dòn de la vida espiritual consiste en la posesión de Dios porla unión del amor. Pero San Juan, con allento lirico, con temblory temor poéticos, con calidad literaria sin fronteras, lodesbordará todo. La mano de Dios ha escrito sus versos.Escalar con él los riscos del Monte Carmelo es el fulgor dela literatura, el triunfo de la belleza de las letras, de la serenidadabsoluta sobre la fascinación del abismo: «¡Oh noche,que guiaste!, / ¡oh noche amable más que el alborada! / ¡Ohnoche, que juntaste Amado con amada, / amada en elAmado transformada». Y desde la noche oscura, San Juanse traslada al cántico: «Descubre tu presencia, / y mátemetu vista y hermosura; / mira que la dolencia / de amor, queno se cura / sino con la presencia y la ñgura». «Gocémonosamado: / y vámonos a ver en tu hermosura / al monte y alcollado, / do mana el agua pura; entremos más adentro enla espesura.» Así hablaba San Juan de la Cruz, así lo anunciabael ángel del Señor y se hacía en él la poesía según lapalabra de Dios: «¡Oh llama de amor viva, / que tiernamentehieres / de mi alma en el más profundo centro!». Y elamor en fin, total, en el que se da todo, en el que no se pidenada, en el que se habla a Cristo, puesta el alma en la felicidadeterna del amor en otra vida sin línútes: «No me tienesque dar porque te quiera, / pues aunque lo que espero noesperara, / lo mismo que te quiero te quisiera».SEÑORES ACADÉMICOS, desde hace casi tres siglos seha escuchado en esta Casa la palabra sabia de los filólogos,de los lingüistas, de los novelistas, de los dramaturgos, delos periodistas, de los historiadores, de los científicos, de los38
ensayistas, de los filósofos. Pero convengamos en que laAcademia ha permanecido viva en España e Iberoaméricaporque aquí se ha tenido el acierto de escuchar siempre, yante todo, las palabras más creadoras del idioma, las palabrasde la poesía, las que más llegan al pueblo, las palabrasde amor de los poetas. Como escribió nuestro clásico, elamor fue el inventor de los poemas. Porque el amor y lapoesía rastrean, verso adentro, el alma profunda de lospueblos, de los hombres sabios que suelen dialogar con supropio corazón.Muchas gracias.39