La adaptación a la nueva normalidad tras el 11-S - especiales ...
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4 Domingo, <strong>11</strong> DE Septiembre DE 20<strong>11</strong><br />
<strong>11</strong> de septiembre de 2001: diez años después<br />
Diez años después, ajustarse a <strong>la</strong> <strong>nueva</strong> <strong>normalidad</strong><br />
Viene de <strong>la</strong> página 1<br />
<strong>La</strong> gente a <strong>la</strong> que se conoce como<br />
“Wall Street”, a <strong>la</strong> que se proc<strong>la</strong>mó<br />
mártires y héroes en los días<br />
posteriores a los atentados, se ha<br />
visto vilipendiada por su codicia<br />
sin límites. EE.UU. es <strong>nueva</strong>mente<br />
un país de divisiones ideológicas<br />
e intransigencia política. ¿Qué ha<br />
quedado? Descalzarse y someterse<br />
a registros en <strong>el</strong> aeropuerto. Toda <strong>la</strong><br />
información que se recopi<strong>la</strong> sobre<br />
quiénes somos y qué hacemos, una<br />
intromisión que es más aceptada<br />
que objetada. Un persistente rec<strong>el</strong>o<br />
de los musulmanes. Un par de guerras<br />
lejanas que se niegan a tener<br />
un final fácil y tienen un costo de<br />
US$1.3 billones, que, por otra parte,<br />
sigue creciendo.<br />
<strong>La</strong> certeza de que todo cálculo<br />
completo debe comprender <strong>el</strong> costo<br />
de <strong>la</strong> frustración d<strong>el</strong> futuro de EE.<br />
UU. Una implícita sensación de que<br />
lo siniestro acecha en alguna parte.<br />
<strong>La</strong> muerte de Osama bin <strong>La</strong>den no<br />
ha cerrado <strong>el</strong> libro. Tampoco lo han<br />
hecho diez años.<br />
Para <strong>la</strong> mayor parte de estadounidenses,<br />
<strong>la</strong> influencia d<strong>el</strong> <strong>11</strong>-S<br />
en <strong>la</strong> vida cotidiana es algo que se<br />
siente con mucho menor intensidad<br />
que <strong>el</strong> advenimiento de Facebook<br />
y Twitter, <strong>la</strong> erupción de insistentes<br />
voces que pontifican por <strong>la</strong><br />
t<strong>el</strong>evisión por cable o <strong>la</strong> asfixiante<br />
recesión. En última instancia, cada<br />
uno atribuye un sentido individual<br />
al <strong>11</strong>-S. Con excepción de los familiares<br />
de <strong>la</strong>s víctimas, <strong>la</strong> vida de <strong>la</strong><br />
mayoría de <strong>la</strong> gente puede no parecer<br />
demasiado diferente.<br />
Pero hay un residuo, soplos persistentes<br />
d<strong>el</strong> <strong>11</strong> de septiembre.<br />
Cruzar <strong>la</strong> línea<br />
A partir de <strong>la</strong> conmoción y <strong>la</strong><br />
ruina, Gerard Decatr<strong>el</strong> trató de<br />
imaginar <strong>el</strong> futuro de Nueva York<br />
y los vu<strong>el</strong>cos que podría dar. En<br />
esos días, <strong>la</strong> imaginación podía<br />
llevarnos a muchos lugares.<br />
Trabajaba en Morgan Stanley, en<br />
<strong>el</strong> centro de Manhattan, y era operador<br />
de opciones cambiarias. Tenía<br />
30 años. Vivía en <strong>la</strong> ciudad y era un<br />
hombre de familia.<br />
A medida que e<strong>la</strong>boraba perspectivas,<br />
decidió que había algunas que<br />
podía aceptar y o<strong>tras</strong> que no.<br />
“Tracé una línea”, dijo. “Podía soportar<br />
que Nueva York se volviera<br />
como Jerusalén y que hubiera ataques<br />
convencionales todo <strong>el</strong> tiempo.<br />
Pero si había ataques biológicos o<br />
químicos, me dije que me incorporaría<br />
a <strong>la</strong>s fuerzas armadas”.<br />
No podía explicar d<strong>el</strong> todo <strong>el</strong><br />
impulso. No conocía a nadie que<br />
hubiera muerto en <strong>la</strong>s torres<br />
geme<strong>la</strong>s. Tomar <strong>la</strong>s armas significaría<br />
ingresar en otro espacio,<br />
dejar atrás a su esposa, a su hija de<br />
cuatro años y a su hijo de uno.<br />
“No sé, pero lo tomé de forma<br />
personal”, dec<strong>la</strong>ró. “Había sido un<br />
neoyorquino toda <strong>la</strong> vida”.<br />
Ese otoño, los misteriosos<br />
ataques con ántrax visitaron <strong>la</strong><br />
ciudad agotada y temblorosa. Ahí<br />
estaba. Se había cruzado <strong>la</strong> línea.<br />
Se incorporó a <strong>la</strong> Infantería de<br />
Marina. Morgan Stanley dijo que<br />
lo entendía, que se fuera y que su<br />
empleo lo estaría esperando a su<br />
regreso. <strong>La</strong> esposa lo aceptó. Él no<br />
sabía entonces que <strong>el</strong><strong>la</strong> bromeaba<br />
porque pensaba que lo rechazarían<br />
por <strong>la</strong> edad. Tenía que comprometerse<br />
a hacer <strong>la</strong> instrucción<br />
chang w. lee/The New York Times<br />
Otros hechos, como <strong>la</strong> recesión global, han perfi<strong>la</strong>do <strong>la</strong> vida después d<strong>el</strong> cru<strong>el</strong> <strong>11</strong> de septiembre de 2001.<br />
y a prestar servicio durante seis<br />
años, lo que sumaba ocho años de<br />
su vida. Se <strong>tras</strong><strong>la</strong>dó a Virginia,<br />
Florida, California. Y luego a Irak,<br />
durante tres misiones de siete meses<br />
como piloto de un h<strong>el</strong>icóptero<br />
de combate Cobra. Llevó a cabo<br />
más de 500 misiones. Le disparó<br />
al enemigo y éste respondió, pero<br />
“sus disparos no fueron muy buenos”,<br />
dijo, “y tampoco tenían <strong>la</strong>s<br />
mejores armas”.<br />
El tiempo, pensaba, era <strong>el</strong> mayor<br />
p<strong>el</strong>igro, <strong>la</strong>s tormentas de arena<br />
enceguecedoras que podían reducir<br />
<strong>la</strong> visibilidad a cero. Se sentía<br />
viejo. Casi todos los demás eran<br />
tan jóvenes… Dos pilotos de su<br />
escuadrón murieron.<br />
Pero hizo <strong>el</strong> tipo de amistades<br />
permanentes que no se hacen en<br />
ningún otro contexto. En septiembre<br />
d<strong>el</strong> año pasado obtuvo <strong>la</strong> baja<br />
de <strong>la</strong> Infantería de Marina. Está de<br />
vu<strong>el</strong>ta en su ciudad. Trabaja <strong>nueva</strong>mente<br />
para Morgan Stanley, donde<br />
negocia opciones otra vez y lucha<br />
con mercados cambiantes.<br />
Había hecho algo. Había servido.<br />
Todo tiene sus resultados. Se sentía<br />
diferente. “Siento que tengo más<br />
seguridad y una perspectiva distinta”,<br />
señaló. “Cuando hay algún<br />
problema en <strong>el</strong> mercado, todos se<br />
asustan. Yo no. Nadie muere. El<br />
mercado no me puede asustar”.<br />
Vida más desagradable<br />
Jonahtan Zimmerman, un profesor<br />
de Educación e Historia de <strong>la</strong><br />
Universidad de Nueva York, dijo:<br />
“Recuerdo que <strong>la</strong> gente decía: ‘Todos<br />
vamos a ser neoyorquinos.’ Decían:<br />
‘Todos vamos a ser serios.’ Da<br />
risa. Los reality shows estaban en<br />
pañales. No existía ‘Jersey Shore’.<br />
No se puede decir que haya generado<br />
una <strong>nueva</strong> seriedad”.<br />
Dijo lo que todos vemos: “<strong>La</strong><br />
vida cívica está aun más crispada,<br />
más po<strong>la</strong>rizada, más desagradable.<br />
No tuvo <strong>el</strong> efecto beneficioso<br />
que era de esperar”.<br />
Abrir pequeñas puertas<br />
<strong>La</strong> tristeza tenía que canalizarse<br />
por algún <strong>la</strong>do. Había lugares<br />
que <strong>la</strong> recibían, receptáculos online,<br />
y <strong>el</strong> torrente de contribuciones<br />
llegaba de todas partes. El 19 de<br />
septiembre de 2001, una de esas<br />
contribuciones fue <strong>la</strong> de Colleen<br />
Casey, de Bolingbrook, Illinois.<br />
Manifestó algo que muchos sentían:<br />
“Pienso que mi vida jamás<br />
volverá a ser como antes”.<br />
Ofreció un poema, I needed the<br />
quiet, que había descubierto cuando<br />
tenía 14 años y su padre murió de<br />
un ataque cardíaco. <strong>La</strong> ayudó, y tal<br />
vez podría ayudar a otros. Escribió:<br />
“Voy a tratar de vivir mejor”.<br />
Habían muerto estadounidenses<br />
por ir a trabajar. El<strong>la</strong> sentía que tenía<br />
que merecer su sacrificio.<br />
Ahora Casey vive en Addison,<br />
Illinois, y analiza licencias de materiales<br />
para <strong>la</strong> Comisión de Regu<strong>la</strong>ción<br />
Nuclear. El mismo trabajo,<br />
un nuevo hogar. Tiene 54 años y es<br />
soltera. ¿Había vivido “mejor?”<br />
Reformu<strong>la</strong>rse no es fácil. Lo sabía.<br />
Pero había pequeñas puertas<br />
que podía abrir. Era tímida. Pero<br />
empezó a hacer más, a no deprimirse<br />
por sus propios problemas,<br />
a ir a lugares a los que no había ido<br />
antes, a alimentar <strong>la</strong> l<strong>la</strong>ma.<br />
Mencionó una participación en<br />
una caminata de lucha contra <strong>la</strong><br />
diabetes, en otra por un refugio<br />
para gente sin vivienda, otra por <strong>la</strong><br />
prevención d<strong>el</strong> suicidio. Empezó a<br />
hacer gimnasia aeróbica acuática,<br />
a tratar de mejorar su salud.<br />
“He intentado dedicar más tiempo<br />
a escuchar de verdad a <strong>la</strong> gente<br />
con <strong>la</strong> que trato en <strong>la</strong> vida cotidiana”,<br />
dijo. “Es necesario escuchar y<br />
legitimar a <strong>la</strong> gente”.<br />
Trata de ser más amable. Ahora<br />
da dinero a quienes lo necesitan,<br />
como los hombres que ve en <strong>la</strong>s<br />
intersecciones de calles, a los que<br />
portan cart<strong>el</strong>es escritos a mano<br />
que rezan “Sin techo” o “Ayuda”.<br />
Fue sólo algo que se dispuso a<br />
hacer. Siempre tiene 20 dó<strong>la</strong>res de<br />
más y agua envasada en <strong>el</strong> auto<br />
para distribuir.<br />
“Si bien algunos de mis amigos<br />
piensan que estoy loca por hacer<br />
ese tipo de cosas”, señaló, “nunca,<br />
pero nunca tuve una reacción adversa.<br />
Sólo gratitud.” Agregó: “todos<br />
tratamos de avanzar juntos en<br />
<strong>la</strong> vida. Yo intento hacer algo más.<br />
Es todo lo que puedo hacer”.<br />
Capacidad de resistencia<br />
El día nos quedó grabado en <strong>la</strong><br />
mente, y nadie sabía qué profundo<br />
y persistente sería. Pero muchos<br />
aceptaban que sería un recuerdo<br />
profundo y perdurable. <strong>La</strong> gente se<br />
reclina en sofás y se esfuerza por<br />
expulsar <strong>el</strong> dolor.<br />
Pero <strong>el</strong> efecto psicológico, sugieren<br />
los estudios, no fue tan grave<br />
como pronosticaban muchos especialistas.<br />
<strong>La</strong> gente se sobrepuso.<br />
“Pienso que tenemos una capacidad<br />
de adaptación innata”, dijo George<br />
A. Bonanno, profesor de psicología<br />
clínica de <strong>la</strong> Universidad de Columbia<br />
en Nueva York, que estudia <strong>el</strong><br />
dolor y <strong>el</strong> trauma. “<strong>La</strong> capacidad de<br />
adaptación es <strong>la</strong> norma”.<br />
En parte, eso se debe a que<br />
tenemos mucha práctica como<br />
consecuencia de conmociones menos<br />
singu<strong>la</strong>res pero fuertes, tales<br />
como <strong>el</strong> divorcio o <strong>la</strong> enfermedad.<br />
“Podemos hacer frente a acontecimientos<br />
traumáticos”, señaló.<br />
Fue así que 33 mineros chilenos<br />
que habían quedado sepultados a<br />
gran profundidad pudieron salir de<br />
<strong>la</strong> situación y mantener <strong>la</strong> cordura.<br />
“<strong>La</strong> historia humana está llena de<br />
tragedias, y en esas tragedias hay<br />
espacio para <strong>el</strong> crecimiento”, dijo<br />
Grady Bray, un psicólogo de desastres<br />
que vive en Texas.<br />
Premonición de un niño<br />
Sasha Vaccaro terminó de<br />
cocinar –“hoy shish kebab, muy<br />
divertido”- y tenía <strong>la</strong> tarde libre.<br />
Se sentó en <strong>el</strong> Starbucks que está<br />
frente a su casa d<strong>el</strong> Upper East<br />
Side de Manhattan y tomó Passion<br />
Tea Lemonade. Tiene quince años.<br />
Sasha tiene una vida complicada.<br />
Padece una depresión que<br />
puede afectarlo mucho. Se le han<br />
diagnosticado aspectos d<strong>el</strong> síndrome<br />
de Asperger, un <strong>tras</strong>torno<br />
de hiperactividad y déficit de<br />
atención, así como un <strong>tras</strong>torno<br />
obsesivo-compulsivo. Su hermano<br />
menor es autista. Sus padres están<br />
divorciados.<br />
Explicó algunas de <strong>la</strong>s cosas con<br />
<strong>la</strong>s que vive. “Si me toco <strong>el</strong> cuerpo<br />
de un <strong>la</strong>do, tengo que hacerlo d<strong>el</strong><br />
otro”, dijo. “Si siento comezón<br />
de un <strong>la</strong>do, tengo que rascarme<br />
también d<strong>el</strong> otro <strong>la</strong>do. Pero estoy<br />
mejor. Trato de superarlo”.<br />
Reacciona de forma excesiva<br />
ante <strong>la</strong>s críticas. Cuando escucha<br />
cosas tristes, se pone muy triste.<br />
Su <strong>11</strong> de septiembre fue así:<br />
estaba en un jardín de infantes a<br />
cuatro cuadras d<strong>el</strong> World Trade<br />
Center y tocaba <strong>la</strong> pandereta en<br />
<strong>la</strong> c<strong>la</strong>se de música. Su padre lo<br />
levantó en brazos y se lo llevó en<br />
momentos en que <strong>el</strong> segundo avión<br />
de los fanáticos suicidas se hundía<br />
en <strong>el</strong> costado de <strong>la</strong> torre. Vio los<br />
dos edificios en l<strong>la</strong>mas. Su padre<br />
gritó. También él.<br />
“Antes pensaba que <strong>el</strong> mundo<br />
era perfecto y que todos eran buenos”,<br />
dijo. “Fue entonces cuando<br />
dejé de creer en Dios”.<br />
<strong>La</strong>s torres d<strong>el</strong> World Trade<br />
Center tenían una enorme importancia<br />
para <strong>la</strong> familia, que solía<br />
ir hasta <strong>el</strong> lugar y acostarse boca<br />
arriba, con los pies tocando <strong>la</strong> base<br />
de una torre, para luego levantar<br />
<strong>la</strong> vista y mirar esa presencia majestuosa.<br />
Sasha no habló sobre <strong>el</strong><br />
<strong>11</strong>-S durante años.<br />
Luego, en marzo, escribió una<br />
nove<strong>la</strong> gráfica para una tarea esco<strong>la</strong>r<br />
en <strong>la</strong> que tenía que re<strong>la</strong>tar un<br />
momento c<strong>la</strong>ve. Fue su día d<strong>el</strong> <strong>11</strong><br />
de septiembre, desde los panqueques<br />
de <strong>la</strong> mañana hasta <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se<br />
de música, <strong>la</strong> ca<strong>la</strong>midad y <strong>la</strong>s lágrimas.<br />
Y también su momento de<br />
sexto sentido: en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> tuvo <strong>la</strong><br />
premonición de que era inminente<br />
algo horrendo en <strong>la</strong>s torres. <strong>La</strong>s<br />
miró y le dijo al padre: “¡Papá,<br />
p<strong>el</strong>igro en <strong>la</strong>s torres geme<strong>la</strong>s!<br />
¡P<strong>el</strong>igro en <strong>la</strong>s torres geme<strong>la</strong>s!”<br />
Pensó que al poder expresarlo por<br />
fin podía enfrentar lo que ningún<br />
niño tendría que haber visto. <strong>La</strong><br />
nove<strong>la</strong> gráfica obtuvo una buena<br />
calificación. <strong>La</strong> c<strong>la</strong>se se sintió muy<br />
interesada.<br />
En los últimos tiempos le va<br />
mejor en todos los frentes. Hacer<br />
terapia ha contribuido a despejar<br />
muchos de sus problemas. Le<br />
están reduciendo <strong>la</strong> medicación.<br />
Su último año esco<strong>la</strong>r fue <strong>el</strong> mejor.<br />
Quiere ser neurocirujano o veterinario.<br />
No ha vu<strong>el</strong>to a <strong>la</strong> Ground Zero.<br />
Tal vez cuando esté terminada<br />
vaya a ver cómo quedó todo.<br />
Estaban pasando cosas en <strong>el</strong><br />
lugar. Tres mil trabajadores –<strong>la</strong><br />
misma cantidad que los muertos–<br />
conformaban lo que iba a reemp<strong>la</strong>zar<br />
a los edificios desaparecidos.<br />
Alguien ofrecía 22 dó<strong>la</strong>res por onza<br />
de p<strong>la</strong>ta. Los turistas pasaban y<br />
espiaban por <strong>la</strong> val<strong>la</strong>; observaban<br />
cómo brotaba <strong>el</strong> acero en una tierra<br />
de fantasmas.<br />
Ese día fue hace diez años, y<br />
algún día habrán pasado veinte<br />
años, y luego cincuenta y cien,<br />
internándose cada vez más en <strong>la</strong><br />
historia.<br />
¿Qué significa <strong>el</strong> <strong>11</strong>-S?<br />
Sasha quería pensar un momento<br />
en eso. Se le ensombreció <strong>el</strong> rostro<br />
en profunda reflexión.<br />
“<strong>La</strong> verdad es que no lo sé”,<br />
dijo. “No puedo entender por qué<br />
alguien querría hacer algo así. No<br />
sé qué decir. Sólo me produce tristeza.<br />
Eso es lo que siempre será.<br />
Mucha, pero mucha tristeza”.