Sudacas-Gabriel Fernández Chapo - Iberescena
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qué te debe importar si todo lo que haces es limpiar pisos?”, es la sensación<br />
a la que no quiso ceder. Lloró lo suficiente su proyecto trunco para llegar a<br />
Bolivia con la mayor sonrisa que cabía en su rostro y ninguna culpa por el<br />
tiempo perdido. Es apasionada y aprendió a ser fuerte. Ya no busca, desea,<br />
ni sueña; solo actúa. Apenas llegada a La Paz, con los pocos euros que se<br />
trajo como ahorro, montó en apenas una semana una tienda de ropa<br />
femenina. Es cierto que las primeras semanas se sintió una extranjera en su<br />
propia ciudad, en el propio barrio donde nació, creció y se hizo adulta.<br />
Durante algunas noches soñó con Barcelona y en algunas ocasiones hasta<br />
se levantaba confusa de que las puertas de su habitación estaban en<br />
diferentes lugares. Todo sigue desacomodado. Todo sigue raro. Su hija<br />
trata más como madre a su abuela que a ella misma. Pero Lidia no<br />
desespera. Sabe que es cuestión de tiempo. Los golpes contra la pared le<br />
enseñaron a tener el temple y la paciencia para superar sus miedos, para<br />
no olvidar en ningún momento quién es y que sólo aquí siente que<br />
realmente puede ser ella misma. Mientras vuelve a acomodar cada uno de<br />
las cosas que hace tres años había dejado en unas cajas, siente que su<br />
vida también tendrá nuevas oportunidades, como esos portarretratos a los<br />
que les quita el polvo a fuerza de soplidos y vuelve a colocar en los muebles<br />
de su habitación.<br />
FIN