cronica-ambiental-08
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Foto | Jillian Mitchell.<br />
40 años, cuando se asentaron de forma ilegal en la zona federal,<br />
sobre un bordo que data de los años 70 del siglo XX, y que desde<br />
entonces había funcionado como “protector contra inundaciones”<br />
en San Pancho, una aldea de pescadores devenida a conejillo<br />
de indias por un experimento socialista apadrinado por el<br />
expresidente Luis Echeverría Álvarez, el cual quedó condenado<br />
al fracaso prácticamente al día siguiente de que dejara el poder,<br />
en 1976. Todo San Pancho contiene edificaciones notables de<br />
ese breve periodo de auge, tras el que volvió el anonimato provinciano,<br />
interrumpido de nuevo por la irrupción del turismo<br />
bajo la marca Riviera Nayarit.<br />
“Antes del desastre de 2010 tenía una huertita allí abajo,<br />
con vástagos de plátano, con maicito, un espacio para mis gallinitas.<br />
No sólo se los llevó el agua, sino que ya no se puede<br />
sembrar nada porque se fue el suelo. Hoy sólo hay piedras y<br />
nada crece que valga la pena”, señala el hombre moreno, recio<br />
y bajito, de mirada torva, astuta, pero que no resiste una buena<br />
conversación para reírse un poco a costa de sus vecinos,<br />
los compradores de fraccionamientos residenciales que han<br />
invertido miles de dólares para espacios de descanso y recreación,<br />
hoy amenazados.<br />
El de 2010 a que alude Natalio es un temporal que ha dejado<br />
huella: destrucción de caminos, derribamiento de puentes,<br />
inundaciones de fincas, arrasamiento de chozas y ahogamiento<br />
de ganado en tres días de pesadilla. El daño se potenció debido<br />
a las modificaciones a la cuenca conformada por cinco arroyos:<br />
desde la deforestación de las partes altas hasta el desvío de corrientes,<br />
estrechamiento con muros y gaviones, “acciones totalmente<br />
al margen del sentido común, no digamos la prevención<br />
de desastres”, subraya Érik Saracho Aguilar, <strong>ambiental</strong>ista y<br />
uno de los líderes informales del poblado. El gobierno federal<br />
iba a declarar zona de desastre en toda la región, pero los empresarios<br />
del turismo lo impidieron porque “dañaba la imagen”<br />
del destino.<br />
Inmobiliaria San Pancho —razón social de la empresa que<br />
construye con autorizaciones de la Comisión Nacional del Agua<br />
(Conagua) y de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos<br />
Naturales (Semarnat)— ha montado el nuevo bordo con una<br />
anchura de tres metros, que parte la zona federal y deja espacios<br />
pantanosos a ambos lados. Al Este, se seguirá recibiendo el agua<br />
que baje de la cuenca; la zona Oeste, poco más de media hectárea,<br />
quedó atrapada entre terrenos elevados, lo que la destina<br />
a ser rellenada para la expansión del terreno contiguo, donde<br />
la firma constructora tiene planteado establecer casas para turistas…<br />
siempre que las aguas, que algunos aseguran que son<br />
memoriosas, no reconozcan su lugar original.<br />
Esa es la parte medular del problema: un desbordamiento<br />
no sólo pone en riesgo a las nuevas fincas; se lleva de corbata a<br />
San Pancho, que se acostumbra lentamente a la volubilidad del<br />
clima y a las consecuencias del mal manejo del territorio.<br />
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