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COLABORACIONES
José Antonio Miquel Silvestre
Registrador de la Propiedad. Profesor del Centro de Estudios Garrigues
El Futuro: el resto de
nuestras vidas
El Objetivo
Los alumnos de un máster son curiosos.
La mayoría ha salido recientemente del
protegido recinto universitario y todavía
no saben a ciencia cierta qué se espera
de ellos y qué pueden ellos esperar del
mundo exterior. Por eso preguntan mucho
y preguntan cosas que a veces no
tienen nada que ver con la materia que
se les está impartiendo. Y hacen bien.
Saber Derecho es importante, pero saber
lo es más. Y un profesor de máster
no solo tiene que ser un profesional
experto, sino que también debe ser
un modelo al cual quisieran parecerse
los alumnos. Si los chicos y chicas del
Centro de Estudios Garrigues ven a uno
de los docentes y se dicen, “Yo quiero
ser como él, o como ella”, entonces es
más que probable que se consigan dos
objetivos: contratar a un buen profesor
y estimular al alumno.
En las horas dedicadas el Derecho
Hipotecario, me preguntan muchas cosas.
Una cuestión que siempre aparece
es la dificultad de estudiar unas oposiciones
de alta exigencia como las que
yo superé. Y yo siempre les digo que sí,
que las oposiciones son difíciles, pero no
más difíciles que estudiar un máster y dar
la talla día a día en el trabajo. O no más
difíciles que dejar de lado una brillante
carrera como abogado de empresa para
ir a cooperar en el África más profunda.
Porque lo de verdad difícil no es estudiar
oposiciones, trabajar en un gran despacho
o ser cooperante en el tercer mundo.
Lo realmente difícil es saber qué se quiere
hacer de verdad en la vida.
Eso es lo genuinamente complicado.
Esas son las verdaderas oposiciones
que uno ha de aprobar. Mucha
gente agota su existencia en proyectos
prestados. Estas vidas suelen dar poco
de sí. La respuesta íntima a la larga es
el cinismo o la apatía. De ahí la importancia
de buscar dentro de uno mismo.
La respuesta no es nunca fácil; muchas
veces está camuflada bajo capas de esperanzas
ajenas, de deseos que no son
nuestros sino de nuestros padres, nuestras
parejas o de nuestra posición social.
Pero si se acierta y uno no se engaña en
sus verdaderos objetivos, entonces lo
demás es mucho más fácil.
“¿Por qué estudiaste oposiciones?”,
me suelen preguntar. “¿Querías ser registrador
como meta en la vida?” Por supuesto
que no. Ser registrador no es una
meta, como no debería serlo ser abogado,
cooperante o sacerdote. Lo que
somos no es nuestra profesión. Nuestra
profesión debe ser solo un medio para
ayudarnos a alcanzar nuestros fines.
Un buen profesional es aquel que sabe
dejar de serlo cuando cuelga la chaqueta
y la corbata. Yo estudié oposiciones
porque siempre se me dieron bien los
viajes en solitario. Otros trabajan mejor
en equipo; yo prefiero la labor tenaz del
individualista. ¿Y qué me ha procurado
el aprobarlas? Pues la tranquilidad
de pedir un año de excedencia antes
de cumplir los cuarenta para dedicarlo
a lo que de verdad me gusta: viajar en
moto. Puede parecer un rodeo extraño
encerrarse durante un lustro para acabar
siendo nómada, pero lo cierto es
que cualquiera que sea nuestro sueño,
trabajo duro y sacrificio serán siempre la
mejor herramienta para conseguirlo.
El Viaje
Viajar en moto es siempre una aventura.
Heráclito dijo que nadie se baña dos
veces en el mismo río. Sin duda eligió
la imagen fluvial porque en el siglo V
antes de Cristo no existía el motor de
explosión. Si el filósofo griego hubiera
montado en motocicleta, inmediatamente
se hubiera dado cuenta de que,
en realidad, lo que nunca hay son dos
curvas iguales, ni aunque se haga el
mismo trayecto cuatro veces al día.
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