cronica-ambiental-08
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MIS PRIMEROS DESASTRES<br />
POR GEORGINA HIDALGO VIVAS | @cactodeasfalto<br />
1Fue justo cuando empezó lo del Segundo Piso. El día que<br />
exhibieron las grúas en el Zócalo se decidió hacer la acción.<br />
Estaban HumanOmar, Tom Dieussaert, Xavier Treviño, el<br />
Abocleto, Javi Nofriegues, Ricardo Salas, Agustín Martínez,<br />
Álvaro la Rana y otros 10 más, a los que esporádicamente me<br />
unía para rodar desde El Ángel.<br />
Con la nota del diario Reforma sobre la ruta que seguía el<br />
jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador, Tom y Xavier<br />
monitorearon los puntos por donde pasaba el modesto<br />
Tsuru blanco. Durante una semana ubicaron calles y horas,<br />
y así se decidió interceptarlo a la altura de 20 de noviembre y<br />
Venustiano Carranza.<br />
Una tarde de principios de 2002, luego de varias rondas de<br />
cerveza en una cantina de la Roma, tomó forma el bicisecuestro<br />
del Peje, y con ello uno de lo capítulos inaugurales de la<br />
historia del ciclismo urbano en la ciudad de México.<br />
En la madrugada, divididos en dos guardias —una en Izazaga<br />
y otra en 20 de noviembre— esperaron ansiosos a que el<br />
Tsuru pasara. Todos estaban frotándose las manos; unos por<br />
frío, otros de puro gusto maquiavélico. Tom ubicó el auto y se<br />
fue pedaleando a su lado. Cuando los demás lo vieron venir,<br />
comenzó el encapsulamiento. Tres ciclistas le cerraron el paso,<br />
cuatro más a los lados, y otros tres atrás. El coche disminuyó<br />
la velocidad y dio la vuelta al Zócalo entre una nube de ciclistas.<br />
A la altura de Palacio Nacional, el Peje bajó el vidrio.<br />
Iba sentado en el asiento trasero del lado derecho, y mientras<br />
todos gritaban consignas como “¡No al segundo piso!”, Tom le<br />
entregó la propuesta de una ciclopista a Cuernavaca sobre las<br />
vías del ferrocarril.<br />
Cuando descendió del vehículo y vio que varias bicis estaban<br />
amarradas a las puertas del edificio principal, comprendió<br />
que estaba acorralado. El personal de vigilancia trataba de<br />
ayudarlo, mientras él sonreía: “Sí, sí, claro, las bicis, las bicis”.<br />
Se le advirtió que no entraba sin antes agendar una reunión<br />
con los ciclistas. “Sí, claro, ahorita”, respondió.<br />
Nofriegues me sorprende, viste de traje y ha ganado algunos<br />
kilos. Está de nuevo en el bicindario después de rodar<br />
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de ida y vuelta a Canadá. Era un flaco con sonrisa de niño que<br />
planeaba con una mirada de loco las acciones más descabelladas;<br />
lo mismo proponía meterse a rodar por Periférico, que<br />
pintar clandestinamente una ciclovía sobre Cuauhtémoc, o<br />
boicotear la inauguración del Segundo Piso.<br />
En las reuniones cheleras de bicitercos se proponían ciclopistas,<br />
tunear bicis, políticas de transporte eficientes y campañas<br />
mediáticas. Quince años después, con 114 kilómetros de<br />
ciclovías en la ciudad, 80 organizaciones ciclistas de todo tipo<br />
en el df, una Red Nacional de Ciclismo Urbano que conjunta a<br />
50 más, un sistema de bici pública (Ecobici) con 100 000 usuarios<br />
y medio millón de adeptos a los ciclotones, pareciera que<br />
los sueños más salvajes del ciclismo urbano se hicieron realidad.<br />
— ¿No sientes que has creado un monstruo?, le pregunto.<br />
— Más bien fuimos varios los que creamos un monstruo,<br />
pero lo mejor es que fue un monstruo sexy que atrajo cada vez<br />
a más gente y se hizo un movimiento cool, porque antes andar<br />
en bici era para ñoños.<br />
La ciclopista del Peje quiso paliar el desastre del Segundo<br />
Piso con lana del Banco Mundial y terminó con una ciclovía<br />
mal planeada, de puentes súper difíciles y sin conexión a ningún<br />
lado.<br />
Sí, hoy andar en bici es cool (excepto cuando el camión te<br />
embiste, los policías borrachos te avientan la patrulla, te asaltan<br />
en la pejeciclopista o te peleas con el diablero que obstruye<br />
la vía por Izazaga). Ni hablar de los taxistas que se estacionan<br />
en el carril confinado de Reforma o de los automovilistas que<br />
hablan por teléfono mientras pretenden dar vuelta, o de los<br />
imprudentes que se avientan a rodar en sentido contrario, sin<br />
casco y sin luces y van zigzagueando como en ciclotón. Uf.<br />
El sueño birruedo se ha transformado en pesadilla. Menos<br />
mal que nos quedan las chelas para seguir inventando la ciudad.<br />
Los ojos del Nofri brillan acuosos... oh, oh.<br />
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