El Diablo en misa - Iberescena

OBISPO:
Escuche, María, no tenga preocupaciones por medicinas. Hoy mismo, de la Caja Chica
parroquial, sale el dinero.
MARIA:
Gracias, Monseñor. (Se va por el lateral. Llega al sitio donde coloca su cartera y las
bolsas de comestibles y el paraguas; luego, su mano izquierda presiona la muñeca de
la derecha y viceversa)
PÁRROCO:
Tiene una artritis terrible.
OBISPO:
Imagino que eso no mengua su oficiosidad.
PÁRROCO:
Los pisos siguen impecables. (Leve pausa) Referente a lo que usted dijo Monseñor...
OBISPO: (Con un gesto)
Pasaré por alto ciertas cosas, padre Pablo; pero la auditoría a su administración se la hago
¡Hasta en el Castell -Gandolfo! Deploro que usted deje pasar cosas con irresponsable
ligereza. (Leve pausa) Al fulano que aspira entrevistarme, no le daré el placer de hacer
preguntas taimadas. El instinto dice que me guarezca. Y a usted, Padre Pablo, el instinto
debería llevarlo a indagar más sobre las preguntas hechas a María (Transición). ¿El
Diácono es confiable?
PÁRROCO.
Jesús lo es.
OBISPO:
No coincide con las descripciones que usted me dio. No tiene...¡como once años!
PÁRROCO:
Ese Jesús no vino. El tío fue baleado en plena calle.
OBISPO:
Al acólito lo llamé Jesús y atendió como si así se llamara. Supuse que no era su Jesús, por
lo corto del alba. ¿Es que sólo hay un atuendo de monaguillo? ¿Quién es usted, Don Juan
de la Tacañería?
PÁRROCO:
Debo procurarme un alba de talla mayor.
OBISPO:
Los asistentes al oficio de hoy no son fieles que dan monedas como óbolos. Y los billetes
no hacen ruido en las faltriqueras de los monaguillos. (Párroco va a decir algo. Gesto)
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