descargar - Instituto Nacional del Teatro
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Un Creador<br />
Santiago Loza<br />
Una Obra<br />
El tiempo todo entero<br />
Hace unos meses que trato de escribir sobre la<br />
obra El tiempo todo entero de Romina Paula.<br />
Intento y no puedo. Como si fuera inútil o imposible<br />
describir algo que se siente. Como si al<br />
describirlo no se pudiera ser fiel a lo vivido. Tal<br />
vez sería más honesto confesar el enamoramiento<br />
que la obra me produce. No recuerdo me haya<br />
sucedido algo así, en el teatro, muchas veces.<br />
Como si la obra fuera para uno. Como si nos<br />
hablase al oído. Como un encuentro. Y la experiencia<br />
fuese intransferible y escapara de todo<br />
análisis. Como no se puede explicar por qué adoramos<br />
canciones imposibles y nos reímos o lloramos<br />
sin razón a veces. Esta inutilidad tiene lo<br />
que ahora escribo.<br />
Podría decir por ejemplo, para explicar algo, que<br />
la obra se basa en El zoo de cristal de Tenessee<br />
Williams. Toma su corazón dolido. Una madre,<br />
una hija particular, un hermano, un visitante.<br />
Cuatro personajes que se vinculan en un espacio<br />
interno. Romina Paula es alguien que leyó<br />
amorosamente ese texto y lo reescribe con cuidado<br />
y riesgo. Y lo vuelve contemporáneo, actual.<br />
También podría decir que la obra tiene a cuatro<br />
actores sublimes. Y estaría de más hablar de cada<br />
uno de ellos. Son extraordinarios hace tiempo,<br />
lo sabemos. Pero aquí son piezas frágiles y hermosas<br />
en su minuciosa construcción. Es injusto<br />
hablar de alguno cuando son los cuatro los que<br />
alumbran y completan al otro. Pero cometo la injusticia.<br />
Así como adoro el personaje de Laura en<br />
la obra de Williams, el personaje de Pilar Gamboa<br />
nos arrasa. Ella y su personaje. Su decisión férrea<br />
de no salir, su mundo de internet y afectos. Su<br />
tiempo. Pilar Gamboa es una actriz enorme. No<br />
podemos dejar de mirarla con asombro y se podría<br />
escribir páginas de todo lo que ocurre cuando<br />
mueve sus manos, cuando mira; pocos actores<br />
han expresado tanto con mínimos movimientos.<br />
Ella vuelve milagrosa la experiencia.<br />
Podría decir además que la puesta es perfecta.<br />
Pero es una palabra helada y no se ajusta a lo que<br />
uno ha visto. La luz, que se torna irreal, ensoñada<br />
y el espacio. Un espacio hecho <strong>del</strong> detalle exacto.<br />
El piso, lo que falta. El retrato <strong>del</strong> padre de Frida<br />
Kahlo. Las figuritas de madera en un costado, los<br />
vestidos, un grabador, el libro que cae. Ese mundo<br />
singular armado con preciosos elementos.<br />
O se podría hablar una y otra vez <strong>del</strong> texto. De<br />
la <strong>del</strong>icadeza con la que Romina Paula trabaja el<br />
lenguaje y nos permite redescubrirlo. Pero no es<br />
suficiente. Habría que decir además que trata lo<br />
entrañable, la pérdida, lo que no podemos nombrar<br />
o decir porque duele de tan cercano.<br />
Y aclarar que se trata, como lo indica su título,<br />
de una obra sobre el tiempo. Y la dirección hace<br />
un trabajo insólito con lo temporal. El tiempo<br />
se suspende, se acelera, se corta. Romina Paula<br />
narra con la materia <strong>del</strong> tiempo, pone canciones<br />
enteras, instala espacios entre las frases, como<br />
huecos en donde los que miramos caemos, nos<br />
dejamos cautivar, nos perdemos, de la manera<br />
más dulce.<br />
Acontece una especie de olvido al ver la obra.<br />
Un arrebato emocional.<br />
Hacia el final, cuando ya no alcanzan las palabras.<br />
Resuelve el silencio. Como si los personajes<br />
ya no pudieran articular lo que sienten.<br />
Uno podría decir todas estas cosas pero no es<br />
suficiente. El tiempo todo entero es una obra única<br />
y conmovedora.<br />
Vuelvo al final de la obra. He vuelto, con el recuerdo,<br />
muchas veces a ese final desde que la vi.<br />
El final resuelto por la puesta. Los personajes vulnerados,<br />
bellos y tristes. Sin poder decir algo. En<br />
ese final, ahí mismo, en ese presente, nosotros,<br />
espectadores, nos quisiéramos quedar. Allí, con<br />
ellos. No salir afuera. Que la obra no termine.<br />
Tomar esa bebida con ellos. Acompañarlos en su<br />
pena y consolarlos.<br />
Uno podrá decir todo esto. Pero es innecesario.<br />
Lo mejor sería invitar a que se vea. A que viva en<br />
cada uno de los que la puedan transitar. Con eso<br />
basta. Contemplar y hacer silencio.<br />
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