AGRICULTURAS AFRICANAS Y MERCADO MUNDIAL - eFaber
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eneficios, sino que se revelan también absolutamente necesarias por razones de<br />
simple eficacia económica.<br />
La infrautilización de la tierra y las débiles producciones por hectárea<br />
observadas en las propiedades muy grandes son resultado del interés de los<br />
propietarios por maximizar sus tasas de beneficios recurriendo lo menos posible a la<br />
mano de obra asalariada, considerada demasiado costosa. De esta manera, no dudan<br />
en sustituir en cuanto pueden esta fuerza de trabajo por potentes máquinas, sin<br />
preocuparse por saber si los trabajadores afectados podrán o no encontrar trabajo en<br />
otra parte. Para amortizar lo más rápidamente posible estas inversiones y para<br />
rentabilizar al máximo sus importantes inmovilizaciones de capital fijo, los<br />
responsables de las grandes explotaciones tienen interés en especializar sus sistemas<br />
de producción con el riesgo de poner en marcha cada vez una sola actividad<br />
(monocultivo, ganadería especializada, etc.) y ni siquiera respetar algunos principios<br />
agronómicos elementales: rotación de cultivos, rotaciones diversificadas,<br />
asociaciones de agricultura con ganadería, etc. Los propietarios de explotaciones<br />
muy grandes disponen de hecho de los medios financieros necesarios para una<br />
intensificación de sus sistemas agrícolas o ganaderos pero, sencillamente, no tienen<br />
interés, prefieren invertir sus capitales disponibles en actividades menos arriesgadas<br />
y más lucrativas: comercio, turismo, especulación inmobiliaria, etc.<br />
Al contrario, los campesinos que sólo tienen acceso a pequeñas parcelas<br />
tendrían mucho interés en intensificar cada vez más sus sistemas de producción para<br />
conseguir beneficios superiores sobre la poca superficie de la que disponen, pero<br />
estos agricultores, generalmente, no tienen los medios financieros ni materiales que<br />
necesitarían y por lo tanto no consiguen hacer el mejor uso de su propia fuerza de<br />
trabajo familiar a la cual les es difícil asegurar el pleno empleo en parcelas<br />
excesivamente exiguas. Es difícil en tales condiciones aumentar la producción<br />
agrícola porque los campesinos que tendrían interés en producir más no tienen los<br />
medios y los latifundistas que tienen los medios no tienen interés. La pobreza que<br />
predomina en las zonas donde todavía están encerrados los campesinos cuyos padres<br />
han sido víctimas del apartheid no permite a penas ampliar el mercado interior para<br />
las industrias nacionales. La industrialización del África austral se encuentra<br />
efectivamente en condiciones muy problemáticas por las desigualdades extremas de<br />
las rentas que existen en la región. La puesta en marcha de reformas agrarias<br />
destinadas a repartir mejor la tierra agrícola y a aumentar así las rentas podría<br />
resultar favorable al campesinado.<br />
Lo urgente es redistribuir las tierras de los grandes propietarios actualmente<br />
infrautilizadas entre los campesinos minifundistas y obreros agrícolas sin tierras<br />
para crear nuevas explotaciones de carácter familiar comerciales, de talla media.<br />
Pero la experiencia de Zimbabwe nos recuerda que una reforma agraria no puede<br />
limitarse sólo a esta redistribución de las tierras, sino que debe también actuar de<br />
modo que los campesinos beneficiarios tengan también acceso a los créditos, a los<br />
insumos y a los equipamientos necesarios para aumentar su producción y sus<br />
rentas. Es importante también dejar una total autonomía a estos campesinos para que<br />
decidan por ellos mismos las rotaciones de cultivos y los tipos de ganadería a<br />
introducir en sus nuevas explotaciones. Los campesinos que trabajan en sus propias<br />
explotaciones son los que han de elegir los sistemas de cultivo y de ganadería más<br />
rentables y adaptar permanentemente sus itinerarios técnicos en función de las<br />
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