10.07.2015 Views

G R A T I S - La Regata

G R A T I S - La Regata

G R A T I S - La Regata

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Año 2009, núm. 10 |29Por Enzo BravoSILENCIO EN EL NORTH DROPHay personas que hacen lo mejor que pueden según laspasiones que le “dan vida” o que representan “su vida”. En lapesca deportiva, como saben los que la practican, están los quelo logran y los que no saben ni les apasiona cómo lograrlo.St. Thomas, como todos sabemos, es uno de esos lugares conembarcaciones y tripulaciones en los que podemos ver, contodos sus matices, a los que lo logran, en parte por sus recursosy experiencia.Con la libertad financiera y el tiempo para practicar el deportede algunos de los dueños de estas embarcaciones, el nivel deexperiencia se eleva a uno que pocos vivirán o igualarán ensus años de pesca de fines de semana esparcidos o una queotra vacación de pesca en lugares remotos. Embarcacionescomo la Revenge, con el Capitán Mike Lemon en los controlesy, su dueño el abogado/contratista, Sam Jennings, ya en sus“ochenta”, es una de estas embarcaciones con 16 temporadaspescadas en el Drop.Y aquí viene lo del “silencio” en el titulo de este escrito. Enestas embarcaciones cuando le sale un peje en el cuadro, seoye casi siempre una sola voz: la del capitán. Mientras tanto,el pescador asignado hace lo que tiene que hacer con lacarnada lista para tirarsela “en la cara” al peje y los otros dosmiembros de la tripulación corren por toda la popa sacándole“de la boca” los teasers/artificiales a los pejes. No hay gritos, nohay órdenes.<strong>La</strong> tripulación sabe lo que tiene que hacer. Lo hace usualmente15 días corridos al mes, de sol a sol, con una sincronización detripulación y embarcación como dicen por ahí “de show”. Elpeje no tiene chance y prueba de esto es que rara veces, si acasouna vez por temporada, en el caso de la Revenge, los tiburonesle comen una de sus capturas que por alguna razón o otra nohan podido soltarla rápidamente.Pero es ese “silencio”, una de las características indicativas delnivel de acoplamiento de todos abordo en una embarcacióncomo la Revenge: una popa con un peje dándole burrunazosal azul, mientras el agua se trepa por la popa, y uno que otrocomentario del capitán “pronosticando” quizá un brinco delanimal. Y a lo último de la pelea, cuando el peje se va ya libre,puede que se oiga un “Good job...there’s more wating,” antesde volver a repetirse el ejercicio abordo por estos expertos enel deporte.Uno de estos profesionales consumados de la industria es elcapitán Mike <strong>La</strong>tham. Ya a los 24 años de edad estaba virándolela cabeza con la verguilla a los “granders” del Great BarrierReef en Australia, con el Capitán Peter B. Wright mirandodesde los controles. Hoy a los 47, sigue viendo la mismaescena lo mismo desde los controles que desde la popa. Apartede su trabajo de capitán de los que puedan darse el lujo detenerlo en su embarcación durante una luna o torneo, es eldueño y distribuidor de las cámaras de video <strong>La</strong>tham Cams,las cuales capturan la acción en diferentes ángulos, mientras latripulación pelea y suelta la presa.Gracias a él y en la pasada luna de octubre, el pescador juvenilRaúl Rodríguez, puertorriqueño de 12 años, tuvo una lecciónque probablemente le dure toda la vida. Una lección queFoto Enzo Bravomuchos quisieran aprender, ya sea por nuestra idiosincrasiacultural o limitado acceso a pescar continuamente en compañíade gente del calibre y por la experiencia de <strong>La</strong>tham.<strong>La</strong> Sound Machine, una G&S de 48 pies, embarcación propiedadde Rauly Rodríguez y padre del mencionado juvenil pescadorRaúl, se encontraba arando el azul del North Drop con elCapitán Mike <strong>La</strong>tham en los controles. Cerca se encontrabantodos los otros “pros”, algunos en reversas y otros a puntode estarlo. Salió un peje en las 400 libras en un artificial JoeYee-Black Beauty haciendo el agua encanto mientras ibaenganchado en el largo (tangón) izquierdo. Raúl, un niñoque sabe muy bien de qué se trata esto de pescar agujas en St.Thomas, Puerto Rico, Santo Domingo y Venezuela, sacó la varadel porta caña, con el peje ya despegando hacia el horizonte yse sentó en la silla mientras, con la ayuda de su madre Cristina,se ajustó el arnés.El pequeño Raúl —de 105 libras— es por naturaleza agresivoen la silla de pesca, sin reparos en decir lo que piensa, que no letiene miedo a “ná”, que dice que se tira en mar abierto si tieneque tirarse y que si le sale el tiburón tigre “que no le importa”.Bueno, el “hombre”, ahora afincado en la silla empezó arecogerle al peje gritando como buen puertorriqueño quesomos todos: “¡pa’tras, pa’tras!”.El capitán anglosajón lo miró con una ceja arqueada desdesu estación. <strong>La</strong> madre del juvenil pescador lo sigue animandocomo sólo una madre puede animar a un hijo mientras peleauna aguja azul. En la algarabía con el peje, la manigueta delcarrete empezó a causar problemas mecánicos y se empezó atrancar haciendo que el niño comenzara a caerle a manotazosal carrete. Se formó “la madre” de las algarabías con “ordenes”provenientes de más de una esquina.Raúl se quejó, le gritó al carrete, y formó un tornado trepado enla silla, mientras el peje seguía sacando línea. <strong>La</strong> embarcaciónhizo un abrupto pare. Se quedó en neutro mientras el pejeaparentaba perderse en el horizonte como un pez volador. ARaúl se le salieron los ojos como globos que se inflan viendoel spool del carrete rebajar de tamaño. Y el niño gritó algoparecido a “¡qué porquería!” enviándole otro sopetón al pobrecarrete, y se oyó una voz que resonó como la de sacristán encapilla vacía.“¡Raúl, listen!” dijo en tono fuerte, pero pausado en su idioma elCapitán <strong>La</strong>tham. “Listen to me... only to me: we are professionals,and like professionals we’re going to catch this marlin”.Sólo se oía el zumbido que deja un carrete de 50 libras pruebavaciándose de línea. <strong>La</strong> madre miraba al niño, el niño mirabaen silencio al carrete. José “Sugar” Castillo (el wireman) mirabaal horizonte. Se oyó otra voz proveniente del padre que leguiaba la silla al hijo: “¡Oiste!”. No se oyó más nada. Sólo unoque otro comentario desde el puente de mando mientras lerecogían toda la línea al peje.Con el peje en la borda, después que “Sugar” hiciera lo debidocon la verguilla, y soltara el peje, se oyó un comentario más yfinal, del capitán como en capilla esta vez con cuatro feligresesoyéndole: “...Good job. Let’s get another one...”

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!