido de la guerra sorprende<br />
1894. Casas expone Garrote vil y<br />
yos, Rusiñol, Zuloaga y Durrio.<br />
Ensor, Manet, Monet, Morisot, Pisa-<br />
a Robert y Sonia Delaunay en Espa-<br />
Rusiñol La morfina en la Sala Parés.<br />
1901. Picasso funda Arte Joven,<br />
rro, Sisley, Rodin y Picabia.<br />
ña, donde residen hasta 1921; tam-<br />
Exposición individual de Anglada-<br />
donde colaboran los hermanos Baroja,<br />
1908. En Madrid, Exposición Nacio-<br />
bién se instalan Gleizes, Laurencin,<br />
Camarasa. En París, Rusiñol participa<br />
Rusiñol, Nonell o Unamuno. El suicidio<br />
nal de Bellas Artes, con presencia de<br />
Picabia y Charchoune.
41<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Para saber más<br />
Bibliografía<br />
La variedad de creadores de esta muestra nos ha llevado a reunir en esta bibliografía algunos<br />
títulos esenciales centrados en este período de entre siglos o que son, en buena parte, catálogos<br />
de exposiciones antológicas, como las organizadas por nuestra fundación, consideradas hoy obras de<br />
referencia entre crítica y público y que pueden encontrarse en numerosas bibliotecas. A resaltar<br />
asimismo la serie que la FUNDACIÓN MAPFRE viene dedicando a los maestros españoles del arte<br />
moderno y contemporáneo, así como el actual catálogo de Entre dos siglos: España 1900.<br />
Anglada-Camarasa (1871-1959),<br />
FONTBONA, Francesc. Hermen<br />
Joaquim Sunyer. La construcción de<br />
1890-1904. Barcelona, Lun-<br />
cat. exp. Madrid, Fundación<br />
Anglada-Camarasa. Madrid,<br />
una mirada, cat. exp. Madrid,<br />
werg, 1997.<br />
Cultural MAPFRE VIDA, 2002.<br />
FUNDACIÓN MAPFRE, 2006.<br />
Fundación Cultural MAPFRE VIDA,<br />
PRADO VADILLO, Mercedes. Tra-<br />
Aurelio Arteta: una mirada esen-<br />
FONTBONA, Francesc y Llüisa Sala<br />
Museu Nacional d´Art de Cata-<br />
dición y modernidad en la pin-<br />
cial. 1879-1940, cat. exp. Bilbao,<br />
Tubert. Manolo Hugué (1872-<br />
lunya, 1999.<br />
tura de Darío de Regoyos, cat.<br />
Museo de Bellas Artes, 1998.<br />
1945). Segovia, Museo de Arte<br />
José Gutiérrez Solana, cat. exp.<br />
exp. Gijón, Museo Nicanor<br />
BORNAY, Erika. Las hijas de Lilith.<br />
Contemporáneo Esteban Vicen-<br />
Madrid, Museo Reina Sofía,<br />
Piñole, 2002.<br />
Madrid, Cátedra, 1998.<br />
te, 2006.<br />
Turner, 2004.<br />
Ramón Casas: el pintor del moder-<br />
BOZAL, Valeriano. Arte del siglo XX<br />
Francisco Iturrino (1864-1924), cat.<br />
Juan de Echevarría (1875-1931), cat.<br />
nismo, cat. exp. Madrid, Fun-<br />
en España. Pintura y escultura<br />
exp. Madrid, Fundación Cultu-<br />
exp. Madrid, Fundación Cultu-<br />
dación Cultural MAPFRE VIDA,<br />
1900-1939. Madrid, Espasa-Cal-<br />
ral MAPFRE VIDA, 1996.<br />
ral MAPFRE VIDA, 2004.<br />
2001.<br />
pe, 1991.<br />
GALÁN MARTÍN, Belén y Chus<br />
Julio Romero de Torres, cat. exp. Bil-<br />
RICHARDSON, John. Picasso. Una<br />
CALVO SERRALLER, Francisco. La hora<br />
Tudelilla Laguardia. Pinturas de<br />
bao, Museo de Bellas Artes de<br />
biografía. Madrid, Alianza Edi-<br />
de iluminar lo negro: tientos<br />
Zuloaga en las colecciones del<br />
Bilbao, 2002.<br />
torial, 1995.<br />
sobre Julio Romero de Torres.<br />
Museo Reina Sofía. Madrid,<br />
La generación del 14. Entre el nove-<br />
SÁNCHEZ VIDAL, Agustín. Salvador<br />
Madrid, FUNDACIÓN MAPFRE, 2006.<br />
Museo Reina Sofía, 2000.<br />
centismo y la vanguardia (1906-<br />
Dalí. Madrid, FUNDACIÓN MAPFRE,<br />
CASAMARTINA I PARASSOLS, Josep.<br />
GONZÁLEZ ESCRIBANO, Raquel.<br />
1926), cat. exp. Madrid, Fun-<br />
2007.<br />
Josep de Togores. Madrid, FUN-<br />
José Gutiérrez Solana. Madrid,<br />
dación Cultural MAPFRE VIDA,<br />
Santiago Rusiñol (1861-1931), cat.<br />
DACIÓN MAPFRE, 2008.<br />
FUNDACIÓN MAPFRE, 2006.<br />
2002.<br />
exp. Madrid, Fundación Cultu-<br />
Dalí joven: (1918-1930), cat. exp.<br />
Ignacio Pinazo. Los inicios de la pintura<br />
Miró: tierra, cat. exp. Madrid, Fun-<br />
ral MAPFRE VIDA, 1997.<br />
Madrid, Museo Reina Sofía,<br />
moderna, cat. exp. Madrid, Fun-<br />
dación Colección Thyssen-Bor-<br />
Sorolla y Zuloaga. Dos visiones para<br />
1994.<br />
dación Cultural MAPFRE VIDA, 2005.<br />
nemisza, 2008.<br />
un cambio de siglo, cat. exp.<br />
Daniel Vázquez Díaz. Mis contem-<br />
Isidre Nonell, 1872-1911, cat. exp.<br />
Modest Urgell: 1839-1919, cat. exp.<br />
Madrid, Fundación Cultural<br />
poráneos, cat. exp. Madrid,<br />
Madrid, Fundación Cultural<br />
Barcelona, Fundación ”La Cai-<br />
MAPFRE VIDA, 1998.<br />
Fundación Cultural MAPFRE VIDA,<br />
MAPFRE VIDA, 2000.<br />
xa”, 1992.<br />
Torres García, cat. exp. Madrid,<br />
2000.<br />
JIMÉNEZ BLANCO, M.ª Dolores.<br />
Mujeres pintadas. La imagen de la<br />
Valencia, Museo Reina Sofía,<br />
Darío de Regoyos, 1857-1913, cat.<br />
Julio González. Madrid, FUNDA-<br />
mujer en España, 1890-1914,<br />
IVAM, 1991.<br />
exp. Madrid, Fundación Cultu-<br />
CIÓN MAPFRE, 2007.<br />
cat. exp. Madrid, Fundación<br />
VERHAEREN, Émile y Darío de<br />
ral MAPFRE VIDA, 2002.<br />
Joaquim Mir, 1873-1940, cat. exp.<br />
Cultural MAPFRE VIDA, 2003.<br />
Regoyos. España negra.<br />
DUPIN, Jacques. Miró. Barcelona,<br />
Madrid, Fundación Cultural<br />
OCAÑA, Maria Teresa, ed. Picasso.<br />
Barcelona, Terra Incógnita,<br />
Polígrafa, 2004.<br />
MAPFRE VIDA, 2004.<br />
La formación de un genio,<br />
1999.
42<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Para saber más<br />
Arte español 1900 en la web<br />
www.coleccionesmapfrearte.com<br />
La FUNDACIÓN MAPFRE inició su<br />
colección con obras de Rafael de<br />
Penagos y José Gutiérrez Solana.<br />
Desde 1989 han sido continuas<br />
las adquisiciones de pintura,<br />
dibujo, fotografía, grabado o<br />
ilustración gráfica de artistas<br />
españoles e internacionales como<br />
Picasso, Dalí, Vázquez Díaz, Klee<br />
o Picabia. La página es una<br />
herramienta muy útil para<br />
localizar los artistas y las obras de<br />
nuestras colecciones MAPFRE, con<br />
una presencia destacada de los<br />
pintores de Entre dos siglos:<br />
España 1900. Asimismo, la<br />
fundación facilita la consulta a la<br />
visita virtual a través de<br />
www.exposicionesmapfrearte.com<br />
www.museobilbao.com<br />
El Museo de Bellas Artes de<br />
Bilbao, que celebra este año su<br />
centenario, tiene su origen en el<br />
deseo de convertir Bilbao en un<br />
referente cultural; buena parte de<br />
sus fondos procede de donaciones<br />
de instituciones y particulares.<br />
Cuenta con una excelente<br />
representación de los pintores de<br />
fin de siglo español y de artistas<br />
vascos. Facilita un motor de<br />
búsqueda muy completo.<br />
www.museoreinasofia.es<br />
Las salas del Museo Reina Sofía<br />
atesoran una de las colecciones<br />
más representativas de artistas<br />
españoles de este período de<br />
entre siglos. Están presentes<br />
todas las técnicas en obras de<br />
gran importancia para<br />
estructurar el pasado artístico de<br />
nuestro país. Es muy útil su<br />
buscador para identificar autores<br />
y obras.<br />
www.museothyssen.org<br />
Las colecciones Thyssen-<br />
Bornemisza tienen piezas de<br />
Regoyos, Sorolla, Picasso, Dalí y<br />
Miró. Proporciona las fichas del<br />
catálogo en la mayoría de los<br />
cuadros.<br />
www.mnac.es<br />
El Museo Nacional de Arte de<br />
Cataluña cuenta con una<br />
excelente colección de arte<br />
catalán de fin de siglo. Facilita<br />
fichas de Mir, Anglada-Camarasa,<br />
Meifrèn, Nonell o Sunyer.<br />
www.museobbaa.com<br />
El Museo de Bellas Artes de<br />
Asturias en Oviedo alberga lo<br />
esencial del arte español –Sorolla,<br />
Casas, Rusiñol o Romero de<br />
Torres– y tiene en depósito la<br />
Colección P. Masaveu. Su<br />
buscador contiene información<br />
detallada de las obras.<br />
www.musee-picasso.fr [francés]<br />
El Museo Nacional Picasso de<br />
París guarda la colección más<br />
completa del pintor –óleos,<br />
diseños, esculturas y cerámica–<br />
fruto de la dación al Estado de<br />
Julio Romero de Torres en su estudio<br />
los herederos en pago de los<br />
metamorfosis de Ovidio. Es una<br />
derechos sucesorios. También<br />
página ágil con copiosa<br />
expone la colección personal del información sobre la vida y la<br />
artista, con obras de Degas,<br />
obra de Picasso.<br />
Braque, Matisse, Miró, Cézanne. www.museopicassomalaga.org<br />
Facilita el acceso a todos los<br />
El Museo Picasso de Málaga nace<br />
fondos de Picasso.<br />
en el deseo del artista de que una<br />
www.museupicasso.bcn.cat<br />
parte de su obra tuviera una sede<br />
Creado en 1963 por iniciativa de en su ciudad natal. La colección<br />
Picasso y de su secretario Jaume –procedente de las donaciones de<br />
Sabartés, el Museo Picasso de la viuda del hijo de Picasso y de<br />
Barcelona tiene piezas como El su nieto– consta de ciento treinta<br />
Arlequín, la colección Plandiura y y tres piezas; para cada una se<br />
la serie de grabados Las<br />
aporta una ficha explicativa.
43<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
la Casa Museo de Port Lligat y el<br />
Montevideo contiene abundante<br />
Castel Gala Dalí de Pubol.<br />
información sobre el pintor y su<br />
www.fundaciomiro-bcn.org<br />
obra e incluye una selección de sus<br />
La Fundación Joan Miró ha<br />
textos teóricos más conocidos<br />
reunido más de catorce mil piezas<br />
–Constructivismo orgánico, La<br />
de todas las épocas del artista<br />
recuperación del objeto–.<br />
–mediante depósitos y<br />
www.ignaciozuloaga.com<br />
donaciones–, desde su formación<br />
Página dedicada a Ignacio<br />
en Barcelona y los primeros<br />
Zuloaga que proporciona una<br />
contactos con las vanguardias.<br />
biografía, indica la ubicación de<br />
Permite consultar una selección<br />
sus obras en diversos museos y<br />
de obras, con notas explicativas.<br />
una selección virtual de las<br />
www.museojulioromero.com<br />
mismas. Se ofrece también<br />
El Ayuntamiento de Córdoba es<br />
información sobre los museos del<br />
el depositario de la colección del<br />
pintor: la Casa Museo de Zumaya<br />
Museo Julio Romero de Torres,<br />
y el Museo de Pedraza de la<br />
cuya página reúne datos variados<br />
Sierra.<br />
Salvador Dalí en Cadaqués<br />
sobre su biografía y su familia y<br />
propone una visita virtual o la<br />
www.fundacionbancosantander.<br />
com<br />
posibilidad de descargarla en<br />
La colección de la Fundación<br />
vídeo. La obra del pintor<br />
Banco de Santander permite<br />
responde a una cuidada<br />
realizar una visita virtual para<br />
clasificación completada por<br />
contemplar obras representativas<br />
www.ivam.es<br />
www.salvador-dali.org<br />
datos de cada lienzo.<br />
de fin de siglo español.<br />
El IVAM se ha centrado en los<br />
La Fundación Gala-Salvador Dalí<br />
www.rusinolsitges.com<br />
Acompañan a las obras una<br />
orígenes del arte moderno,<br />
ofrece a través de sus puertas de<br />
En 2006 –75 aniversario del<br />
biografía de cada artista y una<br />
representado, entre otros, por<br />
enlace –Dalí– acceso a la<br />
fallecimiento de Santiago<br />
ficha explicativa.<br />
Ignacio Pinazo, Julio González y<br />
biografía del autor y, en 2004,<br />
Rusiñol–, el Ayuntamiento de<br />
www.fundacion.telefonica.com/a<br />
Joaquín Sorolla. Para consulta de<br />
comenzó a publicar el catálogo<br />
Sitges reunió datos diversos en<br />
rte_tecno/colecciones/arte.html<br />
sus fondos por Internet se<br />
razonado de su obra pictórica,<br />
torno a la figura del “señor del<br />
La colección de arte de la<br />
necesita autorización del museo.<br />
que abarca en la actualidad<br />
Cau Ferrat” –la casa-taller de<br />
Fundación Telefónica cuenta en<br />
www.museosorolla.mcu.es<br />
desde 1910 hasta 1939 y se irá<br />
Rusiñol–, que convirtió a la<br />
su haber con obras de Vázquez<br />
La Casa Museo Sorolla de Madrid<br />
ampliando en los próximos años.<br />
ciudad en centro de referencia<br />
Díaz, Torres García y Picasso, entre<br />
expone obras y ofrece fichas<br />
La web da cabida también a<br />
del movimiento modernista<br />
otros, y una sección muy completa<br />
explicativas de una selección de<br />
espacios relacionados con el<br />
catalán.<br />
sobre Juan Gris y el cubismo.<br />
óleos del artista, así como de su<br />
pintor, como el Teatro Museo Dalí<br />
www.torresgarcia.org.uy<br />
Proporciona información<br />
colección de cerámica.<br />
y el Museo Dalí-Joyas de Figueras,<br />
La web del Museo Torres García de<br />
abundante de los artistas.
44<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Glosario<br />
Academias y escuelas<br />
de Bellas Artes<br />
Las academias y escuelas de Bellas Artes se<br />
establecen en el siglo XVIII con la intención<br />
de formalizar los estudios artísticos (pintura,<br />
escultura, arquitectura). La Real Academia de<br />
Bellas Artes de San Fernando se crea en 1744<br />
para “promover el estudio y cultivo de las tres<br />
Nobles Artes, Pintura, Escultura y Arquitectura,<br />
estimulando su ejercicio y difundiendo<br />
el buen gusto artístico con el ejemplo y doctrina”;<br />
la docencia se impartía en la Escuela<br />
Especial de Pintura, Escultura y Grabado. La<br />
Real Academia de Bellas Artes de San Carlos<br />
–antes Academia de Santa Bárbara– de Valencia<br />
se funda en 1754. La Real Academia de<br />
Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, en<br />
Sevilla, comienza como escuela de pintura,<br />
dibujo y escultura en 1759. En Barcelona se<br />
establece en la Llotja de Mar la Escola Gratuïta<br />
de Disseny (1775), conocida como Escuela<br />
de la Llotja; a comienzos del siglo XX, la sección<br />
académica se separa y pasa a llamarse<br />
Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de<br />
Sant Jordi. Academias y escuelas atrajeron a<br />
finales del siglo XIX a la mayoría de los artistas<br />
de nuestra exposición: Meifrèn, Mir, Nonell,<br />
Sunyer, Modest Urgell –que también fue profesor–<br />
y su hijo Ricard, y los más jovenes<br />
Hugué, Miró, Torres García o el propio Picasso<br />
estudiaron en la Llotja. Picasso también lo hizo<br />
en Madrid, como Regoyos, Vázquez Díaz, Dalí<br />
o Gris.<br />
Cafés y tertulias<br />
A finales del siglo XIX, la presencia del escritor<br />
en la sociedad se hace más notoria por su<br />
participación en la prensa; su figura se transforma<br />
en la del intelectual que adquiere un<br />
compromiso político y que se populariza por<br />
su asidua concurrencia a los cafés y a su participación<br />
en tertulias de toda índole. Dadas<br />
con frecuencia a acaloradas discusiones, las<br />
tertulias fueron un espacio donde polemizar<br />
pero también un laboratorio de ideas en los<br />
que surgirían nuevas propuestas artísticas y<br />
literarias durante la llamada Edad de Plata de<br />
nuestra cultura. El esplendor de las tertulias<br />
llega a Madrid con el 98, El Gato Negro –calle<br />
del Príncipe–, el Nuevo Café de la Montaña<br />
–Puerta del Sol– o el Café de Madrid –calle<br />
Alcalá– convocaron a la bohemia noctámbula<br />
de la capital y reunían a personalidades<br />
como Azorín, Unamuno, Benavente, Maeztu,<br />
Ricardo Baroja, Rubén Darío o Valle-Inclán, verdadero<br />
agitador cultural hasta las primeras<br />
décadas del siglo XX. El Nuevo Café de Levante<br />
–calle Arenal– recogió el testigo del anterior,<br />
donde de nuevo Valle-Inclán ejercía un<br />
magisterio más estimulante que el académico<br />
y que atrajo a artistas como Romero de<br />
Torres, Regoyos, Rusiñol, Zuloaga, Mir, Piñole,<br />
Viladrich o Picasso y a escritores como Azorín,<br />
Baroja, Darío y Machado. Igualmente<br />
famoso fue el Café Botillería del Pombo –calle<br />
Carretas–, inmortalizado por Gutiérrez Solana<br />
en La tertulia del café Pombo (1920). Entre<br />
otros, están retratados Manuel Abril, José Bergamín,<br />
Mauricio Bacarisse y Ramón Gómez de<br />
la Serna, que presidía la tertulia de los sábados.<br />
Los cafés siguieron siendo un foco de efervescencia<br />
cultural durante las vanguardias y<br />
promovieron revistas y manifiestos. Después<br />
de la Guerra Civil y por la presión de la dictadura<br />
su actividad entró en declive.<br />
Els Quatre Gats (1897-1903)<br />
Casa de comidas y música en vivo de Barcelona<br />
que convocó a numerosos artistas e intelectuales<br />
atraídos por su ambiente novedoso,<br />
evocador del conocido local parisino, Le Chat<br />
Noir. Lo importante era el alimento del espíritu<br />
más que la comida, como decía Rusiñol.<br />
Impulsó tertulias que pretendían arreglar el<br />
Pablo Picasso<br />
Croquis para el menú<br />
de Els Quatre Gats, 1899-1900<br />
mundo, en palabras de Pere Romeu, su dueño,<br />
que cedía el local a los artistas –aquí realiza<br />
Picasso su primera exposición–, que colaboraban<br />
con cuadros –el tándem de Casas,<br />
autor también de los carteles– o, como Picasso,<br />
diseñando la portada del menú, presente en<br />
la muestra. Durante 1899 editó quince números<br />
de la revista Quatre Gats, para dar a conocer<br />
las obras de sus artistas habituales, que<br />
también colaboraban en su grafismo. En su<br />
último número anuncia una nueva publicación,<br />
Pèl y Ploma, dibujada íntegramente por<br />
Ramón Casas, portavoz del modernismo.<br />
Naturalismo, modernismo<br />
y simbolismo<br />
El siglo XIX es una época entrecruzada de<br />
movimientos artísticos que comienzan con el<br />
romanticismo y el realismo y continúan con<br />
el impresionismo o el simbolismo. Podría<br />
resultar estéril definir los límites entre estas
45<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Santiago Rusiñol<br />
Grand Bal, 1891<br />
tendencias que, en síntesis, derivan de la contraposición<br />
entre una concepción idealista o<br />
realista del arte. En lo que respecta a la España<br />
finisecular, la crítica coincide en señalar tres<br />
corrientes básicas: naturalismo luminista,<br />
modernismo y simbolismo, que conviven o de<br />
las que parten manifestaciones tardorrománticas,<br />
postimpresionistas o decadentistas.<br />
El naturalismo cree en una representación<br />
Daniel Vázquez Díaz<br />
La Alameda de Fuenterrabía, 1918-1920<br />
fidedigna de la naturaleza mientras que el<br />
simbolismo intenta hacer visible lo invisible,<br />
reflejar ideas espirituales a través de escenas<br />
y objetos reales. La estética simbolista confluía<br />
con diversas corrientes: decadentismo, esteticismo,<br />
prerrafaelismo, el culto a la belleza,<br />
la admiración por Wagner, por los maestros<br />
primitivos italianos y por El Greco, la exaltación<br />
de la fantasía y el sueño. El modernismo<br />
serviría de vehículo para liberar la expresión<br />
ante las limitaciones académicas, no tenía<br />
una doctrina común: habría que hablar más<br />
de modernistas que de modernismo. Entre los<br />
autores que estudiaríamos en una u otra tendencia,<br />
Casas y Rusiñol serían representativos<br />
del modernismo, Sorolla del naturalismo luminista<br />
y Romero de Torres estaría cercano al<br />
simbolismo.<br />
Noucentisme<br />
Término acuñado por Eugenio d'Ors para referirse<br />
a un grupo de artistas e intelectuales que<br />
pretendían la renovación de la cultura catalana<br />
y su equiparación a nivel europeo. Los<br />
autores noucentistas recuperaron el espíritu<br />
de la Renaixença, buscaban la belleza y la perfección<br />
formal y el redescubrimiento del Mediterráneo<br />
para retornar a lo primitivo y esencial.<br />
Torres García teoriza sobre el noucentismo<br />
en 1907: recomienda volver a la tradición del<br />
arte mediterráneo dejando de lado el impresionismo<br />
francés, el prerrafaelismo inglés y<br />
el simbolismo. Joaquim Sunyer es su representante<br />
pictórico más conocido.<br />
Revistas y crítica literaria<br />
En el fin de siglo se generaliza la producción<br />
de revistas relacionadas con el arte y la literatura<br />
que intentan llevar a sus páginas postulados<br />
artísticos, noticias y críticas. Eran publicaciones<br />
periódicas que solían tener una<br />
duración efímera y apoyaban una determinada<br />
forma de entender el arte. Entre ellas,<br />
la revista Luz (1897-1898) se convirtió en portavoz<br />
del modernismo y Arte joven (1901), con<br />
dirección artística de Picasso, animaba al eclecticismo<br />
y a una crítica mordaz y variopinta<br />
–arte, toros, teatro, literatura– entre dibujos<br />
de los artistas del momento y sobre todo de<br />
Picasso –ambas pueden ser consultadas en<br />
www.cervantesvirtual.com–. Con otro sentir<br />
nacería Hermes (1917-1922), impulsada por la<br />
burguesía nacionalista para potenciar las actividades<br />
culturales del País Vasco y ayudar a su<br />
modernización. Juan de la Encina, seudónimo<br />
de Ricardo Gutiérrez Abascal (1888-1963), era<br />
su crítico de arte; de carácter conservador y antivanguardista,<br />
llegó a dirigir el Museo Nacional<br />
de Arte Moderno, de Madrid, desde 1931 hasta<br />
el estallido de la Guerra Civil.<br />
Vanguardias<br />
Dos son los movimientos que podríamos considerar<br />
dentro de una primera etapa de la vanguardia:<br />
cubismo y fauvismo. Este último deriva<br />
del término fauve, que alude al uso de<br />
colores exagerados, salvajes. El fauvismo tuvo<br />
una corta duración –aproximadamente, de<br />
1904 a 1908–, pero revolucionó la concepción<br />
del color en el arte contemporáneo: empleaba<br />
tonos puros, violentos y arbitrarios aplicados a<br />
pinceladas bruscas para lograr valores pictóricos<br />
puramente nuevos en dibujos de trazos<br />
marcados; tiene sus precedentes en el postimpresionismo<br />
–Van Gogh, Gauguin– y su principal<br />
representante artístico era Henri Matisse.<br />
El cubismo proponía representar la realidad de<br />
un modo simultáneo. Desarrollado por Picasso<br />
y Braque hacia 1907, se considera que Las señoritas<br />
de Avignon marcan el punto de partida<br />
de esta corriente.<br />
Partiendo de los últimos trabajos de Cézanne<br />
–que buscaba plasmar en cuadros sucesivos<br />
diferentes puntos de vista del mismo motivo–<br />
y de la síntesis formal que aportaban las<br />
máscaras tribales del arte africano, el cubismo<br />
intentaba reflejar en el lienzo distintas perspectivas<br />
del objeto; esto produciría una re-presentación<br />
fragmentada y secuencial. Al principio<br />
se restringió a una gama de colores fríos<br />
–grises, marrones, verdes– y después se enriqueció<br />
al incorporar la técnica del collage,<br />
haciendo que cualquier elemento encontrado<br />
o buscado pudiera formar parte de la obra. La<br />
pintura postcubista terminó derivando hacia<br />
la abstracción e influyó notablemente en la<br />
evolución de nuevas formas de abordar el tratamiento<br />
de la realidad en el arte.
46<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Joaquín Sorolla<br />
María pintando en El Pardo, 1907<br />
Óleo sobre lienzo, 80 x 106 cm<br />
Colección particular
47<br />
cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Pieza de toque<br />
Sorolla:<br />
María pintando en El Pardo<br />
María Dolores Jiménez-Blanco<br />
Entre febrero y mayo de 1907 una exposición itinerante de obras<br />
de Sorolla recorre las ciudades de Dusseldorf y Colonia. Todavía no<br />
había tenido lugar su apoteósis neoyorquina, que vendría de la mano<br />
de la exposición que Archer Milton Huntington organizó en la Hispanic<br />
Society, y que le consagró internacionalmente. Pero ya era<br />
un pintor de gran prestigio. Sorolla, sin embargo, no acompañó a<br />
su obra con ocasión de aquella importante gira. La razón: su hija<br />
María había caído enferma. Por ello, la familia Sorolla decidió pasar<br />
una temporada en El Pardo y La Granja, cerca de Madrid, donde el<br />
pintor realizó paisajes y escenas de jardín, al tiempo que trabajaba<br />
en algunos retratos. Es entonces cuando realiza éste de su hija María,<br />
a la que antes había retratado, con un espíritu muy diferente, en<br />
María enferma: una composición de fuerte asimetría, a cuya derecha<br />
aparece una María taciturna y ensimismada, envuelta en mantas frente<br />
a un paisaje aún invernal y silencioso, como suspendido en el tiempo,<br />
en donde un tono sombrío expresaba cromáticamente la desazón<br />
de la enfermedad. Por el contrario, en María pintando en El Pardo<br />
todo alude a la felicidad recobrada: María se ha recuperado de su<br />
enfermedad, igual que el campo del fondo, cuyo estruendoso colorido<br />
anuncia que, con la primavera, la naturaleza ha vuelto a la vida.<br />
Sorolla retrata a su hija pintando, radiante y serena, con una gran<br />
sombrilla clara a sus espaldas. Todo el cuadro transpira optimismo.<br />
Se ha dicho que en la obra madura de Sorolla predominan los<br />
retratos femeninos, y se ha comentado, no sin razón, que la suya es<br />
una visión siempre amable, enaltecedora, muy lejana de la desmitificadora<br />
mirada de su contemporáneo Degas. Pero María pintando<br />
en El Pardo es, dentro de sus retratos femeninos, un cuadro especial:<br />
no se trata sólo de reproducir de forma más o menos halagadora<br />
los agraciados rasgos físicos de su hija, dulcificados además por la<br />
euforia de su recuperación. Por el contrario, deberíamos situar este<br />
lienzo en un contexto muy específico: el de los cuadros protagonizados<br />
por pintores o, lo que es lo mismo, el de la mirada de un<br />
artista sobre otro. En los años finales del siglo XIX y primeros del XX<br />
otros pintores retrataron a sus colegas, considerándolos compañeros<br />
de fatigas y de aspiraciones. Un caso paradigmático es el célebre cuadro<br />
Retratándose, que Santiago Rusiñol y Ramón Casas pintaron al<br />
alimón hacia 1890. Por lo general, lo que se retrata es el gesto del<br />
artista, su acción, pero raras veces se nos permite contemplar la imagen<br />
que están creando. Sorolla retrata con gran cercanía afectiva a<br />
su hija, que debe trabajar en una pequeña tabla apoyada en la tapa<br />
de su caja de pinturas. Quizá también con algo de condescendencia.<br />
María, que tenía entonces diecisiete años, había comenzado a<br />
pintar unos años antes en el estudio de su padre. Es cierto que la<br />
afición a la pintura podría entenderse como las aficiones propias de<br />
una jovencita bien educada. Sin embargo, el hecho mismo de representar<br />
a María trabajando en el mismo campo en el que su padre<br />
había triunfado profesionalmente, podría interpretarse como un<br />
gesto de modernidad en sí mismo: una joven de diecisiete años podía,<br />
al menos teóricamente, emprender el mismo camino profesional<br />
de su padre, emularlo artísticamente. Sin embargo, algo más tarde<br />
María contraería matrimonio con otro de los discípulos de su padre:<br />
Francisco Pons Arnau. La tozuda realidad sociocultural de la época<br />
se impuso y, como ocurriría a tantas otras mujeres artistas de la primera<br />
mitad de siglo, María relegaría su actividad artística.<br />
Seguramente un poco más tarde Sorolla vuelve a retratar a María<br />
de paseo y vestida de blanco en los jardines de La Granja. Lleva una<br />
sombrilla plegada y todo parece indicar que la enfermedad ha quedado<br />
decididamente atrás. Al año siguiente, Sorolla reemprendería<br />
sus viajes por España y Europa tanto para pintar como para asistir<br />
a las inauguraciones de sus cada vez más exitosas exposiciones.
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cuadern o [ <strong>34</strong><br />
Próxima exposición<br />
Max Ernst. Una semana de bondad<br />
5 de febrero - 24 de mayo 2009Pardo<br />
Max Ernst<br />
La cour du dragon 10, Une Semaine de Bonté<br />
Madrid, 26 de marzo de 1936. La obra de Max Ernst que encarna la culminación de la<br />
novela collage se expone por primera y única vez en Madrid en los bajos de la Biblioteca<br />
Nacional. De los 184 collages originales que la forman, cinco no se mostraron. En la<br />
prensa de la época para comentar la obra se aludía a la sentencia de Goya: "El sueño de<br />
la razón produce monstruos". Los collages que Max Ernst realizó durante un viaje de<br />
tres semanas en Italia plasman toda la fantasía, las obsesiones y los "monstruos" del<br />
pensamiento surrealista. Con ella Max Ernst rompe las fronteras entre géneros y técnicas<br />
y convierte Una Semana de bondad en una de las cumbres del movimiento que<br />
abandera. La obra resulta de una vigencia absolutamente consolidada y esto pone de<br />
manifiesto la evidente clarividencia de Juan de la Encina al exponerla en 1936. Mediante<br />
la exposición hoy completa de los 184 collages originales recuperamos para el público<br />
unas obras que raramente viajan por su extrema fragilidad, y que siguen manteniendo<br />
toda la intensidad y la fuerza del momento en que fueron creadas. Probablemente el<br />
surrealismo sea uno de los movimientos que nunca ha perdido su vigencia y que a día de<br />
hoy sigue siendo una fuente de inspiración viva, fresca y contemporánea como pocas.