19.03.2015 Views

Sudacas-Gabriel Fernández Chapo - Iberescena

Sudacas-Gabriel Fernández Chapo - Iberescena

Sudacas-Gabriel Fernández Chapo - Iberescena

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

¿El misionero será el misionero, y el perrito perrito? ¿Quedaré cómo paleto,<br />

capullo o puta de acuerdo a las salidas que interponga entre el “hola,<br />

guapa” y ¿Eso es tu polla?”? Ya ni puedo decir “pija” con cierto gusto a lo<br />

prohibido porque aquí significa otra cosa. ¿Y qué termina haciendo la muy<br />

pelotuda que soy? Se encama con un argento en Barcelona. Pero mirá que<br />

sos boluda, o miedosa, ¿o te creías que en su pito te traería algo de la<br />

argentinidad que temés perder? La cosa es que ya busco lo fácil. Y con el<br />

argento era así: conocía sus pasos casi de memoria, como si los muy<br />

boludos se hubieran leído todos el mismo manual de autoayuda sobre cómo<br />

tener sexo, y ahora distingo que hay un “gen” culeador nativo de nuestras<br />

pampas y, algo de esa familiaridad, de recordar con esos movimientos<br />

propios de nuestras tierras mis primeros novios, mis primeras polleras<br />

levantadas en paredones oscuros, y los primeros telos con su olor a<br />

desodorante de ambiente drogando tu deseo. Hice el amor con él o con<br />

Buenos Aires. No lo sé. ¿Me dejé llevar por sus caricias o por sus calles, por<br />

sus palabras dulces o por su rock de los ´80, por su belleza masculina o por<br />

sus teatros, cines y librerías? “Mirá que viajamos mucho para encontrarnos”,<br />

me susurró en algún momento con cierta suavidad. Pero que te callés, fue<br />

mi respuesta. Eso quiero, y quiero que tu respiración me suene a Piazzolla;<br />

y tus poros huelan a Palermo; y que tu pubis me maree como el subte en<br />

hora pico. No me digas soeces de cama, lanzame las mejores puteadas de<br />

los tacheros porteños pasados de merca. No me desnudés con delicadeza,<br />

quiero la violencia contenida de los que protestan con cacerolas por la<br />

avenida Santa Fe. Y así fue que Villa Pueyrredón hizo el amor con Parque<br />

Patricios al otro lado del océano, que los dedos fueron esquinas conocidas,<br />

y los besos aquellas pizzerías porteñas imposibles de olvidar. Después de<br />

esa noche no siguió el amor. Era de esperar. Ya no podíamos mentirnos: su<br />

pija ahora era una polla y mi concha un coño. Y si no nos gustaba ese<br />

cambio que nos dejáramos de joder, que aceptáramos que estábamos lejos,<br />

o que directamente nos volviéramos a casa y se acabó (o se corrió). No le<br />

pusimos palabras: Villa Pueyrredón lentamente se convirtió en Gracia; y<br />

Parque Patricios en El Raval. Ya no éramos lo que éramos. Ya no teníamos<br />

lo que el otro necesitaba. Ya no.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!