10.07.2015 Views

IAUXV

IAUXV

IAUXV

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

según lo imagina el «Appendix»: «Ipse ego, quidquid ero,ciñeres interque favillas / tune quoque non potero nonmemor esse tui». E, inmediato ya a Quevedo, oigo a Propercioque utiliza incluso la imagen de la muerte cerrando losojos —«Quandocumque igitur nostra mors claudet ocellos...»—,asegurar a Cintia, su amada: «No entró Cupidotan superficialmente en mis ojos / como para que mis cenizas,olvidado tu amor, estén inertes»: «ut meus oblito pulvisamore vacet». Han sido muchos los poetas —Petrarca,Camoes, Herrera, Marino— que, sobre esa pauta, pudieronprestarle elementos a don Francisco, y él mismo ensayó eltema en otros poemas, en especial en un romance, «Muerede amor y entiérrase amando», de menor fortuna, pero queproyecta luz sobre el soneto y termina con otro verso fulgurante:«amé muriendo, y vivo tierra amante». Bien esverdad que, aunque esos ecos resuenan en el gran templode amor del soneto quevediano, éste debe su perennidada la forma de construcción: a ese maravilloso entrelazamientode los tercetos, sobre todo, que traduce el de la vidverde y el olmo seco con el que los emblemas figuran laamistad más allá de la muerte. Con razón dijo Borges queQuevedo «es menos un hombre que una compleja y dilatadaliteratura».Además del contrapunto que la rica base Uteraria suscita,el Discurso de Luis María Anson abre en alguna direcciónhorizontes menos conocidos. Pocos, en efecto, entrenosotros, se han interesado tanto como él por la poesíaoriental. Y debo confesar que en ese trecho de su intervenciónha suscitado en mí resonancias inesperadas. Ajena a laidea de la reencarnación, la tradición occidental ha sentido48

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!