Sudacas-Gabriel Fernández Chapo - Iberescena
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LIDIA: No quería abusar. Yo no se lo pedí. Pensaba incluso irme en voz<br />
baja, casi sin saludar. Pero mi madre, Dios la cuide, se le dio por<br />
organizarme una fiesta sorpresa de despedida. Le pidió el salón a su amiga<br />
que está en la comisión del centro cívico. Invitó a todos. Eso me consta.<br />
Pero hubo muchos más invitados que presentes. Mis amigas, mis<br />
compañeras de escuela, mis vecinas, la mayoría no fue. Nadie me lo decía.<br />
Yo me daba cuenta porque sobraban muchos lugares, comida y bebida. Y si<br />
hay algo que mi madre sabe hacer es calcular bien. No sé si lo hacían para<br />
castigarme porque hacía lo que ellas deseaban y no se animaban, o si me<br />
sentían una traidora por irme. La nota de color no podía ser otra que el<br />
padre de mi nena entrando machado queriendo darme un beso en la boca y<br />
sacando a bailar a los pocos presentes, incluso cuando no había música.<br />
BENJAMIN: No quiero quebrar el clima. Pero de despedidas yo no puedo<br />
hablar mucho. Lo cierto es que le tengo terror a eso de los llantos, los<br />
abrazos que no sabes si son de optimismo o de pésame. Y lo corté por lo<br />
sano. No dejé que nadie me hiciera una despedida. Ni que tuviera que<br />
saludar a nadie en el aeropuerto como si me estuviera yendo a una guerra<br />
donde no volvería si no es en un cajón y en pedacitos. Les dije, amigos y<br />
familia, sólo me puedo ir si lo siento como unas vacaciones, si siento que es<br />
momentáneo, si sé que voy a volver. Así que no quiero despedidas ni nada.<br />
Una partida más, un hasta luego, que no amerita otro evento que un<br />
llamado telefónico.<br />
LENIN: Que yo no tengo mis padres. Los he perdido. Uno de muy joven y<br />
otra ya entrado a los veinte. No quiero hablar de ellos. Nada de<br />
sentimentalismos. ¿Y la despedida es como el duelo? ¿Necesita un ritual<br />
para que uno pueda seguir adelante? Eso me pregunté cuando veía que los<br />
días para mi partida iban reduciendo cifras. Y decidí que sí. Que iba a<br />
festejar mi partida. Pero con mi estilo, con mucha alegría, con mucho baile y<br />
jarana. Bien chévere. Casi que fue como todos mis fines de semana, pero<br />
sabiendo que era el último, al menos en un tiempo. Y eso le daba un sabor<br />
especial. Llamé a todos mis amigos, a mis ex parejas y nos fuimos a la<br />
disco gay donde pasamos tantas noches. Y bailamos. Y nos besamos. Y