Pareto: Una lectura pragmática - Centro de Investigación e ...

José Luis Orozco
Pareto: una lectura pragmática
rado por las derechas europeas de la época ante el internacionalismo
soviético que adopta, en el nombre de la dictadura del
proletariado, buena parte de aquellas formas autocráticas. Sin nada
que ver con el pegote histórico resultante del acorralamiento
capitalista, la propuesta entre lógico-experimental y teológica de
Pareto es la del (entonces inconcebible) fascismo sofisticado,
cosmopolita, librecambista, pre y postkeynesiano. "He aplicado al
estudio de este fenómeno político de formidable interés", declara
Pareto a L.a Tribuna en abril de 1923, "mi acostumbrado método
experimental: miro al Fascismo con la visión absolutamente ol?Jetiva que
he usado en el examen de otros muchos fenómenos políticos,
económicos y sociales". 66 Esa objetividad esclarece, por lo tanto,
cuál es la propuesta política y anticíclica del capitalismo corporativo
italiano asediado en las condiciones imperiales que preparan la
hegemonía angloamericana. Al moverse al centro de la ciencia, Pareto
se acerca renuentemente (pero no paradójicamente) a la teología
política a la que acude el agradecido discípulo Benito Mussolini.
Si Pareto imponía la presencia en los mercados mundiales del
nacionalismo económico y la revisión del proteccionismo, la, propia
condición global de Italia le hace reclamar, al tono de los
pragmáticos europeos, la presencia de una nación (si no un Estado)
funcional Su cirugía económica y sociológica, lo hemos visto, se
apresta siempre para determinar qué miembros e instituciones
nacionales hay que cortar o remover y cómo funcionalizar a la
nación. ~:Dada una cierta sociedad", inquiría Pareto desde finales
del Siglo XIX, ¿Cuál es la organización del gobierno capaz de asegurarle el
máximo de utilidad?" "Se trata de un problema insoluble en el
estado actual de la ciencia", se respondía. "Lo mejor que podemos
hacer por consiguiente, en un buen número de casos, es el conseroar
las organizaciones probadas por la experiencia, procurando mejorarlas en
lo más que sea posible. Desear cambiarlo todo, dejándose arrastrar
por las abstracciones, es algo tan igualmente absurdo como desear
conservarlo todo dejándose guiar por un sentimiento de simple
66
"Pareto e il fascismo" (La Tribuna, 24 de abril de 1923), en Scritti Politici,
p. 738.
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neofobia. Estas consideraciones nos proporcionan una razón de
grandísimo peso en favor de la libertad económica. De hecho, si
ignoramos cuál es la mejor organización de gobierno, sabemos por
lo demás que las organizaciones existentes son maquinarias pesadas y
complicadas".67
3. ¿PERO HUBO ALGUNA VEZ UN FASCISMO CLÁSICO?
A grandes rasgos, la definición casi obligada del fascismo oficial,
no paretiano, le indistingue, en el plano económico, de los
experimentos similares del New Deal y la planificación democrática
a lo largo del mundo durante la tercera, cuarta y quinta décadas del
siglo. Porque la figura política que sobresale en toda definición
académica respetable del fascismo es la del Estado y su lógica (¿o
alógica o antilógica?) nacionalista, burocrática, carismática, racista y
antisemitista, el colorido estatal, macropolítico, oculta los vínculos
mesopolíticos que se establecen con el gran capital organizado y sus
objetivos expansionistas. Calificado como un "ultranacionalismo
revolucionario" que opera según la filosofía irracionalista de la
acción y la voluntad para activar a las masas hacia la violencia y que
se expresa en el elitismo extremo (y grotesco) del fühmprin!?fp, el
fascismo se presenta en nuestros días "postmodernos", y a fuerza
de repeticiones, como la secuencia lógica de la Ilustración y su
absolutismo democrático, napoleónico. Además, al definirse en
términos exclusivamente europeos, el fascismo "clásico" deja de lado,
además de la "esfera privada", el otro lado internacional de la moneda
que impone para Europa las modalidades del nuevo Estado total
montado en todos los niveles políticos, los Estados Unidos. Al
margen de que la primera síntesis del estatismo nacional-empresarial
aparezca plenamente formulada por The Promise of American Lije
(1909), texto del pensador decisivo (y opacado por obvias razones)
Herbert Croly, el entusiasmo por el fascismo italiano de los
liberales nacionalistas de The New Republic, dirigidos por Croly,
67
Corso, pp. 699 y 700.
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