El Diablo en misa - Iberescena

OBISPO:
Las murmuraciones no se aclaran Padre Pedro. Resulta peor.
VICARIO:
Yo no desmentía una murmuración; más bien la aseveraba. (Leve pausa) La ética es lo
único que uno se lleva a la tumba.
OBISPO:
Su franca inocencia me desarma, Padre Pedro. Tener orgullo está bien, pero hay que
evaluarlo. ¿Cómo pudieron sus feligreses? El pueblo se equivoca y sigue equivocándose
porque no sabe pensar. Tiene una cultura política limitada; y lo demuestra en sus decisiones
electorales. Si no tuviera usted por presidente un mamarracho desalmado.
VICARIO:
Esa es una expresión política, Monseñor. Un sacerdote no debe exacerbar la mentira en
busca de seguir confundiendo a los sectores menos conscientes del pueblo. La revolución es
el acto sentimental de un pueblo conectado con su dirigente. Y la fuerza de esa conexión es
la que origina los cambios. Usted está fomentando una especie de confrontación entre las
comunidades y los organismos del gobierno. Tirando la piedra y dejándose ver.
OBISPO:
Padre Pedro, usted sabe bien que la comunicación entre un obispo y sus sacerdotes es
comunicación protegida. No debe ser revelada. Como secreto confesional. Así que le hago
una nueva solicitud de franqueza, porque está teniendo inconsecuencias filosóficas y
metodológicas.
VICARIO:
¿Y sus inconsecuencias? No puede amarse a Dios y amarse al dinero.
OBISPO:
Exponga una queja concreta.
VICARIO:
Los obispos temen al deseo de los pueblos de ser libres y soberanos; y son incapaces de
entender que ellos quieran dirigir sus propios destinos. Los obispos prefieren ser colonias
de potencias extranjeras porque es rentable.
OBISPO:
Si llega a ser Obispo, Padre Pedro, buscará la luz a su modo. Hoy aténgase al redil.
VICARIO:
La Iglesia no debe estar colgada del capitalismo, Monseñor. Si no asumimos la verdadera
esencia del cristianismo, no somos cristianos (Leve pausa) ¡Y sostengo la verdad histórica
de que Cristo fue el primer socialista de la humanidad!
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