cronica-ambiental-08
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PARALIPÓMENOS<br />
De la imposibilidad de un<br />
contrato natural (II)<br />
ven problemas. Quizá cueste trabajo creer que en el país<br />
nórdico, los alumnos tienen pocas horas de clases, tareas<br />
mínimas y deambulan por los salones sin uniforme… y<br />
sin zapatos.<br />
Un aspecto clave es la atención especial que se le otorga<br />
a la formación de su planta docente. El gobierno cerró<br />
el 80% de las escuelas de Pedagogía y Educación, dejando<br />
sólo las mejores. En un país como Finlandia donde la clase<br />
media es mayoría, los profesores, que reciben un sueldo tan<br />
bueno como el de un ingeniero o abogado, requieren el nivel<br />
de maestría para impartir clases.<br />
Desde que comenzaron a aplicarse, Finlandia ha<br />
ocupado los primeros lugares en las pruebas del Programa<br />
para la Evaluación Internacional de Alumnos (pisa,<br />
por su siglas en inglés), hecho que contrasta con el presupuesto<br />
que el gobierno destina a la educación, que no<br />
figura entre los más altos. Pero, sin duda, el logro más importante<br />
del sistema educativo finlandés, más allá de pruebas<br />
y escalafones, es formar ciudadanos innovadores y, por<br />
qué no decirlo, felices.<br />
¿Qué habría que hacer<br />
en México siguiendo el<br />
ejemplo finlandés?<br />
Distribuir estratégicamente los recursos destinados a la<br />
educación. En la actualidad México invierte un porcentaje<br />
de su Producto Interno Bruto muy similar al de Finlandia;<br />
sin embargo, las posiciones de ambos países en<br />
el índice de educación de la OCDE son diametralmente<br />
opuestas. Es necesario ampliar el margen de maniobra<br />
del presupuesto que el Gobierno Federal otorga a la Secretaría<br />
de Educación para atender rubros hasta ahora<br />
desfavorecidos como la capacitación de los maestros, el<br />
fomento de la cultura educativa o el impulso a la infraestructura<br />
escolar. Todo ello, teniendo una idea clara sobre<br />
qué es lo que implica una enseñanza eficaz de acuerdo<br />
con la realidad de nuestro país.<br />
POR DANIEL SÁNCHEZ POITEVIN / @Dapoitevin<br />
Decíamos en la columna anterior que términos como<br />
naturaleza, sustentabilidad, cambio climático, etcétera,<br />
se han vuelto nociones de uso común que más que informarnos<br />
y alfabetizarnos sobre la emergencia <strong>ambiental</strong>, nos<br />
alejan de ella, al ser conceptos vacíos dentro de una narrativa<br />
ideologizada y despolitizada. La falta de una crítica de<br />
sus propios términos han vuelto al <strong>ambiental</strong>ismo (incluida<br />
buena parte de la ciencia y política) más una religión que un<br />
organismo crítico y racional. Se trata de explorar las posibilidades<br />
de politizar, de devolver el debate público a la realidad<br />
mundial, no de negar los problemas <strong>ambiental</strong>es actuales ni<br />
sus posibles consecuencias.<br />
El filósofo esloveno Slavoj Žižek plantea en su libro<br />
¡Bienvenidos a tiempos interesantes! de qué modo un desastre<br />
natural no sólo es un evento condicionado por procesos<br />
sociales, sino que en su mayoría somos los culpables de que<br />
dichos sucesos existan. En sentido estricto, la Tierra no tiene<br />
desastres; no es que una erupción volcánica suceda para<br />
destruir bosques y fauna, o que las inundaciones anuales del<br />
Nilo antes de la humanidad causasen pérdidas incuantificables<br />
en las colonias de insectos que habitaban en la vera del<br />
río. Incluso con seres humanos de por medio, no es lo mismo<br />
un terremoto arriba de siete grados Richter en Japón que en<br />
Haití. El desastre está condicionado a situaciones sociales<br />
muy específicas, es casi un evento sociopolítico.<br />
No se quiere decir con esto que no pueda haber un evento<br />
planetario catastrófico, sino que nuestro modo de afrontar<br />
y entender los fenómenos naturales no debe ser desde una<br />
perspectiva <strong>ambiental</strong>, al modo de una naturaleza desbocada<br />
por una desincronización climática que la actividad humana<br />
provoca, sino desde la perspectiva política, asumiendo<br />
que las causas y consecuencias son en buena medida un<br />
producto humano. Dice Žižek en el libro antes citado: “El<br />
verdadero culpable no es la BP [British Petroleum] (aunque,<br />
para evitar cualquier malentendido, creemos que debe ser<br />
castigada lo más severamente posible), sino la demanda que<br />
nos empuja a una producción de petróleo que se desentiende<br />
de las consideraciones <strong>ambiental</strong>es”.