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No a la guerra - War Resisters' International

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Anita Cole...................................................................................110Tina Garnanez..............................................................................111Katherine Jashinsky....................................................................... 113TurkeyFerda Ülker: Las mujeres turcas despiertan a <strong>la</strong> objeción de conciencia........ 114Ferda Ülker: Manifiesto mi rechazo al militarismo...................................122Hi<strong>la</strong>l Demir: Un análisis feminista sobre <strong>la</strong> objeción de conciencia en Turquía..123Hi<strong>la</strong>l Demir: Dec<strong>la</strong>ración de Objeción de Conciencia................................ 128CoreaJung‐min Choi: Las mujeres en el Movimiento por <strong>la</strong> Paz de Corea del Sur...... 129ParaguayMaría Elena Meza Barboza: Paraguay@s unid@s contra el militarismo............ 134Mujeres Antimilitaristas — MOC Paraguay: Presentación de MujeresObjetoras de Conciencia, Paraguay, 1995............................................140MOC Paraguay: Presentación de grupo de mujeres objetoras y antimilitaristas.142ColombiaIntroducción a Colombia..................................................................143Andrea Ochoa: Objetoras de conciencia en Colombia............................... 144Alejandra Londoño: Las objetoras en el contexto colombiano..................... 146Sandra Murillo Marín: Dec<strong>la</strong>racion como objetora de conciencia.................. 147Estefanía Gómez Vásquez: Dec<strong>la</strong>racion como objetora de conciencia............148Milena Romero Sanabria: Me dec<strong>la</strong>ro objetora........................................150Ellen Elster & Majken Jul Sørensen: La objeción de conciencia de <strong>la</strong>s mujerescomo estrategia contra el militarismo: conclusiones de <strong>la</strong>s editoras............152Otras publicaciones de <strong>la</strong> Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra...............166Sobre <strong>la</strong> Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra....................................1677


Objetoras nos hace sentir tristeza ante <strong>la</strong> ausencia de <strong>la</strong>s mujeres en <strong>la</strong>Historia y <strong>la</strong> Memoria, por lo que es un gran regalo para el ahora y el futuro. Perotambién nos alienta e inspira: <strong>la</strong>s experiencias y reflexiones recogidas aquíayudarán a enriquecer los debates y <strong>la</strong>s acciones del movimiento social en suconjunto, por <strong>la</strong> cantidad y <strong>la</strong> calidad de <strong>la</strong>s preguntas, críticas, enfoques yconexiones que sus autoras p<strong>la</strong>ntean.michelle renyé, primavera del 2011Proyecto Mujer Pa<strong>la</strong>bra y WRI‐IRG10


alguna excepción, como que Grace Beaton fuera Secretaria General de esta redinternacional durante más de dos décadas. Desde 1972 se han estado realizandoesfuerzos conscientes para cambiar esta situación, primero con <strong>la</strong> introduccióndel uso de lenguaje inclusivo (visibilización de <strong>la</strong>s mujeres en el lenguaje) ydesde 1976, con <strong>la</strong> organización de reuniones internacionales de <strong>la</strong>s mujeres de <strong>la</strong>IRG, normalmente en co<strong>la</strong>boración del Movimiento Internacional deReconciliación (IFOR‐MIR). Su segunda reunión, celebrada en Escocia, sirvió comopreludio al resurgimiento de un movimiento de paz internacional de <strong>la</strong>s mujeresen <strong>la</strong> década de los años ochenta, y generó una influyente dec<strong>la</strong>ración,“Insumisas al Servicio Militar” (texto incluido en <strong>la</strong> presente antología). Lasmujeres británicas que habían asistido a estas reuniones decidieron formar elGrupo de Estudio “Feminismo y <strong>No</strong>violencia”, y <strong>la</strong> IRG copublicó posteriormentesu trabajo, “Piecing It Together” (buscando <strong>la</strong>s conexiones, resolviendo elpuzzle), ahora disponible en Internet en http://wri‐irg.org/pubs/Feminism_and_<strong>No</strong>nviolence. Más tarde, en 1986, se formó el Grupo de Trabajode <strong>la</strong>s Mujeres de <strong>la</strong> IRG, para tras<strong>la</strong>dar estos análisis a <strong>la</strong> internacional y tambiénpara atraer a más mujeres activistas a <strong>la</strong> red. En 1987 <strong>la</strong> IRG organizó elseminario “Negarse a preparar <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>: <strong>la</strong> nocooperación y <strong>la</strong> objeción deconciencia” en respuesta al p<strong>la</strong>nteamiento feminista de que era necesarioconsiderar “<strong>la</strong> objeción de conciencia desde una perspectiva más amplia”. Aquelseminario mostró que se había renovado el interés por el P<strong>la</strong>n Anti‐Guerra queBart de Ligt presentó en <strong>la</strong> IRG en 1934, pero se incluía esta vez el análisisfeminista. Las mujeres siempre han tenido papeles vitales en <strong>la</strong> construcción delrechazo a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, en objeción fiscal (<strong>la</strong> negativa a pagar impuestos para <strong>la</strong><strong>guerra</strong>), negándose a participar en cualquier tarea que pudiera re<strong>la</strong>cionarse con<strong>la</strong> <strong>guerra</strong> y formu<strong>la</strong>ndo una crítica a su justificación cultural.Un tercer sentido, mucho más inmediato, en que esta antología llega conretraso es que su gestación se ha prolongado considerablemente. Se concibiócomo parte del programa de <strong>la</strong> IRG l<strong>la</strong>mado Derecho a Negarse a Matar (RRTK, eninglés), y en un primer momento se pensó que <strong>la</strong> antología podría estar lista parael seminario “Género y militarismo” del año 2007, que organizaba <strong>la</strong> IRG y NewProfile, su grupo afiliado israelí. Lo presentamos finalmente en gran medidagracias al trabajo de dos pacientes comadronas, Ellen Elster y Majken JulSørensen, miembras del Ejecutivo de <strong>la</strong> IRG que tomó <strong>la</strong> decisión de publicar estaantología, y gracias también al continuado trabajo de Andreas Speck, quientrabaja en el programa RRTK en <strong>la</strong> sede de <strong>la</strong> IRG, en Londres.La publicación de <strong>la</strong> presente antología es indicativa de que en <strong>la</strong> IRGcontinúa comprometida con su apoyo a <strong>la</strong>s objetoras y a <strong>la</strong> apertura de espaciosdonde puedan reunirse, y comprometida con abordar el tema del militarismodesde <strong>la</strong>s consideraciones del género, tanto en los programas donde existe apoyoecónomico para contratar a activistas (como el RRTK y “<strong>No</strong>nviolence for achange”, noviolencia para variar, o por el cambio, que promueve <strong>la</strong> acciónnoviolenta para luchar contra <strong>la</strong>s causas de <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s), como de manera másgeneral, en el conjunto de <strong>la</strong> red de <strong>la</strong> IRG.12


PrefacioPor Cynthia EnloeDirector de banco central: esta idea se encuentra tan profundamentemasculinizada que ni siquiera somos conscientes de que estamosnombrando y visualizando el masculino. [*] Sólo prestamos atención algénero en <strong>la</strong> rara ocasión en que se nombra en femenino, directora del bancocentral. Lo mismo ocurre con otras categorías: piloto de 747, jugador debaloncesto, corredor de bolsa, jefe de policía, operador de bulldozer, mafioso,bombero, ministro de finanzas. Lo positivo (lo que indica progreso) es que hoy endía encontramos mujeres aquí y allá, que han irrumpido en los territorios de loshombres. “Una ministra” ya no suena como sonaba antes, a oxímoron. Hoy en díanumerosas mujeres están desempeñando papeles tradicionalmente vedados a <strong>la</strong>smujeres gracias a su lucha política organizada y su coraje, aunque todavía siguensiendo tan pocas en re<strong>la</strong>ción al número de hombres que solemos ser conscientesdel género sólo cuando nos damos cuenta de que es necesario nombrar enfemenino, decir “bombera” o “mujer bombero”, para evitar que se visualice a unhombre, pues cuando se trata de hombres, usamos <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra normal, sinp<strong>la</strong>ntearnos que no es neutra sino, de hecho, un masculino. Cómo iba a ser deotro modo: todo el mundo sabe que esos puestos han sido siempre ocupados porhombres.Algo muy parecido ha ocurrido con el término “objetores de conciencia”.Cuando pensamos en <strong>la</strong> objeción de conciencia, en principio pensamos enhombres. Lo presuponemos. Yo al menos lo presupongo. Por eso, no me p<strong>la</strong>nteotemas de género cuando digo “objetores de conciencia”: no me p<strong>la</strong>nteo si enesta lucha hay hombres y mujeres. Esta costumbre nuestra de masculinizarlotodo, no ya a los soldados, sino también a quienes se resisten a serlo, es lo queha hecho que sea tan importante nombrar el femenino para quienes han creadoeste libro, y lo que hace que sea importante que otras personas lo leamos.En cualquier caso, el libro ofrece algo más que <strong>la</strong> visibilización (<strong>la</strong> desexotización)de <strong>la</strong>s objetoras de conciencia. Si lo leemos entero, nos daremoscuenta de que aflojar el nudo que une <strong>la</strong> masculinidad con <strong>la</strong> función militar y <strong>la</strong>[*] <strong>No</strong>ta de <strong>la</strong> t.: <strong>la</strong> explicación está adaptada ligeramente por diferenciasestructurales de <strong>la</strong> lengua inglesa y españo<strong>la</strong>. Enloe hab<strong>la</strong> de que no solemossentir <strong>la</strong> necesidad de tener que añadir un modificador indicativo de géneromasculino al nombre cuando se trata de un hombre: en banker, decir malebanker, en CO, decir male CO (banker y CO pertenecen al grupo de pa<strong>la</strong>brasneutras formalmente en inglés; aunque se sue<strong>la</strong>n visualizar en masculino por <strong>la</strong>tradición). En español, donde también se producen problemas paralelos desexismo en el lenguaje, formalmente no existe el neutro (ni científica nisocialmente ha sido el masculino singu<strong>la</strong>r neutro): cada pa<strong>la</strong>bra lleva un sufijoindicativo del género masculino o femenino, de ahí <strong>la</strong> adaptación.13


masculinidad con <strong>la</strong> resistencia a esa función nos ayuda a comprender cómofunciona <strong>la</strong> compleja re<strong>la</strong>ción entre masculinidad y militarización, y cómodependen <strong>la</strong> una de <strong>la</strong> otra. Un análisis que muestre cómo depende algo de otracosa sirve para que cada una de sus partes sea más vulnerables, más fácilmentecuestionables y por tanto, potencialmente transformables. Las mujeres que aquíescriben arrojan una c<strong>la</strong>ra luz sobre <strong>la</strong>s raíces de <strong>la</strong> militarización queempecinadamente sostiene los ejércitos, <strong>la</strong> función militar y <strong>la</strong> preparación yejecución de <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s.Han sido <strong>la</strong>s mujeres con visión feminista (aquel<strong>la</strong>s que abiertamenteinvestigan cómo funciona el patriarcado en <strong>la</strong> vida cotidiana) de los movimientosde objeción de conciencia nacionales e internacionales quienes han persuadido amuchos hombres que se p<strong>la</strong>nteaban <strong>la</strong> objeción de conciencia de que también eranecesario que cuestionaran sus re<strong>la</strong>ción personal con <strong>la</strong> masculinidad patriarcal.<strong>No</strong>s han demostrado que los grupos de objeción de conciencia donde los (y <strong>la</strong>s)activistas consideran suficiente abordar los temas de c<strong>la</strong>se, colonialismo,capitalismo y racismo (temas fundamentales, sin duda, que debemos explorar confranqueza) son grupos que en realidad se detienen al llegar a <strong>la</strong> oril<strong>la</strong>: unmovimiento anti<strong>guerra</strong> donde <strong>la</strong> gente duda y no se adentra en <strong>la</strong>s fuertescorrientes del patriarcado, se encuentra, debido precisamente a este miedo,reforzándolo, reforzando que el patriarcado continúe dándole más valor a <strong>la</strong>masculinidad. El resultado de este tipo de dudas personales y políticas,individuales y colectivas es, <strong>la</strong>s más de <strong>la</strong>s veces, que una de <strong>la</strong>s dinámicas c<strong>la</strong>ve,<strong>la</strong> que sostiene que se privilegie <strong>la</strong> función militar y también <strong>la</strong>s estructuras másprofundas del militarismo queda intacta, lista para seguir siendo útil en <strong>la</strong>próxima <strong>guerra</strong>.He de confesar que ha sido sólo recientemente cuando he llegado a serconsciente de esta parte del trabajo de <strong>la</strong>s objetoras que cambia <strong>la</strong>smentalidades y <strong>la</strong> naturaleza del movimiento. Aunque varias generaciones decompañeras feministas me habían ayudado a desarrol<strong>la</strong>r <strong>la</strong> sensibilidad de poderfijarme en <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor de <strong>la</strong>s activistas pacifistas, yo seguía concibiendo a <strong>la</strong>smujeres que trabajaban en los movimientos de objeción de conciencia –en <strong>la</strong>Gran Bretaña de <strong>la</strong> Primera Guerra Mundial, en <strong>la</strong> Sudáfrica de <strong>la</strong> eraantiapartheid, en los años de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> del Vietnam en Estados Unidos–básicamente como un mero apoyo a los objetores. Imaginaba que estaban ahíofreciendo apoyo a los hermanos y amantes o novios que habían decidido negarsea participar en los servicios militares obligatorios para hombres del gobierno; queeran mujeres que se habían hecho activistas en movimientos anticonscripciónliderados y concebidos por hombres. Lo que yo imaginaba de estas mujeres setopaba con el límite de una insuficiente curiosidad feminista: no me p<strong>la</strong>nteabasuficientes preguntas sobre cómo podía ser que una causa aparentemente justapudiera estar infectada con su propia dosis de patriarcado, cómo susaparentemente valientes participantes podían seguir confiando en que <strong>la</strong>smujeres permanecerían cómodamente (para ellos) femeninas, nutriendo y14


apoyando <strong>la</strong> causa masculinizada, y no diseñando <strong>la</strong>s estrategias, y mucho menoscomprensiones. De hecho, <strong>la</strong>s activistas feministas de los movimientos deobjeción de conciencia tenían mucho más que ofrecer que un sólido apoyo:estaban haciendo análisis fundamentales.Me abrieron los ojos tres experiencias recientes que avivaron mi curiosidadfeminista. Ocurrieron bastante seguidas. La primera llegó cuando leía un trabajoque preparaba una amiga, <strong>la</strong> activistas/académica feminista de Corea del Sur,Insook Kwon. Insook, que con anterioridad había explorado <strong>la</strong> sorprendentementedinámica interna militarizada del movimiento pro‐democracia de <strong>la</strong> década de losochenta en Corea del Sur, movimiento que consiguió poner fin a décadas degobierno militar, ahora ocupaba su sagaz inteligencia en analizar el continuadosistema de conscripción masculino. Se p<strong>la</strong>nteaba preguntas que nacían de sucuriosidad feminista. Estaba explicitando cómo funcionaba <strong>la</strong> feminidad y <strong>la</strong>masculinidad dentro del sistema legal y de <strong>la</strong> más amplia cultura política del paíssostenidos por los procesos de conscripción de Corea del Sur. Me recordó que <strong>la</strong>conscripción militar masculina era un tema del feminismo.La segunda experiencia me llegó poco después, en un viaje a Israel en el quese me pidió que le hab<strong>la</strong>ra a –pero más importante aún, que escuchara a yaprendiera de–académicas de los Estudios de Género y activistas feministas deIsrael que estaban rastreando y cuestionando <strong>la</strong> profunda militarización de susociedad. Uno de los grupos (cuyos trabajos llevaba yo siguiendo ya varios años)era New Profile. Creado por un grupo de mujeres israelíes de mediada edad,algunas de <strong>la</strong>s cuales habían hecho el servicio militar, <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong>s cualeshabían tenido hijos e hijas que tendrían que hacer el servicio militar, <strong>la</strong>smiembras de New Profile se habían juntado para poner en común suspreocupaciones por el complejísimo entramado de <strong>la</strong> militarización en sus vidas,y para averiguar cómo resolver el tema de <strong>la</strong>s responsabilidades.Para cuando me reuní con <strong>la</strong>s activistas de New Profile, ya habían conseguidoatraer a sus discusiones y acciones a mujeres y hombres jóvenes, que habíanformado un grupo. El servicio militar (su fundamentación, sus consecuencias paralos y <strong>la</strong>s jóvenes y también para sus progenitores, y sus vínculos con otrasdinámicas culturales y económicas en <strong>la</strong> sociedad) estaba siempre en <strong>la</strong> agenda.Durante mi breve visita, Idan Halili hizo su presentación pública en <strong>la</strong> que senegaba a hacer el servicio militar. Tali Lerner, amiga y de su Grupo de Apoyo,llevó <strong>la</strong>s ideas de Idan a <strong>la</strong>s conversaciones en New Profile. Idan citaba a VirginiaWolf cuando explicaba cómo, paso a paso, de niña y luego de adolescente, habíaido formado su decisión de rechazar <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada a enlistarse que le haría sugobierno. Más tarde, en un animado encuentro intergeneracional en Tel Aviv, Idanexplicó por qué no quería ser vista como “héroe/heroína”. <strong>No</strong> quería que ningunapersona pacifista pensara que el<strong>la</strong> era especialmente valiente por decidir cumpliruna condena de cárcel. Tanto convertir<strong>la</strong> en un mito como creer<strong>la</strong> especialmentevaliente –nos alertaba– equivaldría a alentar un tipo de privilegios que, si bien15


IntroducciónPor Ellen Elster y Majken Jul Sørensen, Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> GuerraPor qué <strong>la</strong> presente antologíaNumerosas mujeres trabajan en <strong>la</strong> construcción de <strong>la</strong> paz, tanto en grupos yredes de mujeres como en grupos y redes mixtas. Queda mucho por contarsobre sus experiencias. Se le ha prestado muy poca atención, si es que sele ha prestado alguna, a <strong>la</strong>s mujeres que, en muchos lugares del mundo, tanto en<strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s como en tiempos de paz, se han dec<strong>la</strong>rado objetoras de concienciacomo protesta frente al militarismo.La Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra decidió publicar esta antologíapara darles voz. La mayor parte de los textos recogidos han sido escritos pormujeres que hicieron una dec<strong>la</strong>ración pública de objeción de conciencia o bienque ofrecieron su apoyo abiertamente a objetores de conciencia. “Pública” debeentenderse aquí en un sentido amplio, que incluiría también dec<strong>la</strong>raciones enjuicios y en cartas a <strong>la</strong>s autoridades. Si bien el libro puede leerse para informardebates sobre el reclutamiento de <strong>la</strong>s mujeres, nos gustaría seña<strong>la</strong>r que se tratade una antología sobre <strong>la</strong> objeción de conciencia como forma de resistencia almilitarismo, más allá de lo que es resistirse concretamente a ser reclutada.Casi todos los artículos publicados aquí han sido redactados para estaantología. Los que no lo han sido aparecieron antes en El fusil roto, una de <strong>la</strong>spublicaciones de <strong>la</strong> IRG, o en algún otro boletín, sobre todo pacifistas. <strong>No</strong>sreferimos en especial a los materiales sobre luchas del pasado. <strong>No</strong> hemospretendido recoger todos los casos de objetoras en países en <strong>guerra</strong>. Más bien,desde <strong>la</strong> IRG, deseábamos ofrecer una antología que ilustrara <strong>la</strong> diversidad de <strong>la</strong>objeción de conciencia entre <strong>la</strong>s mujeres, considerando los contextos de tiempo(tiempo de paz o de <strong>guerra</strong>) y espacio (localización), <strong>la</strong> metodología de trabajo,los motivos para hacerse objetoras, y <strong>la</strong>s situaciones a <strong>la</strong> que se enfrentaron. Estamuestra ha sido en sí misma una forma de luchar contra el militarismo, puestoque algunas de <strong>la</strong>s autoras escribieron su artículo en el momento en que estabandesarrol<strong>la</strong>ndo su lucha contra su reclutamiento, o bien cuando se acababan dedec<strong>la</strong>rar objetoras tras haber entrado “voluntariamente” en el ejército. Un casodistinto es el de Corea: explica el papel de <strong>la</strong>s mujeres en el movimiento deobjeción de conciencia del país a pesar de que nunca se emitieron dec<strong>la</strong>racionespúblicas como objetoras.A lo <strong>la</strong>rgo de los años se ha escrito extensamente sobre <strong>la</strong>s acciones ycampañas emprendidas por <strong>la</strong>s mujeres para construir <strong>la</strong> paz y eliminar <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>y el militarismo. Con <strong>la</strong> época moderna y el nacimiento de <strong>la</strong> Liga Internacionalde <strong>la</strong>s Mujeres por <strong>la</strong> Paz y <strong>la</strong> Libertad (conocida internacionalmente como WILPF,17


definitiva a esta cuestión. <strong>No</strong> obstante, en el último capítulo de este libroaportaremos algunas ideas sobre lo que queremos decir cuando hab<strong>la</strong>mos deobjeción de conciencia en un sentido amplio y en un sentido más restringido.Presentación de los textosEn su artículo, Ferda Ülker, de Turquía, seña<strong>la</strong> el hecho de que, <strong>la</strong>s más de <strong>la</strong>sveces, <strong>la</strong> gente considera que <strong>la</strong> objeción de conciencia sólo tiene que ver con loque hacen los hombres cuando se niegan a servir en el ejército, y esta idea serepite en varios análisis más incluidos aquí. Sin embargo, deseamos dejarradicalmente c<strong>la</strong>ro que nuestra comprensión de <strong>la</strong> objeción de conciencia vamucho más allá de <strong>la</strong> situación que dicta <strong>la</strong> ley en consonancia con el conceptode objeción que tienen <strong>la</strong>s autoridades militares del mundo. La objeción deconciencia es algo que nos atañe a todas <strong>la</strong>s personas, al margen de si podemosser reclutadas o no, y al margen de si somos hombres o mujeres.En Turquía, donde <strong>la</strong>s mujeres no son reclutadas, <strong>la</strong> prioridad del movimientode objeción de conciencia ha sido apoyar a los hombres que habían sidoencarce<strong>la</strong>dos por negarse a ser soldado. Sin embargo, como escribe Ferda Ülker,<strong>la</strong> razón por <strong>la</strong> que <strong>la</strong>s mujeres no son reclutadas no es porque hayan ganado underecho por el que han luchado. <strong>No</strong> tienen que hacer el servicio militar porquelos líderes militares no <strong>la</strong>s consideran merecedoras de cumplir con este “deberglorioso”. Las objetoras turcas, sin embargo (doce, en el momento en queescribimos esto), dan numerosas razones diferentes por <strong>la</strong>s que considerannecesario dec<strong>la</strong>rarse objetoras públicamente.Las mujeres francesas que en 1991 se dec<strong>la</strong>raron objetoras públicamenteutilizan argumentos parecidos a <strong>la</strong>s mujeres turcas. Re<strong>la</strong>cionan el ejército con elpatriarcado y sus jerarquías, y se niegan a apoyar <strong>la</strong> militarización de <strong>la</strong> sociedad.Sólo el<strong>la</strong>s, de todas <strong>la</strong>s aportaciones incluidas aquí, utilizan argumentos que vanmás allá de su propia situación social particu<strong>la</strong>r, conectando el militarismo con <strong>la</strong>vio<strong>la</strong>ción y simi<strong>la</strong>res abusos que se dan en sociedades de todo el mundo en tornoa <strong>la</strong>s bases militares.La mayoría de <strong>la</strong> gente es capaz de entender por qué los pacifistas que seenfrentan a <strong>la</strong> conscripción se hacen objetores de conciencia, incluso aunque nocompartan sus razones. Sin embargo, <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de <strong>la</strong>s objetoras no sonrecibidas de igual manera en Turquía, donde consideran que no tienen sentido yque son innecesarias, ya que <strong>la</strong>s mujeres no tienen <strong>la</strong> obligación de hacer elservicio militar. Esta crítica genera, de hecho, varios debates en <strong>la</strong> sociedad, y lohace de una manera distinta a cómo los generan <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de losobjetores: como en el caso de el<strong>la</strong>s no se comprenden sus razones, es más fácilp<strong>la</strong>ntear el debate social de lo que es el militarismo.El análisis de Hi<strong>la</strong>l Demir, también de Turquía, sigue <strong>la</strong> misma línea que el deFerda Ülker. Hi<strong>la</strong>l explica cómo fue que unas mujeres que habían pertenecido a <strong>la</strong>19


Asociación de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra de Izmir, grupo mixto, decidieran crear ungrupo independiente de feministas antimilitaristas. Uno de los objetivos de Hi<strong>la</strong><strong>la</strong>l redactar su dec<strong>la</strong>ración pública en 2005 era evitar que el patriarcado “seinfiltrara en nuestro movimiento” dejando c<strong>la</strong>ro que luchar contra el militarismoes mucho más que luchar contra el servicio militar. Dentro del movimientoantimilitarista de Turquía, <strong>la</strong>s mujeres que se han dec<strong>la</strong>rado objetoras han sidotambién objeto de críticas por parte de otras mujeres que sienten que el uso de<strong>la</strong> noción de objeción de conciencia entra en el juego del ejército, porque asumesus reg<strong>la</strong>s. En opinión de Hi<strong>la</strong>l Demir, adoptar <strong>la</strong> p<strong>la</strong>taforma de <strong>la</strong> objeción deconciencia es útil, pues contribuye a l<strong>la</strong>mar <strong>la</strong> atención sobre <strong>la</strong> situación de <strong>la</strong>smujeres dentro del movimiento antimilitarista de una forma completamentenueva. Además, <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de <strong>la</strong>s objetoras han hecho posible que sepiensen nuevos enfoques sobre el antimilitarismo de <strong>la</strong>s mujeres.Al otro <strong>la</strong>do del globo, en Paraguay y Colombia, encontramos numerososparalelismos con el caso de Turquía. Las sociedades paraguaya y colombiana sonsociedades militarizadas sin servicio militar obligatorio para <strong>la</strong>s mujeres.Colombia sigue desgarrada por una <strong>guerra</strong> civil que dura ya 40 años. Sin embargo,en los dos países han surgido mujeres que han decidido dec<strong>la</strong>rarse objetoras deconciencia: parten de <strong>la</strong> idea de que una sociedad militarizada no sólo afecta alos hombres, sino a todas y cada una de <strong>la</strong>s personas. A menudo les preguntan porqué se dec<strong>la</strong>ran objetoras si no tienen que hacer el servicio militar. Contestanque objetan a <strong>la</strong> cultura militarista imperante, que repercute en todos losaspectos de <strong>la</strong> vida, a <strong>la</strong> cultura de machismo, profundamente arraigada en elmilitarismo, y al patriarcado, que se encuentra sostenido por <strong>la</strong>s actualesestructuras del poder. Las objetoras en Paraguay han decidido trabajar en <strong>la</strong>misma organización que los hombres porque consideran que es importantediscutir los temas de feminismo y antimilitarismo con ellos.En una dec<strong>la</strong>ración conjunta en 2002, <strong>la</strong>s mujeres paraguayas exponen queobjetan por razones de conciencia al ejército, por ser éste un sistema deopresión económica, social y cultural. Encontramos <strong>la</strong> misma idea en <strong>la</strong>dec<strong>la</strong>ración que hizo Milena Romero Sanabria, de Colombia. Las mujeres deParaguay argumentan además que <strong>la</strong> práctica reciente de permitir <strong>la</strong>incorporación de <strong>la</strong>s mujeres al ejército se usa como justificación paraincrementar el presupuesto militar. Varias de <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de Colombiasubrayan el rechazo al patriarcado, y <strong>la</strong> importancia que tiene el dec<strong>la</strong>raseobjetora u objetor como acto individual.En su artículo sobre <strong>la</strong> objeción de conciencia en Colombia, Andrea Ochoaexplica que decidieron dec<strong>la</strong>rarse objetoras no sólo en solidaridad con losobjetores, sino también para p<strong>la</strong>ntear cuestiones de paz y noviolencia a unpúblico más amplio. Explica que han llevado el tema de <strong>la</strong> objeción de concienciaespecialmente a <strong>la</strong>s escue<strong>la</strong>s e institutos donde se utilizan pedagogíasalternativas. En nombre de <strong>la</strong> igualdad, <strong>la</strong>s guerril<strong>la</strong>s y los paramilitares reclutan20


Tali Lerner nos ofrece una idea de hasta qué punto se encuentra militarizada<strong>la</strong> sociedad israelí, y lo entretejido que está el servicio militar en <strong>la</strong> noción deciudadanía. Numerosos grupos marginados, como el pueblo beduino y <strong>la</strong>s personashomosexuales, utilizan el servicio militar como “pase de entrada” a <strong>la</strong> sociedad.Además, nos explica cómo últimamente se ha hecho más difícil que <strong>la</strong>s mujerespuedan conseguir <strong>la</strong> exención del servicio militar, pues se les han empezado aaplicar los mismos duros criterios que se les han aplicado siempre a los hombres.Desde Estados Unidos, Stephanie Atkinson y Diedra Cobb nos ofrecen sushistorias de cómo <strong>la</strong>s reclutaron y cómo fue que acabaron negándose a seguir. Lasdos se dieron cuenta de que algo no iba bien al poco de ingresar en el Ejército,pero salir de allí es mucho más difícil que entrar. Aunque Stephanie Atkinson dejamuy c<strong>la</strong>ro que no se considera objetora de conciencia, desertó por razones deconciencia.Presentamos además tres breves dec<strong>la</strong>raciones de otras tres mujeresestadounidenses, Tina Garnanez, Anita Cole y Catherine Jashinski. Tina Garnanezdescribe cómo funciona <strong>la</strong> captación de reclutas por el personal militar en loscentros educativos de secundaria. Su objetivo primordial es convencer a <strong>la</strong>s y losadolescentes de familias pobres de que el Ejército es su única salida. También sonagresivos en sus técnicas de reclutamiento con otras “minorías”: pob<strong>la</strong>ción obrerao agraria, algunas religiones, y sectores muy conservadores. Stephanie Atkinsonnos cuenta que hab<strong>la</strong> en nombre de jóvenes que no encuentran su rumbo en <strong>la</strong>vida, con pocos medios económicos, con problemas emocionales y de familiasdesestructuradas. Estas cinco trayectorias hacia <strong>la</strong> objeción de conciencia sonpersonales, no se inscriben en lo que es una lucha social. En contraste, Anita Coleingresó en el ejército porque quería servir a su país y no por razones económicas.Su posterior rechazo fue desarrollándose a lo <strong>la</strong>rgo del tiempo, y el punto deinflexión se produjo cuando en unas prácticas de tiro un oficial le gritó, “Venga,estás aquí para matar”.En Gran Bretaña, durante <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial hubo objetoras deconciencia a <strong>la</strong> conscripción; ésta es <strong>la</strong> historia que cuenta Mitzi Bales. Algunasde <strong>la</strong>s mujeres eran “absolutistas” (lo que también l<strong>la</strong>mamos insumisas) pues senegaban a aceptar también el servicio civil. Kathleen Lonsdale, cuáquera, erauna científica muy conocida, que estaba exenta de enlistarse porque era madrede dos hijas y de un hijo menores de 14 años. Sin embargo, decidió hacerlo paraluego negarse a hacer el servicio militar.Es posible que existan tantas razones para negarse a hacer el servicio militarcomo mujeres que así lo hayan hecho, pero de los documentos de quedisponemos hoy no podemos extraer <strong>la</strong> impresión de que en esta época seprodujeran casos por <strong>la</strong>s razones feministas que encontramos mucho después enIsrael. <strong>No</strong>ra Page argumentó que en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> no quería hacer nada que no22


pudieran pedirle que hiciera en tiempos de paz. Joan Williams eligió otro caminoal de <strong>la</strong>s absolutistas: se negó a registrarse, aunque era obligatorio. A algunas <strong>la</strong>smultaron o encarce<strong>la</strong>ron en repetidas ocasiones, táctica que se sigue usandomucho hoy en día también, por ejemplo, en Turquía (con los hombres) y en Israel.En Estados Unidos durante <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial, <strong>la</strong>s mujeres también senegaron a participar en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, y apoyaron a los objetores de conciencia. ErnaHarris narra <strong>la</strong>s diferentes tareas que hacía en apoyo a los hombres que estabanen los campos adonde enviaban a los objetores. Mientras que <strong>la</strong>s mujeresbritánicas se enfrentaban a <strong>la</strong> exigencia de alistarse o de trabajar para <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>,<strong>la</strong>s mujeres de Estados Unidos tenían menos presión directa. <strong>No</strong> obstante,negarse a apoyar <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> era arriesgarse a perder el trabajo. Esto fue lo que lepasó a Jean Zwickel cuando se negó a enlistar a sus estudiantes.Utilizando un caso de Suecia, introducimos también el tema de negarse arealizar un servicio de defensa civil obligatorio, aunque <strong>la</strong>s tareas no impliquenllevar armas ni participar en entrenamientos de combate. Majken Jul Sørensennos cuenta <strong>la</strong> historia de Barbro Alving, encarce<strong>la</strong>da en 1956 durante un mes pornegarse a participar en un entrenamiento en defensa civil obligatorio.Reaccionaba contra <strong>la</strong> locura generada ante el miedo a una posible <strong>guerra</strong> nucleary contra el lenguaje engañoso (doublespeak) de <strong>la</strong>s autoridades en este tema, yfundamentó sus argumentos en razonamientos feministas y de pacifista radical,comprensiones que había desarrol<strong>la</strong>do en su juventud cuando en 1935 participóen una gran campaña que se organizó contra los entrenamientos en defensa civilque se hacen en este país. El tema de <strong>la</strong> objeción a realizar entrenamientos endefensa civil requeriría más atención hoy en día.Encontramos una forma de resistencia parecida en <strong>la</strong> Alemania de finales delos años 70. Durante más de una década, a <strong>la</strong>s mujeres se les había ofrecido “<strong>la</strong>oportunidad” de ser formadas como enfermeras. El aliciente era que esto lesayudaría después a conseguir empleos en hospitales. A lo <strong>la</strong>rgo de los años, sinembargo, se fue haciendo evidente que aquel<strong>la</strong> formación era en realidad parapreparar <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, por lo que estaba vincu<strong>la</strong>da al militarismo. Las mujeres quehabían participado en aquel<strong>la</strong>s sesiones organizaron el envío de cartas protesta,donde denunciaban esta conexión. En el<strong>la</strong>s, dec<strong>la</strong>raban además su negativa aservir en caso de que se produjera una <strong>guerra</strong>.En <strong>la</strong> dec<strong>la</strong>ración “Insumisas al servicio militar” de 1980 (incluida aquí), <strong>la</strong>smujeres firmantes exponen que <strong>la</strong>s feministas deben oponerse no sólo a <strong>la</strong>conscripción sino también al servicio alternativo. Resuena <strong>la</strong> voz de <strong>la</strong>sabsolutistas británicas de <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial y de Barbro Alving de Sueciacuando dec<strong>la</strong>ran: “Aceptar el servicio alternativo (...) no transforma ni puedetransformar <strong>la</strong> sociedad autoritaria, jerárquica y opresora representada ysostenida por el militarismo”. Es el mismo argumento que han dado 25 años mástarde <strong>la</strong>s objetoras turcas. La línea argumental de este tipo de dec<strong>la</strong>ración de23


Copyright — © Marie Marcks, Heidelberg, AlemaniaMarie Marcks donó este dibujo al Grupo de Trabajo de <strong>la</strong>s Mujeres de <strong>la</strong> IRG conmotivo de su IV Conferencia Internacional de Mujeres, “Superando <strong>la</strong> violencia:<strong>la</strong>s mujeres redefiniendo el desarrollo y transformando <strong>la</strong> sociedad a través de <strong>la</strong>noviolencia”, celebrada en Bangkok, Tai<strong>la</strong>ndia, en noviembre de 199226


Dijeron “<strong>No</strong>” a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>:<strong>la</strong>s objetoras de conciencia británicas en <strong>la</strong> SegundaGuerra MundialPor Mitzi Bales, activista pacifista de <strong>la</strong> Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> GuerraCuando el 15 de enero de 1943 <strong>No</strong>ra Page era conducida a <strong>la</strong> cárcel en <strong>la</strong>B<strong>la</strong>ck Maria (sobrenombre del furgón policial en Ing<strong>la</strong>terra), se iba diciendoa sí misma: “Tengo que llegar hasta el final”. <strong>No</strong>ra Page no era <strong>la</strong> primeraobjetora de conciencia británica, ni tampoco <strong>la</strong> primera en ir a <strong>la</strong> cárcel por ello,pero su historia sí nos ha llegado, en <strong>la</strong> forma de una extensa entrevista grabadaen 1980 en el Imperial <strong>War</strong> Museum (museo de <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s imperiales). En el<strong>la</strong>,<strong>No</strong>ra expresa sus creencias poderosa y c<strong>la</strong>ramente: al fin y al cabo, desde 1937había sido activista en <strong>la</strong> Peace Pledge Union (PPU, organización pacifista inglesa)y había trabajado como voluntaria asesorando a quienes hicieron objeción deconciencia entre 1941 y 1945.La historia de <strong>No</strong>ra Page ilustra cómo afectó <strong>la</strong> cuestión de <strong>la</strong> conscripción a<strong>la</strong>s mujeres que dijeron “no” a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> como resultado de sus creencias o ideasdurante <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial. Asimismo, nos permite conocer qué opinióntenía <strong>la</strong> sociedad de <strong>la</strong> objeción de conciencia.El movimiento por <strong>la</strong> paz se desarrolló durante los años de crecientedesasosiego con <strong>la</strong> dictadura y los avances militares de Hitler. <strong>No</strong>ra se habíatopado con un vendedor de Peace News (PN) en <strong>la</strong> calle. Era el periódico de <strong>la</strong>PPU, una organización pacifista. Leyó sobre <strong>la</strong> misma y al poco tiempo, se unió ael<strong>la</strong> y empezó a vender el periódico también. El movimiento contra <strong>la</strong>conscripción surgió en 1939 en el seno del movimiento por <strong>la</strong> paz. <strong>No</strong>ra se enterópor el Peace News que había una reunión sobre ese tema y decidió asistir. Leimpresionó que el fundador del movimiento no fuera pacifista y que estuvieracontra <strong>la</strong> conscripción. Cuando empezaron a reclutar a <strong>la</strong> gente, participó en lospiquetes informativos que se montaron en los puestos de Intercambio de Empleo,que era donde debían registrarse <strong>la</strong>s personas en situación de poder serreclutadas. Los piquetes le p<strong>la</strong>nteaban <strong>la</strong> posibilidad a estas personas de que sedec<strong>la</strong>rasen objetoras de conciencia.<strong>No</strong>ra explica que hasta que de hecho empezó <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, el público en generaltenía una actitud indulgente hacia el pacifismo, del estilo “me es indiferente”.Cuando se juntaban varias personas en <strong>la</strong> calle para informarse o char<strong>la</strong>r conquienes vendían el Peace News o repartían literatura pacifista, <strong>la</strong> policía lesobligaba a transitar. Sin embargo, <strong>No</strong>ra y sus compañeros conseguían siempreestar en buena re<strong>la</strong>ción con el público y <strong>la</strong> policía en el área de Londres. Tenía27


astante desarrol<strong>la</strong>da <strong>la</strong> técnica de desarmar a quienes se acercaban paracriticarles respondiéndoles con alguna información que les era desconocida.Con <strong>la</strong> extensión restringida de <strong>la</strong> conscripción militar a <strong>la</strong>s mujeres en 1941,y con <strong>la</strong> ampliación de <strong>la</strong> obligación para hombres y mujeres de trabajar enfábricas y como guardafuegos, <strong>la</strong> historia de <strong>No</strong>ra pasó a ser <strong>la</strong> historia de unaobjetora de conciencia. Se produjo el problema concreto de que podíasdec<strong>la</strong>rarte objetora de conciencia al servicio militar, pero no a <strong>la</strong> obligatoriedadde trabajar en fábricas (trabajos industriales) o como guardafuegos.El camino de <strong>No</strong>ra a <strong>la</strong> cárcel es un ejemplo de lo que era ser objetora deconciencia en <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial. Primero <strong>la</strong> “orientaron” (OrientaciónLaboral, lo l<strong>la</strong>maba <strong>la</strong> ley) a un trabajo en una frutería. Como “absolutista” –asíse l<strong>la</strong>mó a <strong>la</strong>s personas que tampoco aceptan realizar el servicio sustitutorio alservicio militar–, se negó a hacerlo. <strong>No</strong> le quitó importancia al trabajo, segúnexplica en su entrevista: “Yo partía de que no iba a aceptar ningún trabajo queno me hubieran dado en tiempos de paz”. Al parecer, y esto no era lo habitual,<strong>la</strong>s autoridades no reaccionaron en ningún sentido: el ministerio de Trabajo y elServicio Nacional tenían que perseguir a tanta gente para que “arrimara elhombro en el esfuerzo de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>” que había quienes se libraban.Sin embargo, sabemos por el<strong>la</strong> misma que <strong>la</strong> pil<strong>la</strong>ron después, con otrasnormativas: “Me habían asignado <strong>la</strong>bores de guardafuegos en <strong>la</strong> patrul<strong>la</strong> de micalle e hice mi turno <strong>la</strong> noche que me tocó. Después nos indicaron que debíamosregistrarnos como guardafuegos… Escribí a <strong>la</strong>s autoridades para comunicarles queno lo había hecho porque no estaba de acuerdo con <strong>la</strong> conscripción”.Su juicio fue en Tottenham, norte de Londres, y <strong>la</strong> condenaron a 14 días enHolloway, <strong>la</strong> cárcel de mujeres. Cuando <strong>la</strong> bajaron al ca<strong>la</strong>bozo, le llevó a <strong>la</strong>spresas pudieron comida e<strong>la</strong>borada por <strong>la</strong>s mujeres que habían ido a apoyar<strong>la</strong> a susjuicios. Explica que <strong>la</strong>s oficia<strong>la</strong>s de prisiones fueron amables y que inclusosalieron a despedir<strong>la</strong>s cuando se <strong>la</strong>s llevaron después en <strong>la</strong> B<strong>la</strong>ck Maria. En esto,<strong>la</strong> experiencia de <strong>No</strong>ra fue muy distinta a <strong>la</strong> de muchas otras objetoras deconciencia, que fueron humil<strong>la</strong>das y maltratadas verbalmente durante los juiciosasí como después.Objetoras al trabajo en fábricas y como guardafuegos<strong>No</strong>ra cumplió sus 14 días de cárcel al mismo tiempo que Kathleen Lonsdale, <strong>la</strong>eminente científica cuáquera, que había sido condenada a un mes por negarse aregistrarse como guardafuegos. <strong>No</strong> llegaron a conocerse pero <strong>No</strong>ra menciona quefue “agradable saber que alguien importante” estaba en <strong>la</strong> cárcel al mismotiempo que el<strong>la</strong>.28


Kathleen Lonsdale era cristalógrafa, y había desarrol<strong>la</strong>do varias técnicas paralos rayos X. Este trabajo junto con otras aportaciones a <strong>la</strong> química y <strong>la</strong> física leproporcionaría más tarde un lugar en <strong>la</strong> Royal Society. Estaba casada y era madrede dos hijas y un hijo menores de 14 años, por lo que estaba exenta deregistrarse; sin embargo, había decidido hacerlo para poder negarse por razonesde conciencia. Fue <strong>la</strong> primera cuáquera encarce<strong>la</strong>da como objetora. Dec<strong>la</strong>ró queno tenía nada en contra de actuar como guardafuegos, pero que pensaba que eltema de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> en sí mismo y el recorte de <strong>la</strong>s libertades civiles inherentes a<strong>la</strong>s obligaciones que ésta imponía eran lo que entonces prevalecía.Mientras Kathleen estuvo en Holloway organizó <strong>la</strong> reunión cuáquera semanal,protestó por <strong>la</strong> mejora de <strong>la</strong>s condiciones carce<strong>la</strong>rias y ayudó a mantener <strong>la</strong>moral alta entre <strong>la</strong>s presas de su galería. Cuando quedó en libertad escribió susmemorias de su paso por <strong>la</strong> cárcel, una de <strong>la</strong>s pocas obras de esta naturalezapublicada en aquel periodo. Las publicó el Prison Medical Reform Council(consejo para <strong>la</strong> reforma médica en <strong>la</strong>s cárceles), y es una valiosa fuente de datossobre <strong>la</strong>s penurias que soportaban <strong>la</strong>s presas, aunque el énfasis se centra en <strong>la</strong>cuestiones de sanitarias.Connie Bo<strong>la</strong>m, doncel<strong>la</strong> de Kitty Alexander, fue <strong>la</strong> primera objetora deconciencia. La encarce<strong>la</strong>ron en enero de 1942. Procedía de una familia deobjetoras y objetores de conciencia de Newcastle, al norte de Ing<strong>la</strong>terra. Lasautoridades “orientaron” a Connie a trabajos en el campo, en comedores uhospitales, pero el<strong>la</strong>, absolutista convencida, se negó a realizarlos, por lo que fuecondenada a un mes de prisión por un tribunal de Newcastle. Lo cumplió en <strong>la</strong>cárcel de Durham. En junio de aquel mismo año se presentó ante el tribunal deDurham y <strong>No</strong>rthumber<strong>la</strong>nd como objetora de conciencia a <strong>la</strong> conscripción militar.El presidente del tribunal, que le era hostil, dec<strong>la</strong>ró: “Este tribunal tiene unsentido común del que usted carece. Deje de decir tantas tonterías”. Leotorgaron <strong>la</strong> exención bajo <strong>la</strong> condición de que realizara trabajos en granjas,hospitales o comedores. El<strong>la</strong> lo recurrió sin éxito, aceptando finalmente <strong>la</strong>exención condicional, al parecer. Es posible que para entonces tuviera otras cosasen <strong>la</strong> cabeza: había recibido numerosas cartas de apoyo gracias a <strong>la</strong> publicidadque suscitó su caso, y se había casado con uno de los hombres que <strong>la</strong> apoyaba.Kitty Alexander, por su parte, se había negado a registrarse, y <strong>la</strong> condenarona un mes de cárcel. Además, <strong>la</strong> despidieron de su empleo remunerado en unaoficina de seguros.Ivy Watson también pasó por una experiencia agotadora. Habiéndose negado aregistrarse, su juicio fue en Startford (este de Londres) tres días antes de <strong>la</strong>Navidad de 1943. La condenaron a pagar una multa de £25 o bien a tres meses decárcel. Eligió <strong>la</strong> cárcel, pero al cabo de cuatro semanas su salud había quedadotan mermada que le pidió a su familia que pagara <strong>la</strong> multa para salir de allí.29


Su narración, publicada en el boletín del CBCO (comité central para <strong>la</strong>objeción de conciencia), se suma a lo que cuenta Kathleen Lonsdale en susmemorias. Cuenta que a <strong>la</strong>s presas le daban una vez al mes un pequeño trozo dejabón y unas medias; que no tenían pañuelo, abrigo o papel higiénico. Como <strong>la</strong>sdemás, usaba una manta sucia como abrigo, y el único papel que podían utilizarpara limpiarse procedía de una biblia. Soportó <strong>la</strong> tortura psicológica hasta lo quesería el último golpe, que no pudo asimi<strong>la</strong>r, cuando pidió que <strong>la</strong> visitara unpárroco de <strong>la</strong> Iglesia <strong>No</strong> Conformista, y al llegar éste a <strong>la</strong> prisión, <strong>la</strong>s autoridadesle dijeron que el<strong>la</strong> ya no quería verle, por lo que se marchó, desconcertado.Joan Williams (de soltera, Locke) era auxiliar de bibliotecas en <strong>la</strong> BibliotecaPública de Shoreditch. Dejó una crónica titu<strong>la</strong>da Experiencias de una objetora1939‐43. Le había llegado <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada a que se registrara en agosto de 1941, comoal resto de mujeres de 26 años. Se negó a hacerlo con una carta al ministro deTrabajo. Tuvo noticia de que su carta había llegado a su destino, pero no volvió asaber nada del caso hasta junio de 1942, cuando volvieron a comunicarle quedebía registrarse. Volvió a negarse. Misiva va, misiva viene hasta marzo de 1943,cuando <strong>la</strong> convocaron a juicio en Clerkenwell, acusada de negarse a recibir <strong>la</strong>Orientación Laboral. Como persistía en su postura, se <strong>la</strong> retuvo bajo custodia dossemanas más para que se lo pensara. Se mantuvo firme. El nuevo juicio que secelebró ilustra bien cómo se defendían <strong>la</strong>s objetoras de conciencia ante eltribunal:Joan W: Reconozco que el país ha sido muy generoso en su trato a <strong>la</strong>s objetoras yobjetores de conciencia, pero se echa en falta <strong>la</strong> cláusu<strong>la</strong> de conciencia en <strong>la</strong> Leyde Conscripción Industrial, y yo objeto al principio de esa ley.Magistrado: ¿Objeta usted a <strong>la</strong> ley?Joan W: Porque implica <strong>la</strong> organización del país para el propósito de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, yyo no puedo participar en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>.Magistrado: ¿Se niega usted a aceptar <strong>la</strong> Orientación Laboral? Si es así, tendráque ir a <strong>la</strong> cárcel.Joan W: Prefiero ir a <strong>la</strong> cárcel.La condenaron a dos meses de cárcel, condena que fue conmutada por seissemanas más tarde. Narró su paso por Holloway: nos cuenta que entre <strong>la</strong>sobjetoras que conoció al llegar allí había tres o cuatro testigas de Jehová, unametodista, una persona sin denominación religiosa, y una cuáquera. Podíanreunirse y hab<strong>la</strong>r un poco durante los periodos de ejercicio físico y recibían <strong>la</strong>visita de personas cuáqueras. Joan trabajaba en <strong>la</strong> biblioteca, limpiando el suelo,ocupándose del tras<strong>la</strong>do de libros y pasando a máquina el catálogo de30


publicaciones. Después de su puesta en libertad, recibió tres notificaciones máspara ser entrevistada, pero no ocurrió nada más.Como Joan Williams, otras mujeres se negaban a recibir <strong>la</strong> OrientaciónLaboral. Se <strong>la</strong>s multaba o se <strong>la</strong>s enviaba a <strong>la</strong> cárcel, en ocasiones reiteradasveces. Las estadísticas publicadas en 1948 ofrecen los siguientes datos:M. M. Day: 1942: £8 de multa o 2 meses de cárcel. Multa pagada. Reincidente, 28días y 3 meses concurrente.Margaret Prendergast, Liverpool: 1941, £3 de multa, impagada. 1942, juicio,1943, 1 mes de cárcel.Betty Brown, Scunthorpe, Lincs: 1942, £5 de multa o 28 días de cárcel, cumplida.1944, £10 de multa o 1 mes, cumplida.J Fermer: 1944, £5 de multa, pago anónimo. Reincidente, £10 de multa o un mes.Aunque estas cifras frías no reve<strong>la</strong>n el <strong>la</strong>do humano de <strong>la</strong>s historias de estasmujeres, <strong>la</strong> razón de <strong>la</strong>s repetidas multas o amenazas de cárcel es que cadanegativa de cumplimiento era, por ley, una nueva ofensa. El verdadero crimenfue el fracaso del Estado para reconocer <strong>la</strong> objeción de conciencia a <strong>la</strong>conscripción industrial.Objetoras al servicio militarGran Bretaña fue el primer país de los Aliados que reclutó a <strong>la</strong>s mujeres para<strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial y por lo tanto, fue el primer país en tener objetorasde conciencia. El 18 de diciembre de 1941, el Par<strong>la</strong>mento aprobó una ley por <strong>la</strong>que <strong>la</strong>s mujeres solteras de 19 a 31 años serían l<strong>la</strong>madas a servir en el ServicioNaval Real Femenino, el Servicio Auxiliar Territorial, <strong>la</strong> Defensa Civil o <strong>la</strong> FuerzaAérea Auxiliar Femenina. A ninguna se le requeriría usar un arma letal. Las reg<strong>la</strong>sde objeción de conciencia para los hombres se tras<strong>la</strong>daron en términos idénticosa <strong>la</strong>s mujeres.La causa de <strong>la</strong>s mujeres fue también adoptada por el CBCO (comité presididopor Fenner Brockway, objetor encarce<strong>la</strong>do en <strong>la</strong> Primera Guerra Mundial, expresidente del británico <strong>No</strong> More <strong>War</strong> Movement, o movimiento <strong>No</strong> Más Guerra, yde <strong>la</strong> IRG, aunque ya en <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial había renunciado alpacifismo). El CBCO había sido fundado en 1939 por un grupo de organizacionespacifistas para ayudar a <strong>la</strong>s personas que objetaban. Se trabajaba por <strong>la</strong>sobjetoras y los objetores de muchas formas, como por ejemplo, ofreciendoasesoramiento sobre el procedimiento de registro, los juicios y demásprocedimientos legales, y presionando a favor de <strong>la</strong>s personas objetoras en elPar<strong>la</strong>mento y ante el gobierno.31


Aunque <strong>la</strong> ley de 1941 permitía que se l<strong>la</strong>mara a fi<strong>la</strong>s a <strong>la</strong>s mujeres entre 19 y31 años de edad, sólo se l<strong>la</strong>mó a mujeres de hasta 24 años. Primero se <strong>la</strong>sconvocaba a una entrevista, y quienes ya trabajaban en <strong>la</strong> enseñanza, enfermeríao en el campo, o <strong>la</strong>s mujeres que se ofrecían a hacer esos trabajos, quedabanlibres y no tenían que registrarse formalmente como objetoras, aunque podíanhacerlo si lo deseaban. Se podía l<strong>la</strong>mar a fi<strong>la</strong>s a otras mujeres, a no ser queconsiguieran algún tipo de exención, incluida <strong>la</strong> de objeción de conciencia.Las mujeres que se registraban como objetoras de conciencia lo hacían enprincipio en el Intercambio de Empleo, y después presentaban su dec<strong>la</strong>ración enun tribunal de su zona, donde se celebraba una vista y se resolvía su caso. Lostribunales de zona se formaban con un presidente legalmente habilitado y cuatropersonas más, nombradas por el ministro de Trabajo, de <strong>la</strong>s cuales al menos teníaque ser de sindicatos y una, mujer. Si <strong>la</strong> solicitante era mujer, el tribunal podríaadoptar una de <strong>la</strong>s siguientes tres decisiones: registrar a <strong>la</strong> mujer como objetorade conciencia en modo incondicional, registrar<strong>la</strong> como objetora bajo condicionesespecíficas (por ejemplo, en <strong>la</strong> enseñanza, enfermería, en el campo o en <strong>la</strong>defensa civil), o sacar<strong>la</strong> del registro de objetoras de conciencia, esto es, rechazarsu solicitud.Si <strong>la</strong> objetora no estaba de acuerdo con <strong>la</strong> decisión del tribunal, podía llevarsu caso al Tribunal de Ape<strong>la</strong>ciones. De 1.000 mujeres que se presentaron a lostribunales de zona, aproximadamente <strong>la</strong> mitad ape<strong>la</strong>ba. Es interesante saber que<strong>la</strong> proporción de mujeres que lo hacía era mayor que <strong>la</strong> de hombres en su mismasituación: se trataba aquí de ape<strong>la</strong>ciones de <strong>la</strong>s absolutistas, quienes deseabandar el paso formal porque, debido a aquel<strong>la</strong> entrevista informal inicial descritaantes, muchas mujeres en una posición equivalente a <strong>la</strong> de los hombres, quehabían aceptado <strong>la</strong> exención condicional, no constaban en <strong>la</strong>s estadísticas de <strong>la</strong>objeción de conciencia.Algunos tribunales de zona no simpatizaban con <strong>la</strong>s objetoras. En <strong>la</strong> vista deHazel Kerr, por ejemplo, un miembro del tribunal le espetó que si llevara suargumento a una conclusión lógica, debería negarse a comer y aceptar morir dehambre. “Quizá eso sea lo más útil que pueda usted hacer.” Veinte personas delpúblico que asistían a <strong>la</strong> vista en apoyo de <strong>la</strong> objetora abandonaron <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> enseñal de protesta. En <strong>la</strong> misma vista se le hizo este mismo comentario a ConnieBo<strong>la</strong>m.Otros momentos seña<strong>la</strong>blesLa primera objetora de conciencia fue formalmente reconocida como tal el 2de abril de 1942. Fue Joyce Allen, de 21 años, y estaba en el PPU de EastHorndon. Quedó exenta a condición de que continuara en <strong>la</strong> enseñanza, y loaceptó, a pesar de que hacia el final de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> <strong>la</strong> transfirieran al Servicio deSocorro Cuáquero de Liverpool. Más ade<strong>la</strong>nte en su vida, participaría en el32


movimiento radical anti<strong>guerra</strong> nuclear, y sería entrevistada como antiguaobjetora de conciencia por The Guardian en 2005.En <strong>la</strong>s dos semanas que siguieron al caso de Joyce, M. E. Wells, deScarborough y Alma Gillinder de Swalwell‐on‐Tyne pasaron al registro condicionalpor sus <strong>la</strong>bores de enfermería o en hospitales.El 16 de abril, tres mujeres más se registraban condicional. Dos eran testigasde Jehová, aceptaron trabajar en hospitales, y <strong>la</strong> tercera aceptó trabajar atiempo completo en <strong>la</strong> panadería de su padre o en el campo.Marjorie Whittles, de Liverpool, fue <strong>la</strong> primera objetora de concienciaincondicional, dec<strong>la</strong>rada así el 20 de abril de 1942. Se unió a <strong>la</strong> Unidad deAmbu<strong>la</strong>cias Cuáquera, y después se <strong>la</strong> transfirió al Servicio de Socorro Cuáquero.Más ade<strong>la</strong>nte, se casaría con otro objetor de conciencia, Michael Asquith, nietode Herbert Asquith, el primer ministro que, en 1916, introdujo por primera vezen Gran Bretaña <strong>la</strong> conscripción (con reconocimiento de <strong>la</strong> objeción deconciencia).El 21 de marzo de 1944, Rita Matthews, de 27 años de edad y de <strong>la</strong> is<strong>la</strong> deWight, testiga de Jehová, fue condenada a 12 meses de cárcel por no cumplir con<strong>la</strong>s condiciones de su exención (enfermería o restantes trabajos hospita<strong>la</strong>rios). Lacondena quedó reducida a seis meses tras su ape<strong>la</strong>ción a un tribunal penalinferior, y el ministerio de Trabajo se hizo cargo de <strong>la</strong>s costas de <strong>la</strong> ape<strong>la</strong>ción.Historias nunca contadasHan pasado 69 años desde que Gran Bretaña aprobó <strong>la</strong> conscripción paramujeres en 1941. Es mucho tiempo y esto dificulta <strong>la</strong>s investigaciones sobre eltema. Las objetoras de conciencia más jóvenes que pudieran estar vivas ahoratendrían más de ochenta años y es muy difícil localizar<strong>la</strong>s. Pasaron 37 años desdelo que vivió <strong>No</strong>ra Page cuando se dec<strong>la</strong>ró objetora hasta <strong>la</strong> entrevista que lehicieron en el Imperial <strong>War</strong> Museum, que preservó sus pa<strong>la</strong>bras para generacionesfuturas. Por suerte, grabaron a once objetoras más, incluida Marjorie Whittles,pero lo evidente es que existen cientos de historias no contadas.Las cifras son un tema complicado. El número total que se da de mujeres quepasaron por los tribunales es de 1.056 (incluidas 59 enjuiciadas por negarse acumplir con <strong>la</strong>s condiciones), pero esto no incluye a <strong>la</strong>s mujeres que aceptaronuna asignación informal a trabajos no militares, quienes, con toda probabilidad,si <strong>la</strong>s circunstancias hubieran sido diferentes, habrían solicitado elreconocimiento como objetoras de conciencia. Las cifras de <strong>la</strong> conscripciónindustrial y de <strong>la</strong>s <strong>la</strong>bores obligatorias de guardafuegos son más complejas aún,pero sabemos que hubo 430 casos de mujeres perseguidas por crímenes deobjeción de conciencia a estas tareas. Si estas cifras parecen insignificantes33


Objetoras de conciencia estadounidenses en<strong>la</strong> Segunda Guerra MundialWoodrow Wilson introdujo <strong>la</strong> Ley de Conscripción [1] en Estados Unidos,que afectaba a todos los hombres de 21 a 30 años de edad.Popu<strong>la</strong>rmente, se <strong>la</strong> conoció como el servicio militar o <strong>la</strong> leva. Suscitóuna resistencia impresionante en los colectivos obreros, pacifistas y progresistas.Miles de personas fueron encarce<strong>la</strong>das y algunas torturadas. La fiebre patriótica y<strong>la</strong> represión a grupos que se oponían a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> creó una fisura importante en <strong>la</strong>sociedad estadounidense.Cuando Franklin Roosevelt reintrodujo esta ley en 1940, afectaba ya ahombres de 18 a 45 años. Se contemp<strong>la</strong>ba el derecho a <strong>la</strong> objeción de concienciapara creyentes, pero los objetores tenían que ayudar en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> en posicionesno combatientes. A algunos los llevaban a los campos de objeción de conciencia[2] que se montaron por todo el país, para trabajar en psiquiátricos, deguardabosques o en otros servicios que el gobierno considerara relevantes.Muchos de estos hombres, pacifistas u objetores por motivos religiosos o noreligiosos, empezaron a considerar aquellos campos como campos deconcentración. Se dieron cuenta de que no querían ofrecer su ayuda en tiemposde <strong>guerra</strong>, sino justamente, ponerle fin a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. Así fue como comenzó sulucha: empezaron a fugarse, y a pasar a estar bajo una orden de búsqueda ycaptura. A algunos los localizaban, iban a juicio y después a <strong>la</strong> cárcel. La mayoríade <strong>la</strong>s condenas eran duras y los resistentes tuvieron que soportar ais<strong>la</strong>miento eintimidaciones tanto a manos del personal de prisiones como de los otros presos.Las mujeres en esta época, como en el pasado y en el presente, no tenían quehacer el servicio militar ni el civil. Podían ayudar en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> como voluntariasno combatientes. Muchas entraron en el ejército así. Algunas trabajaban enfábricas y en empleos re<strong>la</strong>cionados con <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, porque todo era parte del granesfuerzo de ayudar en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. Aunque <strong>la</strong> ley no obligaba a <strong>la</strong>s mujeres a“servir”, <strong>la</strong> presión social para mostrar apoyo a los soldados y no cuestionar <strong>la</strong><strong>guerra</strong> era impresionante. Antes de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, existía un movimiento por <strong>la</strong> pazinmenso, con pacifistas, ais<strong>la</strong>cionistas, comunistas y socialistas, tanto hombrescomo mujeres.Cuando estalló <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, <strong>la</strong> mayoría de los hombres en edad de serviciofueron reclutados o enviados a los campos de objeción de conciencia, o a <strong>la</strong>cárcel por resistirse a esto. Las mujeres quedaron al frente de <strong>la</strong>s organizacionespacifistas de todo el país. Apoyaban a los hombres que estaban en los campos deobjeción y a los que iban a <strong>la</strong> cárcel. Dirigían organizaciones pacifistas como <strong>la</strong>Liga de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra (WRL) y el Movimiento de Reconciliación (FOR).Le buscaban un lugar donde dormir a los objetores de conciencia cuando sefugaban de los campos, lo que equivalía a desobedecer <strong>la</strong> ley porque estaban35


protegiendo a criminales. Muchas organizaban y asistían a manifestaciones yreuniones ante<strong>guerra</strong>; otras iban a los juicios de los objetores fugados y luego avisitarles a <strong>la</strong> cárcel cuando les hal<strong>la</strong>ban culpables. Las mujeres eran objetorasde pensamiento y de hecho.Jean ZwickelSe mudó al Ashram de Harlem, en Nueva York, cuando <strong>la</strong> despidieron pornegarse a reclutar estudiantes durante <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial. Casada con elobjetor judío Abe Zwickel, estuvieron activos en el movimiento por <strong>la</strong> paz hasta<strong>la</strong> década de los ochenta. Ésta es su historia:Estaba terminando mi segundo curso cuando estalló <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. A <strong>la</strong>sprofesoras, nos pidieron que ayudáramos con el enlistamiento. Hablé conel superintendente y le dije que yo no quería participar o cooperar con <strong>la</strong><strong>guerra</strong>. Yo no incitaba a los estudiantes a oponerse a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, pero noquería desempeñar ningún papel de apoyo a algo así. Me dijo que nopasaba nada. Volvieron a l<strong>la</strong>marnos por segunda vez para ayudar con elregistro. Era algo más urgente y algo más obligatorio. Se esperaba que <strong>la</strong>sprofesoras arrimaran el hombro. Consentí en lo de ayudar con elracionamiento de <strong>la</strong> gasolina pero no podía con <strong>la</strong> idea del reclutamiento.Y cuando llegó el momento de renovar nuestros contratos, me quedéfuera. La excusa que me dieron fue que iba a bajar el número deestudiantes en Alemán y Francés, por lo que ya no había trabajo para mí.Pero estoy segura de que <strong>la</strong> causa principal fue mi oposición a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>.Erna HarrisErna Harris era una periodista negra que se unió a los movimientos pacifista yde derechos civiles en Los Ángeles, California, durante <strong>la</strong> Segunda GuerraMundial.Yo formaba era de <strong>la</strong> Liga de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra y del Movimientode Reconciliación. Era miembra, estaba allí. <strong>No</strong> lo formalizamos como losgrupos de apoyo, pero estaba allí, arriesgándome a ir a <strong>la</strong> cárcel…incitando a que desobedeciera <strong>la</strong> Ley de Conscripción y también después,cuando metían a los chicos en los campos de objeción y cuando algunossaltaban <strong>la</strong> colina [3]. Muchos pasaban varias noches en el suelo de misalón, en el apartamento que había alqui<strong>la</strong>do con El<strong>la</strong>, una amiga míaalemana. Teníamos un apartamento pequeñito y yo me iba a su cuartopara que el objetor pudiera dormir en el suelo de mi cuarto. Ellos notenían dinero y nosotras escondíamos a criminales.36


Lo que hacíamos sobre todo era intentar cuidar a los chicos que iban alos campos de objeción: asegurarnos de que no se sintieran abandonados,un sentimiento que surgía enseguida; y también cuidábamos a los que noeran c<strong>la</strong>sificados o a los que decidían no registrarse [4]. Por aquello iban ajuicio o a <strong>la</strong> cárcel. Asistí a un montón de juicios, e intenté darme aconocer a <strong>la</strong>s autoridades como persona que estaba metida en esto, porqueno encontraba razón alguna para que aquellos chicos sufrieran más que <strong>la</strong>smujeres. Las mujeres buscábamos el dinero para <strong>la</strong>s fianzas, llevábamos loscontactos, corríamos de aquí para allá para averiguar si se podría pagarfianza para sacar a los chicos, pensábamos <strong>la</strong>s defensas de los casos, cosasasí… <strong>No</strong>s asegurábamos de que los abogados hacían su trabajo. Las quesabían escribir a máquina, escribían para los chicos. Yo visitaba loscampos, pero no para rezar con ellos o llevarles galletas. Les animaba y lesdecía que allá fuera estábamos intentando parar <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. Así quesupongo que les gustaba más verme a mí que otra gente. Las galletas, <strong>la</strong>svisitas, <strong>la</strong>s oraciones por ellos, todo eso estaba bien, pero lo quenecesitaban sobre todo era que alguien le sacudiera bien al gobierno.Las historias de Jean Zwickel y Erna Harris son de “Against the Tide: PacifistResistance in the Second World <strong>War</strong>” (contra <strong>la</strong> marea: <strong>la</strong> resistencia pacifista en<strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial), historia oral editada por Deena Hurwitz y CraigSimpson. Del calendario de 1984 de <strong>la</strong> Liga de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra (WRL).Introducción y notas de Joanne Sheehan y Craig Simpson, Liga de Resistentes a <strong>la</strong>Guerra (WRL)<strong>No</strong>tas[1] La Ley de Conscripción del gobierno estadounidense se l<strong>la</strong>ma el Selective Service Act.[2] Campos de objeción de conciencia (Civilian Public Service camp): donde los objetoresrealizaban un servicio civil, o alternativo.[3] saltar <strong>la</strong> colina (go over the hill): escapar de los campos, pues sentían que se habíaningresado voluntariamente en prisión.[4] a los que no eran c<strong>la</strong>sificados o a los que decidían no registrarse: según <strong>la</strong> Ley deConscripción los hombres de <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial (ocurre también ahora), teníanque enlistarse para <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. A algunos les concedían el estatus de objetor deconciencia. Los que no lo conseguían, o si no se registraban, eran detenidos ycondenados a a prisión.37


La resistencia de <strong>la</strong>s mujeres suecas a <strong>la</strong>Defensa Civil (1935—1956)Por Majken Jul Sørensen, Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> GuerraA inicios de 1956, una mujer l<strong>la</strong>mada Barbro Alving pasó un mes en <strong>la</strong> cárcel pornegarse a participar en un entrenamiento en defensa civil. Conocida con elsobrenombre de Bang, era escritora y una periodista (entre muchas otras cosas,informó directamente sobre <strong>la</strong> Guerra Civil españo<strong>la</strong> en uno de los periódicos másimportantes de Suecia). La condena representaba el final de un <strong>la</strong>rgo periplo. Laprimera vez que Barbro Alving se negó a participar en <strong>la</strong>s tareas de formación endefensa civil había sido cuatro años antes, en 1954, cuando <strong>la</strong> convocaron a unentrenamiento en el escenario hipotético de un ataque aéreo. Tuvo que pasar pordos interrogatorios policiales antes de que emitieran el veredicto a fines de 1954.[1]Ante el tribunal que juzgó su caso en Estocolmo, dec<strong>la</strong>ró:Hay momentos en <strong>la</strong> vida cuando una acción que parece negativa –un“no”– puede ser positiva. Nuestras obligaciones en el tema de <strong>la</strong> defensacivil me sitúan en una posición conflictiva como mujer y como pacifista.Ninguna de <strong>la</strong>s personas que estamos aquí podemos influir en absoluto en loque se decide en Washington y Moscú, en Londres y Pekín. Pero sí somosresponsables de lo que hacemos con nuestra propia vida. Y yo me he dadocuenta de que <strong>la</strong> única acción que mi conciencia me permite llevar a cabo esayudar a promover <strong>la</strong> idea (con todo, compartida por millones de hombres ymujeres) de que debemos negarnos a participar en aquello que vaya contra<strong>la</strong> razón y que pueda apuntar a un suicidio de <strong>la</strong> humanidad. [2]Su acción se producía en el contexto de después de <strong>la</strong> Segunda GuerraMundial, cuando había aumentado <strong>la</strong> sensibilización de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción al tema de<strong>la</strong>s devastadoras consecuencias que tendría una <strong>guerra</strong> nuclear, y <strong>la</strong> amenaza deuna tercera <strong>guerra</strong> mundial –es el “suicidio de <strong>la</strong> humanidad” al que se refiere.En un artículo que escribió sobre defensa civil en 1955 [3], su crítica a losentrenamientos para <strong>la</strong> defensa civil se centraba en <strong>la</strong> locura de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>nuclear, y en <strong>la</strong> falta de coherencia de <strong>la</strong>s autoridades a <strong>la</strong> hora de explicarcuestiones de <strong>guerra</strong> y defensa. Explicaba que el que fuera obligatorio que <strong>la</strong>smujeres participaran en <strong>la</strong>s fuerzas para <strong>la</strong> defensa civil demostraba que unsistema militar moderno no podía funcionar ya sin <strong>la</strong> activa participación de <strong>la</strong>smujeres. La <strong>guerra</strong> es ahora total, y <strong>la</strong> “defensa” también. Las mujeres, portanto, deberían asumir <strong>la</strong> responsabilidad de reflexionar y determinar cuál seríasu reacción más correcta ante un sistema absurdo que va contra toda razón. Sipara <strong>la</strong>s autoridades el escenario es de <strong>guerra</strong> total, <strong>la</strong> respuesta de Alving esobjeción total: no participar en ningún tipo de entrenamiento re<strong>la</strong>cionado con el38


sistema militar, además de rechazar radicalmente <strong>la</strong> lógica de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> total y de<strong>la</strong> defensa total.Algunas de <strong>la</strong>s críticas que recibió fueron que negándose a formarse enprimeros auxilios estaba negándose a ayudar a <strong>la</strong>s víctimas de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>.Respondiendo a esto, escribió:Existe otro bloque de preguntas al que se enfrenta una objetora alservicio para <strong>la</strong> defensa civil. Pensemos en esto: ¿Qué harías si estal<strong>la</strong>ra <strong>la</strong><strong>guerra</strong>? ¿Te cruzarías de brazos? ¿Qué harías si una persona herida cae atus pies?Ayudar –respondes.Entonces ¿no sería mejor prevenir, para ser así mucho más eficaces?–con cierto tono triunfalista.<strong>No</strong> –respondes–. Aquí hay dos cuestiones diferentes, sobre dossituaciones diferentes (…) En tiempos de paz aún disfrutamos de <strong>la</strong>libertad para decidir por qué cosas queremos luchar (…). Con todo el podera tu disposición, luchas contra lo que tu conciencia más profunda te diceque no debería ser posible jamás: <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> nuclear. Y eso se hacenegándose a ser succionada por el sistema militar. <strong>No</strong> puedes,voluntariamente además, es decir, prestándote a participar en esosentrenamientos, ayudar a sostener el mito de que <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> moderna espermisible en nombre de <strong>la</strong> defensa, cuando sabes por tu experiencia en <strong>la</strong>vida que <strong>la</strong> única manera de salvar vidas en situaciones difíciles esluchando contra <strong>la</strong> propia <strong>guerra</strong>. [4]La negativa de Barbro Alving se basaba en creencias pacifistas que habíamantenido a lo <strong>la</strong>rgo de varias décadas. Irene Andersson, historiadora sueca queescribió sobre Alving y el movimiento por <strong>la</strong> paz de antes de <strong>la</strong> Segunda GuerraMundial, explica: “Pienso que <strong>la</strong> razón por <strong>la</strong> que Barbro Alving mantuvo su luchacontra <strong>la</strong> defensa civil en <strong>la</strong> década de los años cincuenta fue por <strong>la</strong> identidadcomo pacifista y objetora que se había forjado en <strong>la</strong>s dos décadas anteriores”.[5]En 1935 Barbro Alving participó en <strong>la</strong> organización del “Levantamiento <strong>No</strong>armadode mujeres contra <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>”, que generó una red informal en Suecia depacifistas radicales. En aquel entonces el<strong>la</strong> tenía 25 años, y admirabaprofundamente a Elin Wägner, otra periodista y escritora que desempeñó unpapel fundamental en numerosas organizaciones e iniciativas por <strong>la</strong> paz en el paísdurante los años veinte y treinta, incluidos los entrenamientos para elLevantamiento <strong>No</strong>‐armado. Wägner era pacifista radical; inspirada por Gandhi,convertía el pacifismo en una fuerza activa a través de <strong>la</strong> resistencia noviolenta a<strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. Más de 20.000 mujeres suecas participaron de alguna manera en <strong>la</strong>acción. El tres de agosto de aquel año, el Levantamiento <strong>No</strong>‐armado apareció en<strong>la</strong> portada del semanario Tidevarvet, con texto de Elin Wägner. [6]39


Esta dec<strong>la</strong>ración radical urgía a todas <strong>la</strong>s mujeres suecas a negarse aparticipar en <strong>la</strong> maquinaria de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> rechazando <strong>la</strong> lógica de <strong>la</strong> defensa civil:se les pedía que se posicionaran personal y públicamente contra <strong>la</strong>s máscaras degas, los refugios antiaéreos y demás supuestos “métodos de protección”. Comoen caso de un ataque con gas iba a ser imposible proteger a todo el mundo, <strong>la</strong>smujeres deberían negarse a salvarse a costa de otras personas. La dec<strong>la</strong>raciónreflejaba el estado de <strong>la</strong>s cosas entonces, donde los hombres contro<strong>la</strong>ban lospuestos de poder: si <strong>la</strong>s mujeres se negaban a participar en entrenamientos derefugios antiaéreos y con máscaras de gas, esto influiría en que algunos hombresentraran en razón y se pusieran a trabajar por nuevas formas de coexistenciaentre <strong>la</strong> gente, pues se darían cuenta de que era imposible defender a todo elmundo del tipo de armas que habían desarrol<strong>la</strong>do.Aunque <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong>s organizadoras del Levantamiento <strong>No</strong>‐armadoestaban afiliadas a diferentes grupos y organizaciones, acordaron firmar sólo ensu nombre, y no como representantes de ninguna organización. La negativa teníaque ser necesariamente un acto de responsabilidad individual, de cada una de <strong>la</strong>spersonas, y no algo vincu<strong>la</strong>do a ser parte de partidos políticos u organizaciones.Se pedía a <strong>la</strong>s lectoras de <strong>la</strong> revista que nominaran a representantes para unaasamblea, que sería el “Par<strong>la</strong>mento de un día” de <strong>la</strong>s mujeres. La acción resultótener mucho más seguimiento del esperado. Recibieron más de 700nominaciones, y unas 80 mujeres salieron elegidas. La asamblea se celebró enEstocolmo el 1 de septiembre de 1935, sólo un mes después de <strong>la</strong> publicación de<strong>la</strong> dec<strong>la</strong>ración inicial. Había cuatro ponentes y a <strong>la</strong> acción seguiría un debate.En su discurso Elin Wägner amplió los temas de su dec<strong>la</strong>ración. Entre muchascosas, manifestó: “Toda ama de casa que se niegue a vaciar su ático, a proteger<strong>la</strong> madera con sustancias a prueba de fuego, a cubrir los suelos con una capagruesa de arena, a sel<strong>la</strong>r su despensa para evitar que entre el gas y proteger elconge<strong>la</strong>dor para evitar el envenenamiento de <strong>la</strong> comida, se habrá convertidoautomáticamente en una objetora, lo sepa o no”. [7] Al final de <strong>la</strong> jornada, <strong>la</strong>asamblea adoptó una resolución y se eligió una delegación para que viajara aGinebra a presentar este texto en <strong>la</strong> Liga de <strong>la</strong>s Naciones y en una reunióninternacional de <strong>la</strong> Liga Internacional de <strong>la</strong>s Mujeres por <strong>la</strong> Paz y <strong>la</strong> Libertad(conocida internacionalmente como WILPF, del inglés).El Levantamiento <strong>No</strong>‐armado fue una respuesta a <strong>la</strong> militarización de <strong>la</strong> vidacotidiana, y al hecho de que, con nuevas armas como los gases químicos, ya noera posible distinguir entre el frente bélico y <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción civil. Además, esposible ver <strong>la</strong>s conexiones de esta acción con <strong>la</strong> obra griega Lisístrata, escrita porAristófanes hace más de 2.000 años. La obra fue traducida al sueco en 1932, yestrenada en Estocolmo en 1934. [8] En el<strong>la</strong>, <strong>la</strong>s mujeres se niegan a mantenerre<strong>la</strong>ciones sexuales con sus esposos hasta que éstos pongan fin a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> delPeloponeso.En los años posteriores, tanto Babro Alving como Elin Wägner continuaron consu lucha contra <strong>la</strong> preparación de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> y contra <strong>la</strong> succión de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción40


Levantamiento <strong>No</strong>‐armado demujeres contra <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> (1935)Mujeres, unámonos, para exigir a todos los hombres quereflexionen sobre dónde están conduciéndonos a <strong>la</strong> especiehumana. Los más sabios son capaces de entenderlo, y ya estánintentando cambiar el rumbo: apoyémosles, insistamos enayudarles, pero ¡exigiendo también que abandonen <strong>la</strong>s armas!¡Sólo así abandonaremos nosotras <strong>la</strong>s nuestras! Neguémonos aparticipar en <strong>la</strong> maquinaria de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>: no participemos en losentrenamientos [para <strong>la</strong> defensa civil] sobre cómo usar losrefugios antiaéreos y <strong>la</strong>s máscaras antigas.Mujeres, expliquémosles que no creemos ni en <strong>la</strong>s máscarasantigas, ni en los refugios antiaéreos, ni en <strong>la</strong>s demás“herramientas de protección”. Expliquémosles lo absurdo quees decir que se pretende proteger a (absolutamente) todo elmundo, cuando <strong>la</strong> cruel realidad es que un grupo sería el elegidopara ser rescatado y el resto moriría. Contémosles que nodeseamos sacrificar a <strong>la</strong>s niñas y los niños exponiéndoles afuegos y gases venenosos cuando estén fuera de refugiosatestados de gente, y que tampoco deseamos ser rescatadas acosta de otras personas, para además habitar un mundoarrasado. Hagamos esto para que en virtud de sus instintosinnatos, los hombres también se sumen a <strong>la</strong> construcción de unadefensa que respete nuevas formas de coexistencia entre <strong>la</strong>spersonas.Pasaje del “Levantamiento <strong>No</strong>‐armado de mujeres contra <strong>la</strong><strong>guerra</strong>”, citado en Andersson, Irene, “Women’s UnarmedUprising Against <strong>War</strong>: A Swedish Peace Protest in 1935” (Ellevantamiento no‐armado de <strong>la</strong>s mujeres contra <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>: unaacción protesta pacfista de 1935 en Suecia), en el Journal ofPeace Research, vol. 40, nº 4, 2003, pp. 404‐405.42


Insumisas al Servicio Militar<strong>No</strong>sotras, activistas comprometidas con e<strong>la</strong>ntimilitarismo y el feminismo, creemos que <strong>la</strong>insumisión al servicio militar es el papel que <strong>la</strong>s mujeresdeben asumir ante <strong>la</strong> militarización de <strong>la</strong> sociedad.Consideramos que <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> y <strong>la</strong> violencia han sido <strong>la</strong> acciónmasculina, siglo tras siglo, para resolver conflictos y lograr <strong>la</strong>paz, y que siempre han fracasado en este objetivo. Elmilitarismo es <strong>la</strong> expresión de <strong>la</strong>s estructuras y <strong>la</strong> violencia quelos hombres han impuesto en <strong>la</strong> sociedad en detrimento detodas <strong>la</strong>s personas, y en particu<strong>la</strong>r, de <strong>la</strong>s mujeres.<strong>No</strong> podemos aceptar el papel social femenino de ser pasivas,y entendemos que <strong>la</strong>s mujeres deben emerger como una fuerzacrítica que cuestione <strong>la</strong> estructura imperante, que estádominada por el militarismo. Sin embargo, no re<strong>la</strong>cionamosnuestra emancipación con el poder desarrol<strong>la</strong>r el mismo papelque los hombres, por lo que rechazamos <strong>la</strong> necesidad deimitarlos. La base nuestro pacifismo feminista y de nuestrofeminismo antimilitarista es posicionarnos contra <strong>la</strong> violencia,<strong>la</strong> explotación y <strong>la</strong> injusticia.Como insumisas y activistas de <strong>la</strong> noviolencia reconocemos<strong>la</strong> prolongada lucha que han entab<strong>la</strong>do mayoritariamente loshombres, contando con el apoyo de <strong>la</strong>s mujeres, negándose arealizar el servicio militar obligatorio, tanto en tiempos de pazcomo de <strong>guerra</strong>. Consideramos que se trata de una acciónpositiva contra el militarismo.Valoramos los logros legales de <strong>la</strong> lucha por <strong>la</strong> Objeción deConciencia. En muchos casos, ésta ha forzado al Estado a tenerque establecer legalmente el derecho a que se pueda realizar unservicio alternativo al servicio militar. A lo <strong>la</strong>rgo de este periodode desarrollo y reforma también ha existido <strong>la</strong> figura delinsumiso, tanto en tiempos de <strong>guerra</strong> como de paz: el hombreque se niega a someterse a <strong>la</strong> exigencia del Estado, rechazandoel servicio militar y también el alternativo que ya existe enalgunas naciones.Respetamos <strong>la</strong>s elecciones de todo el mundo, sean éstas e<strong>la</strong>ceptar cumplir con el servicio alternativo, o el43


voluntariamente optar por <strong>la</strong> nocooperación total. Sin embargo,para el caso de <strong>la</strong>s mujeres, entendemos que el tema militarismoes diferente y que requiere una respuesta radical.Consecuentemente, urgimos a que <strong>la</strong>s mujeres se comprometancon <strong>la</strong> insumisión al ejército y al servicio alternativo, por <strong>la</strong>ssiguientes razones:La insumisión como rechazo al militarismo es una opciónpolítica positiva, se encuentre basada en razones morales,emocionales, políticas o religiosas.Aceptar el servicio alternativo, si bien indica un rechazo aparticipar en acciones militares directas, no transforma nipuede transformar <strong>la</strong> sociedad autoritaria, jerárquica yopresora representada y sostenida por el militarismo; esmás, lo consideramos una concesión al gobierno, quesocava el contenido radical de <strong>la</strong> objeción de conciencia yque se encuentra, en cualquier caso, asociada a medidaspunitivas que consideramos inaceptables.En <strong>la</strong> mayoría de los países, a <strong>la</strong>s mujeres se <strong>la</strong>s reclutapara tareas no combatientes (que no obstante seencuentran bajo directo control militar), y no difierenapenas del servicio alternativo que realizan algunoshombres hoy en día (administración, salud…). Cuando <strong>la</strong>smujeres aceptan estos puestos, los hombres quedan librespara entrenar intensivamente para el combate, lo que <strong>la</strong>spone en <strong>la</strong> posición de estar apoyando eso mismo. Aceptar el servicio alternativo implica aceptar <strong>la</strong>estructura y el propósito del militarismo, cuando el hechoes que éste nunca ha sido un instrumento de emancipaciónpara <strong>la</strong>s mujeres. Los objetores de conciencia hanexpresado un grado de consciencia rechazando <strong>la</strong> ideologíatradicional masculina del ejército. Pero no existe el casoanálogo con <strong>la</strong>s mujeres, quienes permanecen en e<strong>la</strong>costumbrado papel femenino.Es igualmente probable que <strong>la</strong>s mujeres sean l<strong>la</strong>madas arealizar trabajos en <strong>la</strong> defensa civil, lo que podríaparecerles bien porque supuestamente abordannecesidades humanitarias y esto encaja con su papeltradicional de cuidadoras. Rechazamos este papel con <strong>la</strong>misma determinación, puesto que es una pieza más de <strong>la</strong>44


maquinaria de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> y del mito de <strong>la</strong> defensa global.Consecuentemente, no creemos que sea aceptable <strong>la</strong>posibilidad de un servicio alternativo para mujeres objetoras deconciencia. <strong>No</strong>sotras no tenemos más alternativa que rechazarcualquier forma de conscripción militar. <strong>No</strong> podemos seguir lospasos de los objetores de conciencia. Aquí y ahora, <strong>la</strong>s mujerestenemos que posicionarnos en el rechazo radical, estemos o nodirectamente implicadas.Urgimos, por tanto, a <strong>la</strong>s mujeres a que muestren su intenciónde no cooperar con <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, dejándole c<strong>la</strong>ro a los gobiernos quesu emancipación no tiene re<strong>la</strong>ción alguna con el militarismo, dadoque éste sólo sirve para ap<strong>la</strong>star <strong>la</strong> iniciativa individual objeto denuestra lucha.Nuestra determinación a concienciar a <strong>la</strong>s mujeres para quecomprendan <strong>la</strong>s implicaciones de todo esto no parte de queconsideremos que <strong>la</strong>s mujeres seamos pacíficas por naturaleza,sino de que no estamos dispuestas a acatar políticas queúnicamente conducen a <strong>la</strong> explotación de <strong>la</strong>s personas, a <strong>la</strong>violencia y a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>.Esta dec<strong>la</strong>ración fue redactada por un grupo de mujeres de <strong>la</strong> redInternacional de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra (WRI‐IRG), y suscrita por<strong>la</strong>s mujeres que asistieron a <strong>la</strong> conferencia internacional Mujeres yMilitarismo, celebrada del 26 de julio al 1 de agosto de 1980, enLaurieston Hall, Laurieston, Castle Doug<strong>la</strong>s, Dumfriesshire,Escocia.45


Las mujeres alemanas se han negadoDebate sobre <strong>la</strong>s mujeres en el EjércitoCuando el cuerpo médico militar aceptó <strong>la</strong> presencia de mujeres en 1975, seabrió un debate sobre el ingreso de <strong>la</strong>s mujeres en el ejército. En losmovimientos por <strong>la</strong> paz y de mujeres se produjeron numerosos debates. Lasfeministas estaban divididas: al frente de uno de los bandos, Alice Schwarzer,editora de Emma, <strong>la</strong> revista feminista radical alemana, argumentaba en 1978 queel ejército era un poder demasiado importante como para que estuvieramonopolizado por los hombres. Por lo tanto, exigía que el ejército aceptara elingreso de mujeres, también en los puestos de combate, aunque el<strong>la</strong>personalmente solicitaría el estatus de objetora de conciencia si se diera el caso.Una posición distinta mantenían <strong>la</strong>s mujeres del movimiento pacifista, querechazaban radicalmente el ingreso de <strong>la</strong>s mujeres en el Ejército.En 1979 un grupo de 87 mujeres emitió una dec<strong>la</strong>ración pública: “¿Mujeres alEjército Federal? ¡<strong>No</strong>! ¡<strong>No</strong>sotras nos negamos!”. Una de estas mujeres era <strong>la</strong>famosa escritora de pos<strong>guerra</strong> Luise Rinser (1911‐2002), cuya furiosa dec<strong>la</strong>racióndocumentamos aquí.Resistencia a <strong>la</strong> inclusión de <strong>la</strong>s mujeres en <strong>la</strong> preparaciónde <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>Según <strong>la</strong>s leyes de emergencia, todos y todas <strong>la</strong>s ciudadanas alemanas seránl<strong>la</strong>madas a prestar servicios civiles en casos de <strong>guerra</strong> o de cualquier otraemergencia, y muy particu<strong>la</strong>rmente el personal sanitario, según establece <strong>la</strong>Constitución alemana (art. 12º, 4 y 6) y <strong>la</strong>s medidas para casos de emergencia de1968.En 1968 los ministerios de Defensa y del Interior financiaron a partes iguales uncurso de enfermería de cuatro semanas de duración para mujeres entre 18 y 55años. Esto se producía por una falta de personal en el ejército y en los hospitales.Además, cuantas más mujeres ocuparan esos puestos, más hombres podrían serviren el ejército. A finales de los años setenta, <strong>la</strong> gente se había dado cuenta de queestos cursos estaban concebidos en el marco del militarismo. Al finalizarlo, habíaque firmar un documento en el que se comprometían a servir en caso deemergencia por <strong>guerra</strong>. En 1982 se propuso una ley para integrar mejor losservicios sanitarios en <strong>la</strong>s estructuras militares.Todas estas formas de conscripción civil para <strong>la</strong>s mujeres eran vistas como partede <strong>la</strong> preparación de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> que se hacen para militarizar <strong>la</strong> sociedad, según e<strong>la</strong>nálisis antimilitarista. Tanto <strong>la</strong> ley propuesta como <strong>la</strong> dec<strong>la</strong>ración que había quefirmar en aquellos cursos provocaron protestas. El proyecto de ley tuvo queretirarse. Sin embargo, <strong>la</strong> integración de <strong>la</strong>s instituciones civiles en los p<strong>la</strong>nesmilitares continuó y todavía continua hoy.En aquel entonces, muchas mujeres del movimiento por <strong>la</strong> paz veían que teníanque dec<strong>la</strong>rarse objetoras de conciencia. Como parte de <strong>la</strong> campaña (que incluyómarchas y otras formas de protesta), redactaron una petición que había que46


firmar y enviar a <strong>la</strong> Oficina Federal del Servicio Civil. Presentamos aquí el textode <strong>la</strong> petición, junto con <strong>la</strong> carta protesta de C<strong>la</strong>udia Schneider a <strong>la</strong> Oficina deSeguridad Civil así como <strong>la</strong> respuesta que le enviaron.Muchas de <strong>la</strong>s feministas y mujeres de izquierdas (como <strong>la</strong>s comunistas ysocialdemócratas) que protestaban por <strong>la</strong> propuesta de reclutamiento de <strong>la</strong>smujeres para servicios de <strong>guerra</strong> civiles en caso de <strong>guerra</strong>, apoyaban, por otraparte, <strong>la</strong> conscripción para hombres, y se negaban a apoyar a los insumisos.Introducción de Ellen Elster, Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra (WRI‐IRG)Un agradecimiento a Helga Weber Zucht y Gernot Lennert por su ayuda con <strong>la</strong>traducción del alemán al inglés y con <strong>la</strong> búsqueda de información.Asunto: Objección al reclutamientode <strong>la</strong>s mujeresCon re<strong>la</strong>ción al artículo 12º, párrafo 4 y 6 de <strong>la</strong> Ley Fundamental(Constitución), <strong>la</strong>s mujeres entre 18 y 55 años de edad podrán serreclutadas para servicios civiles si el país se viera obligado adefenderse.Con <strong>la</strong> presente, dec<strong>la</strong>ro que no acepto dicha obligación posible yque no cumpliré con el<strong>la</strong> en ningún momento. Mis razones son <strong>la</strong>ssiguientes:El servicio civil en cuestión servirá únicamente, en términos reales,para apoyar <strong>la</strong> ejecución de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, y <strong>la</strong> inclusión de personal deayuda en áreas civiles y militares será un apoyo a <strong>la</strong> preparación de <strong>la</strong><strong>guerra</strong>. Como estos servicios civiles son en realidad servicios para <strong>la</strong><strong>guerra</strong>, como tales, debo manifestar mi negativa a realizarlos.Especialmente ahora, en tiempos así l<strong>la</strong>mados de paz, debodefenderme de un posible reclutamiento, pues el peligro de <strong>guerra</strong>crece constantemente debido a <strong>la</strong>s políticas armamentistas y dedisuasión militar: <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s se preparan en tiempos de paz.Mi negativa es una contribución a una política de paz verdadera.Además, desearía comunicarles que estoy totalmente en contra decualquier tipo de inclusión de <strong>la</strong>s mujeres en cualquier tipo de servicioal militarismo.Agradeciendo de antemano el envío de una respuesta que confirmesu recepción de esta carta,FirmaIncluido en un folleto del DFG‐VK, <strong>la</strong> sección alemana de <strong>la</strong>Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra (WRI‐IRG), a principiosde los años ochenta.47


Sobre <strong>la</strong> posibilidad de serreclutada a un Servicio Nacional encaso de una necesidad de defenderel país en una <strong>guerra</strong>En septiembre de 1979 asistí al curso de enfermería con el Serviciode Asistencia Malteser de Friburgo. Al final de dicho curso, teníamosque firmar una documento comprometiéndonos a ofrecer este tipo deasistencia en tiempos de <strong>guerra</strong>, esto es, ofrecer servicios médicos encontextos civiles y militares.Con <strong>la</strong> presente, dec<strong>la</strong>ro que me niego y me negaré a participar enun servicio militar en ningún momento. <strong>No</strong> estoy dispuesta a apoyarningún tipo de violencia –y <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> siempre es violencia–, adopte <strong>la</strong>forma que adopte, aunque sea <strong>la</strong> de primeros auxilios. Además, con <strong>la</strong>presente les informo de que no me presentaré a ninguna l<strong>la</strong>mada de <strong>la</strong>conscripción, tal y como se establece para <strong>la</strong>s mujeres en el artículo12º.4 de <strong>la</strong> Constitución alemana.Mis razones:Abomino de <strong>la</strong> violencia y de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, y no <strong>la</strong>s apoyaré en ningunaforma. Las personas no deseamos <strong>la</strong> violencia y <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, y sinembargo, continuamente se intenta infundir miedo a <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción yque sospechemos de enemigos imaginados. Yo no comparto que <strong>la</strong>violencia vaya a ayudar a cambiar el mundo. <strong>No</strong> tengo enemigos nienemigas. Nuestro pueblo no tiene “enemigos”. Esta convicción mepermite vivir sin <strong>la</strong> protección de <strong>la</strong>s armas, y no estoy dispuesta aapoyar <strong>la</strong> violencia. El servicio civil que ustedes p<strong>la</strong>ntean es un serviciode apoyo a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> en realidad, pues disponer de personas queayuden en el terreno civil y en <strong>la</strong> asistencia médica es una ayuda para<strong>la</strong> preparación de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. Así pues, es fundamental que informe algobierno de que no estoy dispuesta a acatar esta obligación.Carta de C<strong>la</strong>udia Schneider a <strong>la</strong> Oficina de Seguridad Civil,Karlsruhe, 17 de enero, 1979.¡Estimada Señorita Schneider!La Oficia de Seguridad Civil me ha entregado su ideologizadamisiva. Tiemblo al escuchar que usted, una enfermera capacitada, senegará a ayudar a los ciudadanos que puedan ser heridos o necesitarayuda en caso de catástrofe o p<strong>la</strong>ga, esto es, que usted se niega a48


ayudar o a cuidar a mujeres y niños, a diferencia de lo que <strong>la</strong>s leyesfundamentales de <strong>la</strong> humanidad creerían natural para cualquierpersona decente. El civil suizo Henry Dunant, quien le da nombre a <strong>la</strong>calle en <strong>la</strong> que usted vive, no dudó en ayudar y ofrecer primerosauxilios a gente gravemente herida en una <strong>guerra</strong> que él abominaba.Ayudó a transportarlos, a alimentarlos, y tomó al dictado bonitas cartasde los que se estaban muriendo. Sería muy negativo para <strong>la</strong> razahumana y para <strong>la</strong> humanidad que existieran sólo C<strong>la</strong>udias Schneider,que se niegan a ofrecer ayuda a los hermanos y hermanas cuyas vidasse encuentran en peligro. La Oficina de Seguridad Civil así como <strong>la</strong>Oficina de Salud Pública nos alegramos de no contar con <strong>la</strong>participación de personas así, con un corazón tan frío.Respuesta del Dr. Pfannkuch, Director de <strong>la</strong> Oficina de SaludPública de Karlsruhe, 12 de marzo, 1979.Las dos cartas aparecieron publicadas en el boletínGraswurzelrevolution, probablemente a principios de los añosochenta.Qué estúpidas somos <strong>la</strong>s mujeresEstoy totalmente en contra de <strong>la</strong> idea “mujeres en elEjército”. Todo el movimiento de <strong>la</strong>s mujeres a favor de suemancipación sería una farsa si <strong>la</strong> igualdad significara que <strong>la</strong>smujeres deben tener también derecho a pegarles un tiro a otraspersonas. Además, eso lo están decidiendo los hombres. ErichFromm lo l<strong>la</strong>mó ‘necrofilia’: <strong>la</strong> fascinación con <strong>la</strong> muerte y <strong>la</strong>matanza. Oh, dios mío, qué estúpidas somos <strong>la</strong>s mujeres:voluntariamente adaptarnos a esa demencialidad que noqueremos que continúe. Mujer, te l<strong>la</strong>mas Desesperanza. En lugarde conseguir que los hombres dejen de matar, <strong>la</strong>s mujeres ahoraaspiran a hacer lo que los hombres deberían dejar de hacer deuna vez por todas. A eso se le l<strong>la</strong>ma estupidez. En serio. Lasmujeres pasando a ser hombres. El patriarcado sigue ade<strong>la</strong>nte,sin sentir vergüenza, porque el espíritu del soldado quedaperpetuado. <strong>No</strong> importa si son mujeres u hombres quienesdisparan. Estoy a un paso de perder <strong>la</strong> esperanza de que elpatriarcado pueda ser superado algún día. (…)Luise RinserCarta publicada en “Deutsche Volkszeitung” el 15 de mayo,1980.Published in “Deutsche Volkszeitung”, 15th May 1980.49


Las mujeres francesas dicen “<strong>No</strong> a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>”La creación de un marco para <strong>la</strong> objeción de <strong>la</strong>s mujeres al servicio militar fueuno de los frutos de “Assises de l’objection”, una reunión de tres días sobreobjeción de conciencia organizada por <strong>la</strong> comunidad Le Cun du Larzac en el surde Francia.La conferencia y sus talleres analizaron todos (o muchos) de los aspectos de <strong>la</strong>objeción, desde <strong>la</strong> presión sobre <strong>la</strong> comunidad científica para que co<strong>la</strong>boren con<strong>la</strong> institución militar, <strong>la</strong> militarización de <strong>la</strong> educación, el papel de <strong>la</strong>s parroquiasen <strong>la</strong> objeción... a <strong>la</strong> objeción fiscal. El taller sobre mujeres y militarismo,abierto a hombres y mujeres, abordó un problema que lleva tiempo presente: <strong>la</strong>potencial movilización de <strong>la</strong>s mujeres en tiempos de <strong>guerra</strong>.Una ley de 1959 establece que “<strong>la</strong> provisión de personal femenino podráhacerse bajo <strong>la</strong>s mismas condiciones y penalizaciones que <strong>la</strong> del personalmasculino”. Como indicador de <strong>la</strong>s intenciones del Estado de militarizar <strong>la</strong>sociedad francesa en su conjunto, esta ley ha provocado considerable atencióndesde que fue promulgada. En <strong>la</strong> reunión del Larzac se redactó un Estatuto deObjetora para <strong>la</strong>s mujeres que lo desearan suscribir.Promulgación del Estatuto deObjetoraDe acuerdo a <strong>la</strong> ordenanza de 1959, <strong>la</strong>s mujeres son movilizadas para <strong>la</strong>organización general de <strong>la</strong> defensa sobre <strong>la</strong> misma base que los hombres.La defensa es un estado permanente que prevé y permite en todacircunstancia y en todo momento <strong>la</strong> movilización de personal militar y de<strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción civil, hombres y mujeres, todos bajo <strong>la</strong> misma autoridad, ycon <strong>la</strong>s mismas obligaciones para los casos de amenaza; según sean <strong>la</strong>stensiones internas o externas, uno o varios de los sectores de actividad delpaís pueden ser puestos directamente bajo <strong>la</strong> dirección y responsabilidaddel Ejército.Como mujeres antimilitaristas en lucha por el reconocimiento denuestros derechos, denunciamos:■Al Ejército como medio para <strong>la</strong> perpetuación de <strong>la</strong> dominación de <strong>la</strong>smujeres a manos de los hombres, por su ideología machista, el valordel uniforme, el culto a <strong>la</strong> violencia, <strong>la</strong> reproducción del modelopatriarcal mediante el uso de <strong>la</strong> autoridad concebidajerárquicamente.50


■La proliferación, en torno a <strong>la</strong>s bases militares del mundo, de <strong>la</strong>prostitución, <strong>la</strong> vio<strong>la</strong>ción y otros abusos cometidos contra unapob<strong>la</strong>ción que los militares supuestamente deben “proteger”.Las mujeres no se encuentran fuera del sistema militar, como lodemuestra <strong>la</strong> ordenanza de 1959 y el resto de alicientes para incitarles ahacer carreras militares.<strong>No</strong>s negamos a participar en <strong>la</strong> represión de los movimientos sociales.Tenemos un papel importante que desempeñar en los sectores sujetosa requerimiento militar, a saber, salud, educación, comunicación,transporte y servicio público, para bloquear el proceso de militarización ynegarnos a co<strong>la</strong>borar con él.Por todas estas razones, nos dec<strong>la</strong>ramos objetoras de conciencia acualquier tipo de requerimiento militar: nos negamos a servir en temas dedefensa.Periódico Peace News, agosto 1991. Resumido del informepublicado en <strong>la</strong> revista belga del MIR‐IGR, L’Objecteur, en julio1991.51


Las objetoras en BélgicaPor Rebecca Gumbrell McCormickAfinales de 1985, el Mouvement <strong>International</strong> de <strong>la</strong> Réconciliation ‐<strong>International</strong> des Resistants à <strong>la</strong> Guerre (MIR‐IRG), uno de los grupos belgasafiliados a <strong>la</strong> IRG, junto con el grupo de objetores de concienciaConfederation du Service Civil de <strong>la</strong> Jeunesse (CSCJ), publicaron una petición a<strong>la</strong>s mujeres belgas para que se dec<strong>la</strong>raran objetoras de conciencia. Desde aquelmomento, varias mujeres empezaron a enviar su petición del estatus de objetoraal ministerio del Interior, pero éste siempre <strong>la</strong>s ha rechazado todas como“improcedentes”. ¿Qué razones habría para seguir con una acción así,aparentemente inútil?AntecedentesLa petición belga para que se extienda <strong>la</strong> objeción de conciencia a <strong>la</strong>smujeres, y otros grupos no incluidos en <strong>la</strong> actual legis<strong>la</strong>ción, se basa en el deseode extender <strong>la</strong> protección del estatus de objeción de conciencia a todas <strong>la</strong>spersonas que comparten con los objetores <strong>la</strong> filosofía de objeción al militarismo.En <strong>la</strong> actualidad, <strong>la</strong>s personas que han quedado exentas del servicio militar porotra razón, como por trabajos para el desarrollo en el Mundo Superexplotado, serextranjero residente en Bélgica, o por ser mujer, no tienen que hacer el serviciomilitar, y no pueden, por tanto, registrarse como objetoras u objetores; esto es,el derecho estatutario de <strong>la</strong> objeción de conciencia a no llevar armas, servir en elejército o trabajar en <strong>la</strong> industria de <strong>la</strong> defensa, no se le otorga ahora a todas <strong>la</strong>spersonas que tienen una misma convicción moral.Al mismo tiempo, <strong>la</strong> ciudadanía belga que se encuentra exenta delreclutamiento está específicamente incluida en una ley de 1984 sobre“protección civil” que permite al ministerio del Interior asignarles “tareas deinterés general” si se produce una emergencia nacional. Sin <strong>la</strong> protección delestatus que reconoce <strong>la</strong> objeción de conciencia, estas personas podrían verseobligadas, contra su conciencia, a realizar tareas para usos militares o para <strong>la</strong>organización militar. Esta ley ha sido cuestionada con varios argumentos, perotodavía no ha sido aplicada nunca.En este momento, es más importante <strong>la</strong> falta de defensa legal de <strong>la</strong>s personasque no han sido reconocidas como objetoras de conciencia ante otras formas demilitarización, como por ejemplo, en temas de empleo. Los objetores deconciencia pueden rechazar ofertas de empleo que tengan que ver con llevar <strong>la</strong>sarmas o con participar en <strong>la</strong> industria armamentista o en cualquier trabajovincu<strong>la</strong>do a aplicaciones militares, hasta haber cumplido los 45 años. En esetiempo, están protegidos, por tanto, de <strong>la</strong> norma de <strong>la</strong> oficina de empleo de que52


deben aceptar <strong>la</strong>s ofertas de trabajo también en <strong>la</strong> industria de <strong>la</strong> defensa(ofertas para <strong>la</strong>s que, de no ser objetores, estarían cualificados). Ninguna otrapersona más disfruta de esta protección automática. Para todos los hombres quehayan reflexionado sobre el dilema moral de trabajar en industrias que fabricanarmas nucleares o que proporcionan armas a regímenes dictatoriales demasiadotarde como para poder solicitar el estatus de <strong>la</strong> objeción, esto es una injusticia;igualmente para el caso de <strong>la</strong>s mujeres, que no se pueden registrar de ningunamanera como objetoras, y a esto se le suma que se trata además de un caso dediscriminación por razón de sexo.La campañaPor estas y por otras razones, el movimiento pacifista belga y los grupos deobjeción de conciencia decidieron montar una campaña para exigir <strong>la</strong> extensiónde <strong>la</strong> objeción de conciencia a <strong>la</strong>s mujeres y a los otros grupos que no quedanincluidos en <strong>la</strong> presente ley. En 1983, <strong>la</strong> senadora socialista Lydia Pauw‐Deveenpropuso una serie de reformas de los estatutos de objeción, incluida esaextensión a <strong>la</strong>s mujeres. Sus reformas no llegaron a disponer de suficientes votoscomo para llegar a convertirse en una ley, pero consiguió el apoyo de muchasmujeres legis<strong>la</strong>doras no asociadas con <strong>la</strong> izquierda o el Partido Socialista.Después de esto, los grupos de objeción y pacifistas decidieron continuar conel l<strong>la</strong>mamiento a <strong>la</strong>s mujeres para que solicitaran el estatus de objetora. Las queescribieron al ministerio del Interior subrayaron su oposición a hacer trabajosre<strong>la</strong>cionados con <strong>la</strong> defensa y <strong>la</strong>s armas nucleares, y su apoyo a los mismosprincipios morales y filosóficos que los objetores.La siguiente carta fue escrita por una mujer l<strong>la</strong>mada Josiane:Desde el 1 de mayo de 1985 estoy sin trabajo. Actualmente, no tengo elderecho a rechazar un trabajo en <strong>la</strong> industria armamentista, o en ningunaindustria que requiera que se lleven <strong>la</strong>s armas, sin perder mi subsidio dedesempleo. Como trabajadora social de profesión, he observado cómo lospresupuestos nacionales se han reducido en lo tocante a empleos en elsector social, a pesar de que este sector contribuye al desarrollo y a unavida mejor para <strong>la</strong>s personas. Nuestra política de defensa nacionalpromociona <strong>la</strong> carrera armamentista (…) armas que pueden destruirnuestro p<strong>la</strong>neta docenas de veces.<strong>No</strong> me siento protegida por <strong>la</strong> perpetua amenaza nuclear,especialmente desde que el pasado marzo, hemos alojado misiles nuclearesen nuestro territorio. Estoy embarazada de siete meses, y es mi debercomo mujer proteger <strong>la</strong> vida y actuar en consecuencia. Considero que esnecesario que Bélgica conciba un sistema eficaz de defensa queproporcione una verdadera seguridad a <strong>la</strong>s personas, <strong>la</strong> posibilidad dedesarrol<strong>la</strong>rse y de ser libres en democracia.53


La amenaza de holocausto con que nos amenaza nuestro actualsistema debe ser evitada. La única vía sensata y respetuosa con <strong>la</strong> vida esdetener esta carrera suicida de armas, encontrar una forma inteligente derecic<strong>la</strong>r nuestros misiles despojándoles de toda capacidad destructiva, yutilizar nuestro dinero para una verdadera defensa, una que generebienestar y el crecimiento de <strong>la</strong>s personas adultas, de <strong>la</strong>s niñas y de losniños, a todos los niveles, que ofrezca trabajos adecuados a <strong>la</strong> gente joven,y busque maneras de reconvertir nuestras industrias armamentistas.Reflexiones<strong>No</strong> sabemos si más mujeres solicitarán el estatus de objetora. Si <strong>la</strong> campañatuviera algún seguimiento más, es posible que <strong>la</strong>s mujeres no consiguieran aún elestatus legalmente, pero habrían empezado a desempeñar un papel más activoen el movimiento pacifista belga (dominado ahora mismo por los hombres), lo quemejoraría consecuentemente su eficacia. Es más, <strong>la</strong> petición de estatus deobjetora encajaría perfectamente en <strong>la</strong> campaña más amplia a favor de <strong>la</strong>objeción de conciencia frente a empleos re<strong>la</strong>cionados con <strong>la</strong> defensa, <strong>la</strong>reconversión de <strong>la</strong> industria armamentista y el desarrollo de una nueva estrategiade defensa popu<strong>la</strong>r. En Bélgica y en muchos otros países, esta campañacontribuiría significativamente a ampliar el campo de acción del movimientopacifista, y a conectarlo con otras fuerzas que trabajan a favor del cambio social.<strong>No</strong> obstante, <strong>la</strong> campaña tiene algunos peligros. El más importante es que seviera como un apoyo indirecto a <strong>la</strong> conscripción. El estatus de objetora implicaría<strong>la</strong> aceptación del servicio civil alternativo porque los derechos conllevanobligaciones. (Sin embargo, el servicio alternativo rara vez es lo que quienes lodefendieron pretendían: un servicio para contribuir a <strong>la</strong> construcción de <strong>la</strong> paz;ha sido más bien una fuente de mano de obra más barata que le quita el puesto a<strong>la</strong> mano de obra en paro en <strong>la</strong> sociedad, mayoritariamente a <strong>la</strong>s mujeres.) Yexiste otro peligro: <strong>la</strong> petición de estatus de objetora podría ser utilizada comoargumento para que <strong>la</strong>s mujeres tengan también derecho a ingresar en elejército. De este modo, al final, <strong>la</strong> campaña habría creado nuevas obligacionespara <strong>la</strong>s mujeres sin haber podido modificar en absoluto una que ya tienen loshombres.Esto sería sin duda un paso atrás. <strong>No</strong> obstante, sin negarle <strong>la</strong> razón a <strong>la</strong>smencionadas reservas, ¿acaso no es también cierto que no hacer nada cuando seve que <strong>la</strong> militarización de <strong>la</strong> sociedad va en aumento sería dar dos pasos haciaatrás? En Bélgica, necesitamos protección legal frente a una ley que imponetareas de carácter potencialmente militar a <strong>la</strong>s mujeres y a hombres que ahorano tienen que hacer el servicio militar; en muchos países, dicha protección <strong>la</strong>necesitan todas aquel<strong>la</strong>s personas que en sus trabajos están realizando tareas quese usan de hecho en aplicaciones militares. El estatus de objeción de conciencia54


ayudaría a los dos grupos. Es más, el servicio civil alternativo, a pesar de sus<strong>la</strong>dos negativos, podría darles a <strong>la</strong>s mujeres <strong>la</strong> oportunidad de desempeñar unpapel más activo en los sectores político y social donde tienen impacto losobjetores.Otro argumento es que <strong>la</strong> petición de objeción de conciencia para <strong>la</strong>s mujereses una base mucho mejor para campañas por <strong>la</strong> paz y <strong>la</strong> igualdad positiva que <strong>la</strong>idea popu<strong>la</strong>r (que como poco p<strong>la</strong>ntea interrogantes) de que <strong>la</strong>s mujeres por sermadres, cuidadoras, y demás, son por naturaleza amantes de <strong>la</strong> paz (comomenciona su autora en <strong>la</strong> carta reproducida). En lugar de insistir en mantener a<strong>la</strong>s mujeres en una categoría especial, <strong>la</strong> petición de que se amplíe <strong>la</strong> objeciónde conciencia a <strong>la</strong>s mujeres promociona <strong>la</strong> igualdad de derechos, además deapoyar que se le den más derechos a todo el mundo, y proporciona al menos unade <strong>la</strong>s armas morales y legales que se necesitan para p<strong>la</strong>ntarle cara al militarismoen <strong>la</strong> sociedad.A pesar de <strong>la</strong>s reservas anteriores, <strong>la</strong> campaña belga merece <strong>la</strong> atención de<strong>la</strong>nálisis y el debate. Podría contribuir a una implicación mayor de <strong>la</strong>s mujeres en<strong>la</strong> lucha pacifista en muchos países, y conducir a campañas más amplias yeficaces.Publicado originalmente en el boletín WRI Women, nº1, enero/febrero 1987,boletín del Grupo de Trabajo de <strong>la</strong>s Mujeres de <strong>la</strong> IRG. Cuando el artículo fueescrito, <strong>la</strong> autora era vicepresidenta del European Bureau for ConscientiousObjection, aunque ac<strong>la</strong>ra en una nota que su análisis aquí es personal.55


¿Resistencia a servir el café? Introducción a <strong>la</strong>objeción de conciencia de <strong>la</strong>s mujeres en IsraelIsrael es uno de los dos países del mundo que recluta a <strong>la</strong>s mujeres. A través de<strong>la</strong>s historias y dec<strong>la</strong>raciones que presentamos aquí, veremos cómo <strong>la</strong> objeciónde conciencia evoluciona de razones religiosas a razones de conciencia en1954, y a razones más políticas en 1970 hasta hoy en día. La <strong>guerra</strong> de los SeisDías de 1967 parece haber sido el punto de inflexión. La última dec<strong>la</strong>ración quepresentamos es de abril del 2009, después de los bombardeos de Gaza.Sergeiy Sandler [1] describe [2] lo muy militarizada que se encuentra <strong>la</strong>sociedad israelí. En <strong>la</strong>s guarderías, es común que en <strong>la</strong> fiesta de fin de curso secelebre un desfile militar infantil. Unos años después, algunas asignaturas seránimpartidas por profesoras y profesores que estarán haciendo el servicio militar yque darán c<strong>la</strong>se en uniforme. Es posible que <strong>la</strong> directora o el director delinstituto donde estudien más tarde sea un oficial de rango medio, retirado hacepoco del servicio.La conscripción es un instrumento vital del poder político y un temafundamental en <strong>la</strong> agenda política. A través de <strong>la</strong>s políticas de conscripciónmilitares se reproducen, refuerzan y a menudo generan desigualdades sociales.Así, no tiene que hacer el servicio militar <strong>la</strong> minoría palestina que vive en unapob<strong>la</strong>ción mayoritariamente israelí; sin embargo, este hecho se utiliza después entodas <strong>la</strong>s esferas de <strong>la</strong> vida como excusa para discriminar<strong>la</strong>s oficial y nooficialmente, como cuando se ofrece un empleo a personas “con el serviciomilitar cumplido” y en realidad se está diciendo “absténganse personas árabes”.Las mujeres judías son reclutadas pero su servicio militar es más corto: dos años,frente a los tres que hacen los hombres. Las funciones que se les asignan,además, dentro del Ejército no son consideradas importantes, lo que dice algodel estatus social de <strong>la</strong>s mujeres y de su exclusión de <strong>la</strong> esfera pública (<strong>la</strong>smujeres representan el 10% del Par<strong>la</strong>mento israelí). Las opiniones de losgenerales sobre cuestiones públicas se consideran una fuente de autoridad.Existe un movimiento numeroso y muy activo de mujeres que se oponen a <strong>la</strong>leva en Israel, único de su c<strong>la</strong>se en el mundo. La legis<strong>la</strong>ción israelí sobre <strong>la</strong>conscripción es anóma<strong>la</strong> también en que el estatus de objetora de conciencia sólose les reconoce a <strong>la</strong>s mujeres. Esto sitúa a <strong>la</strong>s objetoras en un grupo distinto aldel de los objetores, que no tienen este derecho reconocido. Shani Wernerp<strong>la</strong>nteó <strong>la</strong> cuestión de lo que significaba ser objetora de conciencia en una cartaque escribió en 2002 [3], analizando lo que había pasado desde <strong>la</strong> primera CartaAbierta [4] de Graduad@s de Secundaria (Shministim) de 2001.Aquí presentamos <strong>la</strong> primera parte de <strong>la</strong> carta de Shani:56


Cuando escribimos nuestra Carta Abierta como Graduad@s deSecundaria (Shministim) en el verano del 2001, <strong>la</strong> escribimos juntasmujeres y hombres que nos resistíamos a <strong>la</strong> leva. <strong>No</strong> se nos ocurrióentonces preguntarnos si los dos tipos de resistencia (<strong>la</strong> de <strong>la</strong>s mujeres y <strong>la</strong>de los hombres) debían o no ir juntos. Estábamos tan convencidas de que<strong>la</strong> resistencia de <strong>la</strong>s mujeres a <strong>la</strong> leva era idéntica en importancia a <strong>la</strong> delos hombres que ni siquiera éramos conscientes del significado que lehabíamos dado a <strong>la</strong> carta al colocar<strong>la</strong>s <strong>la</strong>s dos al mismo nivel. Por lo que amí respecta, sólo lo internalicé cuando tuve que enfrentarme a <strong>la</strong>sreacciones de <strong>la</strong> gente: “¿Pero qué se supone que significa eso?” o “¡Andaque no falta!”. Sentí que habíamos hecho algo especial e importante.Ha pasado mucho tiempo, más de un año y medio, y poco a poco, heido sintiendo frustración. Sentía que dentro de nuestro “nido protector”,l@s Shministim en concreto, y <strong>la</strong> izquierda israelí en general, habíamosreproducido fielmente lo que de hecho pretendíamos combatir. ¡Habíamosmilitarizado <strong>la</strong> resistencia a <strong>la</strong> conscripción!<strong>No</strong> habíamos modificado <strong>la</strong> irritante imagen a <strong>la</strong> que nos oponemoscon tanta fuerza: <strong>la</strong> de <strong>la</strong> buena mujer que se sienta y esperapacientemente <strong>la</strong> vuelta de “su” soldado del frente, mientras le p<strong>la</strong>ncha eluniforme. Habíamos creado una imagen igual pero al revés: <strong>la</strong> de <strong>la</strong> mujerque espera <strong>la</strong> pronta liberación del resistente a <strong>la</strong> leva, y mientras tanto, leanima desde su posición privilegiada en <strong>la</strong> colina, frente a <strong>la</strong> cárcel militardonde a menudo organizamos manifestaciones.Obviamente, <strong>la</strong> resistencia de los chicos/hombres es muy importante.Y nosotras, <strong>la</strong>s resistentes chicas/mujeres, que no estamos en <strong>la</strong> cárcel, nosocupamos de animar, dar apoyo y proporcionar todo lo que necesitan losresistentes que van a <strong>la</strong> cárcel. Pero creo que <strong>la</strong>s dinámicas que se generandel hecho de que “los objetores van a <strong>la</strong> cárcel y <strong>la</strong>s objetoras quedanexentas del servicio” han permeado y endurecido cómo concebimos <strong>la</strong>scosas. La resistencia a <strong>la</strong> leva de <strong>la</strong>s mujeres no se considera tanimportante como <strong>la</strong> de los hombres. <strong>No</strong> vemos <strong>la</strong> humil<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> que elComité de Conciencia somete a <strong>la</strong>s chicas. Hemos abandonado los debatessobre <strong>la</strong> resistencia a <strong>la</strong> leva de <strong>la</strong>s mujeres, y hemos abandonado casi porcompleto <strong>la</strong> lucha por llevar estas ideas al foro público (aceptando <strong>la</strong>excusa de que “no le interesa a los medios de comunicación”). Lo únicoque hacemos es hab<strong>la</strong>r sin parar de los resistentes presos.Ahora mi negativa a enlistarme en el Ejército, que solía considerar unacto político-público, <strong>la</strong> veo sólo como algo privado. (“Lo personal espolítico”, resuena este mantra en mi mente. Pero lo personal sólo pasa aser político ¡si consigue tener una voz!) Mientras el discurso público sigasin ser consciente de <strong>la</strong> existencia de estos actos, mientras el discurso de <strong>la</strong>57


izquierda sigua ignorándolos, <strong>la</strong> resistencia a <strong>la</strong> leva de <strong>la</strong>s chicas/mujeresseguirá siendo algo personal, por no decir algo silenciado. Precisamente,es tan fácil ignorar <strong>la</strong> resistencia a <strong>la</strong> leva de <strong>la</strong>s mujeres como lo es para elEjército israelí ignorar el servicio militar de <strong>la</strong>s mujeres. Si el propioservicio militar de <strong>la</strong>s mujeres se considera re<strong>la</strong>tivamente sencillo, nuestraresistencia es tratada como “resistencia a servir el café”, y aceptadaincluso por el Ejército (y si el Ejército no nos necesita, a diferencia de loque les pasa a los muchachos encarce<strong>la</strong>dos, entonces ¿puede tener algúnsignificado nuestra resistencia?).” (...)A continuación presentamos, brevemente, varias historias de mujeres que senegaron a ingresar en el Ejército. Las primeras son noticias de 1954. En losartículos, Tali Lerner describe lo complejo de los papeles de <strong>la</strong>s mujeres en <strong>la</strong>sociedad israelí, cómo se <strong>la</strong>s considera en el Ejército, y el papel de <strong>la</strong>s objetorasde conciencia. A este artículo le sigue uno de Idan Halili, quien nos cuenta cómose hizo feminista y qué implicó hacerse objetora de conciencia. Por último,recogemos <strong>la</strong> primera carta de los Shministim, de 2001, a <strong>la</strong> que aluden variostextos.Introducción por Ellen ElsterReferencias[1] Sergeiy Sandler es activista de New Profile y miembro del Ejecutivo y el Consejo de <strong>la</strong>IRG.[2] La información procede de un artículo que escribió Sergeiy Sandler en El fusil roto nº 58,mayo 2003.[3] Shani Werner: Carta al movimiento israelí de resistentes, 31 diciembre 2002.[4] Impreso en esta sección.58


Chava BlochThe <strong>War</strong> Resister.WAR RESISTERSISRAELPágina OnceChava Bloch, <strong>la</strong> única resistente por motivos no religiosos, ha sido l<strong>la</strong>madavarias veces a comparecer ante una comisión que debe investigar <strong>la</strong>s razonesde su negativa a hacer el servicio militar, pero en todas esas ocasiones <strong>la</strong> vistaha sido pospuesta.The <strong>War</strong> Resister nº64. Primavera 1954Hagar y Ruth Lisser: objetoras deconciencia adolescentesOBJETORAS DE CONCIENCIA ADOLESCENTESJ. W. Abileah escribe desde Israel que Hagar y Ruth, hijas de Paul y SabinaLisser, miembros de <strong>la</strong> I.R.G., se han negado recientemente a participar en unentrenamiento obligatorio en su escue<strong>la</strong> (el Gadna). Hanar, de 16 años de edad,fue advertida de que si perseveraba en su negativa podría perder su derecho arealizar los exámenes finales. Las dos muchachas fueron finalmente excusadasde sus obligaciones y no se les impuso castigo alguno.El Gadna consiste en dos horas a <strong>la</strong> semana, más seis días al año, más diezdías de entrenamiento intensivo en un campamento. Nuestra sección de <strong>la</strong>I.R.G. en Israel ha protestado contra estas actividades, seña<strong>la</strong>ndo que <strong>la</strong>militarización es radicalmente contraria a <strong>la</strong> misión de Israel, y p<strong>la</strong>nteando“¿Deberíamos de verdad traicionar <strong>la</strong> visión de nuestros profetas mientras lesrezamos?”.The <strong>War</strong> Resister <strong>No</strong> 65. Summer 1954.59


TovahTovah nació en 1953 en <strong>la</strong> ciudad de Afu<strong>la</strong>h, que seencuentra al sur de Nazaret en el Valle de Jesreel. (…)Tovah es una de <strong>la</strong>s tres o cuatro mujeres que ha quedadoexenta hoy [1970] en Israel del servicio militar por razones deconciencia y religión. A muchas mujeres se les ha concedido <strong>la</strong>exención por razones religiosas, pero sólo tres o cuatro haninsistido en que sus razones eran de conciencia. Decidió negarsea hacer el servicio en su tercer año de instituto.<strong>No</strong> tenía contacto con ninguna organización. Sólo contaba con misideas. (…) Después, a los diecisiete, en <strong>la</strong>s vacaciones, fui a <strong>la</strong> oficina delejército en Haifa y les anuncié que me negaría hacer el servicio militar.Dije que no iría porque estaba contra <strong>la</strong> violencia. (…)(…) Una mujer del comité [a cargo del tema de exención de mujeresdel servicio activo] me preguntó si pertenecía a algún grupo pacifista.Dije que no. Me dijo: “Entonces no eres pacifista”. Alguien me preguntósi sabía algo de <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial. “Asesinaron a seis millonesy tú no quieres ir al Ejército”. Una mujer del comité, que fue justa, ledijo al oficial: “<strong>No</strong> hay conexión entre lo de los seis millones y susideas”. Después de este comité, tuve que presentarme otro. Me dijeron:“Creemos que serás muy útil dentro del Ejército”. Así que respondí: “Sí,creo que podría hab<strong>la</strong>r de pacifismo a los soldados. Seré muy útil”. “Sino te damos <strong>la</strong> exención, ¿qué vas a hacer?” Dije: “<strong>No</strong> os voy a contarmis tácticas, pero sí que no temo ir a <strong>la</strong> cárcel porque creo firmementeque si me mandan allí no es por ser una criminal sino justamente porno querer serlo”. Después de esta entrevista, me concedieron <strong>la</strong>exención. (…)Tovah cree que <strong>la</strong> gente no entiende el problema que tieneIsrael porque no han podido liberarse de <strong>la</strong> ilusión de que elgobierno es bueno. Ahora, a quienes se liberan de esa ilusión seles trata como enemigos del gobierno. (…) Tovah afirma quecuando mucha gente empiece a hacerse preguntas y acuestionar el gobierno, el Ejército y el gobierno empezarán aresquebrajarse.La Guerra de 1967 fue importante porque tuvo un impacto en <strong>la</strong>sactitudes de <strong>la</strong> gente que decía “no” al Ejército y en <strong>la</strong>s actitudes delgobierno. Antes de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, quien se negaba a hacer el servicio militarlo hacía por principios. (…) La idea fundamental pacifista era que tenegabas a usar <strong>la</strong>s armas y a servir en ningún tipo de ejército. Sin60


embargo, ahora, <strong>la</strong> idea no hab<strong>la</strong> sólo de <strong>la</strong>s armas, es mucho másconcreta: <strong>la</strong> gente ahora se opone a lo que hace el Ejército, a suspolíticas contra <strong>la</strong> ciudadanía de los Territorios Ocupados, a <strong>la</strong> opresiónde estas personas, a que usen el terror con el<strong>la</strong>s. (…)Hoy <strong>la</strong> situación en Israel es más crítica que nunca antes.Tovah dec<strong>la</strong>ra que <strong>la</strong>s personas árabes se encuentran en unaposición peor que <strong>la</strong> que tenían en el pasado. Como considera elsionismo (una fuerza que discrimina a <strong>la</strong>s personas que no sonjudías) <strong>la</strong> causa de esta evolución, Tovah se consideraantisionista. Mantiene que un punto de vista mundialcosmopolita o internacionalista es el camino a <strong>la</strong> paz. “Por esosoy cosmopolita. El odio es <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. El odio es <strong>la</strong> sangre. El odioes asesinar a otras personas. Es positivo que más gente se esténegando a ingresar en el Ejército y que <strong>la</strong> se esté empezando aentender cómo es el gobierno israelí en realidad.La historia de Tovah procede del capítulo 10, páginas 103‐107,de Dissent & Ideology in Israel. Resistance to the Draft 1948‐1973 (Disidencia e ideología en Israel. La resistencia alenlistamiento 1948‐1973), editado por Martin B<strong>la</strong>tt, Uri Davis,Paul Kleinbaum. Publicado por Ithaca Press, Londres 1975, paraHousmans Bookshop (<strong>la</strong> librería Housmans), WRI‐IRG, MERAG(Grupo de acción e investigación del Medio Oriente) y elLansbury House Trust Fund.61


La objetora de conciencia NetaMishli condenada a 20 días de cárcelNeta Mishli, 18 años, de Tel-Aviv, una de <strong>la</strong>s personas quefirmaron <strong>la</strong> carta de rechazo al ingreso en el Ejército de ungrupo de estudiantes de secundaria en 2008, empezó a cumplirsu primera condena a prisión el 23 de abril del 2009. Neta Mishlise presentó en <strong>la</strong> Base de Reclutamiento Militar el 22 de abrilpara comunicarles que se negaba a ingresar en el Ejército. Porello, primero se <strong>la</strong> condenó a siete días de confinamiento en <strong>la</strong>base (le dijeron que no había p<strong>la</strong>zas en <strong>la</strong> cárcel militar demujeres). Sin embargo, al día siguiente volvieron a celebrar unjuicio y <strong>la</strong> condenaron esta vez a 20 días en una prisión militar.Se le dijo que <strong>la</strong> Fiscalía Militar había autorizado que se <strong>la</strong>volviera a juzgar por el mismo acto.Neta Mishli ha preparado <strong>la</strong> siguiente Dec<strong>la</strong>ración ante suingreso en prisión:<strong>No</strong> estoy dispuesta a ser parte de una organización que cometecrímenes de <strong>guerra</strong>, cobrándose <strong>la</strong>s vidas de miles de civiles inocentes,una organización que, en nombre del humanismo y <strong>la</strong> democracia, meobliga a mí y a mis compañeras y compañeros a sacrificar un periodode nuestras vidas, y nuestras propias vidas, por una falsa calma, puesno puede darse ninguna calma hasta que Israel decida abandonar supolítica de <strong>guerra</strong> para abordar <strong>la</strong> paz. Así pues, como pequeño pasopara detener el ciclo de derramamiento de sangre, por <strong>la</strong> presente meniego a enlistarme en el Ejército.Neta Mishli será puesta en libertad el 10 de mayo, peroprobablemente <strong>la</strong> vuelvan a encarce<strong>la</strong>r en el futuro por <strong>la</strong>misma negativa.Este texto fue publicado por primera vez como AcciónUrgente Objeción, por <strong>la</strong> Internacional de Resistentes a <strong>la</strong>Guerra (WRI-IRG), Londres, 24 abril, 2009.De: concodoc@wri‐irg.org62


Mujeres Resistentes al Ejército en IsraelPor Tali Lerner, New ProfileLa condición ciudadana en Israel se concibe desde <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones entre elgrupo social que sea y el Ejército. Las personas judías ultraortodoxas y <strong>la</strong>sárabes son vistas como ciudadanas de segunda c<strong>la</strong>se porque no tienen quehacer el servicio militar obligatorio. En contraste, otros grupos sociales, como porejemplo, el pueblo beduino y druze, y <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción gay y lesbiana, éstos sí seconsideran con igualdad de derechos ciudadanos porque comparten <strong>la</strong> carga de <strong>la</strong>seguridad del país.Las re<strong>la</strong>ciones de <strong>la</strong>s mujeres con el Estado, y con el Ejército en particu<strong>la</strong>r,son incluso más complejas. Con el establecimiento del Estado de Israel, quedóafirmado el derecho de <strong>la</strong>s mujeres a votar y su obligación de enlistarse. (Israeles el uno de los pocos países del mundo que tiene servicio militar obligatorio para<strong>la</strong>s mujeres.) Consecuentemente, desde el Estado se concibe <strong>la</strong> ciudadanía de <strong>la</strong>smujeres como resultado de su participación igualitaria en el servicio militar; sinembargo, al mismo tiempo, se <strong>la</strong>s excluye: no acceden a <strong>la</strong> igualdad de derechosdentro de <strong>la</strong> organización militar porque no pueden realizar <strong>la</strong>s mismas funciones.Esto genera cuestiones muy complejas en los movimientos feminista yantimilitarista. La negativa de <strong>la</strong>s mujeres a enlistarse es, por tanto, unfenómeno muy complejo, que refleja bien algunos de los dilemas feministasbásicos.Qué es lo que define <strong>la</strong> ciudadanía en IsraelDesde su origen, el servicio militar (o antes, el servicio en los gruposparamilitares que precedieron al Ejército israelí) fue siempre una instituciónfundamental en <strong>la</strong> sociedad. El sionismo, un movimiento para <strong>la</strong> renovaciónnacional, junto con <strong>la</strong> posterior constitución del Estado de Israel tuvieron elpropósito de crear una nueva identidad judía, que reemp<strong>la</strong>zaría el viejoestereotipo de ‘persona moral y físicamente débil, afeminada’. Lasorganizaciones militares desempeñaron un papel crucial en dar forma al ideal depersona sionista. Esta intensa equiparación entre ser ciudadana o ciudadano y sermilitar se fue consolidando a medida que se desarrol<strong>la</strong>ba el Estado y susinstituciones. La referencia al servicio militar de cada persona ciudadanaindividual es universal, se filtra a todos los estratos fundamentales de <strong>la</strong> sociedadcivil: aparece en los lugares de trabajo, a <strong>la</strong> hora de sacarse el carné de conduciro de realizar cualquier otra gestión con <strong>la</strong>s autoridades.Cuando nos aproximamos a grupos sociales concretos, <strong>la</strong> situación es inclusomás problemática. Las re<strong>la</strong>ciones entre los l<strong>la</strong>mados “grupos minoritarios” y <strong>la</strong>mayoría social vienen casi siempre definidas en función de su re<strong>la</strong>ción directa conel Ejército. Existe considerable presión para conectar <strong>la</strong> ciudadanía con el63


servicio militar de forma directa y sin ambigüedades, lo que implica de hecho quese despoja a grupos exentos de hacer el servicio militar de su condiciónciudadana. Así es como <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción árabe o judía ultra‐ortodoxa en Israel,legalmente exenta del enlistamiento obligatorio, pasa a ser ciudadanas yciudadanos de segunda c<strong>la</strong>se. Seña<strong>la</strong>ndo este hecho es cómo el Estado explica susprácticas discriminatorias hacia estos grupos. Otros grupos, por ejemplo <strong>la</strong>pob<strong>la</strong>ción beduina árabe o druze, ape<strong>la</strong>n al hecho de que se enlistan parareivindicar su igualdad ciudadana. Como árabes, es cierto que se les tolera mejorsocialmente que a otras personas árabes que no tienen re<strong>la</strong>ción con el Ejército.De manera análoga, re<strong>la</strong>tivamente muchos hombres gays mencionan haberaportado su granito “a llevar <strong>la</strong> carga de <strong>la</strong> Seguridad Nacional” cuandodefienden su derecho a <strong>la</strong> igualdad ciudadana exigiendo reconocimiento comogrupo legítimo en <strong>la</strong> sociedad israelí.La sociedad israelí, por tanto, se ha fundado, y sigue estando fundamentadaen que el servicio militar es <strong>la</strong> puerta de entrada a <strong>la</strong> ciudadanía y a <strong>la</strong>participación adulta en <strong>la</strong> sociedad israelí.Mujeres, servicio militar y ciudadanía en <strong>la</strong> sociedadsionista. Perspectiva históricaPara empezar, sería importante hacerse una idea del contexto donde seubican el movimiento feminista israelí y el Ejército, aunque también <strong>la</strong> sociedaden su conjunto. Antes de que se fundara el Estado de Israel, a <strong>la</strong>s mujeres se leshabía concedido el derecho a votar en <strong>la</strong>s instituciones del movimiento sionista.Su participación en <strong>la</strong> sociedad quedó definida por el modelo socialista, queconsideraba central <strong>la</strong> aportación individual al todo colectivo. Se entendía que <strong>la</strong>smujeres, a su manera, aportaban su granito en términos de igualdad. La nociónde ‘pionera’ fue parte integral de <strong>la</strong> empresa sionista. Al mismo tiempo, comoresultado de <strong>la</strong> propia lucha de <strong>la</strong>s mujeres, se <strong>la</strong>s incluyó también en losprimeros cuerpos combatientes de <strong>la</strong> comunidad sionista, los que precedieron a loque sería el Ejército israelí: los cuerpos paramilitares Palmakh y Haganah. Con elestablecimiento del Estado y del Ejército israelí, el que el servicio militar fueraobligatorio para el<strong>la</strong>s caía por su peso.Sin embargo, ya en <strong>la</strong> propia <strong>guerra</strong> de Independencia (y en especial ahoraque el Ejército se había convertido en un auténtico Ejército del Pueblo, queincluía a más personas que sólo a <strong>la</strong>s y los pioneros más liberales), se decidiócrear unas fuerzas femeninas, que se encargarían de tareas adecuadas para <strong>la</strong>smujeres y que impedirían que éstas pudieran ocupar papeles combatientes. A suvez, se instituyó <strong>la</strong> exención del servicio militar obligatorio para <strong>la</strong>s religiosas,con objeto de que no se vieran obligadas, contra sus principios religiosos, a tenerque trabajar con hombres. Un número considerable de mujeres israelíes quedaronexentas del servicio militar por esta vía.64


Desde una perspectiva contemporánea y crítica, ya a inicios del movimientosionista, <strong>la</strong>s mujeres están excluidas de funciones importantes, y se puedeidentificar c<strong>la</strong>ramente un ideal de género conservador, el de <strong>la</strong> mujer comomadre y educadora, que posibilita que su marido salga al mundo, a trabajar <strong>la</strong>tierra y participar en <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s del país. En cualquier caso, durante muchosaños, en <strong>la</strong> sociedad israelí prevalecieron unos valores re<strong>la</strong>tivamente igualitarios,según los cuales <strong>la</strong>s mujeres, aunque mantenidas fuera de ciertos papelessociales importantes, eran aún vistas como personas con un papel socialrelevante, como los hombres.La Revolución feminista llega al Ejército israelíEl movimiento feminista en Israel, durante muchos años, sin duda hasta <strong>la</strong>década de los noventa, mostró poco interés por el tema del servicio militar y por<strong>la</strong> obligatoriedad de hacerlo (no afectaba a todas <strong>la</strong>s mujeres; el<strong>la</strong>s tenían quehacerlo durante menos tiempo, y sus funciones estaban más limitadas que <strong>la</strong>s delos hombres).En 1995, una joven, Alice Miller, presentó una ape<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong> Corte Supremacontra el Ejército israelí y <strong>la</strong>s fuerzas aéreas, para exigir que se <strong>la</strong> permitieraformarse como pilota, una función muy prestigiosa en el Ejército vetada a <strong>la</strong>smujeres entonces. Esta acción legal sacudió <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones de género en elcontexto del sistema militar israelí. Quedó al descubierto <strong>la</strong> falta de disposiciónde los hombres respecto a que se les permitiera a <strong>la</strong>s mujeres acceder a estospuestos, que consideraban suyos en exclusiva, y el movimiento feminista israelíse dio cuenta de que tenía un nuevo punto en su agenda.La oportunidad para el movimiento feminista era ideal: el tema del Ejércitocomo punto de referencia para formu<strong>la</strong>r y exigir ciudadanía en términos deigualdad puede ser una herramienta formidable para <strong>la</strong> acción. Las mujerespodrían acceder a puestos militares que tenían vedados, y de ahí, podrían seguiravanzando a posiciones más prestigiosas e influyentes en <strong>la</strong> sociedad civil. Si <strong>la</strong>smujeres consiguieran ser verdaderamente iguales en su participación en temas deseguridad, se <strong>la</strong>s vería como “más” iguales a los hombres y esto reduciría <strong>la</strong>opresión que resultaba de considerar<strong>la</strong>s personas débiles, tanto física comopolíticamente.Así pues, como muchos otros movimientos que luchan por derechos sociales ypolíticos, el movimiento feminista israelí optó por abrazar el Ejército, animar alenlistamiento, apoyar el acceso de <strong>la</strong>s mujeres a varias funciones militares y, ensu conjunto, luchar por los derechos de <strong>la</strong>s mujeres en el contexto del serviciomilitar.Quince años después, existen mujeres en puestos de combate, y pilotas decaza, y hay más mujeres en altos cargos militares que nunca. El porcentaje de65


mujeres en papeles de secretariado ha descendido, mientras que el porcentajede mujeres que se enlista ha aumentado significativamente.Entonces ¿todo bien? ¿Podemos decir de verdad que <strong>la</strong>s cifras deenlistamiento, <strong>la</strong> igualdad de obligaciones en lo tocante a servir a <strong>la</strong> nación, y elque tengan permitido presentarse voluntarias para realizar una carrera militar esun camino a favor de <strong>la</strong> igualdad?Existen otras posturas en el movimiento feminista. Algunas argumentan que e<strong>la</strong>coso machista y misógino y <strong>la</strong> vio<strong>la</strong>ción son prácticas obligatorias inherentes alsistema militar, lo que obviamente no aporta nada a <strong>la</strong> hora de mejorar <strong>la</strong>situación de <strong>la</strong>s mujeres; otras sostienen que sean cuales sean los cambios que sehayan producido en el Ejército respecto al tema de <strong>la</strong> igualdad, no son cambiosprofundos y no deberían ser entendidos como tales. La fuente principal decríticas procede de los elementos radicales del movimiento feminista israelí,donde se combinan los objetivos feministas con <strong>la</strong> lucha contra <strong>la</strong> Ocupación ycontra <strong>la</strong> violencia.Una crítica radical a <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones entre Ejército ymovimiento feministaEn <strong>la</strong> última década se ha ido dibujando un enfoque feminista incluso másradical que el descrito anteriormente. Existen grupos que han articu<strong>la</strong>doconjuntamente una manera diferente de pensar <strong>la</strong>s conexiones entre el Ejército y<strong>la</strong> opresión de <strong>la</strong>s mujeres, gracias a haber desarrol<strong>la</strong>do una comprensión másinclusiva de <strong>la</strong>s formas que adopta <strong>la</strong> opresión, y del activismo feminista yantimilitarista.Estos grupos (New Profile es uno de ellos) consideran que el ejército, que pordefinición concibe <strong>la</strong> violencia y el combate armado como formas de resoluciónde los problemas, reproduce <strong>la</strong> noción de “guerrero” como norma para el hombreideal. En torno a esta figura, se construye todo un espacio social, que es parte deun proceso social en el cual se persuade a <strong>la</strong> gente de que se identifique con elpapel del combatiente. La consagración del combate trae consigo unaconsagración de <strong>la</strong> masculinidad convencional y de <strong>la</strong> fuerza física. Dentro de <strong>la</strong>jerarquía de un sistema militar así, <strong>la</strong>s mujeres siempre aparecerán como el sexomás débil físicamente y siempre se les asignarán puestos inferiores. Estaestructura militar impondrá después sus valores a través de una concepciónestereotipada de los hombres, que <strong>la</strong> sociedad transmite a través de sus procesoshabituales de socialización.Cuando un sistema social se construye sobre <strong>la</strong> base del control (sea esto enlos confines de una jerarquía militar o bien en acciones dirigidas a una pob<strong>la</strong>ciónocupada), el poder y el control serán lo que caracterice <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones en esasociedad. Éstas, a su vez, reforzarán los valores patriarcales en una sociedad ya66


de por sí dominada por valores militares (en <strong>la</strong> familia, el trabajo y <strong>la</strong> política).Las mismas personas que el Ejército ubique en posiciones de poder basadas enuna jerarquía de proeza física serán también, por reg<strong>la</strong> general, <strong>la</strong>s que accedana posiciones de poder análogas en <strong>la</strong> sociedad civil, importándose de este modoel conjunto de valores militares, esos que defienden el combate, <strong>la</strong> violencia, <strong>la</strong>jerarquía basada en nociones de género, y <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones personales basadas en elpoder.Estas observaciones vienen ava<strong>la</strong>das por investigaciones recientes. La doctoraOrna Sasson‐Levi, en Identidades de uniforme [1] (una exhaustiva investigaciónque dirigió en cooperación con el Ejército israelí), recoge que <strong>la</strong>s militares enfunciones combatientes tienden a adoptar una identidad masculina alternativa enlugar de una identidad femenina alternativa, lo que en efecto significa querechazan su identidad femenina. Sasson‐Levi identifica un patrón simi<strong>la</strong>r entre loshombres israelíes que por alguna razón no pueden asumir <strong>la</strong> identidad del“hombre combatiente”. Otro estudio, realizado en <strong>la</strong> Universidad Ben Gurion,explica que el fracaso de <strong>la</strong> integración de <strong>la</strong>s mujeres en <strong>la</strong>s fuerzas aéreas sedebe principalmente a que el<strong>la</strong>s no tienen “<strong>la</strong> mentalidad adecuada” para serpilotos.Desacuerdos entre feministas sobre <strong>la</strong> Ocupación, elEjército y <strong>la</strong> violenciaPodemos aprender mucho de nuestro proceder, como personas y como partede un grupo, en situaciones donde se produce un choque entre dos partes denuestra identidad. El movimiento feminista israelí se ha dividido respecto al temade <strong>la</strong> Ocupación, el Ejército y <strong>la</strong> violencia. Esto muestra, en mi opinión, que <strong>la</strong>parte de nuestra identidad re<strong>la</strong>cionada con nuestra actitud hacia <strong>la</strong> violencia esmás importante para nuestro sentido de identidad que <strong>la</strong> lucha feminista. En losdos grupos de actitudes opuestas hacia <strong>la</strong> Ocupación, hay mujeres que tienden acooperar con personas que, aunque contrarias a <strong>la</strong> lucha feminista, se identificancon sus actitudes hacia el uso de <strong>la</strong> violencia y lo militar.Y en este complejo estado de cosas, <strong>la</strong> lucha de <strong>la</strong>s objetoras israelíes poneen cuestión una serie de mitos que prevalecen, por un <strong>la</strong>do, en el movimientofeminista y por otro, en <strong>la</strong> resistencia a <strong>la</strong> Ocupación y al Ejército.Las mujeres israelíes se p<strong>la</strong>ntan: resistencia al Ejército ycrítica en el MovimientoDurante muchos años, <strong>la</strong> negativa a hacer el servicio militar por parte de <strong>la</strong>smujeres israelíes se so<strong>la</strong>pó con el debate sobre el enlistamiento de <strong>la</strong>s mujeres.La cláusu<strong>la</strong> legal re<strong>la</strong>tiva a <strong>la</strong> exención por motivos religiosos para <strong>la</strong>s mujeresquedó formu<strong>la</strong>da de tal manera que pudiera incluir <strong>la</strong> exención por cualquier67


azón de conciencia, religiosa o no, y era re<strong>la</strong>tivamente fácil que <strong>la</strong>s mujeresjóvenes consiguieran dicha exención. Así, hasta 2002 sólo se registraron unospocos casos de condenas por negarse a hacer el servicio militar, o bien de quealguna mujer fuera obligada a enlistarse. Las mujeres que se negaban a hacer elservicio militar formaban parte de los grupos de activistas contra el enlistamientomilitar, pero no tenían que enfrentarse abiertamente con el Ejército como loshombres, cuya negativa pública a hacer el servicio les llevaba a <strong>la</strong> cárcel o unalucha legal. El<strong>la</strong>s se quedaban fuera del debate público del tema. En el 2001, <strong>la</strong>situación cambió radicalmente con <strong>la</strong> publicación de <strong>la</strong> primera Carta de <strong>la</strong>s y losGraduad@s de Secundaria (Shministim; incluida en esta antología), tanto en loque respecta a <strong>la</strong> actitud del Ejército hacia <strong>la</strong>s objetoras, como a <strong>la</strong> postura deéstas en el propio movimiento de resistentes y respecto a su papel en él.La protesta por el lugar de <strong>la</strong>s mujeres en el movimiento de resistentes alEjército vino de <strong>la</strong>s propias activistas. Las muchas mujeres que participaban eneste movimiento sentían que <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones de poder en <strong>la</strong> comunidad deresistentes reproducían los opresivos patrones de género de <strong>la</strong> distribución depoder prevalente en <strong>la</strong> sociedad. Entonces dijeron: “En <strong>la</strong> sociedad prevalente,<strong>la</strong>s mujeres vitorean desde <strong>la</strong>s aceras a los héroes que pasan; nosotras hacemoslo mismo pero fuera de <strong>la</strong>s cárceles. Seguimos atrapadas en el eterno papel deapoyo y de cuidadoras. Incluso nuestra negativa es de segunda c<strong>la</strong>se, un meroapoyo a su negativa”. Las jóvenes shministim en co<strong>la</strong>boración con New Profileempezaron a recoger reflexiones de <strong>la</strong>s mujeres sobre su rechazo al ejército;organizaron un día de estudio dedicado a <strong>la</strong>s objetoras, y en general suscitaron eltema en el foro público, lo que causó fricciones dentro el movimiento. Pordesgracia, cuando llegó el cambio no fue como resultado de esta lucha feminista,sino porque el Ejército cambió su política con <strong>la</strong>s objetoras.Al tiempo que numerosos objetores eran encarce<strong>la</strong>dos de dos meses a dosaños, el Ejército había iniciado un <strong>la</strong>rgo proceso legal en el tribunal militar contracinco de ellos. Haggai Matar, uno de los cinco, se había dec<strong>la</strong>rado públicamenteobjetor contra el enlistamiento en el Ejército israelí casi con <strong>la</strong>s mismas pa<strong>la</strong>brasque <strong>la</strong> activista Hadas Goldman, a quien, sin embargo, habían concedido elestatus de objetora de conciencia. Las autoridades militares reaccionaron ahoraendureciendo los criterios para el reconocimiento de <strong>la</strong>s objetoras: empezaron aenviar a <strong>la</strong> cárcel a <strong>la</strong>s mujeres que se negaban a servir y hab<strong>la</strong>ban de <strong>la</strong>Ocupación.Una de <strong>la</strong>s primeras mujeres encarce<strong>la</strong>das fue Laura Milo, que se defendióape<strong>la</strong>ndo en <strong>la</strong> Corte Suprema contra el ministerio de Defensa. Posteriormente,en una sentencia indignante del tribunal, se estableció que <strong>la</strong> exención sólo podíaotorgarse por motivos religiosos. En <strong>la</strong> práctica esto significaba que se le iba a dara <strong>la</strong>s objetoras el mismo trato que a los objetores. Otra sentencia de <strong>la</strong> CorteSuprema obligó al Ejército a regu<strong>la</strong>r sus procedimientos respecto a los asíl<strong>la</strong>mados Comités de Conciencia y otorgar <strong>la</strong> exención sólo por razones de68


pacifismo total, no a quienes argumentaran cualquier otra forma de objeción deconciencia, como por ejemplo, no querer participar en <strong>la</strong> Ocupación, o cualquierotra articu<strong>la</strong>ción del pacifismo que no le pareciera al Comité ‘absoluta’. Estosdesarrollos trajeron consigo cambios significativos en el escenario de <strong>la</strong> negativaa hacer el servicio militar en Israel: <strong>la</strong>s mujeres empezaron a enfrentarse a unComité de Conciencia inflexible. Aunque muchas y muchos aún eligen enfrentarseal Comité de Conciencia para conseguir el estatus y evitar <strong>la</strong> cárcel, existe ungran número de activistas que optan por <strong>la</strong> cárcel para así vincu<strong>la</strong>r este hecho altema de <strong>la</strong> Ocupación.Idan Halili — Objetora feministaEn octubre de 2005, tras el rechazo de su petición de audiencia ante elComité de Conciencia militar, Idan Halili, se presentó en el Centro Nacional deEnlistamiento donde dec<strong>la</strong>ró que se negaba a servir en el Ejército israelí. Idanhabía escrito una carta de cuatro páginas, constatando <strong>la</strong>s razones feministas deconciencia que <strong>la</strong> llevaban a negarse a enlistarse. Tres de sus argumentos eranque su visión feminista entraba en conflicto con <strong>la</strong>s maneras violentas deresolución de los problemas del ejército; que el sistema militar hace un dañoespecífico a <strong>la</strong>s mujeres, tanto dentro del ejército como en <strong>la</strong> sociedad; y que <strong>la</strong>noción de igualdad lograda a través del servicio militar no sirve ni es válida para<strong>la</strong> consecución de una igualdad verdadera. Después de dos semanas en <strong>la</strong> cárcel,se le permitió, finalmente, aparecer ante el Comité de Conciencia del Ejército. ElComité no le otorgó <strong>la</strong> exención por razones de conciencia, puesto que en suopinión Idan no había demostrado ser pacifista, pero <strong>la</strong> dejaron ir porincompatibilidad. La negativa de Idan recibió apoyos del movimiento feminista deIsrael, tanto de <strong>la</strong>s radicales como de <strong>la</strong>s menos radicales, pues todas seidentificaron con su crítica al papel del Ejército en <strong>la</strong> opresión de <strong>la</strong>s mujeres.Cuando fue puesta en libertad, Idan hizo una crítica muy c<strong>la</strong>ra a que seconvirtiera a quienes iban a <strong>la</strong> cárcel en “héroes” para darle más legitimidad a sudec<strong>la</strong>ración política.Objetoras encarce<strong>la</strong>dasEn el verano del 2008 encarce<strong>la</strong>ron a seis mujeres por negarse a enlistarse(dos más están siendo juzgadas en el momento en que escribimos estas líneas).La Carta de <strong>la</strong>s y los Shministim del 2008 está firmada sobre todo por mujeres. Adiferencia de lo que ocurría antes, en <strong>la</strong> actualidad el Ejército es reticente a <strong>la</strong>hora de poner en libertad a <strong>la</strong>s objetoras o de eximir<strong>la</strong>s del servicio militar. Asípues, pasan <strong>la</strong>rgos periodos en <strong>la</strong> cárcel. Como este último grupo de estudiantesha incluido a tantas mujeres, su carta ha atraído más atención en los medios decomunicación. La actitud de <strong>la</strong> sociedad hacia <strong>la</strong>s jóvenes con preocupacionessociales es más comprensiva que hacia los hombres, por el prejuicio patriarcal deque se espera que ellos asuman con más ‘seriedad’ <strong>la</strong> responsabilidad de <strong>la</strong>seguridad de Israel.69


Tal y como están <strong>la</strong>s cosas ahora, <strong>la</strong> principal misión del movimiento feministanoviolento es buscar formas no heroicas de negarse a hacer el servicio militar,formas que no dependan de <strong>la</strong> figura de un héroe o heroína, ni de una ética delsacrificio o de <strong>la</strong> autoinmo<strong>la</strong>ción. Nuestro movimiento debe ser capaz de ofreceruna alternativa al discurso público convencional que tan fuertemente seconstruye sobre <strong>la</strong> noción del heroísmo, así como a nuestra tendencia a incluir <strong>la</strong>ética del sacrificio en <strong>la</strong> lucha política.Un agradecimiento a Mirjam Hadar por <strong>la</strong> traducción del hebreo al inglés.<strong>No</strong>tas[1] Orna Sasson­Levy, 2006. Identities in Uniform: Masculinities and Femininities in theIsraeli Military (Identidades de uniforme: masculinidades y feminidades en el ejércitoisraelí), Jerusalén: serie Eshkolot, Magnes Press, y Tel Aviv: Migdarim Series, HakibutzHameucahd Press (en hebreo).70


Al Primer Ministro Ariel SharonLas personas abajo firmantes, jóvenes que crecimos yfuimos a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> en Israel, vamos a ser l<strong>la</strong>madas acumplir con el servicio militar. Por <strong>la</strong> presente, lecomunicamos nuestra protesta por <strong>la</strong> política agresiva y racistadel gobierno israelí y de su Ejército, y le informamos de que noestamos dispuestas ni dispuestos a participar en <strong>la</strong> ejecución dedicha política.Nuestra resistencia al imp<strong>la</strong>cable abuso de los derechoshumanos por parte del Estado de Israel es rotunda: <strong>la</strong>expropiación de tierra, <strong>la</strong>s detenciones, <strong>la</strong>s ejecuciones sinjuicio, <strong>la</strong> demolición de viviendas, el cercamiento, <strong>la</strong> tortura y elimposibilitar <strong>la</strong> asistencia sanitaria son sólo algunos de loscrímenes que éste comete, en abierta vio<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong>sConvenciones internacionales que en materia de derechoshumanos ha ratificado como Estado. Dichas actuaciones no sóloson ilegítimas; además, no logran los objetivos que se proponen,a saber, aumentar <strong>la</strong> seguridad personal de <strong>la</strong>s ciudadanas y losciudadanos. Tal seguridad sólo se logrará mediante un acuerdode paz justa entre el gobierno israelí y el pueblo palestino.Consecuentemente, siguiendo nuestra conciencia, nosnegamos a participar en cualquier acto de opresión contra elpueblo palestino, pues consideramos estos actos propiamenteactuaciones terroristas. Hacemos un l<strong>la</strong>mamiento a <strong>la</strong>s personasde nuestra edad, a <strong>la</strong>s personas reclutadas, a <strong>la</strong>s soldadas ysoldados en el Ejército permanente, y a quienes se encuentranen <strong>la</strong> reserva a que hagan lo mismo.….La presente carta, escrita por Shministims israelíes (curso12, último de <strong>la</strong> secundaria), fue enviada al PrimerMinistro israelí, Ariel Sharon, el tres de septiembre del2001. Reproducimos <strong>la</strong> carta y no <strong>la</strong> lista de personassignatarias.71


Una negativa audaz: historia de una mujerisraelíPor Idan Halili, New ProfileMi historia de cómo fue que quedé exenta de hacer el servicio militarterminó en el 2005, cuando yo tenía 19 años. Intentaré describir cómo fueque me negué a hacer el servicio militar, el proceso por el que pasé y susconsecuencias e implicaciones.Creía entonces, como creo hoy también, que participar en el Ejército seríapara mí incompatible con los valores feministas que tengo y que tienen que vercon <strong>la</strong> lucha por <strong>la</strong> dignidad humana, <strong>la</strong> igualdad, <strong>la</strong> consideración de <strong>la</strong>snecesidades específicas de los diferentes grupos y personas de nuestra sociedad,además de con el rechazo a <strong>la</strong> opresión.<strong>No</strong> siempre me consideré feminista. Aunque desde muy pequeña habíapresenciado formas diferentes en que se les hacía daño a <strong>la</strong>s mujeres, y aunquesiempre me había producido rabia e indignación, me llevó mucho tiempoentender <strong>la</strong> conexión profunda entre los hechos. Aunque me había topado conmiles de casos de opresión de <strong>la</strong>s mujeres a lo <strong>la</strong>rgo de los años, no conseguícomprender de verdad cómo se conectaban los diferentes aspectos de <strong>la</strong> opresiónde <strong>la</strong>s mujeres hasta que realicé una inmersión profunda en <strong>la</strong>s teorías feministasy empecé a trabajar intensamente contra dichas injusticias.En el curso 11 [un año antes de terminar <strong>la</strong> secundaria], me hice de <strong>la</strong> Líneade Ayuda para Trabajadoras Migrantes, donde aprendí mucho sobre el tráfico de<strong>la</strong>s mujeres y <strong>la</strong> prostitución. Empecé también a dar char<strong>la</strong>s sobre estos temas.Esta intensa actividad en los dos temas, que ilustran dos de los casos másextremos de cómo se oprime a <strong>la</strong>s mujeres en <strong>la</strong> sociedad, me hizo pensar muchoen el feminismo e interesarme más por este movimiento. Fue entonces cuandoempecé a ver cómo se conectaban todos estos tipos de explotación de <strong>la</strong>smujeres. Me di cuenta de que <strong>la</strong> forma en que se representa a <strong>la</strong>s mujeres en <strong>la</strong>publicidad, el tema de <strong>la</strong> vio<strong>la</strong>ción y otros abusos, el tráfico de mujeres, sontodos expresión de <strong>la</strong> desigualdad fundamental que sufren <strong>la</strong>s mujeres en nuestrasociedad.Me educaron para que viera el Ejército como una organización benefactora, yyo creía, de hecho, que <strong>la</strong> manera más evidente y eficaz de ser útil para misociedad y mi país era haciendo el servicio militar. Pretendía enlistarme, por loque, muy motivada, inicié el papeleo para solicitar mi ingreso en <strong>la</strong> inteligenciamilitar. Creí que <strong>la</strong> participación de <strong>la</strong>s mujeres en el Ejército, codo a codo conlos hombres, era una solución feminista, y que nos traería <strong>la</strong> igualdad.72


Me surgió <strong>la</strong> oportunidad de hacer unos servicios comunitarios en un internadodonde se hacían terapias y decidí posponer mi enlistamiento un año. Mientrastrabajaba allí, mi consciencia feminista sobre <strong>la</strong>s dificultades sociales queenfrentan <strong>la</strong>s mujeres me llevó a hacerme cargo de un grupo de chicas. Esto meproporcionó una fuente valiosa de información sobre cómo <strong>la</strong>s mujeres y <strong>la</strong>schicas interiorizan mensajes de <strong>la</strong> sociedad que les son destructivos. Me impliquémás en el activismo, iba a manifestaciones, y empecé a visitar regu<strong>la</strong>rmente aorganizaciones feministas para ayudar, daba char<strong>la</strong>s, leía libros y artículos… Enaquel año de servicios comunitarios desarrollé mi conciencia feministaconsiderablemente.A medio camino de aquel año, decidí que mi manera de contribuir a <strong>la</strong>sociedad iba a ser desarrol<strong>la</strong>ndo un trabajo feminista dentro del Ejército. Así queaparté los papeles de haber sido aceptada en <strong>la</strong> inteligencia militar y me fui a <strong>la</strong>Consejería de Asuntos de <strong>la</strong> Mujer, que lleva temas de vio<strong>la</strong>ción y simi<strong>la</strong>res, entreotros, para preguntar si podría hacer el servicio militar allí. Fue una época en quemi consciencia personal se desarrolló muchísimo, y cuanto más consciente era delos dilemas feministas, con más frecuencia también se me p<strong>la</strong>nteaban dudas anteel tema de ingresar en el Ejército. Tuve que enfrentarme a un duro conflictogenerado por el choque entre <strong>la</strong>s ideas que me habían inculcado desde pequeña(según <strong>la</strong>s cuales el Ejército es una institución benefactora, y participar en él esuna forma especialmente respetable de hacer una aportación a <strong>la</strong> sociedad) y losvalores feministas de dignidad e igualdad.Un ejército es una organización cuyos valores fundamentales no puedenreconciliarse con los feministas. Es una organización patriarcal, y el patriarcadoes una estructura social jerárquica facultada como tal por los valores“masculinos” de control, orientación al poder, y represión de <strong>la</strong> emoción. El queel ejército sea jerárquico por definición le impide ser igualitario. Además, suexigencia de uniformidad y obediencia imposibilita que puedan expresarseidentidades y necesidades diversas. Un tipo de organización así, además, sueleperjudicar a los grupos más débiles en su seno y fuera de allí.El ejército afecta el estado mental de una sociedad, especialmente cuandoasume un papel rector en <strong>la</strong> sociedad civil. Así, por vía de su naturalezajerárquica, sitúa a los hombres en posiciones de poder en <strong>la</strong> sociedad,deformando <strong>la</strong> noción misma de <strong>la</strong> igualdad al establecer que <strong>la</strong> igualdad degénero en función del grado en que se ha incluido a <strong>la</strong>s Mujeres en áreas deactividad diseñadas por los Hombres. Existe además una Cultura Militar que tieneuna profunda repercusión en <strong>la</strong> sociedad civil: <strong>la</strong> vio<strong>la</strong>ción y abusos re<strong>la</strong>cionados.Puesto que se trata de una organización violenta, el ejército es tambiénresponsable del incremento de <strong>la</strong> violencia en <strong>la</strong> sociedad, y como resultado deesto, de <strong>la</strong> violencia hacia <strong>la</strong>s mujeres.A continuación iré analizando estos puntos.73


La exclusión de <strong>la</strong>s mujeres de puestos de influencia en <strong>la</strong>sociedadLas mujeres en el ejército (en cualquier ejército en el mundo) quedanrelegadas a los márgenes del poder. En <strong>la</strong>s sociedades donde el ejército ocupa unlugar central, <strong>la</strong> división de los papeles es incluso más machista. Las mujeres, en<strong>la</strong>s sociedades militaristas, son excluidas sistemáticamente de los centros depoder y toma de decisiones. En una sociedad militarista, los hombres, por suparte, lo tienen más fácil a <strong>la</strong> hora de acceder a puestos de influencia. Paraalcanzar puestos de poder social y político, <strong>la</strong>s mujeres se ven obligadas asubvertir <strong>la</strong> aceptada división de papeles aunque probando que son capaces de lomismo que los hombres.Cuando el poder y <strong>la</strong> influencia en <strong>la</strong> sociedad y en un Estado se encuentranprincipalmente bajo el control de los hombres, no sufren sólo <strong>la</strong>s mujeres queambicionan ejercer ese poder también; sufre el conjunto de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción demujeres. Las decisiones que afectan a todo el mundo en <strong>la</strong> sociedad son tomadassólo por los hombres, desde su punto de vista. Esto significa que quienes suelentomar <strong>la</strong>s decisiones ignoran qué necesidades y dificultades enfrentan <strong>la</strong>s mujeresen esa sociedad, por lo que son incapaces de darles respuesta, y se centransimplemente en lo que su experiencia les dice que son “los problemas”. El hechoes que <strong>la</strong> existencia de una sociedad militarista debilita a <strong>la</strong>s mujeres comogrupo.De lo que yo comprendo, al enlistarte aceptas ser parte de un sistema quebasa <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones en nociones de poder y control. El servicio militar implicacontribuir a un marco que perpetúa sistemáticamente <strong>la</strong> exclusión de <strong>la</strong>s mujeresde <strong>la</strong> esfera pública y que construye su lugar en <strong>la</strong> sociedad como un lugarsecundario respecto al de los hombres.Como feminista, mi obligación es contribuir a <strong>la</strong> construcción de alternativasciviles al ejército, que nos sirvan para aportar a <strong>la</strong> sociedad, mientras luchamosal mismo tiempo por reducir <strong>la</strong> influencia del ejército en <strong>la</strong> sociedad. <strong>No</strong> veocomo se puede trabajar a favor de <strong>la</strong> igualdad y el reconocimiento de <strong>la</strong>snecesidades de diferentes grupos si se está sirviendo en un sistema que perpetúa<strong>la</strong>s desigualdades entre hombres y mujeres y en general en <strong>la</strong> sociedad.El enquistamiento de los valores patriarcales y losestereotipos de géneroEn general, se suele pensar que <strong>la</strong> participación de <strong>la</strong>s mujeres en el ejércitoes una forma de igualdad; por ejemplo, cuando consiguen realizar funcionesconsideradas “masculinas”, como entrar en unidades de combate, o trabajar enun entorno predominantemente masculino. La gente que piensa así argumentaque en estos casos, <strong>la</strong>s mujeres no quedan excluidas de esos sitios y funciones74


identificadas con los hombres (lo que se extiende al ejército en su conjunto comotal, puesto que se trata de una institución obviamente masculina). Sin embargo,el éxito de <strong>la</strong>s mujeres en estos lugares se mide en función de su capacidad paraadaptarse a <strong>la</strong> norma del soldado combatiente, el Guerrero, un símbolofundamental militar junto con el de Héroe. Se espera que <strong>la</strong>s mujeres seamolden, por tanto, a una imagen que en nuestra cultura está poderosamenteidentificada con <strong>la</strong> masculinidad estereotípica. Una institución fuertementepatriarcal, como lo es el ejército, subraya <strong>la</strong> marginalidad de <strong>la</strong>s mujeres por un<strong>la</strong>do, y <strong>la</strong> superioridad de valores identificados con lo masculino por el otro. Yasí, los hombres y <strong>la</strong>s mujeres que pasan <strong>la</strong>rgos periodos en el ejército se vensometidos a un proceso de formación estereotípica en papeles de género.Es indudable que los estereotipos de género le hacen daño a los hombres y <strong>la</strong>smujeres. Aunque el daño a <strong>la</strong>s mujeres es más fácil de definir y diagnosticar(dado que el<strong>la</strong>s suelen ser el objeto de <strong>la</strong> violencia, los intentos de humil<strong>la</strong>ción,el acoso), no debemos subestimar el daño que se le causa a los hombres, aquienes se les pide (de forma no verbal), para demostrar tener algún valor, que seamolden a un modelo que les exige actuar como opresores, humil<strong>la</strong>r a otraspersonas, no tener sentimientos, moverse en el ámbito “dominador y dominado”y, en casos extremos, renunciar a muchos rasgos del comportamiento humano. Esimposible evitar esta desconexión, alienación y demás elementos del precioemocional que los hombres deben pagar por poder demostrar continuamente su“hombría”.<strong>No</strong> p<strong>la</strong>nteo que el ejército sea el único responsable de <strong>la</strong> educación enmodelos estereotipados de feminidad y masculinidad, puesto que dicha dicotomíaes uno de los pi<strong>la</strong>res de <strong>la</strong> sociedad patriarcal y <strong>la</strong> mayoría interiorizamos estosmensajes desde <strong>la</strong> infancia. Sin embargo, los ejércitos, por ser organizacionespatriarcales basadas en gran medida en imágenes de género estereotipadas, y porcómo están organizados, realizan una aportación considerable a <strong>la</strong> perpetuaciónde los estereotipos de género.Las investigaciones han mostrado que <strong>la</strong>s mujeres que han servido enfunciones identificadas con los hombres o en un entorno casi completamentemasculino dentro del ejército quedan desconectadas de los patrones decomportamiento identificados con <strong>la</strong>s mujeres, y al tiempo interiorizan lospatrones identificados con los hombres, desarrol<strong>la</strong>ndo una actitud de desprecio yaversión hacia otras mujeres [1]. (Lo que prueba que el ejército se basa envalores “masculinos”, que son normativos, y vistos como deseables y superioresen ese contexto.) Y si desean ser parte de tal organización, tanto hombres comomujeres deben aceptar e interiorizar estos valores: orientación al poder, <strong>la</strong>violencia y una actitud de superioridad y de exclusión ante otras personas.Para mí, intentar ser parte del ejército, entraría en conflicto abierto con misvalores feministas, requeriría que me sometiera a valores patriarcales y normas75


masculinas. Estaría, por tanto, apoyando un orden social que se asienta en elpoder y jerarquía. Yo no quiero probar que soy capaz de servir “igual que unhombre”. <strong>No</strong> busco un tipo de igualdad que me dé derechos que son el privilegioa priori de los hombres. Es absurdo, de hecho, que busque <strong>la</strong> igualdad dentro deuna organización que es fundamentalmente y por definición no igualitaria, y quese encuentra en c<strong>la</strong>ra contradicción con mis principios ideológicos y con miconciencia.Mi deseo es ser una persona valiosa para <strong>la</strong> sociedad sin tener que suscribirprincipios jerárquicos y de dominación, y sin ser parte de una organización que esespecialmente opresora en su concepción de <strong>la</strong>s mujeres y de <strong>la</strong>s pob<strong>la</strong>ciones queno quedan incluidas en el grupo hegemónico.El éxito de <strong>la</strong> Cultura de Acoso y Vio<strong>la</strong>ciónLas mujeres del ejército suelen quitarle importancia al tema del acoso,incluso cuando llevan muy mal <strong>la</strong>s insinuaciones sexuales que se ven forzadas asoportar. Lo normal es que no se quiera considerar <strong>la</strong> cuestión del acoso yvio<strong>la</strong>ción como un tema grave. El ejército, como organización patriarcal ydominada por los hombres, crea condiciones óptimas para que se acose a <strong>la</strong>smujeres. Cuando <strong>la</strong>s mujeres están muy motivadas para integrarse en el ejército,lo pueden pasar muy mal al verse obligadas a admitir que sufren acoso y que <strong>la</strong>shorroriza. Se espera que aguanten, ignoren, y acepten hasta cierto punto estoscomportamientos, y que incluso los tomen como algo “sencil<strong>la</strong>mente natural”:como algo que ha<strong>la</strong>ga, un mal comportamiento que hace gracia. Así ocurre enespecial cuando <strong>la</strong> situación enfrentada no es <strong>la</strong> de que un hombre concretointente aproximarse repetidamente a una mujer concreta, sino <strong>la</strong> de un ambientegeneral, el Ambient Acoso resultante, por ejemplo, de ciertos tipos decomentarios hechos por los hombres, canciones con alusiones sexuales más omenos explícitas, bromas de sexo, miraditas, silvidos, etc.Investigaciones realizadas en el ejército estadounidense muestran una fuertecorre<strong>la</strong>ción entre este tipo de ambiente de acoso y los casos concretos de acoso [2].Y así, <strong>la</strong>s mujeres en el ejército, especialmente en los puestos más bajos, seencuentran oprimidas y marginadas casi de continuo, no sólo porque se <strong>la</strong>sexcluya de papeles que se reservan sólo a los hombres, sino además porque elentorno donde trabajan les es hostil y <strong>la</strong>s debilita como mujeres. De hecho,podemos decir que el ambiente de acoso machista y misógino en una organizaciónpatriarcal y jerarquizada como <strong>la</strong> del ejército es endémico.Así pues, cuando una mujer se enlista se ve obligada a lidiar con el acoso enun contexto en que se alienta ese mismo acoso. Es más, puesto que el Ejército esuna institución central en <strong>la</strong> sociedad, <strong>la</strong> Cultura de Acoso y Vio<strong>la</strong>ción se exportatambién a <strong>la</strong> sociedad civil, donde se atrinchera.76


Consecuentemente, yo, como feminista, entiendo que no puedo realizar elservicio militar y que debo actuar para limitar y reducir <strong>la</strong> influencia del Ejércitoen <strong>la</strong> sociedad civil.El incremento de <strong>la</strong> violencia hacia <strong>la</strong>s mujeres en <strong>la</strong>sociedadHay estudios que muestran una re<strong>la</strong>ción entre <strong>la</strong> violencia en <strong>la</strong> esfera públicay el que <strong>la</strong> cultura dominante considere a <strong>la</strong>s mujeres inferiores a los hombres[3]. En estos contextos, <strong>la</strong> violencia hacia <strong>la</strong>s mujeres dentro de <strong>la</strong> familia se velegitimada. Una explicación es que en sociedades donde se enfrentan conflictosviolentos, se legitiman los usos de <strong>la</strong> violencia en <strong>la</strong> sociedad civil, lo que actúacomo refuerzo para que <strong>la</strong> sociedad civil se movilice e implique en el conflictoviolento de naturaleza militar. Aquí, los niveles de violencia y de indiferenciahacia comportamientos violentos en cualquier ámbito de <strong>la</strong> vida, incluida <strong>la</strong>familia, incrementan en espiral. Así es cómo <strong>la</strong> violencia hacia <strong>la</strong>s mujerestermina siendo tolerada y aceptable.Cuando los hombres pasan un periodo formativo de sus vidas en el ejército,reciben refuerzos positivos por su uso de <strong>la</strong> fuerza bruta y <strong>la</strong> violencia, ydesarrol<strong>la</strong>n una actitud indiferente ante el uso de formas “suaves” de violencia“en determinadas circunstancias”. En una organización cuyos valoresfundamentales incluyen <strong>la</strong> superioridad y el control, estos comportamientossuelen ser alentados en <strong>la</strong>s actividades específicas profesionales (<strong>la</strong>s militares),pero también en <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones interpersonales, en lo que respecta a <strong>la</strong>s mujeresy a otros grupos considerados inferiores, y tanto en casa como fuera, en <strong>la</strong> calle.Como feminista, tengo un compromiso con <strong>la</strong> lucha por asegurar que losderechos de <strong>la</strong>s mujeres se respetan en <strong>la</strong> sociedad. <strong>No</strong> puedo ser parte de unaorganización que, directa o indirectamente, alienta el uso de <strong>la</strong> violencia hacia<strong>la</strong>s mujeres (adopte ésta <strong>la</strong> forma que adopte). Por lo tanto, en mi opinión, serfeminista me impide servir en el ejército, sería una contradicción.Me niego a ser parte del ejército no sólo en teoría. Al haber comprendido queexiste una estrecha conexión entre todas <strong>la</strong>s formas de opresión hacia <strong>la</strong>smujeres en <strong>la</strong> sociedad, he visto también que <strong>la</strong> única manera que tengo de vivircomo feminista es vigi<strong>la</strong>ndo, esté donde esté, <strong>la</strong>s estructuras sociales queposibilitan que se abuse de <strong>la</strong>s mujeres y de otros grupos no privilegiados, paraasí oponerme a ello y trabajar para que prevalezcan valores alternativos. Elservicio militar me impondría una forma de vida que es profundamente contrariaa mis valores y creencias morales. Para unirme a él tendría que negar y suprimirmis creencias fundamentales. <strong>No</strong> puedo vivir en una negación así de f<strong>la</strong>grante demi conciencia y no puedo servir en una organización que pisotea los valores sobrelos que está construida toda mi visión moral.77


En Israel, donde <strong>la</strong> ley que impone <strong>la</strong> obligación de <strong>la</strong>s armas a hombres ymujeres judías existe una serie de opciones legales a través de <strong>la</strong>s cuales esposible que te otorguen <strong>la</strong> exención del servicio militar. Como he mencionadoantes, me educaron para creer que el ejército era una organización positiva yvital y que servir en él era realizar una valiosa función en <strong>la</strong> sociedad. Hasta unospocos meses antes de que fueran a l<strong>la</strong>marme a fi<strong>la</strong>s, ni siquiera había considerado<strong>la</strong> opción de negarme a ir. Cuando se me ocurrió, me vi sumida en mar deconfusión, frustración y temores, y sentí que si iba a evitar el servicio militar,tenía que entender muy bien el significado de lo que iba a hacer, conocer muybien mis razones para hacerlo y saber muy bien cómo iba a hacerlo.En el periodo en que reflexionaba sobre <strong>la</strong> idea de negarme a servir, sentí quemis razones tenían que ser impecables, que no debía presentar ideas que noestuvieran plenamente fundamentadas, y que no quería conseguir <strong>la</strong> exención conrazones que no fueran a reflejar fiel y plenamente mis pensamientos. Mirandoatrás, sonrío ante <strong>la</strong>s exigencias que me impuse, ya que –según lo veo hoy dec<strong>la</strong>ro– era casi imposible que una persona joven en un proceso tan complejo y quegeneraba tanta confusión, tanto a nivel personal como social, pudiera recorrerese camino tan cargado y lleno de controversias sin tener carencias. Me sentíamuy confundida: sentía c<strong>la</strong>ramente que el servicio militar entraba en conflictocon los valores en los que yo creía, pero sabía que “razones feministas” no erauna opción para recibir <strong>la</strong> exención, y me estaba costando mucho escapar a <strong>la</strong>sideas con <strong>la</strong>s que me crié sobre lo importante que era el ejército y loimp<strong>la</strong>nteable que era no querer cumplir con esa obligación.Durante mi principal periodo de confusión, en el que no conseguía conectarmis razones para no hacer el servicio militar con cómo conseguir <strong>la</strong> exención,estuve considerando mis opciones. En Israel, <strong>la</strong>s mujeres pueden conseguir <strong>la</strong>exención del servicio militar de varias maneras. Una forma aceptable es pormotivos religiosos. Yo no soy creyente, y donde me crié es un lugar conocido porsu secu<strong>la</strong>rismo: estaba c<strong>la</strong>ro que si intentaba conseguir <strong>la</strong> exención por motivosreligiosos nadie me creería. Otro modo es por matrimonio. Me pasó por <strong>la</strong> mentelo de casarme por conveniencia, pero duró poco porque no quería sentir queestaba “haciendo trampa”, y desde luego, no quería co<strong>la</strong>borar con <strong>la</strong>sinstituciones a cargo del matrimonio en Israel, que son, como poco, bastantepatriarcales y anacrónicas.La opción de quedarme embarazada y dar a luz, que también hace posible <strong>la</strong>exención, estaba descartadísima en aquel momento, por razones obvias, por loque me quedaban dos opciones. Una era conseguir <strong>la</strong> exención por razones“psiquiátricas”. Estoy convencida de que <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong>s personas no tienenque mentir para que se <strong>la</strong>s considere <strong>No</strong> Aptas mentalmente para servir en <strong>la</strong>organización militar, pero para mí aquel<strong>la</strong> razón no describía <strong>la</strong> realidad de porqué objetaba yo al servicio militar.78


La última opción era presentarme a un cuerpo militar l<strong>la</strong>mado el Comité deConciencia. Es un comité militar autorizado para otorgar <strong>la</strong> exención por motivosde conciencia. En <strong>la</strong> práctica, sólo aprueba solicitudes de personas que sonpacifistas, quiero decir que quienes argumentan que no quieren hacer el serviciomilitar porque están en contra de <strong>la</strong> Ocupación, por ejemplo, no reciben <strong>la</strong>exención, puesto que se considera que se trata de una objeción a una políticaconcreta del gobierno, y no al uso de <strong>la</strong> violencia del tipo que sea. Sólo quienesse dec<strong>la</strong>ran pacifistas y se niegan a emplear cualquier tipo de violencia, y quienesno ingresarían en ningún tipo de ejército, reciben <strong>la</strong> exención por motivos deconciencia en Israel. Hoy es fácil para mí definirme como pacifista, pero en aquelmomento del proceso aún no me veía como una pacifista. Así que una vez más,debido a esas exigencias un tanto duras que me había impuesto, <strong>la</strong> de estartotalmente segura, <strong>la</strong> de no tener ningún tipo de reserva respecto a mis acciones,no quería pedir <strong>la</strong> exención por razones de pacifismo.Cuando recuerdo el momento en que finalmente comprendí cómo noalistarme visualizo una imagen típica de los dibujos animados, cuando sobre <strong>la</strong>cabeza de <strong>la</strong> protagonista aparece una bombil<strong>la</strong>. En un momento puntual,totalmente diferente a cuando deliberaba continua y <strong>la</strong>rgamente en los mesesprecedentes, me di cuenta de algo. Comprendí que incluso aunque no existiera <strong>la</strong>opción de pedir <strong>la</strong> exención “por razones feministas” nada podía impedirmehacerlo. Tenía c<strong>la</strong>ro que <strong>la</strong> objeción feminista, <strong>la</strong> mía, es una objeción acualquier ejército y no a una política concreta del gobierno. Sin duda, estoycontra <strong>la</strong> Ocupación, pero mi negativa a alistarme se hubiera producido incluso sino existiera <strong>la</strong> Ocupación e incluso si hubiera sido el ejército de otro país. Así quepoco después estaba escribiendo una carta al Comité de Conciencia, en <strong>la</strong> quedescribía mis creencias feministas e intentaba explicar con el máximo detalleposible el vínculo que existía entre el feminismo y <strong>la</strong> objeción al militarismo, unaexplicación nada evidente para el público israelí que tiene una noción defeminismo completamente diferente.Una década antes de cuando me tocaba alistarme, un caso del TribunalSupremo llegó a los titu<strong>la</strong>res en Israel. Una joven l<strong>la</strong>mada Alice Miller quería serpilota de combate y se le negó el ingreso porque era mujer. En su ape<strong>la</strong>ción alTribunal Supremo, respaldada por organizaciones feministas liberales, pedía quese le otorgara <strong>la</strong> “igualdad”, así lo interpretaba el<strong>la</strong>, el “derecho” a ser pilota decombate igual que lo tenían los hombres.El único aspecto que el público israelí consideraba una discriminaciónrespecto a <strong>la</strong>s mujeres es que el<strong>la</strong>s no podían realizar papeles consideradosmasculinos. El Tribunal Supremo dictaminó que esto era sin duda discriminación,y que <strong>la</strong>s mujeres tenían también derecho a acceder a <strong>la</strong>s fuerzas aéreas. A día dehoy, esto sigue siendo considerado un logro importante, y si preguntas a <strong>la</strong> genteen <strong>la</strong> calle sobre “ejército” y “feminismo”, no hay duda de que el nombre de79


Alice Miller saldrá más de una vez. Así pues, sabía muy bien que cuando yopidiera quedar exenta por razones feministas, se iba a generar asombro, como dehecho ocurrió.Me llevaron a juicio con un tribunal militar y me condenaron a dos semanas enuna cárcel militar de mujeres. Si me quedaba alguna duda en esta fase, iba adisiparse ahora: <strong>la</strong> cárcel militar reflejaba <strong>la</strong> opresión y el absurdo del sistemamilitar en extremo. Después de ponerme el uniforme de presa (que pertenece alejército estadounidense; y según los rumores, son uniformes que sobraron de <strong>la</strong><strong>guerra</strong> de Irak, que Israel recibió como donativo del ejército estadounidense…),me llevaron con unas 50 mujeres más de mi edad. La mayoría estaba en <strong>la</strong> cárcelpor deserción, causada en muchos casos por <strong>la</strong> incapacidad del sistema militarpara resolver adecuadamente sus problemas: había una soldada que habíaescapado porque su comandante había intentado vio<strong>la</strong>r<strong>la</strong>; una chica que era elúnico sustento de una familia numerosa cuyos progenitores eran minusválidos, aquien no le dieron permiso para trabajar y mantener a su familia; otra soldadaque no había llegado a tiempo a <strong>la</strong> base porque su compañero, por celos, <strong>la</strong> habíaencerrado en casa; y muchas historias más. En lugar de comprender susproblemas, <strong>la</strong> forma natural en que el ejército lidiada con estas soldadas“inútiles” era enviándo<strong>la</strong>s a <strong>la</strong> cárcel, lo que no ayuda en nada a resolver esosproblemas, ni a mejorar su estado psicológico.La experiencia más intensa que tuve en <strong>la</strong> cárcel fue el sentimiento de notener ningún control. Cuando llegas a prisión, te quitan casi todas tuspertenencias, y te meten en una celda que está casi completamente llena deliteras. Tú y <strong>la</strong>s otras presas tenéis que limpiar <strong>la</strong>s celdas todas <strong>la</strong>s mañanas, peropor más que frotes, no consigues eliminar el insoportable olor a humedad, quepenetra en los colchones, <strong>la</strong>s mantas, los muros, en el aire mismo, en tus huesos.La mayor parte de <strong>la</strong>s rutinas en <strong>la</strong> cárcel son formar y romper fi<strong>la</strong>s, y obligan ahacerlo en cualquier momento. Pongamos que estás en tu celda intentando leerun libro, hab<strong>la</strong>ndo con otras presas o descansando; en cuanto oyes “¡60segundos!” tienes que salir corriendo a formar fi<strong>la</strong>s con <strong>la</strong>s otras presas. Estasórdenes, frecuentes, sin horas fijas, con su imposición de que lo dejes todo depronto y rápidamente, alimentan el sentimiento de que no tienes ningún controlsobre tu persona.Cuando estuve en <strong>la</strong> cárcel, como me di cuenta después, mi espíritu deresistencia y mi capacidad para defenderme quedaron minadas en algún grado.Comprendí que <strong>la</strong> experiencia en <strong>la</strong> que no tienes el control sobre ninguna cosa yninguna capacidad para tomar decisiones sobre lo que te afecta te hace sentircomo si fueras una niña pequeña totalmente dependiente de <strong>la</strong>s personas adultasque te rodean. Automáticamente, me vi reproduciendo patrones decomportamiento de <strong>la</strong> infancia, intentando “ser buena”, “no causar problemas”.Uno de los casos en que me di cuenta de cómo de absurda era mi situación fuecuando un día le pedí permiso a una oficia<strong>la</strong> para usar el teléfono público más de80


tres minutos (tiempo máximo de <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>madas diarias de <strong>la</strong>s presas) y me lo dioporque “era una buena soldada”. Admito que no me lo tomé como un ha<strong>la</strong>go…Si <strong>la</strong> experiencia carce<strong>la</strong>ria fue dura para mí, no tengo duda alguna de quepara quienes fueron condenadas a cárcel por haberse visto envueltas enproblemas personales (en lugar de por libre elección) esta experiencia debió deser mucho más dura y destructiva. Problemas alimentarios, uso abusivo dedrogas, acoso y vio<strong>la</strong>ción, son algunos de los ejemplos de <strong>la</strong>s experiencias demuchas de <strong>la</strong>s presas. La pérdida de control, quedar cortadas del mundo exterior,<strong>la</strong> soledad, los olores, y los otros elementos de <strong>la</strong> vida en <strong>la</strong> cárcel, obviamenteintensifican esas experiencias tan duras.Las oficia<strong>la</strong>s, debemos recordar, son chicas de <strong>la</strong> misma edad que <strong>la</strong>s presas, yse supone que deben contro<strong>la</strong>r y supervisar a <strong>la</strong>s presas y todas sus actividades.Como no se <strong>la</strong>s entrena para eso, no me cabe <strong>la</strong> menor duda de que no sabencómo lidiar con los diferentes problemas que sufren <strong>la</strong>s presas, y tampoco mecabe <strong>la</strong> menor duda de que a algunas esa experiencia les ha hecho daño también.La obligación que tienen de actuar de maneras contro<strong>la</strong>doras y opresivas en unasituación tan absurda y deprimente, en <strong>la</strong>s que se <strong>la</strong>s obliga a oprimir a quienes loestán pasando muy mal, suscita preguntas que no son fáciles de resolver.Pasar tiempo en <strong>la</strong> cárcel fue sin duda muy deprimente y no se lo recomiendoa nadie. En el movimiento de resistencia al ejército en Israel, a <strong>la</strong>s personas quehacen objeción de conciencia se <strong>la</strong>s envía repetidamente a <strong>la</strong> cárcel: variassemanas por negarse a alistarse, y cuando termina el primer periodo de cárcel, sipersisten en su negativa, se <strong>la</strong>s vuelve a enviar a <strong>la</strong> cárcel, una y otra vez, hastaque una de <strong>la</strong>s partes cede: o bien <strong>la</strong> persona que objeta (normalmentedecidiendo solicitar <strong>la</strong> exención por razones mentales) o bien el Ejército(normalmente considerándole persona <strong>No</strong> Apta para el servicio militar, no objetoru objetora de conciencia).La elección de ir a <strong>la</strong> cárcel realizada por algunas de <strong>la</strong>s personas objetoras esa veces vista como un acto casi heroico en el movimiento de objeción al serviciomilitar. Puedes sentir el aprecio que suscita tu determinación y disposición arenunciar a tu libertad y poner en peligro tu estado mental, que es lo que pasacuando estás en <strong>la</strong> cárcel.Durante mi tiempo allí, comprendí los problemas que p<strong>la</strong>ntea elencarce<strong>la</strong>miento reiterado. <strong>No</strong> eres vista como una “combatiente heroica”dispuesta a sacrificar <strong>la</strong> vida y <strong>la</strong> salud mental por el servicio militar y <strong>la</strong> lucha,pero sí como una “objetora heroica”, dispuesta a “sacrificarse” yendo a <strong>la</strong> cárcelpor sus creencias. En mi opinión así se reproduce justamente el patrón militaristade comportamiento que yo me niego a reproducir. Sin duda, en ocasiones caes enuna trampa, porque por ejemplo si quieres darle voz a tu opinión (una objeciónideológica al servicio militar) en los medios de comunicación se espera que lo81


narres como un acto “heroico”: no te has “sacrificado en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>” pero almenos has “sacrificado” tu salud mental en <strong>la</strong> cárcel.C<strong>la</strong>ro que sólo me di cuenta de esto después de <strong>la</strong> experiencia de pasar por <strong>la</strong>cárcel, de comprobar lo que implicaba, en el nivel más emocional. Fue cuandodecidí que no quería cooperar con <strong>la</strong> imagen de “objetora heroica”. Al mismotiempo, los procesos por los que pasé durante el periodo de mis encuentrosfinales con el Ejército me hicieron comprender que no necesitaba el sello deaprobación de éste para sentirme segura con mis creencias y mis razones para <strong>la</strong>objeción. Así pues, decidí no insistir en luchar por <strong>la</strong> exención como objetora deconciencia.Al final de todo, después de ser puesta en libertad, y después de miape<strong>la</strong>ción, asistida por mi abogada, me concedieron el dudoso derecho depresentarme ante el Comité de Conciencia. La reunión con este órgano fue unaexperiencia absurda en sí misma. Unos días después, me otorgaron <strong>la</strong> exencióncomo “<strong>No</strong> Apta para el servicio militar”, explicándose que <strong>la</strong> razón de“feminismo” no justificaba <strong>la</strong> exención como objetora de conciencia.Una de <strong>la</strong>s manipu<strong>la</strong>ciones ridícu<strong>la</strong>s a <strong>la</strong>s que me sometió el Comité deConciencia fue intentar hacerme pensar que mi negativa a hacer el serviciomilitar era optar por “ser pasiva” frente a <strong>la</strong> opción de ser “activa” aportando untrabajo a favor del cambio “desde dentro”. De alguna manera, no me queda c<strong>la</strong>rocómo unirme a <strong>la</strong> organización más masculina y chovinista del país vaya a podergenerar acción feminista. Es cierto que en los estudios, en muchos lugares detrabajo y en <strong>la</strong> calle, también existe un ambiente de jerarquía, fuerza opatriarcado, pero sólo en el Ejército se da <strong>la</strong> combinación de tantos elementosopresivos juntos y de un modo tan extremo, y sólo allí estos elementos son vitalespara <strong>la</strong> esencia de <strong>la</strong> organización. Un ejército no jerárquico, no agresivo onoviolento no sería un ejército; así pues, no me queda c<strong>la</strong>ro lo que significa“hacer un cambio desde dentro” (para mí en el Ejército). El chovinismomasculino existe en todos <strong>la</strong>dos, cierto, pero no es un fundamento en todos<strong>la</strong>dos.El ejército, a diferencia de otros lugares con ambiente agresivo, necesita losvalores masculinos chovinistas y machista‐misóginos para poder existir. Sin <strong>la</strong>adoración de <strong>la</strong> masculinidad combatiente, <strong>la</strong> gente empezaría a perder interésen <strong>la</strong>s unidades de combate, que son <strong>la</strong> esencia del Ejército. Sin <strong>la</strong> represión de<strong>la</strong>s emociones y <strong>la</strong> admiración de <strong>la</strong> superioridad y <strong>la</strong> capacidad de agresión, <strong>la</strong>gente tendría que desarrol<strong>la</strong>r más compasión, humanidad y demás característicasque les incapacitarían para poder tirar bombas en el corazón de una zona depob<strong>la</strong>ción civil densamente pob<strong>la</strong>da, pegarle un tiro a <strong>la</strong> persona que tienende<strong>la</strong>nte, humil<strong>la</strong>r a familias enteras en el día a día, aceptar el riesgo de morir encualquier momento, y otras materias militares rutinarias.82


[3] Schmeidl, S. y E Piza­Lopez (2002). Gender and Conflict Early <strong>War</strong>ning: A Framework forAction (Aviso temprano sobre género y conflicto: un marco para <strong>la</strong> acción). <strong>International</strong>Alert y Swiss Peace Foundation.84


Mujeres de Eritrea: en un cruce de fuegosentre <strong>la</strong> conscripción y que se <strong>la</strong>s niegue serobjetoras de concienciaEritrea está en el Cuerno de África, y se independizó de Etiopía después detreinta años de una amarga, sangrienta y costosísima lucha armada. La<strong>guerra</strong> de Independencia empezó en 1961 y <strong>la</strong> independiencia se consiguióformalmente el 24 de mayo de 1993, tras un referéndum supervisado por <strong>la</strong>sNaciones Unidas en el que una ap<strong>la</strong>stante mayoría votó a favor.Eritrea es uno de los dos únicos países del mundo que reclutan a <strong>la</strong>s mujeres.El gobierno ha militarizado el país por completo. El reclutamiento forzoso dejóvenes, niños, niñas y personas adultas menores de 50 años es diario. Desde elmomento en que ingresan en el Ejército, les tratan con brutalidad, y hay pruebasde que vio<strong>la</strong>n a <strong>la</strong>s niñas y a <strong>la</strong>s mujeres. Nadie tiene derecho a cuestionar a <strong>la</strong>sautoridades militares. Nadie tiene derecho a <strong>la</strong> objeción de conciencia. A <strong>la</strong>spersonas que se dec<strong>la</strong>ran objetoras, el régimen <strong>la</strong>s considera cobardes yantipatriotas. <strong>No</strong> existe forma de defenderse en el ámbito legal, ni un serviciocivil alternativo. Quien se dec<strong>la</strong>ra objetor u objetora y quien deserta sufretortura, penas de cárcel <strong>la</strong>rguísimas e incluso condena a muerte.El número de objetoras y objetores sobrevenidos (que dec<strong>la</strong>ran su objeción yaestando en el Ejército) aumentó después de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> de Fronteras con Etiopía(1998‐2000). En <strong>la</strong> actualidad, son miles <strong>la</strong>s personas que quieren objetar. Tienenque exiliarse. Un número considerable está buscando asilo político en Europa,especialmente en Alemania, y en Libia, Etiopía, Egipto, Israel y Sudán. EnAlemania, <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción refugiada eritrea ha fundado <strong>la</strong> Iniciativa Antimilitaristade Eritrea, que ofrece apoyo a otras personas refugiadas y trabaja para promover<strong>la</strong> paz y el antimilitarismo en Eritrea.Debido al número abrumador de vio<strong>la</strong>ciones de derechos humanos de <strong>la</strong>smujeres a manos del ejército, el número de mujeres que intenta abandonar elpaís es alto. Ruta Yosef‐Tud<strong>la</strong> y Bisrat Habt Micael son dos jóvenes lo bastantevalientes como para contarnos sus experiencias. Ruta es pacifista, y salió del paísantes de que <strong>la</strong> reclutaran. Bisrat nos hab<strong>la</strong> de sus vivencias en el ServicioNacional obligatorio antes de lograr escapar. En <strong>la</strong> actualidad, ambas viven enAlemania.<strong>No</strong> existe ninguna organización de derechos humanos que organice campañascontra los abusos que sufren <strong>la</strong>s personas reclutadas. La Asociación de MujeresEritreas trabaja para el régimen y muestra poca interés por (o bien no se <strong>la</strong>spermite investigar) <strong>la</strong>s vio<strong>la</strong>ciones y demás abusos que cometen los militares.Se cree que una de cada cuatro combatientes del Ejército es mujer. Según <strong>la</strong>Proc<strong>la</strong>mación del Servicio Nacional, que obliga a <strong>la</strong>s mujeres a hacer el servicio85


militar y emitida por el actual gobierno en 1994, todas <strong>la</strong>s mujeres mayores de 18años deben recibir formación militar durante seis meses para servir después unaño en <strong>la</strong> Reconstrucción Nacional. Después de <strong>la</strong> Proc<strong>la</strong>mación, <strong>la</strong> oposición a <strong>la</strong>participación de <strong>la</strong>s mujeres vino en especial de <strong>la</strong>s comunidades musulmanas yfue de carácter religioso. Según informes, en <strong>la</strong>s tierras bajas, donde <strong>la</strong>concentración de pob<strong>la</strong>ción musulmana es elevada, el gobierno no muestra elmismo celo a <strong>la</strong> hora de cumplir con <strong>la</strong> Proc<strong>la</strong>mación que en <strong>la</strong>s tierras altas.Después de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> de Fronteras con Etiopía, no se ha cumplido con <strong>la</strong>sección de <strong>la</strong> Proc<strong>la</strong>mación que limita <strong>la</strong> duración del servicio a 18 meses. Elgrupo más afectado ha sido el de <strong>la</strong>s mujeres: les han ampliado el servicio demanera ilimitada.En los últimos años, el campo de entrenamiento de Sawa se ha convertido enel cuartel general para el Servicio Nacional Universal. Todas y todos losestudiantes de secundaria son obligados a hacer su último año de estudios, elcurso 12, en Sawa; ninguno ha vuelto para continuar estudiando después derealizar el Servicio Nacional. Sólo un grupo pequeño ha sido transferido afacultades nuevas semimilitares, como <strong>la</strong> de Mai NefHi, abiertas después de que<strong>la</strong> Universidad de Asmara, <strong>la</strong> única en Eritrea, fuera cerrada por el gobierno. Losrectores de <strong>la</strong>s nuevas universidades son militares.Hasta <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> de Independencia, en Eritrea, <strong>la</strong> sociedad era muy tradicionaly patriarcal, pero <strong>la</strong>s cosas han ido cambiando en los últimos años, especialmenteen <strong>la</strong>s ciudades. Legal y teóricamente <strong>la</strong>s mujeres son iguales a los hombres. Engeneral, todo el mundo tiene derecho a <strong>la</strong> educación. Las mujeres que hanestudiado tienen mejor estatus en <strong>la</strong> sociedad: disfrutan de igualdad deoportunidades en el ámbito <strong>la</strong>boral; en <strong>la</strong>s ciudades pueden tomar decisionessobre su propia vida respecto a casarse y simi<strong>la</strong>res; y pueden participar enpolítica y en campos tradicionalmente exclusivos de los hombres. Sin embargo, <strong>la</strong>dominación masculina ha sido muy prolongada, por lo que su participación plenay el que <strong>la</strong> sociedad proteja su nuevo estatus no se encuentran más que en suscomienzos.Tanto <strong>la</strong>s zonas cristianas de <strong>la</strong>s tierras altas como <strong>la</strong>s zonas musulmanas de<strong>la</strong>s tierras bajas son conservadoras en sus actitudes para con <strong>la</strong>s mujeres. Elpadre o el hijo mayor es el jefe de <strong>la</strong> casa. Si éstos no están, los tíos o familiareshombres tienen el poder sobre <strong>la</strong>s mujeres y <strong>la</strong>s niñas. Las mujeres se ocupan delo doméstico, como del cuidado de <strong>la</strong>s niñas y los niños y de llevar <strong>la</strong> casa. Loshombres son los que toman <strong>la</strong>s decisiones de toda <strong>la</strong> vida social y económica de <strong>la</strong>familia, incluido con quién van a casar a sus hijas. Hasta hace muy poco, loshombres eran los únicos que participaban en política en los pob<strong>la</strong>dos. Sólo loshombres podían ser jueces, funcionarios y simi<strong>la</strong>res. Sólo los hombres podían serAncianos, del Consejo que arbitra y media en los conflictos en <strong>la</strong>s aldeas.86


El proceso de armar a <strong>la</strong>s mujeres de Eritrea empezó durante <strong>la</strong> lucha por <strong>la</strong>Independencia: tanto el Frente de Liberación Popu<strong>la</strong>r de Eritrea (FLPE) como elFrente de Liberación de Eritrea (FLE) lo apoyaron. El FLPE en concreto lopresentó como parte de su lucha por <strong>la</strong> igualdad de <strong>la</strong>s mujeres.Lograda <strong>la</strong> Independencia, <strong>la</strong>s mujeres pasaron a tener un estatus oficial en elServicio Nacional. Algunas y algunos académicos explican que <strong>la</strong> participación de<strong>la</strong>s mujeres durante <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> de <strong>la</strong> Independiencia contribuyó a romper <strong>la</strong>dominación de los hombres: su estatus mejoró de hecho porque accedieron alpoder político. Se nombraron ministras y otros cargos importantes. La primeraConstitución, de 1997, estableció <strong>la</strong> igualdad. El documento reservaba el 30% delos escaños par<strong>la</strong>mentarios para el<strong>la</strong>s, a lo que se podrían sumar los que sehubieran ganado en <strong>la</strong>s elecciones. Sin embargo, <strong>la</strong> posición de <strong>la</strong>s mujeresajenas a este ámbito no cambió, y conservó sus elementos más duros, enespecial, para <strong>la</strong>s que eran reclutadas para el Servicio Nacional.Después de <strong>la</strong> Independencia, el FLPE estableció de inmediato un gobierno detransición con miembros suyos en todos los puestos administrativos y lugaresc<strong>la</strong>ves. En su Tercer Congreso de 1994, el partido cambió el nombre a FrentePopu<strong>la</strong>r por <strong>la</strong> Democracia y <strong>la</strong> Justicia (FPDJ). Sin embargo, el régimen no erademocrático y sí era injusto, además de inconstitucional. En septiembre del 2001,el FPDJ ap<strong>la</strong>stó a toda <strong>la</strong> oposición, ignorando <strong>la</strong> Constitución ratificada en 1997.En <strong>la</strong> actualidad, el FPDJ ejerce una brutal dictadura y es el único órgano quehace leyes. A <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción se le niegan derechos humanos y civiles básicos; todas<strong>la</strong>s protestas terminan en detenciones arbitrarias, cárcel y tortura. Para todas <strong>la</strong>spersonas del país que imaginaron una nueva nación de paz, estabilidad yprosperidad, el nivel alcanzado por <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s, <strong>la</strong> corrupción y el abuso de poderque siguió a <strong>la</strong> Independencia les parece inconcebible. La Eritrea de hoy es unpaís donde <strong>la</strong> pobreza y <strong>la</strong> opresión lo dominan todo. <strong>No</strong> existe prensa nitelevisión independientes y todas <strong>la</strong>s fuentes de información son propaganda delgobierno.Aquí presentamos <strong>la</strong>s historias de Ruta y Bisrat en sus propias pa<strong>la</strong>bras, lostextos han sido revisados para incluirlos aquí.Introducción de Ellen Elster y Abraham G. Mehreteab. Una versión distinta deesta introducción apareció en El fusil roto, nº 68, noviembre 2005.87


Ruta Yosef‐Tud<strong>la</strong>: "Me opongo por principios a<strong>la</strong> <strong>guerra</strong>"Nací el 27 de noviembre de 1987 en Asmara, y tengo cuatro hermanos. Mimadre murió en 1996 y aquel mismo año, a mi padre lo detuvieron y encarce<strong>la</strong>ronsin dar ningún tipo de explicación. Después de que muriera mi madre, se encargóde nosotras mi abue<strong>la</strong> por parte de madre, y yo tenía que ayudar<strong>la</strong>. Cuando el<strong>la</strong>también murió, en 2001, se hizo cargo de nosotras mi abue<strong>la</strong> paterna (es de unpob<strong>la</strong>do) y también tuve que ayudar<strong>la</strong>, por eso dejé de ir a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>. En 2003dejé <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> del todo.En Eritrea me fue muy mal. En <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> nos daban formación militar dosveces a <strong>la</strong> semana, dos o tres horas. A veces hacíamos marchas muy <strong>la</strong>rgas, otrasel entrenamiento era en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>. A <strong>la</strong>s chicas nos llevaban a Gahte<strong>la</strong>y, dondehace muchísimo calor y podías morir de sed. Dos de mis compañeras del colegiomurieron allí.Casi todas <strong>la</strong>s estudiantes, sobre todo durante <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, eran reclutadas sinescapatoria y <strong>la</strong>s llevaban a Sawa y al frente. Unas morían en combate, otrasquedaban heridas y ahora tienen discapacidades; otras volvían y lograbanterminar sus estudios.El 24 de mayo es el Día de <strong>la</strong> Liberación. Todo el mundo lo celebra. En <strong>la</strong> telesalen adolescentes celebrándo<strong>la</strong>, en desfiles y haciendo ejercicios todas y todosal mismo tiempo. Tres meses antes de <strong>la</strong> celebración, se va recogiendo a estaspersonas en <strong>la</strong>s escue<strong>la</strong>s. Si alguien hace algo mal le pegan una paliza. Una vez,hasta los padres y <strong>la</strong>s madres protestaron: se negaron a que sus hijas e hijosfueran a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>. Las madres, muy valientes, organizaron una manifestación,aunque estaba prohibido. Dijeron: “Se interrumpe <strong>la</strong> educación de nuestras hijas.Eso hará que se <strong>la</strong>s vea mal en <strong>la</strong> sociedad. Por eso, es necesario que continúenen <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>, que <strong>la</strong>s dejen volver a estudiar. Si tienen que ir a algún tipo deformación [militar], que sea de manera voluntaria.” Por esta manifestación, seconsideró a <strong>la</strong>s madres opositoras a <strong>la</strong> Independencia. A unas <strong>la</strong>s detuvieron. <strong>No</strong>hay libertad de expresión. Tampoco hay libertad religiosa. Para <strong>la</strong>s mujeres, <strong>la</strong>situación es especialmente difícil. A algunas se <strong>la</strong>s llevaron a <strong>la</strong> fuerza a Sawa,donde recibirían un entrenamiento básico. Allí <strong>la</strong>s trataron como a esc<strong>la</strong>vas ytambién <strong>la</strong>s vio<strong>la</strong>ron. Las cristianas quedaban embarazadas de los musulmanes yal revés. A algunas <strong>la</strong>s repudiaron sus familias. Era horrible soportar esto para <strong>la</strong>smujeres, por eso algunas se suicidaron, otras se practicaron un aborto, y algunasse volvieron locas.Quienes viven en Eritrea sin problemas son de familias de gente importante ocon mucho dinero. Las hijas y los hijos de los gobernantes, de los generales, delos funcionarios y demás no son reclutadas. El resto de <strong>la</strong> gente se ve obligada a88


morir en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. A mi modo de ver, eso no está bien. Todo esto me ha minadomi fuerza y me ha dado mucho miedo.Como yo había dejado de ir a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> (por ayudar en casa), no me iban adejar volver, me enviarían al Servicio Nacional. A algunas adolescentes <strong>la</strong>sreclutaban a <strong>la</strong> fuerza en <strong>la</strong> calle. Así que iba a llegar el día en que me llevaran amí también.Yo tenía muy c<strong>la</strong>ro que no quería ir al Ejército por varias razones. Una es quemi corazón es sensible, es mi naturaleza. Además, recibí educación religiosa, ysería pecado para mí participar en una <strong>guerra</strong>. Es más, yo me opongo porprincipios a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. <strong>No</strong> sé por qué se hacen <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s. ¿Quién muere y quiénse salva? Los gobernantes, los miembros de sus familias y sus hijas e hijos están asalvo. El resto debe morir. ¿Existe alguna <strong>guerra</strong> con sentido? La <strong>guerra</strong> asesina a<strong>la</strong>s personas y genera pobreza. Las niñas y los niños sufren.Otra razón es que se llevaron a dos hermanas mías a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> y nuncavolvimos a saber de el<strong>la</strong>s. Otra razón era que a mi padre lo detuvieron sin darninguna explicación. Se lo llevaron cuando no estábamos en casa. Después lossoldados volvieron para registrar <strong>la</strong> casa. Yo les pregunté: “¿Por qué le habéisdetenido? ¿Dónde está?” y en lugar de contestarme me dieron una paliza. Yseguimos sin conocer el paradero de nuestro padre.Así que yo estaba en una posición muy difícil porque podían reclutarme encualquier momento. Un amigo de mi padre me prometió que me iba a ayudar asalir del país. Pude irme con él a Sudán en 2003. <strong>No</strong> me quedé allí mucho tiempo,un mes o dos.<strong>No</strong> me siento bien desde que llegué a Alemania. Vivo en un pequeño pueblo,Seeheim‐Jugenheim, cerca de Darmstadt. Tengo problemas con <strong>la</strong> Oficina deAsuntos Sociales. <strong>No</strong> me permiten ir a visitar a mis amistades o a mi familia.Solicité que me tras<strong>la</strong>daran a otro alojamiento, y les pareció bien que pudieravivir con familiares, pero al final rechazaron mi solicitud. Ahora, a menudo noestoy en el campamento. Así que me han reducido varias veces los serviciossociales.Ruta Yosef‐Ted<strong>la</strong> fue entrevistada el 2 de junio del 2004. Traducción al inglés deAxel Heinemann. La version alemana fue publicada en: Connection e.V. (editor)Offenbach, Germany: “Eritrea: Kriegsdienstverweigerung und Desertion”,noviembre 2004.89


Bisrat Habte Micael: “Estoy más que harta de<strong>la</strong> <strong>guerra</strong>”Nací el 10 de enero de 1981 en Asmara. Terminé el curso 11, hice misexámenes finales. Sólo tenía 15 años. <strong>No</strong>s dijeron que nos darían <strong>la</strong>s notas cuandohubiéramos hecho <strong>la</strong> Formación Básica con el Servicio Nacional. Por eso tuve quehacer el servicio militar a los 15 años. Deseaba que mis notas fueran buenas paraasí poder marcharme de allí, después de <strong>la</strong> Formación Básica, y seguir con misestudios. Así pues, en 1996 fui reclutada por el Servicio Nacional en su quintaronda de reclutamiento y me llevaron a Sawa a hacer aquel entrenamiento.El tiempo que pasé en Sawa fue duro. Era <strong>la</strong> época de <strong>la</strong>s lluvias y <strong>la</strong>sinsta<strong>la</strong>ciones de Sawa estaban en muy ma<strong>la</strong>s condiciones entonces. Muchasenfermaron, de hepatitis. A menudo cogíamos hipo; lo l<strong>la</strong>mamos lewti. Aunqueestuviéramos enfermas nos obligaban a formar cuando pasaban lista. Tenías queestar gravemente enferma para que el Servicio Nacional te concediera unos días.<strong>No</strong>s obligaban a participar en ejercicios militares hasta <strong>la</strong> extenuación. <strong>No</strong> lesimportaba si sobrevivías o te morías. Sin embargo, a <strong>la</strong>s familias de los altosmandos les trataban diferente. Les otorgaban <strong>la</strong> exención del servicio militarincluso sin enfermedad.A muchas chicas <strong>la</strong>s vio<strong>la</strong>ban. Había chicas que sobrevivían a <strong>la</strong> situacióntomando el<strong>la</strong>s <strong>la</strong> iniciativa de insinuarse a oficiales para que así no <strong>la</strong>s vio<strong>la</strong>ran.Los oficiales eran todos hombres. Las chicas que no se dejaban, <strong>la</strong>s que lesrechazaban, eran enviadas a los peores trabajo, o al frente. Las chicas quehabían sido vio<strong>la</strong>das y les rechazaban eran enviadas al frente. Las chicas que eranagradables eran tratadas bien. A menudo quedaban embarazadas, sin quererlo.Después de seis meses de Formación Básica llegué a <strong>la</strong> división 381. Alprincipio se suponía que iba a trabajar de secretaria, pero después me enviaronal frente. Esto me sorprendió. Había asumido que haría un total de 18 meses deservicio militar. Quitando <strong>la</strong>s vacaciones, esto habría sido 8 meses más despuésdel fin de <strong>la</strong> Formación Básica, es el tiempo que suelen hacer los soldados.También había solicitado vacaciones, pero mi superior no quería que me <strong>la</strong>stomara. Quería que cocinara para él y que fuera su muñequita. Me negué.Las chicas que se negaban a jugar a ama de casa tenía que hacer guardiasnocturnas de 3 o 4 horas como castigo. También castigaban a los jóvenes que <strong>la</strong>sayudaban; les castigaban a estar firmes bajo el sol durante un día entero. A <strong>la</strong>schicas que jugaban al juego, <strong>la</strong>s trataban mejor. Les daban una habitación mejor,una cama bonita, y vacaciones cada mes para visitar a su familia. Pero no habíamuchas que lo hicieran. La mayoría se negaba. Siempre pensábamos que cuandoterminara el servicio militar podríamos volver a casa.90


Después de los 18 meses en eso, tuvimos que hacer dos meses más. Yentonces empezó <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. Es difícil describirlo... Fue horrible. Por ejemplo,cinco o seis jóvenes soldados murieron y los dejaron en el campo. Cuando <strong>la</strong>unidad se retiró del frente para un descanso, algunas personas salieron corriendoa ver a sus familias, sin autorización. Cuando volvieron, su unidad ya habíanpartido al frente, pero <strong>la</strong>s hicieron ir al frente so<strong>la</strong>s como castigo. A otros inclusolos ejecutaron.Yo estoy más que harta de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. Dije que estaba enferma, aunque esosignificaba que tendría que quedarme allí, no irme a casa. Después de insistir conpeticiones y quejas, conseguí cinco días de vacaciones, pero me ausenté 10.Entonces me asusté muchísimo. Volví. De castigo, tuve que cargar un contenedorgrande de agua arriba y abajo de una colina durante una semana.En mayo de 1999 el comandante de <strong>la</strong> unidad intentó vio<strong>la</strong>rme. Yo grité yotras personas corrieron a ayudarme. Impidieron que pasara. Pedí que lecastigaran, pero él era el encargado de informar sobre mi queja a sus superiores.<strong>No</strong> le castigaron. Después mi superior me presionó y contó mentiras sobre mí,porque yo seguía sin ceder a sus exigencias. Por ejemplo, me acusó de robardinero, aunque él no dejaba dinero por ningún sitio. Informó sobre susacusaciones a sus superiores para que me castigaran. Era insufrible. Así que mefui con mi familia, a Asmara.Después de un mes, me detuvieron, y me llevaron al cuartel de policía deGegjeret. Después de aquello, me enviaron a Adiabeto. Yo pedía una y otra vez:“Quiero que me lleven a mi unidad. Si me van a castigar, quiero que me castiguenallí”. Después de varias semanas, conseguí escapar de <strong>la</strong> cárcel de Adiabeto y fuia Adisegdo. Conseguí quedarme allí más de un año, escondiéndome todo eltiempo. Como no había vuelto, <strong>la</strong>s autoridades presionaron a mi padre, yfinalmente lo detuvieron. Con <strong>la</strong> ayuda de sus amigos, conseguí escapar a Sudán.Estuve allí una semana para preparar el resto de mi vuelo.En Sudán también tenía miedo de que me detuvieran. El presidente deEritrea, Afewerki, había dado <strong>la</strong> orden de que detuvieran a <strong>la</strong>s y los desertores ylos trajeran de vuelta a Eritrea. El gobierno de Eritrea exigía que los jóvenes quehubieran huido a Sudán fueran devueltos y a veces el gobierno sudanés lo hacía,los deportaba. En Eritrea, les pegaban un tiro, o simplemente desaparecían.Además, el Servicio Secreto de Eritrea opera en Sudán y a veces secuestra amensajeros secretos de Eritrea, y también soldados y soldadas de a pie. A estohay que añadir <strong>la</strong> corrupción de los soldados sudaneses, por ejemplo en Kesse<strong>la</strong>.Debido a los conflictos entre Sudán y Eritrea, no les importa lo que les pase a <strong>la</strong>sy los desertores. Detienen a quienes no les dan dinero y les dejan en <strong>la</strong> frontera.Las desertoras y los desertores ni siquiera pueden esperar ayuda de <strong>la</strong>s NacionesUnidas.91


En Sudán me quedé un mes con un familiar en Khartoum. Con su ayuda y <strong>la</strong>ayuda de los que se ganan <strong>la</strong> vida ayudando a <strong>la</strong> gente a cruzar fronteras conseguíllegar a Alemania.Aquí en Alemania estoy bien. He encontrado mi descanso. Mi solicitud deasilo, sin embargo, ha sido rechazada por <strong>la</strong>s autoridades. Estoy recurriendo <strong>la</strong>decisión pero no tengo muchas esperanzas. <strong>No</strong> sé cómo está mi familia, y estoymuy muy preocupada. <strong>No</strong> puedo escribirles ni l<strong>la</strong>marles, porque probablementeles vigi<strong>la</strong>n. Tengo miedo de que <strong>la</strong>s autoridades averigüen que mi familia meayudó a escapar. <strong>No</strong> sé nada de mi padre. <strong>No</strong> sé si sigue vivo. A mis hermanas <strong>la</strong>sha reclutado el Servicio Nacional. Mi madre está so<strong>la</strong>. <strong>No</strong> sé cómo puedensoportarlo.Bisrat Habte Micael fue entrevistada el 28 de mayo de 2004.Traducción del tigri al alemán de Yonas Bahta y Abraham Gebreyesus.Traducción del alemán al inglés por Andreas Speck.Fuente: Connection e.V./Eritreische Antimilitaristische Initiative: Dokumentation:“Eritrea: Kriegsdienstverweigerung und Desertion”.92


Mujeres de Estados Unidos resistentes a <strong>la</strong><strong>guerra</strong> del Golfo, de Afganistán y de IrakEn Estados Unidos el ejército se profesionalizó en 1973, por lo que en <strong>la</strong>actualidad se compone de personal voluntario. Existe un sistema sólidamentediseñado para captar a gente joven; <strong>la</strong> financiación anual para los programas dereclutamiento y retención pasó a ser más del doble del 2003, con $3.400millones, al 2007, con $7.7000 millones. Hoy en día, <strong>la</strong>s mujeres constituyen el15% de <strong>la</strong>s fuerzas, casi medio millón de los tres millones de militares en <strong>la</strong>sfuerzas armadas combinadas. De los efectivos desplegados en Irak y Afganistán, el11% son mujeres [1]. Aunque el<strong>la</strong>s no pueden ocupar “posiciones combatientes”(política empleada por el Ejército para reclutar a <strong>la</strong>s mujeres), <strong>la</strong> realidad es quecualquier puesto ocupado en <strong>guerra</strong>s como <strong>la</strong>s de Irak y Afganistán es un puestocombatiente.Existen numerosas razones por <strong>la</strong>s que <strong>la</strong>s mujeres ingresan en el Ejército.Stephanie Atkinson y Tina Garnanez, aunque se enlistaron con casi 20 años dediferencia, explican que venían de familias pobres con escasas oportunidades, yque no sabían qué iban a hacer en su vida adulta. Jóvenes en situaciones así sonun b<strong>la</strong>nco fácil para los grupos de captación militar. Anita Cole y Diedra Cobb,que habían pasado por <strong>la</strong> universidad antes de ingresar en <strong>la</strong>s Fuerzas Armadas,nos cuentan que pensaban que así servirían a su país “sacrificándose por el biencomún”, tema que utiliza el Ejército en sus campañas publicitarias. Cada una deestas mujeres se enfrentó a una difícil decisión a medida que crecía su oposicióna <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. La dec<strong>la</strong>ración de Katherine Jashinski refleja lo que todasdecidieron: “<strong>No</strong> comprometeré mis creencias por ninguna razón”. Todas pagaronun precio por sus acciones.A Stephanie Atkinson y a Diedra Cobb se les pidió un artículo para estaantología, y les fue doloroso escribirlo. Stephanie manifiesta: “Me cuesta unaverdadera lucha contra lo que me pasó”. “A veces no sé si quiero revisitar estahistoria”, escribe Diedra. Para el<strong>la</strong>, incluye mencionar que <strong>la</strong> vio<strong>la</strong>ron en unosbarracones. La vio<strong>la</strong>ción es una amenaza muy real para <strong>la</strong>s mujeres que sirven enel Ejército: documentos gubernamentales demuestran que casi un tercio de <strong>la</strong>smujeres militares son vio<strong>la</strong>das. Las dos tienen muy c<strong>la</strong>ro lo difícil que escuestionar el Ejército estando en él. Como cuenta Stephanie, “Fue años despuésde mi resistencia cuando empecé a educarme para poder entender racionalmentelo que me había generado tanto malestar”. Menciona los escritos de CynthiaEnloe como buena fuente de información sobre nacionalismo y masculinidaddesde una perspectiva feminista. La invitamos a escribir sobre esto, pero nos dijoque ése sería otro capítulo que no podría escribir para <strong>la</strong> presente antología. <strong>No</strong>obstante, sí hab<strong>la</strong> ahora lo que l<strong>la</strong>ma “<strong>la</strong> Cultura hípermasculinizada Militar”. Elmensaje que le envían a <strong>la</strong>s mujeres militares, nos explica, es: “Os permitimos93


estar aquí pero nunca seréis como nosotros”. Existe un tipo de feminidad que noamenaza a esta cultura, pero no todas <strong>la</strong>s mujeres encajan en él.En agosto del 2008, el informe del Observatorio del Congreso (GovernmentAccountability Office) recogió que los altos cargos y los comandantes habíanobstaculizado (al no apoyar) los pasos para combatir <strong>la</strong> violencia “sexual” dentrodel ejército: “Las cifras más recientes del Pentágono reflejan que casi 3.000mujeres sufrieron agresiones “sexuales” (vio<strong>la</strong>ción) en el año fiscal 2008, un 9%más que el año anterior; y que entre <strong>la</strong>s mujeres sirviendo en Irak y Afganistán,<strong>la</strong> cifra asciende un 25%. Cuando contemp<strong>la</strong>mos el universo entero de <strong>la</strong>svíctimas, casi un tercio manifiestan haber sido vio<strong>la</strong>das o acosadas en servicio, eldoble de lo que ocurre entre civiles." [2]Jessica (prefiere que no utilicemos su apellido) es una de <strong>la</strong>s mujeres quepasó por una experiencia así y que no ha podido escribir sobre el<strong>la</strong>, aunque lo haintentado. Contó su historia por primera vez en público en un acto para gays ylesbianas que habían sido víctimas de <strong>la</strong> violencia. La mayoría de <strong>la</strong>s historiascontadas aquel<strong>la</strong> noche eran sobre terceras personas, pues no habían sobrevividoa <strong>la</strong> tortura homófoba a <strong>la</strong> que habían sido sometidas. Pero Jessica contó supropia historia. Cuando estuvo en el Ejército, un día fue a un bar gay, y al salir atomar el aire, los sargentos que <strong>la</strong> conocían del cuartel <strong>la</strong> secuestraron y <strong>la</strong>vio<strong>la</strong>ron, estrangulándo<strong>la</strong> y abandonándo<strong>la</strong> porque <strong>la</strong> dieron por muerta. Unasestudiantes de secundaria que trabajan para evitar <strong>la</strong> captación militar en susinstitutos, le pidieron a Jessica que diera una char<strong>la</strong> en su grupo, YouthPeace(JóvenesPaz), y lo hizo.Jessica ingresó en el Ejército a los veintipocos. Antes había trabajado comoentrenadora personal en fitness. Físicamente estaba fuerte, y eso les parecíaamenazante a los militares hombre. El acoso lo sufrió desde el primerentrenamiento. Habló de cómo consiguió sobrevivir a <strong>la</strong>s vio<strong>la</strong>ciones y alestrangu<strong>la</strong>miento, de cómo le robaron documentos del caso, de cómo <strong>la</strong> hicieronvolver a empezar desde cero en los entrenamientos después de tras<strong>la</strong>dar<strong>la</strong> a otrabase. Jessica sufría Trastorno del Estrés Post Traumático, pero en el Ejército no sele prestó asistencia médica para tratarlo. Eligieron a Jessica, contó Stephanie,porque no se ajustaba al “nivel de feminidad” que exige <strong>la</strong> “Culturahípermasculinizada Militar”. Después de un año entero de horrorosos abusos,Jessica pudo abandonar el Ejército con dinero suficiente para ir a <strong>la</strong> facultad yrecibir atención médica. Sin embargo, hasta el momento, le ha sido demasiadodoloroso escribir su historia. Espera poder hacerlo algún día, pero necesita mástiempo para recuperarse.En esta sección de <strong>la</strong> antología podréis leer a mujeres que se enlistaron en elEjército estadounidense a lo <strong>la</strong>rgo de un periodo de veinte años, desde <strong>la</strong>smilitares que fueron enviadas a <strong>la</strong> Guerra del Golfo, a <strong>la</strong>s que sirvieron en Irak yAfganistán. Hab<strong>la</strong>n de sus evoluciones en los primeros entrenamientos, influidas94


por lo que iban leyendo, por lo que aprendían del papel de Estados Unidos en elmundo, por el hecho de recibir un arma, y enfrentarse finalmente a <strong>la</strong> realidadde <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> y el hecho de matar. Aunque cada una tiene una historia personalpropia sobre cómo fue que decidió oponerse a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, y a abandonar elEjército, sus vivencias son de hecho compartidas por muchas otras mujeres cuyashistorias no han sido contadas jamás.Introducción de Joanne Sheehan, Liga de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra (WRL)<strong>No</strong>tas[1] Budget figures: The Washington Post, May 11, 2009. Todas <strong>la</strong>s cifras sobre el Ejércitoson del Departamento de Defensa de EEUU, 2009[2] The <strong>War</strong> Within (La <strong>guerra</strong> de dentro), de Nancy Gibbs, Time Magazine, 8 de marzo,201095


Orgullosa de ser desertoraPor Stephanie Atkinson<strong>No</strong> soy objetora de conciencia. <strong>No</strong> soy alguien que haya tenido que defendersus creencias de negarse a participar en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. Soy alguien que cuandofue l<strong>la</strong>mada a fi<strong>la</strong>s para participar en una <strong>guerra</strong> que considerabainjustificable por muchas razones, se negó a hacerlo. Me convertí en unadesertora del Ejército estadounidense por mi oposición a <strong>la</strong> Operación Tormentadel Desierto. Soy sólo una más en un <strong>la</strong>rgo historial de resistentes a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>,pero estoy orgullosa de aquel<strong>la</strong> decisión, de haberme negado a participar enaquel<strong>la</strong> <strong>guerra</strong>.Si el Ejército estadounidense acepta otorgarte el estatus de objetora deconciencia, sales del Ejército honrosamente. Esto ocurre, no obstante, despuésde un proceso militar <strong>la</strong>rgo y muy difícil, en el que <strong>la</strong>s objetoras y los objetorestienen que defender su proceder, que suele ser coherente con una oposición a <strong>la</strong><strong>guerra</strong> por motivos religiosos o morales.Yo me defino como resistente a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> por muchas razones pero nunca hepresentado una solicitud para el reconocimiento del estatus de objetora. Además,si lo hubiera hecho, creo que no habría podido defender mi oposición a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>ante el Tribunal Examinador. Mis razones fueron sobre todo políticas, y encualquier caso, indefinidas. En lugar como objetora, me veo más bien como unapersona orgullosa de haber desertado. Pienso que hay mucha gente como yo,quizá no sientan este orgullo que yo siento, pero han desertado o han hecho elAusente Sin Permiso (AWOL, en inglés); personas que quizá no sepan explicar bienpor qué, pero que han acumu<strong>la</strong>do una serie de experiencias y de sentimientosque <strong>la</strong>s han llevado a sentir que “algo no va bien”. Pero me cuesta mucho contar<strong>la</strong> historia de mi experiencia. <strong>No</strong> tengo, por ejemplo, el sentimiento de haberhecho algo noble por haberme opuesto a ir a <strong>guerra</strong> por profundas conviccionesreligiosas. De hecho, no soy creyente. Cuando me opuse a ir a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, nodisponía de ninguna argumentación, ni elocuente ni sólidamente razonada, nibasada en datos ni en un análisis político. (Esta educación me vino más tarde, yme sirvió para validar y darle una fundamentación a mis sentimientos.) Pero sítenía sentimientos y experiencias que me decían que estaría mal participar en <strong>la</strong>primera <strong>guerra</strong> del Golfo. <strong>No</strong> me conmovían los discursos patrióticos y sobre <strong>la</strong>lealtad. Pasar a estar Ausente Sin Permiso no me supuso un dilema moral o amoralque requiriera justificación religiosa o moral. <strong>No</strong> sentía <strong>la</strong> presión de si “mi paístenía razón o no”. De hecho, sentía lo contrario: “Esto está mal, por muchasrazones, y no lo voy a hacer. Personas de los dos bandos morirán, se di<strong>la</strong>pidaránrecursos y dinero, y nada de esto ayudará a conseguir nada para mejorar <strong>la</strong>scondiciones de nadie”.96


Cómo fue que ingresé en el Ejército estadounidenseMe alisté en <strong>la</strong>s reservas del Ejército estadounidense a los 17 años, enseptiembre de 1984, con <strong>la</strong> autorización de mi madre. Lo decidí de repente, sinpensarlo mucho. <strong>No</strong> tenía esos p<strong>la</strong>nes; no tenía p<strong>la</strong>nes de ningún tipo. Aunque enel instituto había sacado matrícu<strong>la</strong> de honor, no había recibido mucha orientaciónde nadie. A eso hay que sumar que mi vida en casa estaba llena de problemasemocionales y económicos. En mi último año de secundaria, empecé a prepararmi marcha, con unas ideas vagas sobre mi futuro. Había abandonado todas <strong>la</strong>sactividades extracurricu<strong>la</strong>res y me había buscado empleos a tiempo parcial, sóloiba al instituto <strong>la</strong> mitad del día. Lo que más ansiaba era independizarme, podermantenerme económicamente, y empezar mi vida.Me crié en un pueblo. Hay muchas comunidades como <strong>la</strong> mía: agraria yobrera, política y religiosamente conservadoras y con oportunidades económicaslimitadas. (Más tarde, cuando conocí a otras personas resistentes, me di cuentade que muchas compartíamos circunstancias simi<strong>la</strong>res, procediéramos de <strong>la</strong>periferia industrial, de pueblos o de barrios pobres en el centro de <strong>la</strong>s ciudades.Muchas veníamos de familias monoparentales obreras. Y lo normal era que nosupiéramos qué queríamos ser o a qué nos queríamos dedicar. Aunque enrealidad, ¿quién lo sabe a los 17, 18, o 21?) Estas comunidades son ideales para <strong>la</strong>captación militar. Para <strong>la</strong>s personas adultas jóvenes que no saben qué van a hacerni cómo empezar sus vidas, el Ejército aparece como una oportunidad real deacceder a estudios superiores, conseguir un empleo fijo, independenciaeconómica, <strong>la</strong> oportunidad de viajar... Vivir experiencias que jamás vivirían sicontinuaran en sus comunidades. Con mis buenas notas, mis ganas y miingenuidad, con mi voraz deseo de irme de casa, yo era una candidata ideal.Acompañé a mi madre y a mi padrastro (que quería alistarse en <strong>la</strong> Marina) auna oficina de reclutamiento, y fue fácil captarme: yo había hecho el ASVAB en elinstituto (examen de aptitud para una carrera en <strong>la</strong>s Fuerzas Armadas), porqueme gustaba hacer tests. Resultó que el oficial de reclutamiento tenía mis notas.¡Muy conveniente! Era una joven sana inteligente, sin p<strong>la</strong>nes de futuro y con unamadre entusiasta dispuesta a firmarme <strong>la</strong> autorización para que pudiera alistarmede inmediato. ¡Podría aprender tantas cosas! ¡Y viajar! ¡Ir a <strong>la</strong> facultad! Loscaptadores nos dijeron a mi madre y a mí todo lo que queríamos oír sobre lo quesería para mí ingresar en el Ejército, y no nos corrigieron ninguna percepcióndesinformada que tuviéramos sobre lo que era en realidad estar allí. En un par dehoras, ya habíamos hecho los preliminares de mi enlistamiento. Estaba muyemocionada y un poco nerviosa: tenía un p<strong>la</strong>n, algo en lo que pensar durante elcurso.Flotaba en una nube de ensoñaciones. Había tomado una decisión como unapersona adulta, y ser una adulta independiente estaba tan cerca... Pero era unaadolescente con información muy limitada, y, cierto, había tomado una decisiónde persona adulta: de vida y de muerte. Lo que menos me había p<strong>la</strong>nteado eraque estar en el ejército estadounidense significaba algo muy concreto: <strong>guerra</strong>. <strong>No</strong>97


tenía información o sentimientos fuertes respecto a temas nacionales ointernacionales, ni siquiera tenía el sentimiento de patriotismo o de estarrespondiendo “una l<strong>la</strong>mada superior”. Nunca había considerado <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> o <strong>la</strong>violencia más que como parte de <strong>la</strong> Historia de <strong>la</strong> Antigüedad. Mis dos abueloshabían ido a <strong>la</strong> Segunda Guerra Mundial, pero eso eran cosas de “viejos”. Como <strong>la</strong>mayoría de <strong>la</strong>s personas adolescentes, no tenía un sentido de <strong>la</strong> mortalidad ytampoco una preocupación por el mundo en su conjunto, sólo aspiraba a cambiarmis circunstancias personales inmediatas. ¿Es eso egoísta? Sí. ¿Es raro en <strong>la</strong> gentejoven? <strong>No</strong>.Todas <strong>la</strong>s percepciones erróneas que había tenido sobre el Ejército a <strong>la</strong> horade alistarme quedaron disipadas en mi experiencia de <strong>la</strong> Formación Básica, en elverano de 1985. La misión principal de estos entrenamientos es “forjarsoldados”, es decir, destruir psíquica, emocional y físicamente a <strong>la</strong> persona queeres, para hacer de ti una “eficaz máquina de combate”. El proceso detransformación de adolescente ingenua en soldada se me hizo muy difícil. Encasa, por los problemas emocionales que había, me había acostumbrado a losgritos y <strong>la</strong>s escenas. Sin embargo, ésta era <strong>la</strong> primera vez que ser “buena” o“lista” no me servía de nada para evitar que me gritaran. Todos los días solicitémi vuelta a casa, todos los días me lo denegaron. Quedó bastante c<strong>la</strong>ro desde elprincipio que yo no encajaba. Deseaba suspender, para terminar con aquellosentrenamientos y salir de allí. Lo raro de todo aquello fue que, de hecho, meconvirtieron en una eficaz máquina: me endurecí, me convertí en alguien másfuerte, por lo que les pareció importante retenerme. Mi sargento me amenazócon Recic<strong>la</strong>je, lo que quería decir repetir <strong>la</strong> Formación Básica en lugar degraduarme y pasar a <strong>la</strong> Formación Individual Avanzada. Ser recic<strong>la</strong>da era <strong>la</strong> peorde mis pesadil<strong>la</strong>s, por lo que esto me dio fuerzas para luchar por pasar a <strong>la</strong>siguiente fase.Poco a poco, empecé a llevar mejor los entrenamientos. La falta de sueño, loscambios en <strong>la</strong> dieta, el contacto constante con el grupo, el cambio en el modo devida, y el entrenamiento, le comen <strong>la</strong> moral a cualquiera. Pero incluso en aquelpunto, <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> seguía siendo algo abstracto. Los ejercicios, entrenar con armas,<strong>la</strong>s simu<strong>la</strong>ciones y los ensayos de <strong>guerra</strong> seguían sin tener significado para mí.Para mí, eran algo “por lo que tenía que pasar”. A mediados de octubre de 1985había terminado mis dos procesos de formación, Básico y Avanzado, en el FuerteJackson, Carolina del Sur. En noviembre y diciembre, volví a casa y allí me quedé,atrincherada. Mi madre tuvo que animarme a que me apuntara al semestre deprimavera de <strong>la</strong> facultad. La adolescente ingenua que había en mí había muerto.Era otra persona: más dura, con más miedo y más caute<strong>la</strong> respecto a <strong>la</strong> gente.Antes del entrenamiento, me emociona <strong>la</strong> posibilidad de probar cosas nuevas;ahora me daba miedo, porque si todo fuera mal, creía que no podría dejarlo.Resistencia crecienteComo <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong>s jóvenes y los jóvenes estadounidenses, no meinteresaba lo que pasaba en el mundo, y no tenía tiempo para enterarme de esas98


cosas. Como lo peor de mi formación militar ya había pasado, lo de ser reservistaun fin de semana al mes y dos semanas en verano sólo me pareció una actividadmás. Pronto me adapté a <strong>la</strong>s libertades y responsabilidades de ser unauniversitaria. Tenía varios trabajos a tiempo parcial, estudiaba todo lo necesariopara mi semestre y luchaba por construirme una vida mejor, aunque tuviera uncontrato de seis años con el Ejército. De paso, intentaba pasármelo bien, haceramistades, y disfrutar de mi vida independiente, que es lo que más habíadeseado.Como reservista, no sentía que esta parte de mi vida fuera tan significativacomo el resto; <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> seguía siéndome ajena. La <strong>guerra</strong> del Vietnam era untema del pasado, de <strong>la</strong> generación de mis padres, algo que se analizaba en c<strong>la</strong>sesde Historia. A mediados de los ochenta, en <strong>la</strong> era Reagan, los conflictos militaresocurrían en <strong>la</strong>s selvas de pequeños países de hab<strong>la</strong> hispana o alrededor de murosque había que destruir y <strong>guerra</strong>s frías con <strong>la</strong>s que había que terminar. Encualquier caso, yo seguía notando tendencias que me preocupaban: parecía quecada verano, Estados Unidos estaba invadiendo un nuevo país. Recuerdo que sentímucha ansiedad cuando invadieron Panamá.Pronto mi aprendizaje sobre el mundo y mi papel en él se coordinó con misexperiencias como soldada “a tiempo parcial”. Entre 1987 y 1989 hice dos viajesal extranjero, uno a Japón, y uno a Corea del Sur, como integrante de <strong>la</strong>Operación Espíritu de Equipo, un ejercicio militar conjunto que se celebra unavez al año. Cada vez me sentía peor con cómo nos portábamos fuera de nuestropaís, como personas: actuábamos como abusones. Me frustraba nuestra falta deinterés en <strong>la</strong> gente y los paisajes que nos acogían. Se trataba de gente con <strong>la</strong> quetrabajábamos para defender nuestros intereses mutuos y les tratábamos fatal.Éstas fueron mis experiencias a nivel individual, no a nivel global. <strong>No</strong> pudeentender <strong>la</strong>s cosas racionalmente hasta años después de mi resistencia, cuandofui encontrando explicaciones a qué era lo que me hacía sentir tan mal. (CynthiaEnloe, en su obra Bananas, Beaches and Bases explica elocuentemente el impactode una base militar en una comunidad y en última instancia en un país. [1]) Misexperiencias se limitaban a acompañar a compañeros de unidad a los clubsnocturnos y los espectáculos de strip‐tease, emborracharme con ellos e intentarque no se pelearan o portaran mal con <strong>la</strong> gente.Mientras tanto, como estudiante, en mi “verdadera vida” empecé a hacermeamiga de gente de una pequeña contracultura de <strong>la</strong> Universidad Illinois del Sur,punk rockers que sacaban fanzines de música y política. Participábamos en <strong>la</strong>sprotestas contra <strong>la</strong>s armas nucleares y empezamos a prestarle atención en serio aasuntos originados en <strong>la</strong> era Reagan, como el Irán‐Contra. Mi participación en miunidad de reserva se convirtió en algo irritante que tenía que soportar. (Estoysegura de que el sentimiento era mutuo respecto a mis superiores.) Cada vezobedecía menos, estaba más irascible, y no funcionaba bien “en equipo”.Básicamente, iba allí e intentaba que pasara el tiempo gastando <strong>la</strong> mínima99


energía posible. Era una soldada nefasta. Iba a mis entrenamientos de fin desemana mensual con el pelo punk, me negaba a pasar <strong>la</strong>s pruebas de tiro, y engeneral tenía muy ma<strong>la</strong> actitud. Algunas de estas cosas tenían que ver con serjoven, pero también con mi malestar por el compromiso que había adquirido conel Ejército a p<strong>la</strong>zo <strong>la</strong>rgo, porque no lo podía dejar. Ója<strong>la</strong> hubiera sabido que habíaconsejeros militares que ayudaban a gente en mi situación.En mi último campamento de verano en 1990, me moría de ganas de quellegara el fin del contrato de seis años. Tenía 23 años, hacía menos de un año quehabía terminado <strong>la</strong> facultad y estaba lista para seguir ade<strong>la</strong>nte con mi vida. Aúnno sabía qué iba a hacer, pero tenía bastante c<strong>la</strong>ro que no quería seguir en elEjército. <strong>No</strong> habíamos formado una buena pareja. Me encontraba en elcampamento de Wisconsin con una unidad distinta a <strong>la</strong> mía (porque se me habíapasado <strong>la</strong> fecha de mi campamento), cuando en el ultimo día de ejercicios, meenteré de que Irak había invadido Kuwait. Una vez más, este hecho parecía notener re<strong>la</strong>ción con mi realidad: yo iba a quedar libre de <strong>la</strong> reserva en un mes.Había sobrevivido a <strong>la</strong> espera.L<strong>la</strong>mada al ServicioCuando me l<strong>la</strong>maron en octubre de 1990, me quedé alucinada y me sentí muyfrustrada por ver que no llegaba el fin. El presidente George H. W. Bush habíafirmado una orden para “Detener <strong>la</strong> Pérdida de Personal”, lo que significaba queno se iba a eximir del servicio a nadie, no habría desgaste, ni pérdida, y así dec<strong>la</strong>ro lo tenían ya en el inicio, desde agosto 1990 (aunque Estados Unidos noinvadiría Irak hasta enero de 1991). Francamente, mis deseos de vida, mispreocupaciones, dudas y confusión sobre mi experiencia militar y el escenariopolítico mundial no le interesaban al Ejército; mis ambigüedades morales sobre elsignificado de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> le eran indiferentes. Yo sólo era una persona que formabaparte de una operación muy grande; el tiempo de “dejarlo” o de que “meecharan” por no dar <strong>la</strong> tal<strong>la</strong> había pasado.Cuando alertaron a mi unidad, me preparé. Sentí que no tenía elección. Peropoco después, leí sobre dos objetores de conciencia, Jeff Paterson y Erik Larsen.Los dos eran Marines, se habían negado a ir a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, y sus pa<strong>la</strong>bras meresonaban en <strong>la</strong> cabeza, “A mí me pasa eso”, aunque no sabía aún cómo expresarqué era “eso”. Paterson se había p<strong>la</strong>ntado, sentándose en <strong>la</strong> pista de aterrizajede Kaneohe, en Hawaii. En <strong>la</strong>s fotos aparecía como un buda f<strong>la</strong>quillo en atuendomilitar, inmóvil. Los escritos y discursos de Larsen eran una lista de puntosconcretos que explicaban su oposición a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> y a <strong>la</strong> violencia por motivosreligiosos y políticos. Los dos hombres demostraban su valor al negarsesencil<strong>la</strong>mente sentándose en silencio, o dec<strong>la</strong>rando “Ya no soy un Marine”. Sentíque yo, también, podía dejarlo.Decidí que cambiaría mis p<strong>la</strong>nes. En lugar de presentarme al servicio, listapara embarcar a Kuwait, me presentaría para entregarme y negarme a cumplir.100


Recibí bastantes malos consejos de personas bienintencionadas en aquel<strong>la</strong> época:que me quedara embarazada, que me dec<strong>la</strong>rara homosexual (en <strong>la</strong> época pre‐Clinton, “no preguntes, no cuentes”, esto era motivo de expulsión), ideas que meeran inasumibles si decidía aceptar <strong>la</strong> responsabilidad de lo que sentía y pensaba.Tenía el ejemplo de Paterson y Larsen, por lo que quería dec<strong>la</strong>rarme resistente a<strong>la</strong> <strong>guerra</strong> y asumir <strong>la</strong>s consecuencias. <strong>No</strong> sabía qué consecuencias serían ésas,pero pensé que, en cualquier caso, serían mejor que ir a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> o mentir sobremis motivos. En algún momento tomé una decisión simple: prefería ir a <strong>la</strong> cárcelque ir a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> del Golfo. <strong>No</strong> sabía cuánto tiempo iría a <strong>la</strong> cárcel, o dónde meenviarían, pero parecía sencillo: <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> no era una opción. De todas <strong>la</strong>s cosasque una persona puede hacer y reprocharse haber hecho más tarde, no haymanera de des‐hacer el haber perpetrado actos de violencia y quizá asesinado aotro ser humano.Dec<strong>la</strong>ración PúblicaMe puse en contacto con un grupo del que había leído, Citizen Soldier, dondeme animaron a que hiciera una dec<strong>la</strong>ración pública sobre mi situación y solicitarael estatus de objetora de conciencia, en lugar de presentarme al cuartel paraentregarme preventivamente. <strong>No</strong> estaba bien preparada para todo lo que estosignificaba, pero <strong>la</strong> publicidad de mi caso influiría en los acontecimientos. TodEnsign, de Citizen Soldier, es un competente abogado que se había ocupado desoldados y veteranos y que tenía una <strong>la</strong>rga experiencia a <strong>la</strong> hora de trabajar conlos medios de comunicación. Él y otro abogado, Louis Font, objetor de concienciaa <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> de Vietnam, adoptaron mi caso. Hablé públicamente en diferentesactos y me entrevistaron en <strong>la</strong> televisión. Se me daba muy mal ser mi propiaabogada, tenía poco conocimiento de cómo lidiar con los medios decomunicación. Luego estaba <strong>la</strong> cuestión del cómo había desertado (estar AusenteSin Permiso): si hubiera pretendido solicitar el estatus de objetora después deeso, habría sido controvertido. El procedimiento para que te dec<strong>la</strong>ren objetorade conciencia no era nada fácil. Tienes que hacer <strong>la</strong> solicitud, someterte aevaluaciones por expertos que determinarán <strong>la</strong> sinceridad de tu convicción y,mientras esperas a <strong>la</strong> resolución del caso, tienes que participar plenamente en tuunidad. Y como me habían l<strong>la</strong>mado a servicio y me había negado a presentarmeen mi unidad de inmediato, esto socavaba cualquier consideración de que yopudiera ser una objetora de conciencia. Por eso me considero más bien unaresistente a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>.Mi caso en <strong>la</strong> arena pública fue tanto una bendición como una maldición. En lopositivo, como acaparé tanta atención del público justo en los inicios de <strong>la</strong>construcción de esta <strong>guerra</strong>, creo que el Ejército lo que quería era que me cal<strong>la</strong>racuanto antes y librarse de mí rápido, para así evitar repercusiones en <strong>la</strong> moral delos soldados. Desde el punto de vista de <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones públicas, una personacontra una organización muy grande con mucha credibilidad es una batal<strong>la</strong> fácil:me tratarían como una aberración, no representativa del Ejército ni de sussoldados, un caso único, un error. (Por esto me pusieron pronto en libertad.)101


Mi resistencia enfureció a aquel<strong>la</strong>s personas que no me apoyaban, perotambién me ganó el apoyo y <strong>la</strong> confianza de un pequeño grupo de simpatizantes.Yo estaba muy confundida y asustada con <strong>la</strong> reacción que había tenido gente a <strong>la</strong>que yo no conocía. Me producía desasosiego que una decisión mía personal, por <strong>la</strong>que estaba sufriendo unas consecuencias, fuera debatida públicamente. Me dejóatónita que mi negativa a ir a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> pudiera ser algo importante para nadie.Las compañeras y compañeros de mi unidad que me conocían no sesorprendieron, y tampoco mis amistades de <strong>la</strong> universidad. Pero aún vivía en mibarrio de siempre, y <strong>la</strong> indignación de que yo hubiera disentido en el seno de unacomunidad tradicional puso fin a mi vida allí. Recibí amenazas por teléfono y porcorreo, y tampoco me sentía segura como “fugitiva” del Ejército.Detenida y Despedida del EjércitoMe detuvieron en octubre, un viernes por <strong>la</strong> tarde en casa. La policía vino ami casa para notificármelo y me llevó a <strong>la</strong> cárcel del condado. Poco después, merecogió una unidad de <strong>la</strong> policía militar en <strong>la</strong> base aérea de Scott, que me retuvoaquel fin de semana. A continuación, me transfirieron a unas insta<strong>la</strong>cionescarce<strong>la</strong>rias para el personal de Fort Knox, en Kentucky, donde tenía que esperar aque se emitieran los cargos. El sitio no era una cárcel en realidad, sino unbarracón para gente que estaba a <strong>la</strong> espera de ser expulsada, para <strong>la</strong>s “manzanaspodridas” que se habían desviado del Código Uniforme de <strong>la</strong> Justicia Militar. Éstasería mi última experiencia en el Ejército. Se parecía a mis primerosentrenamientos: no sabía qué me iba a pasar, estaba ais<strong>la</strong>da de todo lo queconocía. Después de un par de semanas, me ofrecieron una separaciónadministrativa del Ejército por “condiciones otras que honorables”. Medegradaron el rango a E‐1, con lo que perdía el derecho a recibir <strong>la</strong> ayuda de <strong>la</strong>s ylos veteranos, no me enterrarían con <strong>la</strong> bandera y tenía prohibido volverme aalistar. Todo esto me pareció bien. Estaba contenta de poner fin ya a estare<strong>la</strong>ción. Tuve mucha suerte. Mientras mi unidad se estaba insta<strong>la</strong>ndo en Kuwait,yo ya había dejado de ser parte del Ejército.Ya antes de que empezara <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> en enero de 1991, mi vida eracompletamente diferente. <strong>No</strong> pude retomar<strong>la</strong> donde <strong>la</strong> había dejado. Encontrétrabajo en un pequeño negocio de mi barrio, pero tuve que dejarlo cuando el jefeme explicó que <strong>la</strong> gente de <strong>la</strong> comunidad le había dicho que se dejarían de ir a sunegocio si yo continuaba allí. A consecuencia del tema de <strong>la</strong>s amenazastelefónicas y por carta, cuando alguien me miraba “raro” me sentía paranoica. Lagente del barrio que creí que era amiga mía, ya no era tan amiga; inclusofamiliares más lejanos ya no sabían cómo re<strong>la</strong>cionarse conmigo. Así que fue unasuerte que recibiera <strong>la</strong> beca Jim Bristol, del programa Juventud y Militarismo [debúsqueda de alternativas al servicio militar] del American Friends ServiceCommittee [el AFSC, o Sociedad de Amigos estadounidense, es un grupocuáquero, que recibió el premio <strong>No</strong>bel de <strong>la</strong> Paz en 1947 por su trabajo de102


oposición a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>], de Phi<strong>la</strong>delphia. Harold Jordan, el director del programa,me había apoyado cuando empezó todo, y me ofreció una oportunidad concretade usar mi experiencia en trabajo constructivo. Desde allí conocí a gente que meapoyaba, objetoras y objetores de conciencia y resistentes a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> de épocasanteriores. Un grupo especialmente activo que nos arropó a otras personas y a míbajo en esta época fue el de Veteranos por <strong>la</strong> Paz, allí empezó mi amistad conNancy C<strong>la</strong>rke, una miembra muy activa del grupo que había en Boston.Una comunidad de resistentes a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>Quienes hemos rechazado <strong>la</strong> participación en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> convirtiéndonos enresistentes a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> llegamos a <strong>la</strong> misma decisión pero por circunstancias tandiversas que no hay dos historias iguales. Las consecuencias de nuestrasexperiencias, no obstante, son universales: saber que de alguna manera somosdiferentes, alienígenas; sentir el ais<strong>la</strong>miento que se siente al principio; elostracismo al que nos someten nuestros iguales, <strong>la</strong> gente extraña e incluso <strong>la</strong>spersonas queridas por haber expresado nuestra diferencia. El sentimiento se daantes de iniciar el papeleo solicitando el estatus de objetora, o antes de decidirdesertar. Convertirse en una resistente a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> o en una objetora deconciencia no es una decisión que se tome de repente; es el punto álgido que seda tras <strong>la</strong> acumu<strong>la</strong>ción de experiencias, e incluso aunque nos presionen para queexpliquemos qué nos pasa, a unas personas nos cuesta, otras son elocuentes, perotodas compartimos <strong>la</strong> c<strong>la</strong>ridad de <strong>la</strong> negativa rotunda.Lo único que puedo decirle a los y <strong>la</strong>s resistentes a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> y objetoras deconciencia es esto: es normal tener miedo por <strong>la</strong>s consecuencias que pueda tener<strong>la</strong> acción. Vivimos en un mundo que da mucho miedo. <strong>No</strong> todo el mundo va acomprender tus razones o a apoyarte. Algunas personas te amenazarán y esposible que vayas a <strong>la</strong> cárcel. Pero otra gente sí que te va a apoyar. Existe todauna comunidad de gente que cree que lo que haces es lo correcto. <strong>No</strong> pasa nadasi no puedes explicar bien por qué sientes que participar en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> está mal.<strong>No</strong> tienes que resolver los conflictos o proponer una solución diplomática alproblema por creer que <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> no está mal. <strong>No</strong> tienes que tener todas <strong>la</strong>srespuestas. Al margen de qué ocurra, sé fiel a lo que te dice tu corazón: confíaen tu decisión, has hecho lo correcto.<strong>No</strong>tas[1] Cynthia Enloe: Making Feminist sense of international politics. Bananas, beaches andbases (Entendiendo <strong>la</strong> política internacional desde el feminismo. Bananas, p<strong>la</strong>yas ybases). London, Sydney, Wellington, Pandora 1989103


El poder de contar tu historiaPor Diedra CobbQuerido Dios, por favor, escúchame. Necesito escuchar a mis guíasespirituales. Necesito apaciguar <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras que resuenan en mi cabeza.Necesito crecer como <strong>la</strong> Diosa que soy. Necesito escribir. Necesito crear.Necesito construir contando conmigo misma y con otras personas. Necesitopasarlo bien. Necesito comer bien. Necesito cariño, <strong>la</strong> atención de los afectos.Necesito una comunidad fuerte, solidaria, inteligente, positiva. Necesito que serespete mi feminidad. Necesito los árboles y el agua. Necesito una comunicacióndirecta y productiva con quienes están a mi alrededor y más allá. Necesito <strong>la</strong>fuerza y <strong>la</strong> guía de <strong>la</strong> Madre Naturaleza. Necesito verdad. Te necesito. Menecesito. Gracias. Te quiero. Me quiero.Sacrificarse por el Bien MayorA veces no sé si deseo revisitar esta historia de nuevo. La experiencia deescribir esta historia representa <strong>la</strong> psicosis de mis interacciones con esta sociedadcomo mujer, como mujer negra, como pensadora, como ser espiritual. Contaresta historia representa revivir, volver a despertar, volver a evaluar, volver atener <strong>la</strong> visión de, renovar todo lo que ha sido: creación. Escribo sabiendo quepoder contar esta historia es lo que necesito, intentando ser precisa, sabiendoque probablemente me quedaré corta frente a <strong>la</strong>s expectativas más críticas, ysabiendo que al final todo está en equilibrio siempre. Poco a poco me cuento mipropia historia. Poco a poco se <strong>la</strong> cuento a <strong>la</strong>s demás personas. Y poco a poco,sano, gano en c<strong>la</strong>ridad y amo a mi bello ser incondicionalmente, para poder amara <strong>la</strong>s demás personas incondicionalmente.Empecé mi viaje con los militares en junio del 2001. Me uní a <strong>la</strong>s Reservas delEjército con <strong>la</strong> comprensión de que me estaba uniendo a una comunidad depersonas que creían en el sacrificio por un Bien Mayor. Me uní a <strong>la</strong>s Reservas delEjército con <strong>la</strong> comprensión de que estaría construyendo futuros seguros y máslibres para todos los seres humanos, quedara esto cerca o lejos, y con esacomprensión, me sentía llena de energía y viva.Mi padre y mi tío había servido en el Ejército, y por mis interacciones conellos entonces y ahora, nunca les describiría como hombres malvados. Soncariñosos y generosos, inteligentes, y siempre están ahí. En el año 2000, decidíasistir al Instituto Militar de Nuevo México, una academia militar preparatoria,pero después de un semestre allí, comprendí que <strong>la</strong> naturaleza autoritaria yexclusivista de <strong>la</strong> vida en <strong>la</strong> Academia no era para mí. Lo dejé y volví a <strong>la</strong>facultad, a un par de facultades de Illinois, antes de decidir que quería explorarel mundo, conocer a gente con muchas y diferentes experiencias en <strong>la</strong> vida, y104


ejercitar mi pasión por cuidar y proteger. ¿Dónde podría encontrar estas trescualidades pudiendo, al tiempo, ocupar un lugar como mujer joven en <strong>la</strong>sociedad? En el Ejército… o así lo creí.Entré en junio del 2001 y en enero del 2002 partí a Fuerte Jackson para hacer<strong>la</strong> Formación Básica, <strong>la</strong> fase inicial donde aprendes disciplina militar,formaciones, y a manejar armas. De allí, fui al Fuerte Huachuca, en marzo del2002, para hacer <strong>la</strong> Formación Individual Avanzada (<strong>la</strong> AIT en inglés), dondeaprendes lo que necesitas saber como soldada. En estas fases iniciales, me fuidando cuenta de que <strong>la</strong> base necesaria para procurar una sociedad segura y máslibre en cualquier lugar no fundamentaba nada de lo que hacía. Sin al menos unacomprensión básica y/o un conocimiento mínimo de <strong>la</strong> historia, el idioma, <strong>la</strong>scostumbres y <strong>la</strong>s fuentes de felicidad de personas diferentes, no podías más queactuar como una autómata asustada, a <strong>la</strong> espera de instrucciones para sabercómo proceder en un lugar extraño.En <strong>la</strong> Formación Básica escuché y me ordenaron cantar cosas como “Jei, jo,Capitán Jack, quedamos en <strong>la</strong>s vías del tren, con este arma en <strong>la</strong> mano, voy a seruna ametral<strong>la</strong>dora, una máquina de matar”, “La sangre, roja y fresca, hacecrecer <strong>la</strong> hierba verde”, etc. <strong>No</strong>s enseñaron a usar bayonetas, granadas de mano,rifles semiautomáticos, minas antipersonas, <strong>la</strong>nzaderas de granadas impulsadaspor cohetes, y muchas otras armas de destrucción masiva. Cuando me gradué, mesentía muy mal por esta falta de orientación y de conocimiento sobre <strong>la</strong>ssociedades donde teníamos que entrar e impactar. Asegurarnos de que noabusamos de estas habilidades, y que <strong>la</strong>s usamos de <strong>la</strong> manera más disciplinada,contenida y estratégica, requiere disponer de una comprensión de <strong>la</strong>s gentes con<strong>la</strong>s que vamos a interactuar. Al parecer, esto era “pensar demasiado”, porque elsargento, riéndose de mí por solicitar información sobre estos temas, merespondió, “Especialista Cobb, ¡¿dónde se cree que está?!”.Primeros pasos hacia <strong>la</strong> objeción de concienciaCuanto terminé <strong>la</strong> Formación Básica y <strong>la</strong> AIT, pasé unos seis meses en unidadde <strong>la</strong> Reserva del Ejército en Decatur, Illinois. Había empezado y terminé un librol<strong>la</strong>mado, En tiempos de <strong>la</strong>s mariposas, de Julia Álvarez. Al acabarlo, tuve unaepifanía: “lo que me he comprometido a hacer no es compatible con mi yoespiritual”. Ser parte de una organización que ocupa países por <strong>la</strong> fuerza paraproteger negocios e intereses de un Poder que nunca podrán crear esa paz porquesólo <strong>la</strong> usa de marketing para justificar sus actuaciones equivaldría a aceptar miautodestrucción, una muerte <strong>la</strong>rga, lenta y tortuosa. Estaba profundamenteafectada, tanto que una sargenta de mi unidad se me acercó en unos ejerciciospara preguntarme si estaba bien. Le conté lo que me estaba pasando y me dijoque tenía que comunicarlo, urgentemente.El personal de nuestra unidad aún no había sido movilizado, pero ya sehab<strong>la</strong>ba de movilizaciones en los noticieros de <strong>la</strong> región. Empecé a intentar105


escribir <strong>la</strong>s razones por <strong>la</strong>s que no estaba dispuesta ni era capaz de seguirparticipando, para fundamentar mi petición de que se rescindiera mi contratocon el Ejército. En ese momento, no sabía que todo en esta institución tiene uncanal oficial, incluida <strong>la</strong> Resistencia a ser parte de <strong>la</strong> misma. Mientras redactabae imprimía documentos que describían el conflicto entre mis creencias y losobjetivos militares, fui descubriendo que según <strong>la</strong>s emitía, los oficiales quetenían que considerar<strong>la</strong>s <strong>la</strong>s descartaban, o directamente <strong>la</strong>s ignoraban.En febrero del 2003, me dijeron que tenía que ir a Wisconsin para hacer elSRP, un proceso para trabajar <strong>la</strong> buena disposición del personal militar. Preguntéen qué punto se encontraba mi caso, y también que por qué me enviaban al SRPde Wisconsin. Me dijeron que no me preocupara, que estaban considerando micaso y que todas y todos los soldados pasaban por el SRP, sólo que en diferentesmomentos. Cuando llegué allí, sentada en el comedor de un gimnasio (lo que merecordaba el comedor de mi infancia) era como si hubiera vuelto a primaria.Cuando finalmente terminó <strong>la</strong> fase “Deprisa, deprisa” y “Espere aquí”, descubrípor qué mi intuición me enviaba a<strong>la</strong>rmas cuando me dijeron lo de Wisconsin. Mecomunicaron que no se había iniciado ningún proceso sobre Objeción deConciencia, que ya no estaba asignada a <strong>la</strong> unidad de Illinois, y que tenía unasemana para hacer <strong>la</strong>s maletas: me tras<strong>la</strong>daban a Mary<strong>la</strong>nd, me habían asignadoal Batallón de Inteligencia Militar, que aguardaba <strong>la</strong> entrada de un puñado desoldados antes de ser desplegado. Yo iba a ser una de <strong>la</strong>s últimas personasasignada allí.¿Una semana? <strong>No</strong> sabía por dónde empezar exactamente, pero sabía que teníaque hacer algo. Dejé mis c<strong>la</strong>ses en <strong>la</strong> facultad, y busqué <strong>la</strong> ayuda de amistades de<strong>la</strong> School for Designing a Society [escue<strong>la</strong> para el diseño de una sociedad], y mepuse a rezar. Le expliqué lo mejor que pude lo que me estaba pasando a mispadre, mi madre y mis amistades, y seguí rezando. Metí en <strong>la</strong> maleta todo lo quecreí que necesitaría, y dejé todo aquello que pudiera causar demasiadacontroversia o generar problemas, y seguí rezando.Resumiendo, llegué a <strong>la</strong> Base de Verificación de Aberdeen en <strong>la</strong> madrugada del3 de marzo, 2003, y presenté mi solicitud de objeción de conciencia aquel<strong>la</strong>misma mañana. Mis amistades de <strong>la</strong> School for Designing a Society me habíanayudado a saber cómo solicitar el estatus de objetora, así que desde el momentoen que puse el pie en ese nuevo puesto militar, dejé c<strong>la</strong>ro que no quería seguirteniendo nada que ver con el Ejército. Sabía que además de presentardocumentos explicando mi negativa y documentos de apoyo de otras personas,tendría que pasar por entrevistas con un párroco y un psiquiatra, una audienciainformal con un oficial de <strong>la</strong> base, y después esperar a que <strong>la</strong> Junta ExaminadoraMilitar emitiera su decisión final. Al llegar a <strong>la</strong> unidad tuve <strong>la</strong> suerte de que miComandante me asignara a <strong>la</strong> retaguardia. Él no quería que me desplegara con elresto de <strong>la</strong> unidad por miedo a que les bajara <strong>la</strong> moral y pusiera en peligro suseguridad. Me considero bastante poco violenta, pero por mis creencias y por el106


hecho de que si me hubieran ordenado ir a <strong>la</strong> misión, me habría negado, no tuvequeja alguna sobre esa asignación a <strong>la</strong> retarguardia.Efectos de <strong>la</strong> vida militarCuanto más tiempo pasaba en aquel puesto, más ejemplos de engaño seacumu<strong>la</strong>ban ante mis ojos, y de frustración y comportamientos autodestructivospor parte de <strong>la</strong>s tropas, ya que no sabían por qué se les pedía desplegarse. Supede varias personas que llevaban años en el Ejército, leales de pensamiento yacción, y que se quedaron sin <strong>la</strong> pensión porque les degradaron: desaparecían losexpedientes militares que probaban diferentes discapacidades o que iniciabanprocesos para salir del Ejército. Encarce<strong>la</strong>ron y degradaron a soldado raso a unsargento que por error había sido l<strong>la</strong>mado al servicio activo 20 años después delfin de su contrato con el Ejército porque había caído en una depresión por <strong>la</strong>injusticia y había bebido alcoholo en los barracones, y lo hicieron incluso despuésde que se hubiera ac<strong>la</strong>rado el error y se determinara que se le eximiría delservicio y se le volvería a asignar su pensión de jubi<strong>la</strong>ción. Muchos hombres ymujeres frustrados, confundidos, habían empezado a beber también, y se estabanhaciendo daño a sí mismos y a sus seres queridos. De hecho, nunca he visto llorara tantos hombres. Fue en el Ejército donde descubrí que al igual que mi padre,mi tío y yo hasta cuando cambié mi percepción de <strong>la</strong>s cosas, muchos de loshombres y mujeres militares tenían buenas intenciones; era <strong>la</strong> premisa de estasintenciones <strong>la</strong> que a menudo era inexacta o estaba incompleta debido ainexactitudes en <strong>la</strong>s que nos adoctrinaron desde <strong>la</strong> guardería hasta <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>secundaria privada.Fue <strong>la</strong> absoluta falta de interés del Ejército por tener en cuenta, conhonestidad y siendo fieles a <strong>la</strong> verdad, a quienes les habían ofrecido tantafidelidad lo que me puso sobre <strong>la</strong> pista de que era imperativo que buscara dónderecurrir si necesitaba apoyo. Poco después de que desplegaran mi unidad en Irak,mi Comandante aspiró a obtener el rango más alto de los Comandantes, y por ellose dio cuenta de que le iba a p<strong>la</strong>ntear problemas explicar el hecho de que yo nohubiera sido enviada a Irak, siendo una soldada entrenada y en perfectacondición física. Fue entonces cuando me amenazó con usar recursos legalescontra mí por desobedecer una orden directa: “fingimiento y conducta impropiade una soldada” fueron los cargos que presentó contra mí, para que así meentrara miedo y aceptara ir a Irak. Gracias a <strong>la</strong> ayuda del teléfono de ayuda deemergencia para soldadas y soldados (GI Rights Hotline), al equipo de defensalegal militar (Military Law Task Force) y al abogado DC Jim Klimaski, conseguídemostrar que eso era falso, pues el Comandante me había asignado a <strong>la</strong>retaguardia y había firmado un contrato conmigo para asegurarse de que mequedara allí hasta que se resolviera mi caso como objetora de conciencia.Cuando estaba en <strong>la</strong> Base de Verificación de Aberdeen, en Mary<strong>la</strong>nd, conocí auna mujer l<strong>la</strong>mada C<strong>la</strong>ribel Torres, también conocida como C<strong>la</strong>ire o Jewelz, que107


pasó a ser una muy querida amiga mía en aquel<strong>la</strong> fase de militarismo de mi vida.Me permitió quedarme en su casa de De<strong>la</strong>ware cuando nos daban días libres en elbarracón, y en los barracones y en <strong>la</strong> base nos apoyábamos como hermanas.Cuando <strong>la</strong> enviaron a Irak, envié los paquetes que quería enviar y nosescribíamos, y cuando volvió, incluso fui su dama de honor en su segunda boda.Aunque perdimos nuestra amistad, el<strong>la</strong> tuvo un papel fundamental en mifelicidad mientras estuve estacionada en <strong>la</strong> Base de Verificación de Aberdeen.Mucha gente de mi unidad, tanto de <strong>la</strong> que se había alistado como entre losoficiales, compartían abiertamente creencias parecidas a <strong>la</strong>s mías sobre <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>y me apoyaban; sin embargo, <strong>la</strong> mayoría no quería oponerse como yo, por miedoa <strong>la</strong>s consecuencias. La vio<strong>la</strong>ción que sufrí en los barracones, cuya resoluciónlegal no me ha sido transmita ni por <strong>la</strong> división de investigación criminal (CID) nipor <strong>la</strong> oficina del auditor de <strong>guerra</strong> (JAG, Judge Advocate General) de <strong>la</strong> Base deVerificación de Aberdeen, era una materia tan grave que mucha gente en miunidad fue solidaria en extremo.Evitando que otra persona fuera barrida bajo<strong>la</strong> alfombraDios, y mi familia y amistades siempre serán los pi<strong>la</strong>res de mi vida. A esto sesumó que hubo muchos hombres y mujeres de <strong>la</strong> comunidad de activistas que meproporcionaron el cariño y apoyo que necesitaba para sobrellevar aquel<strong>la</strong>experiencia. Damu Smith, Jonah House, Joe Morton, el grupo cuáquero(American Friends Service Committee), <strong>No</strong>t Your Soldier (<strong>No</strong> tu soldad@), <strong>la</strong> Ligade Resistentes a <strong>la</strong> Guerra (WRL), el Anti‐<strong>War</strong>, Anti‐Racism Effort (AWARE, grupoanti<strong>guerra</strong> y antiracismo), <strong>No</strong>t in Our Name (<strong>No</strong> en nuestro nombre), AnarchistPeople of Color (Personas de color anarquistas), Suncere Ali Shakur, el Women ofColor Resource Center (Centro de recursos para mujeres de color), <strong>la</strong> ServiceWomen’s Action Network (SWAN, Red de acción para <strong>la</strong>s militares en activo),Alixa y Naima de Climbing Poetree, y un maravilloso grupo de estudiantesactivistas de <strong>la</strong> universidad de Towson (descansa en paz, Jordan) estuvieron a mi<strong>la</strong>do a lo <strong>la</strong>rgo de todo el proceso. <strong>No</strong> sería honesto decir que sentí que todosactuaran por una solidaridad altruista con mi caso. De hecho, hubo algúnmomento en que sentí rechazo por el 90% de los grupos con los que estaba encontacto, porque sentí que me trataban como si fuera una oportunidad paradifundir su causa y no un ser humano. <strong>No</strong> obstante, con <strong>la</strong> distancia del tiempo,entiendo que todo su interés y <strong>la</strong>s invitaciones a participar en los diferentes actosdel movimiento anti<strong>guerra</strong> fueron herramientas que posibilitaron que mi casorecibiera <strong>la</strong> publicidad colectiva necesaria para que <strong>la</strong> burocracia militar nopudiera barrer mi caso bajo el felpudo, como otros muchos. De ahí que sientogratitud hacia todos. A quienes me vieron como una persona, más allá de lo queyo pudiera representar, todo mi amor y mi gratitud.Amy Goodman de Democracy <strong>No</strong>w!, Eunice Buckner‐Boone de WEFT, RymeKhatkouda de WPFW, el Chicago Tribune, y The Guardian proporcionaron el apoyo108


personal y mediático que me permitió sobreponerme ante <strong>la</strong> amenaza de dosaños de cárcel por mis creencias. Aunque no reprodujeron correctamente mispa<strong>la</strong>bras en el Chicago Tribune, les doy <strong>la</strong>s gracias a todos por haber hechoposible que una resistencia que venía del propio interior del ejército pudiera serconocida. A través de estas experiencias, aprendí sobre el poder de los medios decomunicación, y sobre el poder que tenía contar tu propia historia.En diciembre de 2003, me negaron el estatus de objetora. Era <strong>la</strong> decisión finalde <strong>la</strong> Junta Examinadora Militar. Volví a mi casa en Illinois, donde el abogado deChicago, Charles Nissam‐Sabbat, me asistió en lo que fue preparar e identificaruna estrategia para presentar recurso de habeas corpus y así defender miposición de objetora de conciencia a pesar de <strong>la</strong> decisión del tribunal, en caso deque me volvieran a movilizar y ordenar ir a alguna misión. Después de abandonarel Ejército, mi querida amiga Cecil Smith, Jr., tuvo una actitud bel<strong>la</strong>menteabierta y comprometida con ayudarme a ver/soñar más allá de mi experienciamilitar traumática, y así seguir ade<strong>la</strong>nte con toda mi fortaleza. Con todo y parasiempre, mi fe en Dios me ha permitido dejar atrás mis demonios y acceder a <strong>la</strong>sbendiciones de mi interior. Sigo ade<strong>la</strong>nte bajo <strong>la</strong> luz y <strong>la</strong> armonía que creó elmundo, y doy gracias a quienes creen en y buscan lo que es justo.109


Anita ColeA finales de noviembre del 2001, Anita Cole, recibió su liberación delservicio al ejército estadounidense como una objetora de conciencia (OC)a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>.Antes de entrar a <strong>la</strong>s fuerzas armadas, me sentía como muchaspersonas se sienten, hab<strong>la</strong>ndo de manera general, sentía que asesinar eramalo, pero a momentos consideraba que matar era inevitable e inclusojustificable, como, por ejemplo, en una <strong>guerra</strong>..Yo soy una persona de convicciones intensas. Mis padres me criaroncreyendo que sirvir a <strong>la</strong> sociedad -entregando tiempo y donandorecursoses un imperativo moral. Desde que era una niña, siempre he sidoagradecida de ser una ciudadana estadounidense; Senti que todas <strong>la</strong>spersonas deben de servir a su país y <strong>la</strong>s Fuerzas Armadas ape<strong>la</strong>ban a mícon un esfuerzo mezc<strong>la</strong>do con sentido.Después de graduarme del bachiller decidí unirme al Ejército. Mimotivo para unirme al Ejército no fue recibir un crédito para el bachillero cualquier otro incentivo monetario, al momento de mi enlistamientome sentí llena de orgullo y profundamente plena con mi compromiso deservir a mi país.Durante el entrenamiento básico, el entramiento con bayoneta seconjugaba con el mantra "¿Qué hace el pasto crecer?!! Sangre, sangre,sangre hace el pasto crecer!!," esto me choqueo. Pero incluso en esemomento, pensé que si eramos l<strong>la</strong>madas para <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, también deberiaenarbo<strong>la</strong>r el espíritu guerrero.En agosto del 2000, fui enviada al recinto para calificar para mi armaasignada: "<strong>la</strong> M-16A2". Estaba profundamente atormentada ytraumatizada mientras disparaba con una arma mortal a siluetashumanas, un sargento percibiendo mi, obvio, acongojamiento trato dedarme una motivación diciendo: "Vamos, tu eres una asesina". En elmomento estaba tan aturdida que no fui capaz de razonar.Me dije a mi misma que sólo estaba "haciendo agujeros en papeles".A pesar de este acto de voluntad (.......) de todas formas <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras delNCO en el recinto ("Vamos, tu eres una asesina") me han perseguidocontinuamente. Esta "arenga", cimento en mi consciencia <strong>la</strong> objeción amis obligaciones como soldado.Mi conciencia, <strong>la</strong> meditación, <strong>la</strong> lectura y <strong>la</strong> instrospección me hanllevado a respetar <strong>la</strong> verdadera naturaleza de mi ser; <strong>No</strong> sere capaz devivir en ningun tipo de paz si es que mato, dejo a otros matar o apoyo enmis pensamientos o en mi manera de vivir cuaquier acto de matar .... Enotras pa<strong>la</strong>bras, soy una objetora de conciencia en el sentido literal.Publicado en El fusil roto no 70, mayo de 2006. http://wriirg.org/pubs/br70‐es.htm110


Tina Garnanez"Yo era una Nativa perdida". Tina Garnanez reflecciona sobre sutiempo en el Ejército.Tina creció en una reserva Navajo y trabajó en <strong>la</strong> educación públicaen Farmingtono, Nueva Mexico. Siendo <strong>la</strong> única hija de cinco niñoscriados por una madre soltera, Tina se enlistó cuando tenia 17 años,para obtener dinero para el bachillerato."Yo quería asistir al bachiller y sabia que, entre <strong>la</strong> situación de mifamilia y siendo parte de <strong>la</strong> reserva de Americanos y AmericanasNativas, tenia pocas opciones para alcanzar una educacion debachiller."Tina, fue enviada a Kosovo en marzo del 2003, en ese mes losaviones estadounidenses comenzaron a bombardear Bagdad y, en juliodel 2004, Tina fue enviada a Irak.Tina, ya había cumplido el tiempo requerido, pero el Ejércitoestadounidense puede extender el enlistamiento de un soldado pormedio de una política l<strong>la</strong>mada "stop-loss."Como medico en Irak, Tina, transfería pacientes desde <strong>la</strong>ambu<strong>la</strong>ncia hasta el hospital donde el<strong>la</strong> evidenció el alto costo de <strong>la</strong><strong>guerra</strong>: "yo vi cuerpos desfigurados, soldados que perdian <strong>la</strong> cordura..."El<strong>la</strong> también viajó con convoys entregando suministros medicos a<strong>la</strong>s bases, en uno de estos convoys, Tina, por muy poco escapó de unaexplosión; Una bomba explotó y polvo de roca voló por todos <strong>la</strong>dos."Estaba tan enojada... no enojada con los iraquíes, pero enojada porel motivo por <strong>la</strong> cual estaba allí. Para qué?, me pregunté, mi madrehabría recibido una bandera dob<strong>la</strong>da en forma de triángulo en cambiode su única hija."El<strong>la</strong> supo en el momento que no podia seguir sirviendo en esta<strong>guerra</strong>: "He terminado...no estoy peleando por ninguna agencia depetroleo de otros."Tina, esta en su casa en Silver City, Nuevo Mexico, honorablementedes-enlistada; "Yo en verdad quisiera nunca haber estado en elEjército... ahora tengo un desorden de Stress Post Traumático. Yo ahorame sobresalto con todo."111


Tina, dice que el<strong>la</strong> le hab<strong>la</strong> a muchos estudiantes de secundaria,porque los reclutadores se enfocan en estudiantes pobres y de minorías.Esta juventud está buscando un camino de salida, fuera de los ghettos,fuera de <strong>la</strong> probreza, fuera de los lugares donde hay poca esperanza demejores espectativas: "Las fuerzas armadas no son <strong>la</strong> única opción, peronormalmente son los reclutadores de <strong>la</strong>s fuerzas armadas los únicos quevan a estas escue<strong>la</strong>s."Tina, a luchado por entender como el<strong>la</strong>, como una Americana Nativa,pudo ser parte de <strong>la</strong> misma maquinaría que casi exterminó a su pueblo."Rompiendo acuerdos... Forzandonos en reservaciones...Yo era unaNativa perdida."Pero Tina, a encontrado su camino como parte de un movimientocreciente de soldados que hab<strong>la</strong>n en contra de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> en Irak.Tina Garnanez, entrevistadas por Christine Ahn, Women of ColourResources Center. <strong>War</strong> Times; Tiempo de Guerras.112


Katherine JashinskiSoy una SPC en el Ejército de <strong>la</strong> Guardia Nacional de Texas. Nací enMilwaukee y tengo 22 años. A <strong>la</strong> edad de 19 me enlisté en <strong>la</strong> Guardiacomo cocinera porque queria experimentar <strong>la</strong> vida militar. Cuandome enlisté yo creía que matar era inmoral, pero también que <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>seran una parte inevitable de <strong>la</strong> vida, por lo tanto, una excepción a <strong>la</strong>norma.Después de enlistarme comencé <strong>la</strong> lenta transformación hacia <strong>la</strong>adultez. Como muchas adolecentes que dejan su hogar por primera vez,pase por un periodo de crecimiento y de búsqueda interior, del alma.Conocí a mucha gente nueva e ideas que expandieron mis limitadasexperiencias.Después de leer ensayos por Bertrand Russel, viajar al Pacífico Sur yhab<strong>la</strong>ndo con personas de todo el mundo, mis creencias sobre <strong>la</strong>humanidad y su re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> cambiaron. Comencé a ver unaimagen más grande del mundo y comencé a re-evaluar todo lo que habíaaprendido sobre <strong>guerra</strong>s mientras era una niña. Desarrolle <strong>la</strong> idea de quetomar vidas humanas estaba mal y que <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s no eran una excepción.Así fui capaz de c<strong>la</strong>rificar quién soy y cuales son mis principios.La que yo más respeto en este mundo es <strong>la</strong> vida y yo nunca tomare <strong>la</strong>vida de otra persona.Asi como otros tienen fe en dios, yo tengo fe en <strong>la</strong> humanidad.Tengo una profunda convicción de que <strong>la</strong>s personas tienen quesolucionar todos los conflictos por medio de <strong>la</strong> diplomacia pacífica, sin eluso de <strong>la</strong> violencia. La violencia solo provoca más violencia.Porque creo fuertemente en <strong>la</strong> noviolencia, no puedo realizar ningúnrol en <strong>la</strong>s fuerzas armadas.Toda persona que realiza alguna <strong>la</strong>bor, sea <strong>la</strong> que sea, en el Ejércitocontribuye de alguna manera a <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nificación, preparación oimplementación de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>.Por 18 meses, mientras mi estatus de CO estaba en espera, herespetado mi compromiso con el Ejército y he hecho todo lo que me hanpedido.Ahora he llegado al punto donde estoy forzada a elegir entre miobligación legal al Ejército y mi profundos valores morales. Quiero dejaren c<strong>la</strong>ro que no compremetere mis creencias por ningún motivo.Yo tengo una obligación moral no solo conmigo, con el mundo enteroy esto es más importante que cualquier contrato legal.Yo utilizare todos mi derechos legales para no tomar un arma y noparticipar en esfuerzos de <strong>guerra</strong>. Estoy determinada a ser des-enlistadacomo una OC y, durante el proceso de ape<strong>la</strong>ción, continuaré siguiendoordenes que no choquen con mi conciencia hasta que mi estatus searesuelto. Estoy preparada para aceptar <strong>la</strong>s consecuencias por adherir yrespetar a mis creencias.113


Las mujeres turcas despiertan a <strong>la</strong> objeciónde concienciaPor Ferda ÜlkerConsideremos primero <strong>la</strong> situación actual en Turquía antes de pasar aanalizar <strong>la</strong> lucha por <strong>la</strong> objeción de conciencia y el tema de <strong>la</strong>s objetorasde conciencia.Nacidos para ser soldadosLa historia de <strong>la</strong> República de Turquía es <strong>la</strong> historia de un pueblo que procedíade una tradición imperial y que posteriormente volvió <strong>la</strong> mirada a Occidente.Todas <strong>la</strong>s reformas que siguieron al establecimiento de <strong>la</strong> República de Turquíaaspiraban a un futuro bril<strong>la</strong>nte más prometedor. Los dueños de este proyecto deConstrucción de una Nación(‐Estado) eran soldados. Este proceso, emprendidobajo el liderazgo de Ataturk, perdió con el tiempo toda cualidad progresista; elEjército turco, sin embargo, mantuvo su hegemonía. Podríamos decir queculturalmente hoy también se concibe el Ejército turco como salvador y defensordel régimen político: lo que implica que está por encima de toda crítica. Y estoha ocurrido a pesar de su efecto aniqui<strong>la</strong>dor, c<strong>la</strong>ramente perceptible en todos ycada uno de los numerosos momentos en que esta institución ha considerado queexistía una amenaza al régimen, cuando no ha dudado en dar golpes militares,“poderosos” y “destructivos”. El golpe militar del 12 de septiembre de 1980 hadejado una huel<strong>la</strong> profunda en <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción turca, y esta herida sigue precisandoser sanada.En <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>, lo fundamental que se nos enseña es que somos una Nación‐Ejército. Ya en los primeros años de colegio, juramos defender <strong>la</strong> nación hastacon <strong>la</strong> última gota de nuestra sangre. Todas <strong>la</strong>s mañanas prometemossacrificarnos como parte que somos de esta nación, y como ofrenda a <strong>la</strong> nación.“Todo turco es un soldado desde <strong>la</strong> cuna” se nos repite una y otra vez. Al margende lo que hagamos o seamos, no hay elección: siempre seremos soldados, desde<strong>la</strong> cuna. Puede que no sepamos qué vamos a hacer cuando seamos mayores; loque sí está c<strong>la</strong>ro es que somos sin duda alguna soldados, y que siempre loseremos. Los chicos son pequeños soldados, y nosotras, pequeñas Ayses, según <strong>la</strong>canción infantil que dice:“Soldadito, soldadito, dime, ¿qué estás haciendo?Estoy limpiando mi fusil, poniéndole municiones.Pequeña Ayse, pequeña Ayse, ¿qué estás haciendo tú?Estoy cuidando a mi bebé, cantándole una nana.”<strong>No</strong>s enseñan que Turquía limita por tres de sus <strong>la</strong>dos con tres mares y conenemigos por los cuatro <strong>la</strong>dos. El Ejército turco concibe los enemigos y <strong>la</strong>s114


amenazas, y actúa en coherencia con estos escenarios teniendo al pueblo turcopreparado y en formación ante <strong>la</strong> eventualidad de un ataque. Se supone quenosotros, el pueblo turco, tenemos reflejos militares: cualquier crítica al Ejércitopuede implicar que te acusen de ser un enemigo doméstico.La historia de <strong>la</strong> República de Turquía, a lo <strong>la</strong>rgo de <strong>la</strong> cual se ha diseñadotoda nuestra vida en sociedad, ha inyectado el militarismo en nuestras vidascotidianas, convirtiéndolo en una parte fundamental de nuestras tradiciones. Unode los efectos directos de esta situación ha sido que se considera el machismocomo una parte casi natural y necesaria de <strong>la</strong> realidad social. Así, el militarismoes uno de los bastiones del machismo, útil para alentarlo y consolidarlo.Lo que es ser hombre y ser mujer queda descrito y codificado desde elmilitarismo, y cualquier tercera posibilidad es considerada una enfermedad. ElEjército turco protegió esa idea de “ser hombre” cuando se estableció que <strong>la</strong>homosexualidad era una enfermedad incurable y que los homosexuales quedaban,por tanto, exentos del servicio militar por razones de “incapacidad”.Respecto a <strong>la</strong>s mujeres, en Turquía no se <strong>la</strong>s recluta. Por desgracia, esto no esel resultado de una <strong>la</strong>rga lucha ni de algo positivo que proceda de que seconsidere que el ejército es algo negativo. La causa es que <strong>la</strong>s mujeres sonconcebidas como el segundo sexo: no son dignas de cumplir con este “debersagrado”. Se piensa que el lugar de <strong>la</strong>s mujeres es el “hogar”, y que su deber escuidar de los niños y <strong>la</strong>s niñas. El Ejército es el lugar de “los hombres de verdad”,de ahí que no tengan cabida en sus fi<strong>la</strong>s segundos ni terceros sexos. En estemundo masculino, todo lo re<strong>la</strong>cionado con <strong>la</strong>s mujeres y lo femenino se utilizapara insultar.Así pues, <strong>la</strong> cuestión es, ¿por qué nosotras, mujeres que no deseamos ingresaren el Ejército (seamos bienvenidas o no) nos dec<strong>la</strong>ramos objetoras de conciencia,y por qué decimos “no” al militarismo?La objeción de conciencia en TurquíaEn Turquía los temas del Ejército son tabú y <strong>la</strong>s personas que los suscitamossomos objeto de represión. Sería injusto no mencionar el papel que ha tenido elmovimiento de objeción de conciencia respecto a <strong>la</strong> apertura de espacios(aunque estén limitados) en <strong>la</strong> sociedad actual, espacios donde se pueda hab<strong>la</strong>r,analizar <strong>la</strong> cuestión del Ejército y del militarismo. Se trata de un movimiento queha sobrevivido en condiciones muy difíciles, sostenido por muy poca gente,personas que le han tenido que dedicar todo su tiempo y energías. Ser parte delmovimiento de objeción de conciencia turco ha significado que incluso <strong>la</strong>izquierda nos consideraba personas raras, aunque pudieran vernos comointeresantes también: siendo nuestras acciones y nuestro discurso muy distintos alos de <strong>la</strong> izquierda, les costaba y cuesta comprender nuestros análisis. El115


movimiento kurdo también eligió distanciarse cuando se dieron cuenta de que ellema “Ni ejércitos ni montañas (guerril<strong>la</strong>s)” no era mera táctica sino principiofundamental en el movimiento.Ser objetor u objetora, apoyar al movimiento de objeción de conciencia ydefender el derecho a <strong>la</strong> objeción de conciencia en un contexto tan militarizadoconlleva un alto riesgo de represión legal. La objeción de conciencia no estáreconocida como derecho en Turquía. Para <strong>la</strong> sociedad turca, <strong>la</strong> objeción de loshombres es cobardía, <strong>la</strong> cobardía de no querer cumplir con su deber; y <strong>la</strong>objeción de <strong>la</strong>s mujeres no se comprende, <strong>la</strong> consideran superflua. <strong>No</strong> sólo <strong>la</strong>sociedad, esto ocurre también en los movimientos de oposición de <strong>la</strong> izquierda,entre <strong>la</strong>s feministas e incluso entre parte de los objetores de conciencia. Ocurreporque <strong>la</strong> mayoría concibe <strong>la</strong> objeción de conciencia meramente como <strong>la</strong>negativa a realizar el servicio militar, por eso no les cabe en <strong>la</strong> cabeza qué podríasignificar <strong>la</strong> objeción de conciencia de <strong>la</strong>s mujeres.Los objetores de conciencia surgieron por primera vez a principios de <strong>la</strong>década de los noventa. Unos años más tarde, a raíz de sus primerasdec<strong>la</strong>raciones, se fundó <strong>la</strong> Asociación de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra de Izmir. Esteespacio, pob<strong>la</strong>do por un puñado de activistas que se negaban a limitar e<strong>la</strong>ntimilitarismo a una línea política teórica y lo conectaban también con unamanera de vivir, se convirtió en el lugar fundamental de encuentro para <strong>la</strong>spersonas que apoyaban <strong>la</strong> objeción de conciencia. En un sentido, se ha convertidoen el lugar de referencia para cualquier dec<strong>la</strong>ración, acción o actividadre<strong>la</strong>cionada con <strong>la</strong> objeción.La objeción de conciencia ha estado en <strong>la</strong> agenda social a varios niveles y endiferentes periodos. Incluso a día de hoy, no existe una definición del tipo deestrategia a seguir; se trata de una lucha de reacción: se organizan accionescuando pueden encarce<strong>la</strong>r a algún objetor. En <strong>la</strong>s campañas, no obstante,intentamos llegar a cuanta más gente nos sea posible. Sin embargo, no podemosdecir que nos hayamos convertido en un movimiento aún. El Grupo de TrabajoObjeción de Conciencia, que se creó en <strong>la</strong> Asociación no consiguió funcionar bien.Hasta <strong>la</strong> fecha, seguimos juntándonos sólo cuando tenemos que montar estascampañas.Todas nuestras acciones, actividades y dec<strong>la</strong>raciones se desarrol<strong>la</strong>n, por lotanto, en este marco. Y dado lo muy costoso que es participar, al final sólo lleganhasta el final un puñado de personas, lo que termina debilitando y disolviendo <strong>la</strong>scampañas, y nos deja una sensación de agotamiento y de personas heridas que sedistancian. Sin embargo, no debemos olvidar algo crucial: quienes determinan elcurso de los acontecimientos no somos los y <strong>la</strong>s activistas; el tema “Cárcel” vienedeterminado por <strong>la</strong>s autoridades militares, y quizá esto sirva para explicar porqué <strong>la</strong>s campañas se van debilitando.116


En mi opinión, en este escenario tan poco radiante, no todo es negativo.Contra todo, hemos ido manteniendo un proceso continuado, y esto sigueproporcionando <strong>la</strong> posibilidad de que se genere un movimiento mucho más fuerteen el futuro. Aunque somos pocas personas numéricamente, no hemos perdido <strong>la</strong>esperanza. En Turquía, <strong>la</strong> objeción de conciencia ha sido concebida desde e<strong>la</strong>ntimilitarismo: es un terreno abierto de lucha nutrido de personas concretas eintrínsicamente antimilitarista. Es vital que esta lucha sea capaz de rechazartodos y cada uno de los brazos del militarismo.Las mujeres en <strong>la</strong> lucha por <strong>la</strong> objeción de concienciaLa objeción de conciencia ha sido asociada únicamente a los objetores deconciencia. De hecho, los temas del movimiento han sido presentados yconcebidos por ellos, han venido determinados sobre todo por el tema de <strong>la</strong>obligación de que los hombres hagan el servicio militar obligatorio. <strong>No</strong>sotras <strong>la</strong>smujeres no nos hemos considerado agentes de <strong>la</strong> lucha desde el principio, sinopersonas que les apoyaban. A medida que nos íbamos implicando más, nos fuimosdando cuenta de lo importante que es incluir a <strong>la</strong>s mujeres en <strong>la</strong> lucha de estemovimiento. Sin embargo, durante mucho tiempo no pudimos reunir el valornecesario como para decir “aquí estamos, somos parte de esta lucha”. Una de <strong>la</strong>srazones que podría explicarlo es justamente lo hondo que nos afecta <strong>la</strong> culturamilitarista en <strong>la</strong> que vivimos; tanto que, incluso aunque participemos enmovimientos de disidencia, podemos estar perpetuando sin querer cosas quedeberíamos estar combatiendo. Como mujeres, incluso en <strong>la</strong>s reuniones de losmovimientos de oposición, tenemos miedo a hab<strong>la</strong>r: cuando se nos ocurre unaidea, no <strong>la</strong> expresamos, <strong>la</strong> pensamos y repensamos, para poder<strong>la</strong> presentar con <strong>la</strong>mejor argumentación posible y que así no se pueda descartar fácilmente, y elcaso es que el tiempo pasa y ahí estamos, esperando el momento adecuado parahab<strong>la</strong>r.Queríamos argumentar (y no lo conseguimos entonces) que <strong>la</strong> objeción deconciencia no es un área limitada a hombres concretos, que si así loconcebíamos, podríamos terminar haciendo análisis machistas, y que aunque <strong>la</strong>objeción de conciencia se re<strong>la</strong>ciona con los ejércitos y <strong>la</strong>s obligaciones militares,con todo, el tema requiere un enfoque más amplio. A <strong>la</strong>s mujeres, nos ha llevadomucho tiempo reunir el valor necesario para expresar nuestros análisis. El 15 demayo del 2004, en el Primer Festival Militurista, cinco compañeras nuestras sedec<strong>la</strong>raron objetoras de conciencia públicamente. Su valor, en el contexto decríticas del estilo “Muy bien, bonita, pero ¿qué tiene que ver contigo?”, nosanimó a más mujeres a dec<strong>la</strong>rarnos objetoras a partir de aquel<strong>la</strong> acción. En <strong>la</strong>actualidad, existen 62 personas haciendo <strong>la</strong> objeción de conciencia en Turquía y13 son mujeres. Puede que <strong>la</strong> cifra parezca menor, pero considerando lo jovenque es esta lucha y lo profundamente arraigado que está el militarismo ennuestra cultura, no se debe subestimar.117


¿Qué es lo que hizo que <strong>la</strong>s mujeres reunieran el valor necesario como paradar el paso de dec<strong>la</strong>rarse objetoras? En mi opinión, ocurrió principalmenteporque llegamos a un punto en que tuvimos que decidir si íbamos a luchar paraque nos tuviera en cuenta o si íbamos a renunciar a eso. <strong>No</strong>sotras luchábamos pormás temas que el de exigir el derecho de los hombres a no realizar el serviciomilitar. Eso podría ampliar <strong>la</strong> agenda del movimiento de objeción de conciencia,además de visibilizar a <strong>la</strong>s mujeres, generadoras de esos otros p<strong>la</strong>nteamientos.<strong>No</strong> obstante, como pensábamos que el proceso iba a ser difícil, seguíamosesperando que llegara el momento adecuado. Y para mí, aquel momento llegócuando vi abrir <strong>la</strong> brecha a <strong>la</strong>s primeras mujeres que se dec<strong>la</strong>raron objetoraspúblicamente. Paro <strong>la</strong>s cinco siguientes, nuestro momento iba a llegar cuandoorganizábamos <strong>la</strong>s acciones para el Festival Militurista, pues pasamos muchotiempo juntas, preparándo<strong>la</strong>s, y no parábamos de discutir temas. Se puede decirque <strong>la</strong>s cinco decidimos dec<strong>la</strong>rar nuestra objeción juntas a raíz de haber estadotrabajando juntas: sabíamos que iban a hacernos muchas preguntas sobre por quélo hacíamos, pero habíamos madurado nuestras razones en los últimos años yhabía llegado nuestro momento.Dec<strong>la</strong>raciones de Objetoras de ConcienciaLas siguientes citas de <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones públicas de <strong>la</strong>s primeras objetorassirven para ilustrar mejor de lo que yo pueda expresar <strong>la</strong> posición y el análisis de<strong>la</strong>s objetoras de conciencia.Inci Ag<strong>la</strong>gul, <strong>la</strong> primera objetora de conciencia:“Me consideraré cómplice si continuo en silencio. Y de ningunamanera deseo ser cómplice de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> ni del militarismo, ni observar sinhacer nada cómo encarce<strong>la</strong>n nuestras vidas, nuestras mentes y nuestrossueños. <strong>No</strong> participaré en ninguna maquinaria que socave <strong>la</strong> vida. Por esorechazo el servicio militar, el militarismo y esta compulsión al estilo devida que nos imponen”.Nazan Askeran (fallecida recientemente):“Rechazo cualquier tipo de violencia, organizada o no organizada. <strong>No</strong>quiero matar ni morir en ninguna <strong>guerra</strong>. Además, también me niego a seruna amenaza, una aniqui<strong>la</strong>dora de <strong>la</strong> vida orgánica / no orgánica queexistirá en este p<strong>la</strong>neta cuando hayamos desaparecido. Rechazo el enfoquemilitarista que introduce y legitimiza el militarismo para oprimir, seroprimidas/os; para dar órdenes y recibir órdenes; para matar y morir.Rechazo <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, el servicio militar, <strong>la</strong> violencia en todas <strong>la</strong>s áreas denuestras vidas”.Escuchemos ahora <strong>la</strong> voz de Cey<strong>la</strong>n Ozerengin:“Dejemos que todo el mundo viva y actúe según sus deseos y su modode pensar. En mi opinión, <strong>la</strong> vida humana es el único concepto sagrado que118


existe en <strong>la</strong> tierra. Rechazo todos los otros “deberes sagrados” que se nosimponen, los rechazo radicalmente”.Ayse Girgin:“Como mujer, y aunque no me re<strong>la</strong>ciono con el militarismo desde elejército, tengo que enfrentarme al militarismo en todas y cada una de <strong>la</strong>sáreas de mi vida. Lucho contra él con todas mis fuerzas en este mundo quebasa todos sus re<strong>la</strong>ciones en nociones de hegemonía-opresión,discriminación machista y todo tipo de violencia, sangrienta y nosangrienta. Rechazo todas <strong>la</strong>s manifestaciones del militarismo”.Figen:“Las mujeres somos el grupo más oprimido del militarismo, aunque nose nos reclute. El militarismo, como ideología patriarcal, define nuestrasvidas, haciendo que <strong>la</strong>s mujeres sean percibidas como propiedad, criadas,esc<strong>la</strong>vas, objetos, personas que no están ahí para expresarse y sí para seracosadas/vio<strong>la</strong>das. En Turquía, donde hoy son visibles los rastros del golpemilitar, del gobierno militar y de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> que hay, <strong>la</strong> liberación de <strong>la</strong>smujeres es posible a través de <strong>la</strong> lucha contra el militarismo.Dec<strong>la</strong>ro mi objeción en nombre de los millones de niños y niñas cuyasvidas fueron partidas en dos después del golpe militar del 12 deseptiembre de 1980. Presenciamos el terror de aquel 12 de septiembre y delo que se siguió después, vivimos aquel terror. Mataron a nuestraspersonas queridas, hubo desapariciones, personas forzadas al exilio, oaterrorizadas a tal punto que aprendimos que el miedo es bueno. Con elgolpe militar del 12 de septiembre, comprendimos para qué servían losejércitos. El ejército es miedo, existe para crear miedo. El ejército es elterror”.Todas estas dec<strong>la</strong>raciones comparten un punto de vista feminista a <strong>la</strong> hora dehacer <strong>la</strong> crítica al militarismo. Lo fundamental es que dejan c<strong>la</strong>ro su rechazo almilitarismo, adopte éste <strong>la</strong> forma que adopte. La tradición ubica <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción de<strong>la</strong>s mujeres con el servicio militar en los temas de maternidad, de ser hermanas,esposas, novias de hombres que serán soldados. Sin embargo, <strong>la</strong>s objetoras deconciencia, <strong>la</strong> mayoría feministas y antimilitaristas, manifiestan en susdec<strong>la</strong>raciones públicas que existen maneras de re<strong>la</strong>cionarse con el ejércitodiferentes a <strong>la</strong>s que concibe <strong>la</strong> tradición.Los hombres intentan explicar el papel de <strong>la</strong>s mujeres en el movimiento deobjeción de conciencia como el de esposas, hermanas o madres de los objetoresde conciencia. Ésta es <strong>la</strong> visión aceptada por todos. Cuando no se da dichaconexión, dicen los hombres, es porque <strong>la</strong> mujer tiene algún amigo objetor.Obviamente, estas razones que explican <strong>la</strong> implicación de <strong>la</strong>s mujeres en elmovimiento de objeción de conciencia parten de que <strong>la</strong> existencia de <strong>la</strong>s mujeres119


está supeditada a su re<strong>la</strong>ción con los hombres. Nuestras dec<strong>la</strong>raciones públicasexplican por qué estamos aquí, en este movimiento. Es evidente que apoyamos alos objetores de conciencia por negarse a realizar el servicio militar, así lo hacecualquier persona que esté sensibilizada con este tema. Pero nuestra intención ypapel fundamental es visibilizar que el militarismo invade todas <strong>la</strong>s áreas de <strong>la</strong>vida en sociedad, todas <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones sociales. Queremos que esto se vea conc<strong>la</strong>ridad, para poder combatirlo.Sin duda, <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones l<strong>la</strong>madas “tradicionales” son en sí mismasrechazables, aunque cuando consideramos lo que se manifiesta vemos que estoscontextos también quedan incluidos. Las objetoras de conciencia construimosnuestra re<strong>la</strong>ción con el militarismo a partir de nuestra propia existencia ynuestros “problemas” específicos, y no a través de los hombres de nuestras vidas.Como nuestras dec<strong>la</strong>raciones reflejan c<strong>la</strong>ramente, no consideramos <strong>la</strong> objeciónun mero rechazo al servicio militar obligatorio, sino que para nosotras escuestionar el militarismo en su conjunto.¿Qué significan <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de objeción de hombres ymujeres?El punto común de <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de objetoras y objetores es suposicionamiento antimilitarista y <strong>la</strong> crítica abierta al militarismo. El objetivo esidentificar y mostrar el militarismo en todas sus manifestaciones y todos loscontextos, así como dec<strong>la</strong>rar públicamente que no participaremos en elmilitarismo bajo ningún concepto. Ninguna de <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de objetores uobjetoras se limita a exigir <strong>la</strong> abolición del servicio militar obligatorio. Más bien,pretenden mostrar el militarismo como práctica criminal y perversa así comomanifestar que sus crímenes nunca serán excusados.A partir de aquí, entra en funcionamiento un proceso diferente, que introduce<strong>la</strong> diferenciación respecto a <strong>la</strong> resistencia de los objetores y de <strong>la</strong>s objetoras: <strong>la</strong>posibilidad de que los hombres sean enviados a <strong>la</strong> cárcel o forzados a hacer elservicio militar. Este riesgo impone que los objetores se vean obligados a aceptaruna “muerte civil”.Las mujeres aún no se enfrentan a este riesgo de detención oencarce<strong>la</strong>miento, lo que no significa que esto no vaya a ocurrir jamás.Actualmente, lo normal es que ni los hombres ni <strong>la</strong>s mujeres sean procesados. Sinembargo, algunos hombres son procesados y castigados por no cumplir con <strong>la</strong>sórdenes; para <strong>la</strong>s mujeres, el único riesgo judicial surge del artículo quecriminaliza “disuadir al público de que cump<strong>la</strong>n con su deber militar”. Hastaahora ninguna mujer ha sido procesada por eso, y pienso que esto se explica enparte porque no se nos toma en serio.El Ejército dispone de muchas herramientas para neutralizar <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>racionesde los objetores de conciencia. Como movimiento, intentamos influir en un120


proceso que está de hecho determinado por otros. Sin embargo, frente a <strong>la</strong>sobjetoras de conciencia, el Ejército no parece tener una política c<strong>la</strong>ra a seguir. Elpotencial de <strong>la</strong> objeción de conciencia de <strong>la</strong>s mujeres es que muestra que <strong>la</strong>cultura militarista de <strong>la</strong> sociedad no es inevitable o inmutable. La c<strong>la</strong>ve parasalvar <strong>la</strong> lucha por <strong>la</strong> objeción de conciencia de <strong>la</strong>s críticas existentes (equiparar<strong>la</strong> objeción de los hombres con <strong>la</strong> cobardía) son <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de <strong>la</strong>sobjetoras. La implicación de <strong>la</strong>s mujeres en el movimiento puede llevarlo a otrafase. En este sentido, es deseable que se multipliquen <strong>la</strong>s preguntas: ¿por qué?,¿qué intentas decir haciendo eso? Las respuestas a estas preguntas podrían abrir<strong>la</strong> puerta a un nuevo mundo. Quizá sea demasiado pronto como para decir algoasí, pero cuando imagino manifestaciones con miles de objetoras, también soycapaz de soñar con <strong>la</strong> posibilidad de llegar a <strong>la</strong> conciencia de <strong>la</strong>s personas,atravesando <strong>la</strong>s capas de polvo y corrupción de los siglos. Pero para que un sueñotan fantástico se haga realidad, todos y todas tenemos trabajo que hacer. Latarea primera y principal es asumir <strong>la</strong> responsabilidad de llegar a construir unmovimiento.Las necesidades de <strong>la</strong>s objetoras de concienciaA pesar de <strong>la</strong>s críticas que se le hacen a <strong>la</strong>s mujeres que deciden serobjetoras, seguimos aquí como objetoras y no pensamos dejar de existir. Despuésde tres años en <strong>la</strong> lucha, nuestra primera necesidad es conocernos mejor y crearjuntas un lenguaje común que explique nuestra postura política. <strong>No</strong> conozcocuáles son <strong>la</strong>s necesidades de <strong>la</strong>s objetoras en otras partes del mundo, pero loque necesitamos aquí en primer lugar es construir este lugar común. Nuestrahistoria es todavía muy corta. Como objetoras de conciencia que viven enTurquía, nuestra necesidad más urgente es ser muy conscientes de los puntos enque estamos de acuerdo y también de los que son diferentes, para poder crear unlenguaje que recoja el consenso más amplio posible dentro del movimiento. Todasy todos compartimos <strong>la</strong> crítica al militarismo en nuestras dec<strong>la</strong>raciones públicas,<strong>la</strong>s diferencias se dan en <strong>la</strong>s argumentaciones que <strong>la</strong>s fundamentan.Sin embargo, algo que constantemente se ignora es que somos parte de <strong>la</strong>lucha antimilitarista. Sin duda, somos conscientes del amplio espectro de<strong>la</strong>ntimilitarismo. Cuando miramos <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción entre objeción de conciencia ymujeres, se ve c<strong>la</strong>ramente que estamos aún al inicio de un camino. Por eso,constituye una oportunidad de oro para <strong>la</strong> lucha antimilitarista que nosotraspodamos reforzar que se p<strong>la</strong>nteen preguntas. Porque cuanto más se fortalezcan<strong>la</strong>s preguntas, más sólidas serán <strong>la</strong>s respuestas. En este contexto, es evidente que<strong>la</strong> comunicación y el compartir experiencias en el foro internacional nos ayudatanto moralmente como en términos prácticos.Un agradecimiento a Alp, Ash, Cuneyt y Ulku por su ayuda con <strong>la</strong> traducción y <strong>la</strong>corrección del turco al inglés.121


Manifiesto mi rechazo al militarismoFerda ÜlkerComo es lógico, desde que me he definido comoantimilitarista y feminista, me considero objetora. Con <strong>la</strong>presente dec<strong>la</strong>ración, pretendo formalizar esta situación.La lucha del movimiento de objeción de conciencia no esúnicamente contra el servicio militar obligatorio. El nombremismo alude una enfoque mucho más amplio. Y nosotras, <strong>la</strong>smujeres, tenemos una voz y ocupamos un lugar que es mayorque el de apoyo solidario al movimiento. La objeción deconciencia implica oponerse abiertamente al militarismo y atodo aquello con lo que éste se re<strong>la</strong>ciona. El militarismo no estásólo en el Ejército: <strong>la</strong> vida cotidiana de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción está influidapor una concepción del mundo militar, una concepción donde<strong>la</strong>s mujeres ocupan una posición inferior e invisible, pues sonconsideradas personas de segunda c<strong>la</strong>se (incluso aunque enocasiones asciendan a alguna mujer de posición). Los conceptosque rigen este mundo son autoritarismo, jerarquía y obediencia.<strong>No</strong>sotras <strong>la</strong>s mujeres conocemos bien el significado y el impactode estas pa<strong>la</strong>bras: aluden a <strong>la</strong>s fronteras de un mundo quesiempre nos fuerza a ocupar el segundo p<strong>la</strong>no. Para <strong>la</strong>s mujeresde esta región, el militarismo es siempre un invitado noanunciado que impone su presencia sin pudor en todos losaspectos de <strong>la</strong> vida: lo encontramos en <strong>la</strong>s calles, en casa, en eltrabajo, en nuestras re<strong>la</strong>ciones, en nuestros campos de lucha, entodos <strong>la</strong>dos.Así pues, dec<strong>la</strong>ro que hoy, igual que ayer, desafiaré todaforma secreta o evidente de militarismo y que me solidarizarécon toda persona que le haga frente al militarismo. Mientras elmilitarismo siga resuelto a influir en mi vida, yo seguiréresuelta a continuar con mi lucha.¡<strong>No</strong> al militarismo!122


Un análisis feminista sobre <strong>la</strong> objeción deconciencia en TurquíaPor Hi<strong>la</strong>l Demir, Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra¿Por qué nosotras, <strong>la</strong>s mujeres, nos dec<strong>la</strong>ramos objetoras de conciencia enTurquía cuando no tenemos que hacer el servicio militar? Deseo abordaralgunos de los problemas y dinámicas de <strong>la</strong> objeción de conciencia, valorar <strong>la</strong>sdec<strong>la</strong>raciones públicas que hicimos <strong>la</strong>s objetoras, y comentar los debates que segeneraron.Considero que al vivir en una cultura patriarcal, los movimientos de oposición,incluido el feminista, corren siempre el riesgo de masculinizarse. Este riesgo estan fuerte que esta masculinización puede desnaturalizar, anaqui<strong>la</strong>r <strong>la</strong> mayoría delos movimientos.En mi opinión, ignorar el análisis feminista en un movimiento que lucha contrael patriarcado y sus operaciones condena el proceso al fracaso. En un movimientocomo el antimilitarista, <strong>la</strong> lucha contra el machismo debería ser uno de loselementos fundamentales en <strong>la</strong> agenda. Además, si no prestamos atenciónautocrítica, los mecanismos insidiosos del sistema patriarcal se infiltrarán en elmovimiento y lo trivializarán. Me gustaría citar a Pinar Selek, en un artículo quepublicó en <strong>la</strong> revista de análisis feminista Amargi:Aunque éste es un tema muy importante en lo que respecta a <strong>la</strong>militarización y <strong>la</strong> reproducción de <strong>la</strong> masculinidad, sigue siendo uno másde los muchos puntos de <strong>la</strong> agenda de lucha contra el militarismo. Enespecial aquí, en Turquía, el militarismo se re<strong>la</strong>ciona con una grancantidad de temas. Tenemos asuntos que resolver en lo tocante a <strong>la</strong>historia, <strong>la</strong> república, el enfoque predominante, incluso dentro de <strong>la</strong>propia oposición. Tenemos que desarrol<strong>la</strong>r políticas contra <strong>la</strong>militarización de <strong>la</strong>s políticas y de <strong>la</strong> economía, contra <strong>la</strong> rápidainstitucionalización del militarismo. Sin embargo, desde sus inicios, elmovimiento antimilitarista ha fracasado a <strong>la</strong> hora de abordar temas que nosean el “servicio militar obligatorio” y “<strong>la</strong> alienación del servicio militar”.1Lo que el movimiento feminista aporta salvaría al movimientoantimilitarista de su restringida agenda y de <strong>la</strong>s actitudes patriarcales en<strong>la</strong>s que se ha estancado. Mientras los trabajos anti<strong>guerra</strong> y antimilitaristano consigan generar una agenda y un debate público feministas paracuestionar el militarismo, el nacionalismo y <strong>la</strong> política que organiza <strong>la</strong><strong>guerra</strong> a través <strong>la</strong> integración en los micropoderes, seguiremos sin poderavanzar. Para evitar el estancamiento, el movimiento antimilitarista debeintegrar el trabajo del movimiento feminista. Siempre ha tenido estanecesidad. [1]123


Como mujeres y activistas en movimientos antimilitaristas, anti<strong>guerra</strong> y deobjeción de conciencia, hemos estado buscando formas alternativas de expresarnuestra resistencia al militarismo. Hemos luchado por abrir un espacio que nosacogiera en los movimientos donde luchábamos porque éstos no incorporan elenfoque de género. En 1999, algunas activistas que trabajábamos en <strong>la</strong> Asociaciónde Resistentes a <strong>la</strong> Guerra de Izmir creamos el grupo independiente FeministasAntimilitaristas. Fue el primer grupo que tenía el objetivo de superar losproblemas que enfrentaban <strong>la</strong>s mujeres por el hecho de ser mujeres en el propiomovimiento. En los años que se siguieron, se formaron grupos simi<strong>la</strong>res en variasciudades.En Turquía, como en <strong>la</strong> mayor parte de los lugares del mundo, es comúndefinir <strong>la</strong> objeción de conciencia como <strong>la</strong> negativa a realizar el servicio militarobligatorio. Como <strong>la</strong>s mujeres no tienen que hacer el servicio militar, seconsidera que no tiene sentido se dec<strong>la</strong>ren objetoras. Mi intención fundamenta<strong>la</strong>l dec<strong>la</strong>rar mi objeción era l<strong>la</strong>mar <strong>la</strong> atención sobre el riesgo que corría elmovimiento de convertirse en una especie de foro de política masculina, yrecordarnos, además, que el militarismo no se circunscribe al tema del serviciomilitar. El hecho de que <strong>la</strong>s mujeres no puedan ingresar en el Ejército turco sedebe a <strong>la</strong> percepción de que no somos lo suficientemente dignas como paraingresar en una institución “tan noble”. Esto significa que el servicio militar nosirve únicamente para <strong>la</strong> “defensa de <strong>la</strong> nación”, sino también para que quedebien definido el estatus ciudadano de hombres y mujeres, y el lugar que cadagrupo ocupa en <strong>la</strong> sociedad.Cuando pensaba en qué poner en mi dec<strong>la</strong>ración pública, tenía muy c<strong>la</strong>ro quépuntos quería explorar en mi texto: causas de <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s, cómo se usa a <strong>la</strong>spersonas en <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s, cómo el militarismo presente en <strong>la</strong> vida cotidiana nosprepara psicológicamente para <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s y <strong>la</strong> violencia, cómo perpetúa estesistema una vida social estructurada en torno a los papeles de género... En midec<strong>la</strong>ración quería rechazar todos estos puntos.Esra Gedik es una de <strong>la</strong>s analistas del tema de <strong>la</strong> objeción de conciencia de<strong>la</strong>s mujeres en Turquía. A continuación, presento algunas de sus consideracionessobre nuestra situación.Las mujeres que dec<strong>la</strong>ran su objeción aunque no vayan a ser reclutadaslo hacen como forma de enfrentarse al militarismo, a todas <strong>la</strong>s formas de<strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, <strong>la</strong> violencia y <strong>la</strong> discriminación. Además, dirigen su mensaje a<strong>la</strong>s fuerzas armadas y <strong>la</strong> propia <strong>guerra</strong>; a <strong>la</strong> economía de <strong>guerra</strong> y <strong>la</strong>mentalidad bélica. El sector más oprimido por el militarismo son <strong>la</strong>smujeres, pues el militarismo se construye desde el machismo, elpatriarcado, el heterosexismo además de todos los otros tipos dediscriminación. Por esa razón, <strong>la</strong> lucha que están haciendo <strong>la</strong>s mujeres es124


importante. Supone el rechazo a los ejércitos, a todas <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s que éstosprovocan y lideran, al armamento y a todos los tipos de armas y violenciaen su conjunto. Son mujeres que se expresan como madres, comodefensoras de <strong>la</strong> paz, como antimilitaristas, como personas. Y es <strong>la</strong> pruebade que el<strong>la</strong>s, en este movimiento, tienen más que decir y que hacer quesencil<strong>la</strong>mente servir de apoyo a los objetores. Aunque <strong>la</strong>s mujeres no sonreclutadas, son en ocasiones parte del militarismo y por reg<strong>la</strong> generalsiempre víctimas. Así pues, están alzando su voz contra todos los tipos deestructuras autoritarias, jerárquicas, nacionalistas, machistas ymilitaristas, porque no quieren matar ni morir en <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s, y no quierenser oprimidas ni explotadas. Seguir cal<strong>la</strong>das equivaldría a apoyar <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>.Existe una voluntad a favor de un mundo sin armas, sin discriminaciónracial, religiosa o sexista. [2]Yo hice mi dec<strong>la</strong>ración pública el 15 de mayo del 2004 en el Festival deMiliturismo que habíamos organizado. Nuestras dec<strong>la</strong>raciones nos hace correr elmismo riesgo que corren los objetores, pues nos aplican <strong>la</strong> misma legis<strong>la</strong>ción. Esuna estrategia política para intentar forzar al gobierno de <strong>la</strong> República de Turquíaa posicionarse definitivamente sobre <strong>la</strong> objeción de conciencia; <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>racionesde <strong>la</strong>s objetoras son parte de esta estrategia. Algo que comparten <strong>la</strong>sdec<strong>la</strong>raciones de <strong>la</strong>s objetoras es su actitud feminista frente al militarismo. Lamayoría de <strong>la</strong>s definiciones de <strong>la</strong> objeción de conciencia incluyen el derechohumano a <strong>la</strong> libertad de conciencia y <strong>la</strong> objeción de conciencia como expresiónpersonal de esta conciencia, así pues, como feminista no veo problemático eldec<strong>la</strong>rarme objetora de conciencia.El primer caso legal sobre objeción de conciencia en Turquía fue el de OsmanMurat Ülke, en 1996. El caso fue muy problemático por <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga duración delproceso, <strong>la</strong> incertidumbre, el desgaste, <strong>la</strong>s insuficiencias materiales, <strong>la</strong> falta demovilización, <strong>la</strong> marginalización, y <strong>la</strong> falta de apoyo de otros movimientospolíticos. Todo esto generó agotamiento y problemas que nos acompañarían losaños siguientes en el movimiento de conciencia. El impacto de <strong>la</strong> cultura en <strong>la</strong>que vivimos, el tener que trabajar estando agotadas y agotados, <strong>la</strong>s muchasdeficiencias... llevaron al movimiento a ocuparse exclusivamente de <strong>la</strong>sdec<strong>la</strong>raciones de los objetores de conciencia, pues se negaban a cumplir con unservicio obligatorio. Por lo tanto, se cayó en <strong>la</strong> creación de héroes, pues eranhombres que corrían el riesgo de cumplir condenas carce<strong>la</strong>rias prolongadas en unpaís donde <strong>la</strong> objeción de conciencia no es un derecho constitucional.La negativa a hacer el servicio militar de los hombres y su posteriorencumbramiento como “héroes” puede ayudar al desarrollo del movimiento enalgún grado, pero debería aspirarse a ir devaluando este estatus, porque de locontrario, no habrá espacio para <strong>la</strong>s mujeres, será un movimiento sólo dehombres. De hecho, ya ha empezado a pasar en el movimiento de objeción deconciencia. El ‘heroísmo’ es un concepto masculino y militarista, y por tanto125


Dec<strong>la</strong>ración de Objeción deConciencia<strong>No</strong> quiero vivir en un mundo machista, jerárquico, autoritario,militarista y patriarcal.<strong>No</strong> quiero una educación basada en este sistema.<strong>No</strong> quiero que <strong>la</strong> gente muera en <strong>guerra</strong>s por unainconmensurable mentira.<strong>No</strong> quiero tener que estar demostrando que soy un serinteligente y una persona por el hecho de ser mujer.<strong>No</strong> quiero ignorar <strong>la</strong>s políticas de <strong>guerra</strong> del Estado y susmentiras.<strong>No</strong> quiero que los militares entrenen a <strong>la</strong> gente como corderosque irán al matadero.<strong>No</strong> quiero que nadie decida por mí sin preguntarme.<strong>No</strong> quiero que operen los conceptos y comportamientosmilitaristas en nuestros movimientos.<strong>No</strong> quiero vivir bajo reg<strong>la</strong>s patriarcales, y soportando normasque invaden mi vida privada.<strong>No</strong> quiero que se juzgue <strong>la</strong> identidad sexual de <strong>la</strong>s personas.<strong>No</strong> quiero que me etiqueten como “madre”, “esposa”, “hija” y“novia” sólo porque sea una mujer.<strong>No</strong> quiero vivir encerrada en fronteras.<strong>No</strong> quiero matar ni que me maten.Y, rechazo todo esto porque estoy escuchando mi conciencia.Porque QUIERO vivir en libertad, con alegría, en un mundodonde no exista <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, ningún tipo de violencia, que seaanti-autoritario y que no imponga fronteras.¿Y tú?Hi<strong>la</strong>l DemirEsta dec<strong>la</strong>ración se publicó por primera vez en Izmir, Turquía en2005128


Las mujeres en el Movimiento por <strong>la</strong> Paz deCorea del SurPor Jungmin Choi, Solidarity for Peace and Human RightsPaisajes militaristas después de <strong>la</strong> DemocraciaEn Corea del Sur el militarismo se basa en el Ejército, y el sistema deconscripción tiene una influencia considerable no sólo en <strong>la</strong> vida de los hombres,también en <strong>la</strong> de <strong>la</strong>s mujeres. Dicha influencia va desde el uso de <strong>la</strong> violenciafísica directa hasta el tono cultural y emocional prevalente en <strong>la</strong> sociedad,pasando por un amplio espectro. Las activistas que trabajan en temas deobjeción de conciencia al servicio militar, Seguridad Nacional, y paz y desarme seenfrentan a varias dificultades, que ilustran bien lo profundamente militarizadaque se encuentra <strong>la</strong> sociedad surcoreana. A continuación presento mis reflexionesy experiencias como activista interesada en temas de pacifismo y feminismo.Corea, como único país del mundo que está dividido, es un lugar donde <strong>la</strong>posibilidad de que estalle un conflicto militar entre el norte y el sur y <strong>la</strong>consecuente tensión militar son continuas. Aunque <strong>la</strong> distancia entre Corea del<strong>No</strong>rte y del Sur ha quedado mitigada a lo <strong>la</strong>rgo del prolongado proceso dereunificación y con <strong>la</strong> globalización neoliberal, <strong>la</strong> sociedad sigue creyendo que <strong>la</strong>seguridad se consigue gracias a <strong>la</strong> defensa militar. A lo <strong>la</strong>rgo de <strong>la</strong> historia, <strong>la</strong>pob<strong>la</strong>ción coreana ha creído que <strong>la</strong> defensa nacional y <strong>la</strong> defensa militar sonconceptos vitales para su existencia como nación. Esta angustia por <strong>la</strong> seguridad(especialmente concebida así, militarmente) ha posibilitado que continúe vigenteel sistema de conscripción “<strong>No</strong> preguntes”; peor aún, es responsable además deque <strong>la</strong> gente crea que <strong>la</strong> vio<strong>la</strong>ción de derechos humanos dentro del Ejército esinevitable hasta cierto punto.Con <strong>la</strong> obsesión por esta noción tradicional de seguridad, <strong>la</strong>s diferencias entrelos sexos se hacen más específicas, y se celebran <strong>la</strong> beligerancia y <strong>la</strong> violenciamasculinas. Este patrón de comportamiento se puede apreciar por reg<strong>la</strong> generalen <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones internacionales, <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> fría, <strong>la</strong> carrera armamentista, ytambién en <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones entre hombres y mujeres. <strong>No</strong> sorprende que el Ejércitoquede retratado como un activo defensor de <strong>la</strong> paz. En Corea, donde el sistemade conscripción ha sido duramente puesto en práctica, es innegable que <strong>la</strong>simágenes de <strong>la</strong>s mujeres como ciudadanas de segunda c<strong>la</strong>se, seres débiles, a losque hay que proteger, han sido necesarias para conformar y mantener el poder de<strong>la</strong> cultura militarista e incluso del propio Ejército. En <strong>la</strong> sociedad coreana, dondeel equilibrio de poder es entendido como <strong>la</strong> única forma de sobrevivir, sólo sevalora a los hombres con cuerpos aptos para el combate y <strong>la</strong> masculinidad. Enconsecuencia, <strong>la</strong>s mujeres y personas con minusvalías quedan marginadas. Por129


esta razón, en Corea a los objetores de conciencia se los asocia a menudo conseres afeminados o mujeres; pasan a ser ciudadanos de segunda c<strong>la</strong>se que quedanexcluidos de <strong>la</strong> sociedad.El Ejército y <strong>la</strong> defensa nacional disfrutan de una ideología y una historia muysólida y compleja en Corea del Sur. En los más de 30 años de dictadura, elEjército se ha convertido en un santuario que escapa al control civil. En su seno,se han producido numerosas vio<strong>la</strong>ciones de derechos humanos, situación quecontinúa produciéndose hoy. Aunque Corea del Sur, en general, se ha desarrol<strong>la</strong>doen una dirección más democrática, estos logros no se aplican al ámbito militar,como si lo militar no entrara en <strong>la</strong> consideración del sistema democrático. Es unsecreto a voces que algunos privilegiados abusan de su poder para conseguir quesus hijos no hagan el servicio militar. Corea del Sur no aplica <strong>la</strong> conscripción demanera universal, pues sólo se recluta a los hombres sin dinero o poder.Últimamente, el nacionalismo y el patriotismo en Corea (<strong>la</strong>s bases de unadefensa nacional autosuficiente) han pasado a ser bastante amenazantes. Tanto<strong>la</strong>s personas conservadoras como <strong>la</strong>s de izquierdas sueñan con un país que notenga que prestar atención a otros más poderosos, que pueda mantener supolítica sin tener en cuenta a <strong>la</strong>s superpotencias, ejerciendo su autoridadsoberana. Y es incuestionable: este tipo de patriotismo necesita del Ejército.Ahora es común ver a jóvenes estrel<strong>la</strong>s en anuncios donde cuentan que se hanenlistado, para alentar el patriotismo y que se participe en <strong>la</strong> cacería de quienesno quieren hacer el servicio militar. A diferencia de antes, cuando <strong>la</strong> mayoríaconsideraba que ingresar en el Ejército implicaba el “fin de <strong>la</strong> carrera a <strong>la</strong>fama”, ahora esto mejora <strong>la</strong> popu<strong>la</strong>ridad porque se considera que estos hombresse comprometen con <strong>la</strong> protección de <strong>la</strong>s mujeres y de <strong>la</strong> familia. Comocontrapunto, una estrel<strong>la</strong> del pop que consiguió evitar legalmente <strong>la</strong> conscripciónporque era ciudadano estadounidense, ahora no puede volver a Corea porque nohizo lo que prometió: renunciar a esa nacionalidad para poder servir en elEjército.Las mujeres y el EjércitoEl debate sobre una decisión judicial que determinó que el trato preferencial(otorgar méritos computables a los hombres desempleados que hubieran hecho elservicio militar) es anticonstitucional muestran c<strong>la</strong>ramente cómo afecta elsistema de conscripción a <strong>la</strong>s vidas de <strong>la</strong>s mujeres de una forma u otra. (Contodo, se sigue pensando que este sistema no les afecta.) El 23 de diciembre de1999, cuando el Tribunal Constitucional dictaminó que <strong>la</strong> política de méritoscomputables vio<strong>la</strong>ba <strong>la</strong> igualdad en <strong>la</strong> nación, los hombres que sintieron que estoera una provocación emprendieron ataques cíberterroristas contra sitios webs deorganizaciones de mujeres, y contra <strong>la</strong> Universidad Mujer‐es de Ewha, a <strong>la</strong> queasistía <strong>la</strong> parte litigante. Las activistas de estos grupos empezaron a sufrirvómitos y dolores de cabeza por <strong>la</strong> tensión soportada, ya que <strong>la</strong>s webs estabanp<strong>la</strong>gadas de insultos y amenazas. Tuvieron que cerrar<strong>la</strong>s.130


A partir de esa época, el cíberterrorismo ha sido muy común: los sitiosfeministas que critican el Ejército o <strong>la</strong> cultura militarista son arrasados o cerradospor los ataques terroristas de hombres. En algunos casos, roban <strong>la</strong> informaciónpersonal de <strong>la</strong>s mujeres que participan en estas webs y <strong>la</strong> publican en sitios depornografía en Internet. Una mujer estuvo sufriendo más de 60 l<strong>la</strong>madastelefónicas pornográficas al día, por ejemplo. La cuestión que afecta a <strong>la</strong>Universidad Mujer‐es de Ewha no acaba aquí. En 2003, en pleno debate socialsobre <strong>la</strong> objeción de conciencia, cuando expresaron su apoyo a este movimiento,su web volvió a quedar cerrada. Desde entonces, se considera esta web el lugarde encuentro del movimiento feminista, y no cesan los ataques a manos dehombres militaristas cada vez que surge un debate social sobre <strong>la</strong>s mujeres y losejércitos.El papel de “protector” es alentado también por <strong>la</strong> gratitud y el respeto dequienes reciben esa protección, por eso, por ejemplo, en los colegios se leescriben cartas de agradecimiento a los soldados. Las personas ciudadanas desegunda c<strong>la</strong>se, mujeres y hombres con discapacidades, que sólo pueden estar enel grupo de <strong>la</strong>s personas protegidas, no tienen derecho a expresar sus opiniones.Una de <strong>la</strong>s preguntas que más me hacen como objetora de conciencia es “¿Porqué si no tenéis que hacer el servicio militar os ponéis a debatir este tema?”. Lapregunta es reflejo de <strong>la</strong> ideología prevalente en <strong>la</strong> sociedad coreana, que hasilenciado <strong>la</strong>s voces de <strong>la</strong>s mujeres en lo concerniente al Ejército o <strong>la</strong>conscripción, tanto visiblemente como de forma invisible.En los inicios del movimiento, yo participaba en debates online porque, comomi nombre puede ser de hombre o de mujer, creían que era un hombre. Cuandoquedo con alguien a quien no conozco en persona, siempre le sorprende que seauna mujer. Ya me he acostumbrado al “¡Pero si eres una mujer!”. Sin embargo,en los debates de <strong>la</strong> televisión, o en los artículos de los periódicos que van confoto, no he tenido esa presencia. <strong>No</strong> sólo porque <strong>la</strong>s personas a cargoconsideraban el hecho de que soy mujer, sino también por seguridad mía, pues eltema me preocupa desde que he visto lo que le pasa a <strong>la</strong>s mujeres que seexpresan públicamente. Mi autocensura llegó a tal punto debido a todo esto, queme vi hab<strong>la</strong>ndo del Ejército, de <strong>la</strong> conscripción o del militarismo de manera muylimitada, o buscando que lo hiciera algún hombre en mi lugar, incluso aunque nonos hubieran pedido que el portavoz fuera un hombre. Mis compañeras activistasque han sido objeto del cíberterrorismo por ser de <strong>la</strong> Universidad Mujer‐es deEwah, dicen, a día de hoy, que siguen sin decirle a <strong>la</strong> gente que no conocen bienque estudian allí.La pob<strong>la</strong>ción está convencida de que <strong>la</strong>s mujeres no tienen derecho a debatirnada re<strong>la</strong>cionado con temas militares. Este tipo de hechos (que <strong>la</strong>s mujeres queno hacen el servicio militar no pueden hab<strong>la</strong>r) define el Ejército como un ámbitoexclusivamente masculino/de hombres, restringiendo el acceso de <strong>la</strong>s mujeres a131


él. Dicha actitud impide que <strong>la</strong> gente se dé cuenta de cómo el Ejército coreano y<strong>la</strong> cultura militarista coreana han estado exacerbando el sistema que regu<strong>la</strong> lospapeles de género, <strong>la</strong> explotación de los derechos humanos, y el derecho de unamujer a <strong>la</strong> vida. Por estas razones, cuando <strong>la</strong>s mujeres coreanas hab<strong>la</strong>n contra elsistema de méritos y a favor de <strong>la</strong> objeción de conciencia sólo se entiende que lohacen desde su posición de madres o esposas de soldados.Los inicios del movimiento de objeción de concienciaLa gente ha estado practicando <strong>la</strong> objeción de conciencia al servicio militardurante al menos 60 años, y se les ha castigado por ello. Pero no fueron motivode interés hasta que una revista semanal sacó el tema en su portada a principiosdel 2001. Antes de este artículo sobre <strong>la</strong> objeción de conciencia de los Testigos deJehová, nuestra sociedad había tratado a los objetores como si fueran invisibles.Aunque nunca antes se había discutido este tema a nivel social, ahora ha pasadoa ser un tema de debate.Cuando creamos el movimiento de objeción de conciencia, empezamos pormostrar el sufrimiento de los objetores de conciencia y de sus familias. De hecho,durante <strong>la</strong> dictadura militar, cuando se negaban a sostener un fusil entre <strong>la</strong>smanos, muchos recibían palizas, que en ocasiones les costaban <strong>la</strong> vida. Lanecesidad más urgente que teníamos era transformar su imagen, pues estabagravemente dañada. <strong>No</strong> queríamos hacerlo con argumentos lógicos, sinoconsiguiendo generar un ambiente emocional en <strong>la</strong> sociedad. Según previmos, searmó un gran revuelo: <strong>la</strong> gente empezó a darse cuenta del abuso de <strong>la</strong>svio<strong>la</strong>ciones del gobierno y de lo irresponsable que era no querer enterarnos deltema. Y entonces llegó <strong>la</strong> represión sistemática del ministerio de <strong>la</strong> DefensaNacional y de los grupos cristianos conservadores. Cínicamente, presentaron a losobjetores como un grupo de privilegiados que intentaban librarse del serviciomilitar, ilegalmente. Asimismo, hicieron hincapié en el hecho de que <strong>la</strong> mayoríade los objetores pertenecen a una religión determinada, para que se les diera eltrato especial de herejía. Pronto <strong>la</strong> sociedad le dio <strong>la</strong> espalda a los objetores deconciencia, y dejó de ser posible tratar el tema con argumentos en el foro social.El movimiento de objeción de conciencia y <strong>la</strong>s mujeresLa crítica feminista al activismo dominado por los hombres es ya una realidaden casi todos los movimientos sociales, y casi siempre enfrenta una poderosaoposición, que adopta muchas formas y que se da en muchos terrenos. Según loque yo entiendo, esta oposición se basa en el argumento de que <strong>la</strong> críticafeminista socava <strong>la</strong> Causa Mayor del movimiento, y elimina <strong>la</strong> posibilidad de quese encuentren formas más eficaces de resistencia. Yo no creo que <strong>la</strong>s críticasfeministas existentes en el movimiento por <strong>la</strong> paz y de mujeres se produzcan paracrear problemas: muy al contrario, seña<strong>la</strong>n que existen diferentes enfoques sobrelo que es <strong>la</strong> paz, y no se puede ignorar esto. Las activistas también nos negamos aser consideradas un grupo con una so<strong>la</strong> identidad, hemos cuestionado elconstructo Mujeres y “nosotras” para averiguar dónde estamos cada una en132


ealidad. Además, nos oponemos a cómo se presentan nuestros sufrimientos en elmovimiento Antiimperialismo Estadounidense o en el de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> de c<strong>la</strong>ses.Estamos p<strong>la</strong>nteándoles a los y <strong>la</strong>s activistas <strong>la</strong> necesidad de análisis y redefiniciónde una metodología dentro del activismo para evitar que se reproduzca <strong>la</strong>dominación masculina.La marginalización de <strong>la</strong>s mujeres dentro del movimiento de objeción deconciencia tiene que ver con <strong>la</strong> breve historia de siete años del movimiento. Alparticipar en <strong>la</strong> lucha contra <strong>la</strong> oposición y <strong>la</strong> violencia hacia el movimiento, nohemos tenido elección: hemos tenido que limitar lo que queríamos decir. Estaestrategia tuvo aspectos positivos: mostró el sufrimiento y el dolor del objetor yde <strong>la</strong> gente que le rodea, familia y amistades. Pero también es verdad que dicharepresentación facilitó que se se distorsionara el sufrimiento de los objetorespara colmar <strong>la</strong> interpretación social de ellos, a saber, que un objetor era una“pobre víctima” de <strong>la</strong> violencia del Estado, en lugar de un activo resistente almilitarismo. En consecuencia, los objetores de conciencia tuvieron que adaptarse(al margen de sus específicas personalidades) al papel de “buena gente” quesoporta en silencio <strong>la</strong> crítica de <strong>la</strong> sociedad, lo que no ha sido sólo una carga paralos objetores, sino que ha contribuido además a marginalizar a quienes lesapoyaban, en especial, <strong>la</strong>s mujeres. El fenómeno ha sido más común en elservicio social alternativo, donde el activismo ha estado excesivamente centradoen los objetores individuales y donde <strong>la</strong>s mujeres sólo han sido personajessecundarios de apoyo (por ejemplo, en el tema apoyo a los presos). Por otro <strong>la</strong>do,con objeto de criticar <strong>la</strong> fuerte masculinidad que <strong>la</strong> sociedad espera de loshombres, cada objetor, individualmente, tenía que convertirse en un superhéroe.<strong>No</strong> tuvieron más elección que objetar a hacer el servicio militar, no porque fueranextraordinariamente valientes sino porque son débiles, demasiado débiles comopara poder entrenarse militarmente en desarrol<strong>la</strong>r <strong>la</strong> capacidad de hacerle dañoa alguien. Estos papeles de género que se esperan de <strong>la</strong>s activistas también,junto con un ambiente que hace énfasis en <strong>la</strong> obediencia ciega ha desesperado a<strong>la</strong>s activistas y oscurecido los objetivos de nuestro movimiento.Yo espero que el movimiento de objeción de conciencia nos proporcione <strong>la</strong>oportunidad de averiguar dónde estamos en esta sociedad donde <strong>la</strong> violencia seencuentra normalizada, y si somos o no parte de esta violencia. Espero que seaun movimiento que nos empuje a pensar cómo se crea <strong>la</strong> violencia en nuestrasociedad y que nos ayude a evitar que entre en nuestras vidas cotidianas, en vezde limitarse a entender el mundo y establecer el papel del movimiento desde <strong>la</strong>arena de <strong>la</strong> esfera pública y los discursos grandilocuentes.Pensar el movimiento de objeción de conciencia como proceso y no comoproducto, ¿no sería acaso ejercer un activismo por <strong>la</strong> paz auténtico?Un agradecimiento a Dongyoung Kim por <strong>la</strong> traducción del coreano al inglés.133


Paraguay@s unid@s contra el militarismoPor María Elena Meza Barboza, Movimiento de Objeción de Conciencia ParaguayEn el Paraguay, los sectores más pobres de <strong>la</strong> sociedad son criminalizados através de <strong>la</strong> maquinaria del Estado: su ejército, policía e incluso <strong>la</strong>sestructuras judiciales, son <strong>la</strong>s que pavimentan el camino a <strong>la</strong> represión o aprivar a <strong>la</strong> gente del acceso a los servicios básicos, como sanidad, educación yvivienda.Militarismo en ParaguayEn el Paraguay el militarismo es muy fuerte todavía en términos de estructuraen el sentido de que existen muchos cuarteles o destacamentos militares.Además, se asigna mayor presupuesto a <strong>la</strong>s fuerzas armadas que a salud yeducación. Este desvío de recursos económicos y humanos al ejército esperjudicial porque es un aparato que está encargado muchas veces de reprimir<strong>la</strong>y en especial a los sectores más pobres.A pesar de que todo el aparato del estado, con su estructura militar y policial,se mejoró en muchos aspectos en <strong>la</strong> democracia aún falta mucho por hacer. Estaestructura muchas veces no protege al pueblo, un ejemplo c<strong>la</strong>ro es el poderjudicial que existe solo para los poderosos y los que tienen dinero.En los últimos tiempos los militares en el país tenían mucho dinero que cobrar.Primero inventaron un conflicto con Bolivia [1], después se pusieron a reprimir ogenerar miedo a <strong>la</strong>s personas. Se ponían frente a los colegios con sus armas yuniforme para que nadie se comporte mal, porque a los chicos de colegios se lesdaba por manifestarse mucho incluso romper portones si se oponían <strong>la</strong>sautoridades a que lo hagan.Después ya estaban en todas partes en <strong>la</strong> capital, estaban en los colegios, enlos shopping, en <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>zas, en <strong>la</strong>s esquinas, en todos <strong>la</strong>dos, un tiempo ya parecíaque todos los días estábamos en estado de sitio.Después como que disminuye un poco <strong>la</strong> cantidad de militares en <strong>la</strong>s calles pordiferentes acciones que hemos hecho como MOC y también <strong>la</strong> sociedad engeneral, pero al Estado se le ocurre crear lo que es <strong>la</strong> guardia urbana en Asuncióny solo para el centro de Asunción. Pero lo que actualmente esta ocurriendo esque se están expandiendo como para que <strong>la</strong> gente no perciba de golpe eso lohacen de a poco y lo hacen bordeando todo lo que sería El Bañado que es <strong>la</strong> zonadonde casualmente vive gente pobre, o sea, los criminales para ellos.Y por cierto en el interior del país se les ocurrió <strong>la</strong> magnifica idea de invadirlos terrenos de los asentamientos campesinos e indígenas [2] además de estar134


constantemente coaccionándoles y matando en <strong>la</strong>s manifestaciones campesinas.El movimiento antimilitarista en ParaguayDesde sus comienzos el MOC fue uno de los grupos, es más yo diría que es elúnico movimiento social antimilitarista que sigue siendo oposición de <strong>la</strong>s fuerzasarmadas y <strong>la</strong> cultura violenta en nuestro país. A pesar de que es un país queculturalmente conserva <strong>la</strong> cultura militar a través de valores como el patriarcado,el machismo, <strong>la</strong> sumisión, <strong>la</strong> solución de conflictos de forma violenta, nosotr@scomo movimiento estuvimos haciendo frente a todos esos valores desde elcomienzo, a pesar de que no fue fácil hoy podemos decir que tenemos muchoslogros tan fortalecedores y satisfactorios para nosotr@s y sobre todo visibles en <strong>la</strong>sociedad, uno de ellos es haber insta<strong>la</strong>do el derecho de <strong>la</strong> objeción de concienciay que todos los días esté gente dec<strong>la</strong>rándose objetores no so<strong>la</strong>mente en Asunciónsino en todo el país.La dec<strong>la</strong>ración de objetores se debe a que en un comienzo rompimos el miedoque existía en ejercer el derecho a <strong>la</strong> objeción, a pesar de ya haberlo introducidoen <strong>la</strong> constitución nacional existía todavía mucho miedo en <strong>la</strong> sociedad alejercicio de los derechos.En 1995 <strong>la</strong> primera objetora de conciencia hizo pública su dec<strong>la</strong>ración deobjeción [3] y después a partir de ese momento <strong>la</strong>s mujeres del MOC se dec<strong>la</strong>ranobjetoras cotidianamente. Otro grupo de mujeres se dec<strong>la</strong>ró en 2002 [4], en quese dec<strong>la</strong>ran mujeres famosas, otro grupo se de mujeres del MOC y de <strong>la</strong> sociedaden general se dec<strong>la</strong>ra públicamente en el 2004, pero el Congreso no quiso expedirel carné a <strong>la</strong>s chicas porque <strong>la</strong> Constitución no obliga a <strong>la</strong>s mujeres a realizar elservicio militar.También <strong>la</strong>s formas como resolvemos conflictos y <strong>la</strong>s acciones noviolentas quehacemos <strong>la</strong> gente va tomando como alternativas y <strong>la</strong>s va incorporando a susgrupos, muchas veces otros movimientos nos l<strong>la</strong>man a pedir capacitación sobre loque es ADNV, nos piden que seamos seguridad en sus manifestaciones y esodemuestra para nosotros una postura que nos hace ver que ellos prefieren unaforma de solución de conflictos no violenta.Somos aliados de muchos movimientos sociales como los movimientosestudiantiles, de Bañados, niños y adolescentes, salud, <strong>la</strong>s víctimas del YcuáBo<strong>la</strong>ños (un gran supermercado que ardió el 1 de agosto de 2004, dejando almenos 400 muertos y más de 500 heridos), etc. y eso nos da fuerza para seguirhaciendo cosas día a día, porque significa reconocimiento social, porque esosignifica que lo que hacemos vale a pesar de no ser un movimiento de un grannúmero de personas ni de redes incluso a pesar de ser 10 o a veces poco menosde 10 estamos muy felices de hacer lo que hacemos.135


Ser una objetora de concienciaEn el MOC <strong>la</strong> organización es una so<strong>la</strong>, tanto para hombres y mujeres, noexiste diferencia ni tampoco existe una organización aparte que sea feminista yantimilitarista, <strong>la</strong> única organización en <strong>la</strong> que estamos <strong>la</strong>s mujeresantimilitaristas y hacemos cosas en torno a todo lo que significa e<strong>la</strong>ntimilitarismo, <strong>la</strong> objeción de conciencia y cultura de paz es el MOC, y e<strong>la</strong>compañamiento por parte de los compañeros es siempre <strong>la</strong> mejor en eso notenemos problema <strong>la</strong>s chicas del MOC.Sobre el servicio militar, este es obligatorio para los hombres, incluso los niñosson reclutados, sobre todo en <strong>la</strong>s zonas rurales. La dec<strong>la</strong>ración de objetoras no esreconocida por el Estado en el sentido de que <strong>la</strong> ley del servicio militar no esobligatorio para <strong>la</strong>s mujeres entonces no es necesario que <strong>la</strong>s chicas tengan sucarné de objeción a pesar de que no tendría porque haber discriminación en esesentido, no obstante en algunos casos hemos conseguido el carné todo dependede <strong>la</strong> coyuntura y presión que hagamos. Pero de hecho existen muchas chicas queson objetoras.Socialmente <strong>la</strong>s personas se preguntan que hacen <strong>la</strong>s mujeres en elmovimiento si el servicio militar no es obligatorio para el<strong>la</strong>s, <strong>la</strong> gente cree que <strong>la</strong>objeción solo afecta a los hombres, afortunadamente hemos demostrado más deuna vez que eso no es así y que el militarismo nos afecta a todos, que <strong>la</strong> violencianos afecta a todos. En el movimiento no hay dificultad en cuanto a que existamujeres objetoras.El M.O.C. es un movimiento que mucha gente piensa que esta integrado solopor varones, porque el servicio militar es obligatorio solo para varones, pero elM.O.C. desde sus comienzos siempre fue un grupo integrado por varones ymujeres y donde todos tienen el mismo nivel de incidencia en <strong>la</strong>s decisionesporque estas se toman por consenso. En algún tiempo el movimiento estuvoconformado por más mujeres que hombres eso es algo que no se ve comonegativo sino como algo que da más fuerza y legitimidad. Es más siempre nospreguntan a <strong>la</strong>s chicas porque estamos en el M.O.C. y eso del servicio militar nonos afecta a nosotras, y siempre respondemos que si nos afecta, es más les afectaa todos, niños, adultos, todos, porque todos queremos una vida mejor y cada unade <strong>la</strong>s personas que forma parte de esta sociedad contribuimos de alguna manerapara eso ya sea con nuestros impuestos, estando en un movimiento social,luchando por una ideología, con nuestro trabajo, o simplemente no haciendonada también co<strong>la</strong>boramos con algo, y es por eso que <strong>la</strong>s chicas del M.O.C.decidimos ser antimilitaristas porque a diario queremos co<strong>la</strong>borar para cambiaresa cultura machista que hay en <strong>la</strong> sociedad paraguaya y si nos afecta mucho,queremos que se acabe <strong>la</strong> dominación de los grupos de poder hacia los pobres,niños, indígenas y también nosotras <strong>la</strong>s mujeres y es por eso que día a díaaportamos nuestro granito de arena.136


<strong>No</strong> nos gusta el ofrecimiento que nos hacen <strong>la</strong>s fuerzas armadas y el estado ensi como ciudadanos, porque ellos dicen vamos a darle su lugar a <strong>la</strong> mujer, mirenya no somos machistas, ya no discriminamos ahora <strong>la</strong>s mujeres también puedenestar en el ejercito, pero nosotras decimos para qué, para aprender lo mismosque siempre ha hecho <strong>la</strong>s fuerzas armadas matar, torturar, oprimir al pueblo,co<strong>la</strong>borar con <strong>la</strong>s injusticias del gobiernos del turno.Así, en re<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> entrada de <strong>la</strong>s mujeres a <strong>la</strong>s fuerzas armadas, noestamos de acuerdo con que <strong>la</strong>s mujeres deben realizar los mismos roles que loshombres dentro del ejército, creemos que no todos los espacios son válidos,creemos que entrar en <strong>la</strong> academia militar no es un buen lugar, no es un buenlugar no solo para <strong>la</strong>s mujeres, no es un buen lugar para los niños, el ejercito noes un buen lugar para nadie.Desde una perspectiva de género, una forma importante de como nos afectael militarismo son los valores, valores que están muy arraigados a <strong>la</strong> cultura y enlo que es lo milicia y es eso justamente lo que queremos que acabe, queremosque acabe el <strong>la</strong> cultura militar en los colegios, calles, en <strong>la</strong> casa, en todos <strong>la</strong>dos.En el país tanto hombres y mujeres se ven afectados por el militarismo en elsentido de represión de <strong>la</strong>s luchas sociales, sean que estas defiendan derechos demujeres o cualquier otro derecho, y más aún en el campo. Sin embargo, en lo quese refiere a valores militaristas, comúnmente lo sufren más <strong>la</strong>s mujeres que loshombres, ya que este país es un país muy machista hasta hoy día a pesar quemuchas organizaciones hemos tratado de cambiar eso, el machismo es unapráctica muy común y no solo por los hombres o por <strong>la</strong>s instituciones queincentivan ese tipo de valores como <strong>la</strong>s fuerzas armadas, sino que es tambiénmuy practicado por <strong>la</strong>s mujeres mismas, es más muchas mujeres y mucho másaún en el campo siguen creyendo que eso tiene que ser nomás luego así, unejemplo, para ilustrarles mejor.Las tareas domesticas siempre deben ser hechas por <strong>la</strong>s mujeres, <strong>la</strong>s mujeressiempre deben servirles a los hombres. A <strong>la</strong>s niñas se les enseña que deben hacer<strong>la</strong>s tareas domesticas y que tienen que servirle a los hombres desde niños porejemplo a los hermanos, etc., Eso es ava<strong>la</strong>do por <strong>la</strong> mayoría en <strong>la</strong> sociedad, y <strong>la</strong>gente se sorprende si un hombre por ejemplo <strong>la</strong>va sus ropas o hace tareasdomésticas a pesar de vivir en pareja con una mujer o vivir con su madre ohermana, por lo general se mira eso como raro o se dice que <strong>la</strong> mujer es unaharagana.Lo mismo sucede si el hombre tiene muchas mujeres es un ídolo y se le a<strong>la</strong>ba,pero si <strong>la</strong> mujer no le gusta el compromiso y dice yo quiero amor libre se le tildade que es una mujer sin moral. Hay que resaltar que esto ha disminuido mucho en<strong>la</strong> capital y los lugares más urbanos, pero existe mucho todavía y esta muyarraigado este tipo de pensamiento en <strong>la</strong>s áreas rurales.137


epresiva legal o ilegal era muy grande. Más tarde elprimer grupo de 5 objetores de conciencia se presenta ylogra un amplio destaque en los medios de comunicación.Los militares prefieren no reaccionar ante <strong>la</strong> aparición delprimer grupo.■ En mayo de 1994 se presenta el segundo grupo de 7objetores de conciencia■ El 17 de agosto se presenta el tercer grupo de 6 objetores,cinco hombres y una mujer. La Comisión de DerechosHumanos de <strong>la</strong> Cámara de Diputados, resuelve recibir todas<strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones de objeción de conciencia y entregar unaconstancia de dicha recepción. En se momento nace elMovimiento de Objeción de Conciencia (MOC).■ El 24 de julio de 1995 Día del Ejército e inauguración de <strong>la</strong>pista de desfiles del Gral. Lino Oviedo. Acciones directasdel MOC y otros grupos políticos durante <strong>la</strong> ceremonia, yfuerte represión policial-militar.■ El 9 de agosto se presenta el grupo de mujeresantimilitaristas del MOC. Ver dec<strong>la</strong>ración en pág. 140■ El 15 de diciembre el MOC recibe el premio Memorial de <strong>la</strong>Paz y <strong>la</strong> Solidaridad con los Pueblos, otorgado por elPremio Nóbel Adolfo Pérez Esquivel.■ En febrero de 1996 <strong>la</strong> Central Nacional de Trabajadores<strong>la</strong>nza <strong>la</strong> campaña “Basta al servicio militar obligatorio”, deapoyo a <strong>la</strong> OC.■ En febrero de 1997, se refuerza el reclutamiento forzoso enzonas rurales del país. En mayo <strong>la</strong>s iglesias presentan unmanifiesto solicitando se legisle con <strong>la</strong>s más ampliasgarantías el derecho de OC.■ El 17 de octubre 81 organizaciones sociales y campesinassolicitan al Congreso <strong>la</strong> reducción del 25% del gasto militar,durante el estudio del presupuesto para 1998.139


PRESENTACIÓN DE MUJERESOBJETORAS DE CONCIENCIA, 1995Comunicado de prensaEl miércoles 9 de agosto, un grupo de 11 MUJERES vamos apresentarnos públicamente como OBJETORAS DE CONCIENCIA a<strong>la</strong>s 8:30 de <strong>la</strong> mañana frente a <strong>la</strong> comisión de DD.HH. en <strong>la</strong> casade <strong>la</strong> cultura. En Paraguay hay 8 mujeres que ya se hanpresentado anteriormente como objetoras pero éste es elprimer grupo formado exclusivamente por mujeres. Con talmotivo queremos expresar los motivos de nuestra objeción:Objetamos al Servicio Militar ya que en el mismo se aprende <strong>la</strong>imagen machista del hombre, entendida como el macho, fuerte,insensible, que aguanta todo, el guerrero, educado para <strong>la</strong> vidadura de “afuera de <strong>la</strong> casa”, al contrario de <strong>la</strong> mujer, débil, floja,ingenua, educada para servir en <strong>la</strong> casa y ser el reposo delguerrero, hecha exclusivamente para atender al hombre.Objetamos al Ejército por ser el brazo armado de este sistemabasado en todo tipo de injusticias en el que unos pocos acaparan<strong>la</strong>s riquezas y explotan al gran resto manteniéndoles en <strong>la</strong>pobreza.Objetamos al militarismo como fenómeno que impregna a todoslos ámbitos de <strong>la</strong> sociedad valores como <strong>la</strong> obediencia frente a <strong>la</strong>creatividad, <strong>la</strong> prepotencia respecto al otro/a, el machismofrente a <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones de respeto entre los sexos, <strong>la</strong> violenciafrente al diálogo en <strong>la</strong> resolución de los conflictos, <strong>la</strong> sumisiónfrente a <strong>la</strong> responsabilidad y <strong>la</strong> autogestión, el autoritarismofrente a <strong>la</strong> libertad, etc.Todo ello sitúa a <strong>la</strong> mujer en un mayor grado de marginaciónrespecto del hombre.Las mujeres representamos 1/3 de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción activa mundial,realizamos 2/3 del trabajo mundial por una décima parte de susa<strong>la</strong>rio medio y contro<strong>la</strong>mos un 1% de <strong>la</strong> riqueza mundial.Vemos necesario criticar y no aceptar aquel<strong>la</strong>s definiciones decultura, situaciones o instituciones que no faciliten un caminode liberación para <strong>la</strong> mujer, al margen del grado de140


participación que tenga el hombre en el<strong>la</strong>s.Para detener el creciente militarismo nosotras, <strong>la</strong>s mujeres,debemos ser capaces de construir esquemas de organizaciónsocial alternativos mediante <strong>la</strong> participación en espaciosculturales, sociales, políticos,etc. potenciando valores talescomo <strong>la</strong> confianza mutua, solidaridad, cooperación,etc.Espacios, donde <strong>la</strong>s decisiones sean asumidas y tomadas demanera consensuada, donde <strong>la</strong> autocrítica nos permita noreproducir esquemas que conlleven a cualquier tipo demarginación.Buscamos que los hombres tomen conciencia de <strong>la</strong>s prácticas,roles y valores machistas que nos imponen. Que seautocritiquen y se corrijan.Pretendemos que <strong>la</strong>s mujeres tomemos conciencia de <strong>la</strong>situación de discriminación que padecemos y nos unamos parareve<strong>la</strong>rnos y lograr dignificar tanto nuestra condición de mujercomo nuestra sociedad.<strong>No</strong> hay posibilidad de cambios reales en <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones humanasy sociales sin <strong>la</strong> participación de <strong>la</strong>s mujeres en dichastransformaciones. Por ello es necesario también <strong>la</strong> implicaciónde <strong>la</strong> mujer en <strong>la</strong> lucha antimilitarista para ir construyendodesde ya una sociedad justa así como para ir consiguiendo <strong>la</strong>liberación de <strong>la</strong> mujer.MUJERES ANTIMILITARISTAS - M.O.C.141


Presentación de grupo de mujeresobjetoras y antimilitaristasMujeres Antimilitaristas del Movimiento de Objeción deConciencia de Paraguay (25 de Mayo de 2002)En el marco del dìa Internacional de <strong>la</strong> Objeción deConciencia, el Grupo de Mujeres Antimilitaristas del MOC-Paraguay ha presentado el tercer grupo de mujeres objetoras.Unas 25 mujeres dijeron no al servicio militar y por sobre todo a<strong>la</strong>s Fuerzas Armadas como instituciòn que representa <strong>la</strong> culturapatriarcal. Asì también con el acto se busca demostrar que e<strong>la</strong>nuncio publicitario realizado por <strong>la</strong>s Fuerzas Armadas deintegrar a <strong>la</strong>s mujeres dentro del cuadro de oficialidad de <strong>la</strong>smismas, es rechazada por un sector importante de <strong>la</strong> sociedad.A continuación el manifiesto e<strong>la</strong>borado por <strong>la</strong>s coimpañeras."Porque <strong>la</strong> Igualdad no es solo una cuestión de Espacio".En el marco del Día Internacional de <strong>la</strong> Objeción deConciencia, <strong>la</strong>s Mujeres Antimilitaristas del MOC, en nuestratercera presentación, nos dec<strong>la</strong>ramos objetoras de conciencia aun sistema de dominación representadao por una cultura deopresión económica, social, cultural, de hombres contrahombres y mujeres contra mujeres.Objetamos a ocupar espacios que no construyan alternativaspositivas de participación femenina, pues <strong>la</strong> inclusión demujeres a <strong>la</strong> Academia Militar es una justificación de máspresupuesto para una Institución cuyo único rol en nuestro países corromper y robar.Por tanto denunciamos que el militarismo no es solo unproblema de género sino también un problema social, porqueimplica <strong>la</strong> manutención de todo un sistema de valoresverticalistas y autoritarios significando un retroceso en nuestralucha por una sociedad desmilitarizada y democrática.<strong>No</strong> creemos en <strong>la</strong>s FFAA como Institución dada que suesencia esta basada en <strong>la</strong> violencia y <strong>la</strong> cultura patriarcal y, portanto, nos negamos a ser objeto de esta estructura formandoparte de el<strong>la</strong>.La Objeción de conciencia es un derecho universal. SomosObjetoras no objetos142


Introducción a ColombiaColombia es un país caracterizado por <strong>la</strong> violencia diaria y <strong>la</strong>s enormesdiferencias entre <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción rica y <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción pobre. El país se encuentra muymilitarizado, y existe una <strong>guerra</strong> civil desde hace más de 40 años. El Ejército delgobierno, <strong>la</strong>s guerril<strong>la</strong>s FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) yELN (Ejército de Liberación Nacional) junto con los cuerpos paramilitares tienenuna presencia evidente en <strong>la</strong> sociedad, por sus actos violentos y porque reclutana jóvenes. El militarismo es espejo del patriarcado colombiano. Sólo los hombreshacen el servicio militar con el Ejército del gobierno, pero en nombre de <strong>la</strong>igualdad de género, <strong>la</strong>s mujeres también son reclutadas por <strong>la</strong>s guerril<strong>la</strong>s y loscuerpos paramilitares. Debido a esta situación que sufre <strong>la</strong> sociedad colombiana,<strong>la</strong>s mujeres del movimiento antimilitarista se dec<strong>la</strong>ran objetoras de conciencia,además de oponerse al militarismo en un sentido más amplio.Presentamos a continuación un texto de Andrea Ochoa sobre objetorascolombianas y varias dec<strong>la</strong>raciones de <strong>la</strong>s mismas.Por Ellen Elster, Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra143


Objetoras de conciencia en ColombiaPor Andrea Ochoa, Acción Colectiva de Objetores y Objetoras de ConcienciaDentro de <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> Objeción de Conciencia en Colombia es bieninteresante encontrarse con que el primer antecedente de una acciónencaminada a cuestionar <strong>la</strong> obligatoriedad del servicio militar fueserealizado por una mujer. Carlota Rua, líder del sindicato Obrero de <strong>la</strong> Dorada fuequien en 1924, durante el primer Congreso Obrero, abrió <strong>la</strong> discusión entorno aque los jóvenes obreros y campesinos no fuesen obligados a empuñar <strong>la</strong>s armasdentro del ejercito nacional, pues consideraba injusto que fueran sacados de sustierras en donde aportaban al país con su trabajo, para ser forzados a destruirlohaciendo parte de <strong>la</strong>s fi<strong>la</strong>s. Esta misma iniciativa impulsó a otro grupo de mujeresa oponerse a que sus hijos y esposos fueran reclutados durante <strong>la</strong> época de <strong>la</strong><strong>guerra</strong> contra el Perú, haciendo su objeción pública y generando controversiadentro del país [1].Con el paso de los años y el encrudecimiento de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> interna en el país,<strong>la</strong>s mujeres han seguido teniendo un papel protagónico a <strong>la</strong> hora de hab<strong>la</strong>r deiniciativas organizadas en contra de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, en búsqueda de <strong>la</strong> paz y desoluciones mediadas al conflicto armado. Vale <strong>la</strong> pena mencionar los esfuerzosrealizados por <strong>la</strong> mesa de Trabajo “Mujer y Conflicto Armado”, que agrupa adiversas organizaciones y personas en pro de investigar, seña<strong>la</strong>r y cuestionar <strong>la</strong>smúltiples formas de violencia que afectan a <strong>la</strong>s mujeres, jóvenes y niñas en elcontexto del conflicto armado interno colombiano; <strong>la</strong>bor de suma relevanciapuesto que por muchos años se estaba invisibilizando <strong>la</strong> crudeza de los actosviolentos dirigidos específicamente al género femenino por parte de los diversosactores armado [2].De <strong>la</strong> misma forma, es importante remarcar <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor de <strong>la</strong> Alianza “Iniciativade Mujeres Colombianas por <strong>la</strong> Paz”, que también recoge diversas organizacionesy que surge en el marco de <strong>la</strong> resolución 1325 de <strong>la</strong>s Naciones Unidas, aprobadael 31 de octubre de 2000, teniendo como objetivos <strong>la</strong> participación de <strong>la</strong>sorganizaciones de mujeres en <strong>la</strong> negociación y diálogos del conflicto armado,aportar en el proceso de reconciliación nacional y reducir <strong>la</strong> afectación delconflicto armado en <strong>la</strong>s mujeres [3]. Dichas organizaciones han realizadoimportantes <strong>la</strong>bores de incidencia política, trabajo social y demostracionespúblicas.A pesar de que dentro del movimiento particu<strong>la</strong>r de objeción de conciencia, <strong>la</strong>perspectiva de género no es tan c<strong>la</strong>ra, puesto que tanto mujeres como hombresse reflejan en los principios de <strong>la</strong> no‐violencia activa, el antimilitarismo y unavisón amplia tanto de <strong>la</strong>s causas estructurales del conflicto armado y el ambientede <strong>guerra</strong> en Colombia, como de <strong>la</strong> propuesta de soluciones o alternativas desde144


Las objetoras en el contextocolombianoAlejandra Londoño Bustamante, Red Juvenil de MedellínSoy objetora por conciencia, porque no creo que <strong>la</strong> objeciónsea una figura jurídica de respaldo a una negativa, sino porel contrario una forma legítima de organización social ycolectiva que propende inicialmente por el cambio de <strong>la</strong>s y losindividuos para <strong>la</strong> construcción de un proyecto de sociedad.Me niego a continuar reproduciendo <strong>la</strong>s prácticaspatriarcales que sostienen <strong>la</strong> desigualdad y <strong>la</strong> exclusión, no soyobjetora porque tema que mi hijo o mi hermano vayan a <strong>la</strong><strong>guerra</strong>, soy objetora porque como mujer, aún sin empuñar unfúsil podría estar reproduciendo los patrones tradicionales queponen a <strong>la</strong> mujer en un rol de sumisión, le seccionan sus sueñosy su posibilidad de decidir, opinar y actuar, le ocultan el p<strong>la</strong>cer y<strong>la</strong> ponen en una postura esc<strong>la</strong>vista de servicio a otros. Mipostura como objetora por conciencia va desde tratardiariamente de transformar esos elementos de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> quepasan por el sonido de <strong>la</strong>s ba<strong>la</strong>s, pero además por transformar <strong>la</strong>minucia que me habita y responde a prácticas que finalmenteson <strong>la</strong>s que permiten que <strong>la</strong>s armas sigan sonando.Es constante escuchar por parte de militares, y de <strong>la</strong>pob<strong>la</strong>ción en general preguntas como: ¿Por qué mujeresobjetoras, si son los hombres quienes van a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>? Y esprecisamente acá donde nosotras con mayor fuerza hemosreivindicado que <strong>la</strong> objeción no es una exigencia que solo lecompete a los masculinos.La objeción no es una propuesta que se agote en lo evidentedel conflicto armado, es una manera c<strong>la</strong>ra de lucha popu<strong>la</strong>rnoviolenta, que p<strong>la</strong>ntea que para poder lograr <strong>la</strong>s soñadastransformaciones, debe haber un cambio desde el individuo,una pregunta constante por <strong>la</strong>s formas de construir poder con ypara todos.146


Dec<strong>la</strong>ración Sandra Murillo MarínMe dec<strong>la</strong>ro objetora de conciencia por que no creo que<strong>la</strong> paz se logre con armas y practicas violentas(cualquiera que fuera), no creo que el camino seareprimir, acatar ordenes, vio<strong>la</strong>r los derechos humanos ydefender los intereses de los que están en el poder, como lohacen todas estas estructuras militares legales o ilegales quesolo mantienen una posición patriarcal que nos oprime y no nospermite avanzar con l@s otras personas que también quierenuna transformación para el bien de toda <strong>la</strong> sociedad y no deunos pocos, por que no quiero ver mar muertes violentas,masacres, detenciones y demás que realizan todos estos que sehacen l<strong>la</strong>mar defensores de los derechos humanos.Me de c<strong>la</strong>ro objetora por que quiero que hal<strong>la</strong> mas inversiónsocial y se termine <strong>la</strong> inversión para esta maldita <strong>guerra</strong>.Quiero ser libre y ver a l@s como pueblo que lucha enunidad por intereses comunes y no como mis enemig@s.11 de febrero de 2007147


Dec<strong>la</strong>ración de Estefanía GómezVásquezCómo pretender hab<strong>la</strong>r de una postura política, de uncontexto desgarrador y consumido por <strong>la</strong> violencia y <strong>la</strong>eliminación del otro para garantizar <strong>la</strong> supervivencia,cómo abordar <strong>la</strong> economía bélica, y <strong>la</strong> injusticia, cómo criticarun gobierno y unos medios de comunicación que nos venden <strong>la</strong>paz a través de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, cómo distinguirme de quienes semuestran indiferentes al conflicto colombiano, y ante <strong>la</strong>pretensión tristemente humana de hal<strong>la</strong>r p<strong>la</strong>cer en un poderque implica el perjuicio, <strong>la</strong> pobreza, <strong>la</strong> resignación y el miedodel otro. Cómo pretender definirme como objetora deconciencia, y pretender expandir aquí un discurso basado en unpaís y en <strong>la</strong>s lógicas que lo dominan, sin reconocer que esahistoria y que esas lógicas han sido tatuadas en mi propiahistoria, sin reconocerme primero, como una sujeto que tienerazones mucho más íntimas que un contexto político, social yeconómico para decidir estar en contra y no conformarme conexpresarlo, para sentir <strong>la</strong> necesidad de proponer y construiralternativas para quienes como yo, creemos que <strong>la</strong>s cosaspueden ser diferentes, que no todos le apostamos a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> yque no todos nuestros cuerpos, son máquinas de muerte.Expresar mi condición puede resultar más simple de lo queyo misma pensé, se trata simplemente de querer ver y sentircosas distintas, de ser parte de su construcción y convencermedía a día, de que <strong>la</strong>s críticas nunca funcionan sino traen conel<strong>la</strong>s una propuesta, que los discursos cubren toda expectativa,y que nuestros actos siempre resultan más cortos que nuestraspa<strong>la</strong>bras, esto es lo que quiero cambiar, quiero construccionessilenciosas pero reales, quiero que mis actos no necesitenpa<strong>la</strong>bras para ser considerados en un mundo de discurso.Entonces <strong>la</strong> objeción de conciencia no es limitarme a ser <strong>la</strong>contraria, ni <strong>la</strong> que se opone a una <strong>guerra</strong> que desbordacompletamente el alcance de mis acciones y mi propianaturaleza, simplemente no quiero hacer parte de aquellos cuya<strong>la</strong>bor consiste en ir detrás de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> recogiendo susescombros y de alguna manera, sin aportar mucho, hacer<strong>la</strong>sostenible, preparar el terreno para que vuelva a pasar y yo sigateniendo una <strong>la</strong>bor moral en el mundo. Rechazo por esto, más148


allá de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, <strong>la</strong> indiferencia, <strong>la</strong> desesperanza, los brazoscruzados y los contentillos del discurso, escojo <strong>la</strong> crítica y <strong>la</strong>búsqueda constante.Ser objetora de conciencia, es tatuarme un historia diferenteen mi cuerpo, es expresar en cada uno de mis movimientos, que<strong>la</strong> <strong>guerra</strong> no es un reflejo de como quiero re<strong>la</strong>cionarme con <strong>la</strong>spersonas, que <strong>la</strong> competencia no alimenta mi ilusión de poder yque el poder está precisamente en dejar preguntas, en abrircaminos, en ser pretexto para que otros crean y sepan quepueden llegar más allá de <strong>la</strong>mentos e indiferencia y que todo noestá dado, que yo y cualquiera puede desobedecer a un contextopara obedecer a su convicción personal.Esta dec<strong>la</strong>ración es sólo una excusa, una urgencia y unmomento para decir que no pienso ceder mi espacio en elmundo, que mi cuerpo y mi mente se resiste a funcionar alunísono con aquello que se me vende, que se me impone y queno da explicaciones. Que este espacio me pertenece y que sientocomo mi deber y mi derecho hacer de él, lo que consideroirremediable e inminente…creer en mí y en <strong>la</strong> gente que piensamás allá de su individualidad, creer en quienes compartenconmigo este reto. Quiero darle <strong>la</strong> cara a aquello que resultamás fácil ignorar cuando eres una víctima invisible de un juegode mesa para quienes nos hacen creer que jugamos a favor de <strong>la</strong>vida y <strong>la</strong> justicia, porque juego para mí, para lo que creo y paralo que siento; pues ser invisible no es un consuelo y muchomenos un privilegio, estoy aquí para quien quiera escucharme ypensar por un segundo cuántas cosas de su vida han sido enrealidad su propia decisión, porque escuchar a mi conciencia yser objeto de el<strong>la</strong> es mi decisión.Estefanía Gómez Vásquez, noviembre de 2007149


Me dec<strong>la</strong>ro objetoraEl hecho de ser niña - ¡téngase bien en cuenta NIÑA,porque en este país resulta muy diferente ser niña queniño! - no implica que no vivamos los efectos de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>,el autoritarismo, <strong>la</strong> militarización de <strong>la</strong> sociedad y <strong>la</strong>s políticassociales, económicas y políticas.De hecho somos <strong>la</strong>s mujeres <strong>la</strong>s que, incluso con mayorintensidad, nos vemos sometidas a una cultura que cal<strong>la</strong>, educapara <strong>la</strong> sumisión y el servilismo y sobre todo somete a<strong>la</strong>utoritarismo, <strong>la</strong> discriminación, el control, el temor, <strong>la</strong>represión, <strong>la</strong> jerarquización, <strong>la</strong> degradación, elempobrecimiento, <strong>la</strong> exclusión, <strong>la</strong> comercialización, que teniega como mujer, como ser, y que, en un sofisma dedistracción, te hace creer sujeta de derecho.Pero además de eso tenemos que sufrir los hermanos, tíos,primos, amigos, extraños que, en aras de garantizar <strong>la</strong>slibertades de todos, deben unirse a un ejército, en donde suaprendizaje es odiar, maltratar, dejar de sentir, dejar de serhumano y que a fin de cuentas no resulta ser quien proteje <strong>la</strong>slibertades de cada uno de los ciudadanos de “nuestra patria”,sino por el contrario el encargado de coartar<strong>la</strong>s.Un amigo, tío, primo, extraño que dejamos de ver duranteun año o año y medio, según corresponda, porque hasta en estetipo de obligaciones todos no somos iguales. Que recibe unentrenamiento y una experiencia de vida que no compensa eltiempo de soledad, inseguridad, desasosiego, terror, desamor,humil<strong>la</strong>ción que se vive…Afortunadamente, y realmente lo siento y lo expreso,afortunadamente algunos de mis familiares se abstuvieron aprestar el servicio militar obligatorio. ¿Por razones deconciencia? <strong>No</strong> lo sé, pero lo que sí sé, es que preferíanresguardar sus vidas, trabajar, estudiar, amar, sentir, serhumanos, antes que entregar una parte importante de sus vidas,tan solo porque los obligan.Ahora desde mi posición de mujer, desde lo difícil queresulta ser mujer, ME DECLARO OBJETORA DE CONCIENCIA, noso<strong>la</strong>mente rehusándome a que existan ejércitos, como los de mi150


país; también me dec<strong>la</strong>ro objetora a este modelo económico,social y cultural. Me opongo a <strong>la</strong>s políticas de seguridad que seestán implementando a nivel mundial, donde <strong>la</strong>s prácticas de<strong>guerra</strong> son degradantes y el ser humano se convierte en elmuñeco que se puede destruir.Rechazo completamente un modelo que nos excluye y meniego a participar de esta sumisión impuesta, a un mundo queme dice qué hacer y que me degrada constantemente comomujer, a este patriarcado, a esta jerarquía…Reivindico un mundo diferente, definitivamente diferente,donde yo, mi mamá, mi papá, mis hermanos, mis amigos, elvecino, <strong>la</strong> vecina, el campesino, el perro, el gato, <strong>la</strong> mata, <strong>la</strong>madre tierra, tengamos derecho a un vida digna con justicia yrespeto, y para aquellos que somos humanos con libertad deconciencia, con <strong>la</strong> plena conciencia de no obedecer, porque yono quiero obedecer…Milena Romero Sanabria151


La objeción de conciencia de <strong>la</strong>s mujeres comoestrategia contra el militarismo: conclusionesde <strong>la</strong>s editorasPor Ellen Elster and Majken Jul Sørensen, Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> GuerraEn este capítulo final analizaremos los diferentes temas suscitados por lostextos incluidos en <strong>la</strong> presente antología. En <strong>la</strong> introducción mencionamosque <strong>la</strong> objeción de conciencia tiene una interpretación más amplia y otramás restringida, y desearíamos explorar ahora estas ideas. Hemos visto que <strong>la</strong>mayoría de <strong>la</strong>s mujeres que han decidido dec<strong>la</strong>rarse objetoras de concienciatrabajan en el movimiento de objeción de conciencia mixto. Se nos ocurren dosrazones que expliquen por qué se dec<strong>la</strong>ran objetoras: una es para visibilizar losanálisis de <strong>la</strong>s mujeres de lo que es el militarismo en el contexto de unaorganización dominada por los hombres; <strong>la</strong> otra es para convertir <strong>la</strong> objeción deconciencia en una estrategia contra el militarismo, estrategia coherente con <strong>la</strong>sempleadas a menudo en los grupos de mujeres [1]. Dentro de ambos tipos deorganización, mixtas y de mujeres, el<strong>la</strong>s seña<strong>la</strong>n que feminismo y militarismo sonmutuamente excluyentes. El tema incluye, no obstante, el debate sobre <strong>la</strong>conscripción de <strong>la</strong>s mujeres, que surge cada vez que se aborda su emancipaciónen <strong>la</strong> sociedad.Finalmente, contemp<strong>la</strong>mos el futuro. Lo que nos l<strong>la</strong>ma <strong>la</strong> atención es cómorompen <strong>la</strong>s mujeres con el papel tradicional de cuidadoras dentro del movimientode objeción de conciencia mixto, y cómo evolucionan a una crítica feministac<strong>la</strong>ra y radical del militarismo. Dicha crítica podría al<strong>la</strong>narle el camino a losobjetores de conciencia, pues <strong>la</strong> podrían utilizar para aprender a incluir elenfoque de género en su crítica al militarismo, algo que suele no ocurrir en e<strong>la</strong>ntimilitarismo de los hombres.Enfoques de Objeción de ConcienciaEn <strong>la</strong> introducción mencionamos brevemente que existen dos enfoques sobre<strong>la</strong> objeción de conciencia, uno más amplio y otro más restringido. Según elrestringido, <strong>la</strong> objeción de conciencia es <strong>la</strong> negativa a participar enentrenamientos o servicios militares obligatorios. El más amplio va mucho másallá: tanto hombres como mujeres rechazan el militarismo y su influencia en <strong>la</strong>sociedad y todos los aspectos del sistema militar, negándose a participar enningún tipo de actividad que pueda ser asociada con el sistema militar. En algunoslugares, personas que son objetoras de conciencia en el sentido restringido se venobligadas a hacer en su lugar un servicio “civil” o no armado alternativo; quienesse niegan también a esto son l<strong>la</strong>madas “insumisas”.152


Como hemos visto de <strong>la</strong>s historias contadas aquí, <strong>la</strong> noción más amplia de <strong>la</strong>objeción de conciencia no es un fenómeno reciente. Lo ilustran los artículos deSuecia y Gran Bretaña. Es esta definición más amplia <strong>la</strong> que ha venido siendoapoyada desde hace muchos años en <strong>la</strong> Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra(WRI‐IRG). La cuestión es dónde trazamos <strong>la</strong> línea: ¿se podría decir que todos lostrabajos por <strong>la</strong> paz equivalgan a ser objetora u objetor de conciencia? <strong>No</strong> locreemos, porque si así fuera <strong>la</strong> objeción de conciencia sería algo demasiadoamplio y abierto como para tener un significado.Lo que sí queda c<strong>la</strong>ro de los textos de este libro es que <strong>la</strong>s mujeres que sedec<strong>la</strong>ran objetoras de conciencia en este sentido amplio que comentamos hacendos cosas simultáneas: en primer lugar, se posicionan individualmente, comopersona que dice “soy objetora”; al tiempo objetan al militarismo y a <strong>la</strong>militarización de <strong>la</strong> sociedad en su conjunto, no sólo a cierto tipo de servicio queles afecta personalmente. Es una paradoja interesante que <strong>la</strong>s feministas quesubrayan <strong>la</strong> importancia de <strong>la</strong> responsabilidad colectiva para el mundo elijan unacto individual como método de lucha. La objeción de conciencia es algo que seoriginó en el pensamiento “occidental” y se encuentra vincu<strong>la</strong>da al mismo grupode ideas que los derechos humanos, que también hacen énfasis en <strong>la</strong> importanciade cada persona. C<strong>la</strong>ramente, <strong>la</strong>s mujeres construyen un puente entre loindividual y el grupo cuando animan a otras mujeres (y hombres) a hacer algoparecido, convirtiendo una negativa personal en una condición para <strong>la</strong> resistenciacolectiva al militarismo. Queda aquí un tema por resolver: cómo distinguir <strong>la</strong>sactividades de objeción de conciencia de <strong>la</strong>s mujeres de <strong>la</strong>s otras actividades quedesarrol<strong>la</strong>n en el movimiento. Una consecuencia natural de posicionarsepersonalmente contra todos los aspectos del militarismo es implicarse en mástrabajos por <strong>la</strong> paz que cuestionan el militarismo. Como es natural, <strong>la</strong>s mujeresque cuentan aquí sus historias no establecen una distinción entre su “objeción deconciencia” y sus “otros trabajos”, porque ven que <strong>la</strong> primera se encuentraíntimamente conectada a lo demás.Coexisten, así, <strong>la</strong> comprensión más restringida y <strong>la</strong> más amplia de lo que esrechazar los ejércitos. Sí podemos constatar que el proceso no ha sido ir de lomás restringido a lo más amplio, en el caso, por ejemplo, de <strong>la</strong>s activistas suecas,que adoptaron una postura más radical antes en el tiempo. Consideramos que elenfoque más amplio de <strong>la</strong> objeción de conciencia está presente en muchas de <strong>la</strong>shistorias aquí recogidas, sea implícita o explícitamente. Quedó c<strong>la</strong>ro en el casosueco de Barbro Alving y en el caso de <strong>la</strong>s absolutistas británicas durante <strong>la</strong>Segunda Guerra Mundial, quienes utilizaron el término absolutistas también paranegarse a realizar trabajos alternativos, no sólo <strong>la</strong> conscripción al ejército, sinotambién otros trabajos en el sector militar‐industrial así como el servicio civilsustitutorio. Y dijeron que lo hacían porque eso dejaría libres a los hombres parapoder ingresar en el ejército. La misma situación se dio con <strong>la</strong>s mujeresestadounidenses, aunque a el<strong>la</strong>s no <strong>la</strong>s reclutaban. Apoyando a los objetores yayudándoles en temas prácticos, estas mujeres consideraron que estabanluchando contra el militarismo. Las historias que escuchamos sobre <strong>la</strong> Segunda153


Guerra Mundial, tanto de Gran Bretaña como de Estados Unidos, sonnormalmente de mujeres que ya tenían ideas pacifistas y antimilitaristas, y queya habían participado en trabajos antimilitaristas antes de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. En <strong>la</strong>actualidad, en muchos países que participan en alguna <strong>guerra</strong> pero que no tienenconscripción, vamos encontrando un número creciente de mujeres quedesarrol<strong>la</strong>n una actitud antimilitarista estando en el propio ejército, lo que noslleva a pensar que es probable que algo así sucediera durante <strong>la</strong> Segunda GuerraMundial... sólo que entonces no tuvieron <strong>la</strong> oportunidad de contar su historia.Para el caso de Israel y de Eritrea, los dos únicos países que reclutan a <strong>la</strong>smujeres, cuando éstas se niegan a servir en el ejército se convierten en objetorasde conciencia en el sentido más restringido.Se puede decir lo mismo de <strong>la</strong>s mujeres estadounidenses que ingresan en elejército “voluntariamente”. Abandonar el ejército antes de que termine elperiodo del contrato por razones de conciencia es extremadamente difícil, pero síexiste <strong>la</strong> posibilidad de solicitar el estatus de objetora y pasar a ser una objetoraen este sentido más restringido. Éste es el canal legal para ser objetora. Sinembargo, en <strong>la</strong> presenta antología hemos recogido el caso de Stephanie Atkinson,que desertó (AWOL, ausentarse sin permiso) y pagó el precio legal de <strong>la</strong>deserción. Su texto ilustra bien cómo se puede diferenciar los dos sentidos de <strong>la</strong>objeción, así como lo difícil que de hecho es hacerlo. Esto se debe a que el<strong>la</strong> usael término ‘objeción’ tal y como lo usa el ejército estadounidense, que le otorgaeste estatus a un número limitado de personas que quieren dejar el ejército porrazones de conciencia. Con todo, tanto Stephanie Atkinson como Diedra Cobb sonejemplos de lo que l<strong>la</strong>mamos objetoras de conciencia en el sentido amplio de <strong>la</strong>pa<strong>la</strong>bra.En muchos países europeos, con o sin conscripción, <strong>la</strong>s mujeres puedeningresar en el ejército “voluntariamente”, lo que también significa que enEuropa podrían darse casos de objetoras de conciencia en el sentido másrestringido de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra. En Fin<strong>la</strong>ndia sabemos de algunos: <strong>la</strong>s mujeres puedeningresar voluntariamente, pero después de un periodo de prueba de 45 días esobligatorio cumplir con el servicio hasta el final. Algunas mujeres han solicitadoel estatus de objetora pasado este periodo de prueba, y han tenido que realizarel resto del servicio en un servicio civil sustitutorio, como establece <strong>la</strong> ley paralos hombres también. Sin embargo, en el 2009, una mujer que desea permaneceren el anonimato pasó a ser insumisa al negarse también a realizar el servicio civilsustitutorio porque consideró que el servicio “civil” era una prolongación delmilitar. Probablemente será condenada a dos semanas de cárcel [2].Así pues, incluso <strong>la</strong>s mujeres que son objetoras en el sentido más restringidode <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra pueden considerarse objetoras en el sentido más amplio cuando suobjeción es al militarismo en su conjunto, y no sólo a su papel en él. Idan Halilide Israel es un c<strong>la</strong>ro ejemplo de este tipo de objecion. En nuestra opinión, <strong>la</strong>s154


objetoras que lo son en el sentido más amplio de <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra se habrían dec<strong>la</strong>radoinsumisas si hubieran tenido que enfrentarse a un “servicio alternativo”.Un enfrentamiento feminista con el militarismoMuchos de los textos de esta antología defienden el enfoque más amplio de <strong>la</strong>objeción de conciencia porque consideran que el militarismo no es compatiblecon los valores feministas y que es contrario, además, a los intereses de <strong>la</strong>smujeres en <strong>la</strong> sociedad. <strong>No</strong> todas emplean <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra “feminista” o “feminismo”,pero c<strong>la</strong>ramente usan su identidad como mujeres en sus argumentos contra elmilitarismo. Barbro Alving ilustra este caso. Para el de <strong>la</strong>s objetoras en Israel,hemos visto cómo se evoluciona de <strong>la</strong>s razones religiosas, a <strong>la</strong>s de conciencia,posteriormente a <strong>la</strong>s políticas y hoy a <strong>la</strong>s que incluyen un posicionamientofeminista, como ilustran los textos de Shani Werner y Idan Halili.Idan Halili fue <strong>la</strong> primera mujer israelí que se negó abiertamente por motivosfeministas, lo que <strong>la</strong> llevó a <strong>la</strong> cárcel. Argumentó que el enfoque feminista no escompatible con medios violentos de resolución de los problemas; que el sistemamilitar hace daño a <strong>la</strong>s mujeres tanto dentro del ejército como en el marco másamplio de <strong>la</strong> sociedad; que el alistamiento significa aceptar ser parte de unsistema basado en re<strong>la</strong>ciones de poder y control que sistemáticamente, perpetúa<strong>la</strong> exclusion de <strong>la</strong>s mujeres de <strong>la</strong> esfera pública y construye su lugar en <strong>la</strong>sociedad como secundario al de los hombres. Rechazó servir “igual que unhombre”, puesto que el<strong>la</strong> no busca una igualdad que refuerce los privilegios delos que disfrutan los hombres: Idan Halili no desea participar en una organizaciónque es fundamentalmente y por definición no igualitaria, y que se encuentra entotal oposición a sus principios ideológicos y a su conciencia. Como feminista,Idan Halili dec<strong>la</strong>ra que su obligación es construir alternativas civiles al ejército através de <strong>la</strong>s cuales el<strong>la</strong> y otras feministas puedan hacer su aportación a <strong>la</strong>sociedad, y esto incluye, sin duda, luchar por reducir <strong>la</strong> influencia del ejército.Aunque Idan Halili y <strong>la</strong>s otras mujeres de Israel se encuentran en unasituación excepcional puesto que son reclutadas, pensamos que sus pa<strong>la</strong>brasrecogen lo que les ha pasado a muchas otras mujeres cuyos escritos presentamosaquí. Aun procediendo de contextos y situaciones muy diferentes, todasencuentran una conexión entre <strong>la</strong> cultura militar y <strong>la</strong> actual estructura de poderjerárquico y el patriarcado. Se posicionan contra el militarismo entendiéndolo demanera amplia, y seña<strong>la</strong>n el daño que éste le hace a <strong>la</strong>s mujeres y a <strong>la</strong> sociedaden su conjunto. Lo hemos visto en <strong>la</strong> dec<strong>la</strong>ración de 1980 donde <strong>la</strong>s mujeres sedec<strong>la</strong>raron insumisas manifestando que su emancipación no tenía nada que vercon el militarismo. En 1991 <strong>la</strong>s francesas subrayaron <strong>la</strong> dominación masculina quese da en el ejército, <strong>la</strong> institución que reproduce el modelo patriarcal imperanteen <strong>la</strong> sociedad. Hemos leído de Ferda Ülker, Turquía, cómo a <strong>la</strong>s mujeres se <strong>la</strong>sconsidera tradicionalmente en función de su re<strong>la</strong>ción con el ejército, comomadres, hermanas, esposas y novias de los chicos que serán soldados. Hi<strong>la</strong>l Demir155


ha añadido a esto el problema del riesgo de <strong>la</strong> “masculinización” del movimientode objeción de conciencia mixto, si se ignora <strong>la</strong> perspectiva feminista, pues elcontexto turco es el de una sociedad altamente militarizada donde <strong>la</strong>s mujeresestán c<strong>la</strong>ramente marginadas. Así ocurre también en Corea.En Latinoamérica, <strong>la</strong>s mujeres de Paraguay y Colombia describen sussociedades y <strong>la</strong>s razones por <strong>la</strong>s que se han hecho objetoras de manera parecida,pues el<strong>la</strong>s también ven que son <strong>la</strong>s fuerzas armadas <strong>la</strong>s que promueven <strong>la</strong> culturade violencia que impera en su sociedad a través del militarismo, el patriarcado,el machismo, <strong>la</strong> sumisión y <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> abierta. El ejército sostiene además <strong>la</strong>sestructuras de <strong>la</strong> injusticia, el abuso de los derechos humanos y <strong>la</strong> explotación delos recursos que generan pobreza para <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción. Las mujeresdel movimiento de objeción de conciencia colombiano proponen alternativas a <strong>la</strong><strong>guerra</strong> desde un enfoque amplio, al comprender <strong>la</strong> complejidad de <strong>la</strong> realidadcolombiana. Andrea Ochoa mantiene que son <strong>la</strong>s mujeres <strong>la</strong>s que tienen mayorpoder de convocatoria para <strong>la</strong>s acciones públicas.Dado que <strong>la</strong> crítica feminista del militarismo conlleva un enfrentamiento conel patriarcado y sus efectos, es lógico que <strong>la</strong>s objetoras e insumisas feministassusciten también <strong>la</strong> crítica al concepto “heroísmo”. Es común que en elmovimiento de objeción de conciencia se considere héroes o heroínas a loshombres o mujeres que son condenados a penas de cárcel por negarse a hacer elservicio militar. Idan Halili p<strong>la</strong>ntea lo problemático de esta visión, pues <strong>la</strong>considera una prolongación del esquema militarista que convierte en héroes a loshombres que hacen “sacrificios”: en este otro ámbito, se tras<strong>la</strong>da a los objetoresde conciencia que renuncian a (“sacrifican”) su libertad personal por sus ideas.El<strong>la</strong> se niega a ser considerada una heroína por su lucha. Después de habercumplido una condena carce<strong>la</strong>ria, se da cuenta de que no va a renunciar a susprincipios aceptando su marcha del ejército en términos militares en lugar de lossuyos propios, que son principios feministas que incluyen negarse a ser unaheroína. Ferda Ülker también reflexiona sobre <strong>la</strong> tendencia a comparar losriesgos que corren objetores y objetoras: como los hombres pueden ir a <strong>la</strong> cárceles más fácil que pasen a ser los héroes del movimiento. Considera que al hacerestas comparaciones y participar en este “juego de héroes”, <strong>la</strong>s mujeresco<strong>la</strong>boran con <strong>la</strong> causa del militarismo. Hi<strong>la</strong>l Demir manifiesta que <strong>la</strong> negativa delos hombres y su posterior encumbramiento a “héroes” pudiera resultar en que elmovimiento creciera con más rapidez pero opina que es preciso diseñarestrategias que eviten este fenómeno, pues el heroísmo es un conceptomilitarista y masculino que debe ser cuestionado.Diedra Cobb p<strong>la</strong>ntea un problema re<strong>la</strong>cionado con éste. Aunque no cumpliótiempo en <strong>la</strong> cárcel, sintió que los grupos activistas que <strong>la</strong> ayudaron a salir delejército no tenían interés en su persona y que <strong>la</strong> trataban como un caso a utilizarpara promocionar los intereses de sus grupos. <strong>No</strong> analiza esta cuestión en el156


marco del feminismo, pero creemos que es otro ejemplo de cómo <strong>la</strong>deshumanización militarista tiene repercusión en el movimiento por <strong>la</strong> paz.Las historias de estas mujeres aportan un enfoque más amplio de <strong>la</strong> noción de<strong>la</strong> objeción de conciencia, se vea ésta en conexión con negarse a realizar elservicio militar o con que <strong>la</strong>s mujeres se dec<strong>la</strong>ren objetoras fuera del marcolegal. Y todas aportan una dimensión feminista al concepto. Todas seña<strong>la</strong>n elejército como una institución opresiva en su estructura y valores, que se imponeen <strong>la</strong> sociedad en su conjunto, y cómo <strong>la</strong> masculinidad es una parte integral deesto. Consecuentemente, casi todas estas mujeres apoyan a los objetores deconciencia, como hemos visto en los ejemplos de Turquía y Corea. Una excepciónpor analizar es el caso de Alemania, donde muchas de <strong>la</strong>s personas que seoponían al ingreso de <strong>la</strong>s mujeres en el ejército en los años setenta y ochenta nocuestionaron <strong>la</strong> conscripción para los hombres, y por tanto, el sistema militar ensu conjunto.¿Por qué hacerse objetora de conciencia si no tienes quehacer el servicio militar?La cuestión de por qué <strong>la</strong>s mujeres se dec<strong>la</strong>ran objetoras cuando no tienenque hacer el servicio militar es central en este libro. Para comprenderlo, espreciso tener en cuenta <strong>la</strong>s organizaciones de mujeres y su lucha por enfrentar elmilitarismo, y también el análisis que realizan sobre <strong>la</strong> sociedad donde viven,porque su reacción a lo que ocurre en <strong>la</strong>s organizaciones queda influido por loque pasa en el contexto más amplio de <strong>la</strong> sociedad, y viceversa.Según los datos, <strong>la</strong>s mujeres que se dec<strong>la</strong>ran objetoras suelen pertenecer agrupos mixtos, no a grupos de mujeres. Existen varios grupos y redes de mujeresc<strong>la</strong>ramente feministas, como Mujeres de Negro, Ruta Pacífica (Colombia) y <strong>la</strong>Liga Internacional de <strong>la</strong>s Mujeres por <strong>la</strong> Paz y <strong>la</strong> Libertad (WILPF, en inglés).Como han elegido otras maneras de expresar su resistencia al militarismo, nopodíamos incluir<strong>la</strong>s en esta antología.Desde los años setenta especialmente, <strong>la</strong>s mujeres de los grupos mixtos hantenido que crear su propio espacio como mujeres dentro de sus grupos, espacioconcebido desde su análisis del militarismo y de sus experiencias como mujeres.Dec<strong>la</strong>rarse objetoras fue una de <strong>la</strong>s respuestas a esta situación. El debate sobreser mujer en movimiento por <strong>la</strong> paz mixto, dominado por los hombres, empezócon el movimiento de liberación de <strong>la</strong>s mujeres de los setenta y ochenta. Muchosgrupos por <strong>la</strong> paz se centraban en el trabajo de los objetores e insumisos, y <strong>la</strong> IRGincorporó este debate. Las mujeres se negaron a ser “<strong>la</strong>s encargadas de servir elcafé” o “quienes cuidaran el fuego del hogar” mientras los hombres estaban en<strong>la</strong> cárcel por objeción de conciencia. Tenían un papel propio en el movimiento.En 1980, <strong>la</strong>s mujeres de <strong>la</strong> IRG se dec<strong>la</strong>raron insumisas: participan en <strong>la</strong>s157


euniones internacionales de <strong>la</strong> IRG, donde insistían en que el trabajo y <strong>la</strong>resistencia de <strong>la</strong>s mujeres a <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s no consistía sólo en ayudar a losobjetores. Muchas mujeres han experimentado invisibilidad porque el contexto esde una mayoría de hombres. Su necesidad de un espacio propio donde puedangenerar temas desde los enfoques de <strong>la</strong>s mujeres no ha sido respetada en <strong>la</strong>mayoría de los casos. Aquí hemos visto que el análisis feminista demuestra que <strong>la</strong><strong>guerra</strong> y el militarismo nos afectan a <strong>la</strong>s mujeres de muy diversas maneras, y queéstas no suelen ser <strong>la</strong>s mismas a cómo les afectan a los hombres. La objeción deconciencia en sentido legal afecta mayoritariamente a los hombres, perorepercute en <strong>la</strong>s mujeres no reclutadas también debido a cómo el patriarcadofundamenta el militarismo.En países donde se recluta a <strong>la</strong>s mujeres, el<strong>la</strong>s enfrentan problemas simi<strong>la</strong>resen sus propios movimientos a los de <strong>la</strong>s mujeres que no van a ser reclutadas.Shani Werner, de Israel, seña<strong>la</strong> que, en su experiencia, los objetores sonencarce<strong>la</strong>dos mientras que <strong>la</strong>s mujeres quedan exentas de hacer el serviciomilitar. Piensa que así se militariza <strong>la</strong> resistencia a <strong>la</strong> leva, porque <strong>la</strong> objeción de<strong>la</strong>s mujeres queda reducida a un tema individual, queda silenciada, o bien (tal ycomo el<strong>la</strong> lo l<strong>la</strong>ma) convertida en “una resistencia a servir el café”. En Turquía,los hombres intentan explicar <strong>la</strong> presencia de <strong>la</strong>s mujeres en el movimiento deobjeción de conciencia sólo por su re<strong>la</strong>ción con o de apoyo a objetores concretos.Las objetoras rechazan esta visión, que consideran clásica entre los hombres.Aunque obviamente apoyan <strong>la</strong> negativa de los hombres a hacer el servicio militar,principalmente están ahí para visibilizar el militarismo y para mostrar cómo éstepenetra en todos los sectores de <strong>la</strong> vida social y de <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones sociales. Unargumento contra que <strong>la</strong>s mujeres se dec<strong>la</strong>ren objetoras es que, al hacerlo, estánaceptando implícitamente <strong>la</strong> lógica de <strong>la</strong> conscripción y del sistema militar. ¿Esposible rechazar el sistema adoptando su manera de concebir el mundo? ¿Por quéno se l<strong>la</strong>man <strong>la</strong>s mujeres a sí mismas ‘resistentes a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>’ o ‘antimilitaristas’en lugar de ‘objetoras’? Se podría hacer fácilmente con una campaña de cartas oen dec<strong>la</strong>raciones públicas... ¿Por qué adoptan un término que es parte delsistema militar? Stephanie Atkinson apoya implícitamente esta crítica cuandodice que el<strong>la</strong> prefiere identificarse como una desertora orgullosa en lugar decomo una objetora. Hi<strong>la</strong>l, sin embargo, lo explica.Hi<strong>la</strong>l Demir seña<strong>la</strong> que es común que se piense que el término ‘objeción’ hasido inventado por situaciones legales creadas para el servicio militar obligatorio.Se sigue de allí que, si <strong>la</strong>s mujeres no tienen que hacer el servicio militar, nopueden objetar. Sin embargo, el<strong>la</strong> cree necesario que exista una distinción entreel marco legal y una comprensión más amplia de <strong>la</strong> objeción de conciencia. Comoexplica, <strong>la</strong>s mujeres cambian el significado de los términos al impactar en susevoluciones. Con todo, se p<strong>la</strong>ntea <strong>la</strong> pregunta de si <strong>la</strong> p<strong>la</strong>taforma de <strong>la</strong> objeciónde conciencia es el lugar adecuado. Piensa que <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones públicas de <strong>la</strong>s12 objetoras turcas contribuyeron al desarrollo de mayor sensibilidad en elmovimiento y generaron debate en torno al concepto de objeción; que existe una158


necesidad no sólo de visibilizar a <strong>la</strong>s mujeres en los movimientos mixtos, sinotambién de concienciar<strong>la</strong>s a el<strong>la</strong>s, además de a los hombres, pues todo el mundodebería entender que <strong>la</strong>s mujeres tienen sus propias razones para estar en elmovimiento, y que tan necesario como tener en cuenta lo que piensan loshombres es tener en cuenta lo que piensan <strong>la</strong>s mujeres.En contraste con el caso de Turquía, en Paraguay <strong>la</strong>s objetoras no encuentranoposición dentro del movimiento, según nos cuenta María Elena Meza Barboza. Enalguna época de su historia, hubo más mujeres que hombres, lo que les diolegitimidad. Las mujeres tienen <strong>la</strong> misma voz, y utilizan el consenso como formade toma de decisiones. Sin embargo, sí enfrentan reacciones adversas delexterior: críticas que apuntan a <strong>la</strong> incapacidad de <strong>la</strong> gente para entender cómo elmilitarismo afecta gravemente a <strong>la</strong>s mujeres.Como hemos visto, <strong>la</strong>s reacciones dentro en <strong>la</strong>s organizaciones y grupos dondeparticipan <strong>la</strong>s mujeres varían considerablemente. Sin embargo, <strong>la</strong>s dinámicasinternas sólo explican en parte por qué <strong>la</strong>s mujeres deciden dec<strong>la</strong>rarse objetorasde conciencia. Principalmente se trata de una estrategia de acción dirigida alconjunto de <strong>la</strong> sociedad, lo que suscita <strong>la</strong> cuestión de si el territorio de <strong>la</strong>objeción es, para <strong>la</strong>s mujeres que desean enfrentarse al militarismo, una buenaestrategia. ¿Sería un método eficaz para llegar a pob<strong>la</strong>ción y explicar qué es e<strong>la</strong>ntimilitarismo? ¿O corren el riesgo de que no puedan comprender sus análisis?Que <strong>la</strong>s mujeres aborden un nuevo tipo de acción, que no es parte de <strong>la</strong>stradicionales del pacifismo, ¿podría implicar que se reduzcan <strong>la</strong>s posibilidades depoder comunicarse dentro del propio movimiento?Los textos aquí recogidos han presentado más argumentos a favor de <strong>la</strong>sdec<strong>la</strong>raciones públicas de objetoras que en contra, obviamente. Las mujeresturcas sostienen que los temas que suscita <strong>la</strong> objeción de conciencia de <strong>la</strong>smujeres han creado, de hecho, <strong>la</strong> posibilidad de que se dé un diálogo sobre e<strong>la</strong>ntimilitarismo. Al menos, <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción ha formu<strong>la</strong>do preguntas, aunque nocomprendieran bien <strong>la</strong>s respuestas. Las coreanas también manifiestan que elpúblico en general sigue sin comprender por qué <strong>la</strong>s mujeres se implican entemas del ejército. El<strong>la</strong>s no se están dec<strong>la</strong>rando objetoras, pero han elegido unaestrategia conjunta con los hombres, basada en mostrar el sufrimiento no sólo delobjetor de conciencia sino también de <strong>la</strong> red de personas que lo rodean, lo queincluye a <strong>la</strong>s mujeres. Es una forma de romper el silencio que impide que se oigan<strong>la</strong>s voces de <strong>la</strong>s mujeres en este tema, explica Jung‐min Choi.El sociólogo noruego Thomas Mathiesen [3] ha analizado <strong>la</strong> cuestión de cómopueden los movimientos sociales tener repercusión en <strong>la</strong> sociedad. Una de susaveriguaciones es que <strong>la</strong>s organizaciones que consiguen que su voz sea escuchaday comprendida son <strong>la</strong>s que buscan el equilibrio entre, por un <strong>la</strong>do, no sersuccionadas por <strong>la</strong> mentalidad imperante, desnaturalizando así su lucha, y porotro, evitar ser consideradas entes “marginales” a los que no es necesario prestar159


atención. Aplicando esta idea al caso de <strong>la</strong> existencia de objetoras allí donde noexiste <strong>la</strong> conscripción, lo que pudiera funcionar dependerá en gran medida de <strong>la</strong>scircunstancias y de <strong>la</strong> habilidad de <strong>la</strong>s mujeres para comunicarse con el resto de<strong>la</strong> sociedad.Algo que se hace evidente cuando consideramos el conjunto de <strong>la</strong>s historiasaquí recogidas es lo importante que es entender <strong>la</strong> objeción de conciencia de <strong>la</strong>smujeres como reacción a lo que está ocurriendo a su alrededor. La objeción no seda en un vacío: siempre es una reacción a circunstancias externas, y a lo que essu contexto. Como ya se ha analizado, <strong>la</strong>s mujeres están respondiendo almilitarismo, y a menudo también, al tiempo, a <strong>la</strong> dinámica interna de sus propiasorganizaciones. Dicho eso, existen también otros contextos que debemos tener encuenta. Uno es el movimiento por <strong>la</strong> paz en su conjunto en el país en cuestión.Según lo entendemos, <strong>la</strong>s personas implicadas en <strong>la</strong> objeción no se oponen sólo almilitarismo en sí; a menudo, son críticas también con <strong>la</strong> manera en que <strong>la</strong>mayoría concibe y lleva a cabo el “trabajo por <strong>la</strong> paz”, pues no lo consideran losuficientemente personal y radical. Un segundo contexto en el que debenubicarse es en el movimiento feminista, y en cómo perciben el militarismo <strong>la</strong>spersonas que se consideran feministas. Que existen diferentes concepcionessobre esto queda c<strong>la</strong>ro en <strong>la</strong> narración de <strong>la</strong> futura pilota de caza Alice Miller, deIsrael. El tercer contexto es <strong>la</strong> sociedad, y cómo esa sociedad concibe elmilitarismo. Algunas mujeres viven en países donde el militarismo es muy visibleya que opera en muchas áreas del día a día, mientras que otras mujeres viven allídonde le militarismo es mucho menos evidente. Cómo se evalúe <strong>la</strong> eficacia de <strong>la</strong>objeción de <strong>la</strong>s mujeres tendrá necesariamente que incluir <strong>la</strong> evaluación de suestatus en estos tres contextos, así como de su impacto en sus propiasorganizaciones.¿Por qué <strong>la</strong> conscripción de <strong>la</strong>s mujeres es incompatiblecon el feminismo radical?Los valores militares son contrarios al feminismo y a los valores que <strong>la</strong>smujeres que aquí escriben esperan ver en su sociedad. Las historias de EstadosUnidos y Eritrea muestran cómo afecta <strong>la</strong> vida en el ejército a <strong>la</strong>s militares. Estasmujeres hab<strong>la</strong>n de vio<strong>la</strong>ción en un contexto donde no se respeta <strong>la</strong> diversidad ni<strong>la</strong> vida. También <strong>la</strong>s mujeres que nunca han estado en el ejército aportanargumentos sobre por qué el ejército no es compatible con el feminismo radical.Sus historias sobre por qué decidieron dec<strong>la</strong>rarse objetoras de conciencia son ensí argumentos contra <strong>la</strong> conscripción de <strong>la</strong>s mujeres.Las objetoras israelíes p<strong>la</strong>ntean esta cuestión cuando mencionan a AliceMiller, que fue una de <strong>la</strong>s primeras en exigir los mismos derechos para <strong>la</strong>smujeres dentro del ejército cuando vio que <strong>la</strong> prohibían ser pilota de combate.Se argumentaba que el acceso a los puestos de combate más importantes, a160


menudo una condición previa para poder acceder a puestos más importantesdentro de <strong>la</strong>s fuerzas armadas, le daría a <strong>la</strong>s mujeres acceso a otros puestos deinfluencia en <strong>la</strong> sociedad, lo que contribuiría aun más a reducir <strong>la</strong> opresión de <strong>la</strong>smujeres. Esta cuestión fue central en Europea a finales de los setenta y durantelos años ochenta, concretamente, hasta que terminó <strong>la</strong> Guerra Fría. Otra Alice,Alice Schwarzer, de Alemania Occidental, se convirtió en un símbolo del debateen Europa entonces, cuando <strong>la</strong>nzó <strong>la</strong> idea de que <strong>la</strong> conscripción de <strong>la</strong>s mujeresera necesaria para que <strong>la</strong>s mujeres pudieran acceder a los puestos de mayorpoder, donde sólo había hombres. Alice Schwarzer era <strong>la</strong> editora de <strong>la</strong> revistafeminista Emma, muy respetada por sus posturas radicales y conocida voz de <strong>la</strong>emancipación de <strong>la</strong>s mujeres. Por ello, estas dec<strong>la</strong>raciones fueron unadesagradable sorpresa para <strong>la</strong>s mujeres antimilitaristas.La dec<strong>la</strong>ración de <strong>la</strong>s mujeres de <strong>la</strong> IRG, de 1980, <strong>la</strong>s posicionó c<strong>la</strong>ramentecontra <strong>la</strong> incorporación de <strong>la</strong>s mujeres a <strong>la</strong>s fuerzas armadas, pues rechazaron <strong>la</strong>idea de que su emancipación pudiera hacerse adoptando los papeles de loshombres en el patriarcado. Su análisis de <strong>la</strong> historia constata cómo los ejércitossiempre han aceptado y expulsado a <strong>la</strong>s mujeres según sus necesidades. En <strong>la</strong>Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, se animó a <strong>la</strong>s mujeres británicas a ocuparlos puestos de los hombres en <strong>la</strong> sociedad civil, y se <strong>la</strong>s aceptó incluso en elejército, para luego, finalizada <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, devolver<strong>la</strong>s a <strong>la</strong>s cocinas. En un artículode 1981 de Spare Rib [4], titu<strong>la</strong>do “¡<strong>No</strong> a <strong>la</strong> igualdad en el Ejército!”, LesleyMerryfinch cuenta que <strong>la</strong>s mujeres pasaron a cubrir <strong>la</strong>s vacantes de los hombresen <strong>la</strong>s fábricas de armas y demás industrias relevantes entonces. Incluso elcuidado de <strong>la</strong>s niñas y los niños se convirtió en parte de los “esfuerzos de <strong>la</strong><strong>guerra</strong>”. Las mujeres que participaron en los ejércitos de liberación, porejemplo, el eritreo, vivieron experiencias simi<strong>la</strong>res. Las historias de Ruta Yosef‐Tud<strong>la</strong> y Bisrat Habte Micael refutan los argumentos de que el servicio militar traeconsigo un alto nivel de liberación para <strong>la</strong>s mujeres, a pesar de que <strong>la</strong>s mujeresaccedieron a este ejército en nombre de <strong>la</strong> igualdad. Lesley Merryfinchmenciona, asimismo, el caso de Alemania, donde <strong>la</strong>s mujeres eran reclutadaspara trabajos de salud en <strong>la</strong>s fuerzas armadas a finales de los años setenta. Estodesató numerosas acciones protesta por parte de <strong>la</strong>s feministas radicales, comomanifestaciones y campañas de envío de postales, tal y como se recoge en lostextos procedentes de Alemania publicados aquí.Otras voces dentro del movimiento feminista, tanto de hoy como del pasado,seña<strong>la</strong>n <strong>la</strong> vio<strong>la</strong>ción como norma dentro del ejército. En Estados Unidos, <strong>la</strong>smujeres han denunciado abiertamente casos de vio<strong>la</strong>ción y acoso provocados porsus compañeros [5]. En <strong>la</strong> introducción a los casos estadounidenses, JoanneSheehan ha seña<strong>la</strong>do que aunque muchas mujeres han vivido experienciastraumáticas de agresiones de este tipo, muy pocas están dispuestas a hab<strong>la</strong>r deello por lo muy doloroso que es. Diedra Cobb sólo menciona que sufrió estosabusos. Como argumenta Idan Halili, si <strong>la</strong>s mujeres quieren abrirse camino en elejército, tendrán que ajustarse a <strong>la</strong> norma del soldado de combate, del161


“combatiente”, y esa norma está poderosamente identificada con el estereotipode masculinidad imperante.El debate sobre el ingreso de <strong>la</strong>s mujeres en <strong>la</strong>s fuerzas armadas se siguedando en algunos países, y <strong>la</strong>s posturas a favor y en contra no han cambiadomucho. Tali Lerner nos ha contado cómo es ese debate en Israel.Un debate comparable ha sido un tema candente en <strong>No</strong>ruega en estos últimoscinco o diez años. En <strong>No</strong>ruega existe el servicio militar obligatorio para loshombres, aunque el número de soldados profesionales está incrementando debidoa <strong>la</strong>s misiones de <strong>la</strong> ONU y de <strong>la</strong>s fuerzas europeas en otras partes del mundo. Almismo tiempo, se está produciendo un debate sobre si extender el serviciomilitar obligatorio a <strong>la</strong>s mujeres, no porque les falte personal (de hecho, sólo unode cada cuatro hombres son reclutados), sino en nombre de <strong>la</strong> igualdad. Un saltogeneracional parece influir en <strong>la</strong>s posiciones que hay en este tema. Las mujeressocialistas más jóvenes defienden que es importante para <strong>la</strong> igualdad que <strong>la</strong>smujeres hagan el servicio militar obligatorio. Al tiempo, también se dec<strong>la</strong>ranantimilitaristas, y dicen “<strong>No</strong> a <strong>la</strong> OTAN”. También están en contra de <strong>la</strong>participación noruega en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> de Afganistán. Sus argumentos son los mismosque los de Alice Schwarzer hace 30 años y que los de Alice Miller hoy, aunque conmatices, pues Alice Schwarzer se dec<strong>la</strong>raría objetora de conciencia (en el sentidorestringido del término) y Alice Miller no. La generación más vieja deantilimilitaristas en <strong>No</strong>ruega rechaza <strong>la</strong> posibilidad de que el ejército puedacambiarse desde dentro. Muy al contrario, piensan que <strong>la</strong> idea de que <strong>la</strong>s mujeres“lo suavicen” es absurda. Aceptar <strong>la</strong> conscripción para hombres y mujeressignifica aceptar el ejército como institución, y el militarismo en general. Másmujeres en el ejército provocaría probablemente que <strong>la</strong>s ideas del militarismo seextendieran en <strong>la</strong> sociedad. Sin embargo, sí existe una apertura al tema de <strong>la</strong>conscripción de hombres y mujeres en un marco más amplio de <strong>la</strong> defensa, el quepermitiera un servicio de paz alternativo y formación en defensa noviolenta. [6]En <strong>No</strong>ruega, <strong>la</strong> resolución de <strong>la</strong> ONU número 1325, “Mujeres, paz yseguridad”, es utilizada para legitimar <strong>la</strong> necesidad de reclutar a <strong>la</strong>s mujeres alservicio militar activo, y además se presenta <strong>la</strong> visión de que los hombres y <strong>la</strong>smujeres se complementan mutuamente. El argumento a favor de que se reclute a<strong>la</strong>s mujeres es que el<strong>la</strong>s están mejor capacitadas para ocuparse de <strong>la</strong>s mujerestraumatizadas de <strong>la</strong>s zonas de <strong>guerra</strong>, argumento que ha sido también utilizadopor <strong>la</strong> ex ministra de Defensa, Anne‐Grete Strøm‐Erichsen. [7]Berit von der Lippe [8], investigadora noruega del tema Cultura y Lenguaje,abordó el debate considerando los conceptos utilizados para legitimar <strong>la</strong>participación de <strong>la</strong>s mujeres en el ejército, en especial, en misiones en elextranjero. Recoge pa<strong>la</strong>bras como “seguridad humana”, “obligaciones morales”,“trabajando por <strong>la</strong> paz y <strong>la</strong> resolución de los conflictos”. El ministerio de Defensaestá legitimando que se amplíe el servicio militar obligatorio a <strong>la</strong>s mujeres en162


nombre de <strong>la</strong> democracia y los derechos humanos, y según su análisis, estodisfraza lo que está ocurriendo de hecho: <strong>guerra</strong> y ocupación, temas ubicados enuna esfera muy distinta, <strong>la</strong> de <strong>la</strong> política de poder que lideran los hombres. Parael<strong>la</strong>, que se amplíe el servicio militar a <strong>la</strong>s mujeres conseguirá <strong>la</strong> igualdad deconvertir<strong>la</strong>s también agentes de <strong>la</strong> agresión que mantienen una actitud postcolonialcarente de perspectivas sobre <strong>la</strong> situación de <strong>la</strong>s mujeres fuera deOccidente.Esperamos que este debate se pueda dar en más países. Aunque se encuentraconectado al tema de <strong>la</strong> conscripción de <strong>la</strong>s mujeres en <strong>No</strong>ruega, los argumentosserán los mismos. Para nosotras, esto también significa que <strong>la</strong> objeción de <strong>la</strong>smujeres al militarismo pasará a cobrar mayor importancia que nunca antes.Asimismo, compartimos que el lenguaje empleado por los ejércitos occidentalesdisfraza lo que en realidad se está diciendo con pa<strong>la</strong>bras que hab<strong>la</strong>n de <strong>la</strong>sbuenas intenciones de <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s “humanitarias”, los ejércitos que imponen <strong>la</strong>paz, <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s en defensa de <strong>la</strong> democracia y contra el terrorismo. Pudiera serque <strong>la</strong> abierta agresividad y masculinidad del ejército sea más patente fuera de<strong>No</strong>ruega, pero ya lo recoge Cynthia Cockburn [9]: <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s humanas tratan de<strong>la</strong> violencia, y <strong>la</strong> violencia genera más violencia.El futuro de <strong>la</strong> objeción de conciencia de <strong>la</strong>s mujeresEn esta antología, <strong>la</strong>s autoras p<strong>la</strong>ntean poderosos argumentos que explicanpor qué se dec<strong>la</strong>ran objetoras de conciencias públicamente. Una de <strong>la</strong>s razonespor <strong>la</strong>s que encontramos que su activismo alienta a todo el mundo es porque seposicionan muy c<strong>la</strong>ramente en el antimilitarismo: adoptando un término quesuele ser interpretado en un sentido muy restringido (el término legal), lodestripan, lo expanden, llenándolo de muchos otros contenidos <strong>la</strong>s mujeresconsiguen explicar el problema del militarismo con mucha c<strong>la</strong>ridad, vinculándoloestrechamente con el patriarcado, <strong>la</strong> jerarquía y <strong>la</strong> violencia. Según loentendemos nosotras, estas activistas rescatan el concepto para devolverlo a sulugar legítimo, el activismo pacifista. Cynthia Enloe en su prefacio seña<strong>la</strong> cómo<strong>la</strong>s mujeres están investigando abiertamente <strong>la</strong>s operaciones diarias delpatriarcado dentro de los movimientos de objeción de conciencia nacional einternacional. Estos movimientos han ayudado a persuadir a muchos hombres queconsideran <strong>la</strong> objeción de conciencia de que es preciso incluir <strong>la</strong> autocrítica a supropio comportamiento, pues siempre puede reflejar aprendizajes de <strong>la</strong>masculinidad patriarcal.La objeción de conciencia implica mucho más que <strong>la</strong> negativa a hacer elservicio militar. Puede incluir <strong>la</strong> objeción por razones de conciencia a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> ytambién a <strong>la</strong> preparación de <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>. El hecho de que <strong>la</strong> objeción de concienciaesté legalizada en algunos países no se debe a <strong>la</strong> buena voluntad del ejército sinoa <strong>la</strong> fuerte presión de objetoras y objetores de conciencia y de personas que lesapoyan y que han luchado por <strong>la</strong> existencia y en defensa de esta opción.163


Dec<strong>la</strong>rarse objetora, u objetor, es al tiempo algo muy personal y un compromisocontra el militarismo, que se ve como causa raíz de numerosos problemas en elmundo.La mayor parte de los casos de mujeres que se dec<strong>la</strong>ran objetoras deconciencia parecen darse en sociedades muy militarizadas. ¿Refleja esto que sea“más fácil” ubicarse contra el militarismo cuando éste es más visible que cuandosu influencia está más disimu<strong>la</strong>da? ¿O es sólo coincidencia? <strong>No</strong> lo sabemos perosospechamos que así pudiera ser. Esperamos que con <strong>la</strong> publicación de este librohayamos contribuido a <strong>la</strong> visibilización de estas activistas, para que así su trabajosirva de inspiración a mujeres que estén contra el militarismo en sociedadesdonde éste no sea tan evidente. <strong>No</strong> obstante, nuestra propuesta no trata sólo deque se imiten <strong>la</strong>s dec<strong>la</strong>raciones aquí incluidas. Lo que proponemos es que <strong>la</strong>smujeres reflexionen sobre cómo se puede luchar de <strong>la</strong> manera más eficaz contrael militarismo de su Estado. En muchos lugares donde no existe <strong>la</strong> conscripción,tendrá bastante sentido considerar este tema en movimientos mixtos. En lugaresdonde han abolido recientemente <strong>la</strong> conscripción de los hombres, como enmuchos Estados europeos, quizá sea posible aprovechar experiencias yestructuras de anteriores movimientos de objeción de conciencia; quizá haya queconstruir otras nuevas. Para los casos que consideren los análisis feministas,puede ser mejor inspirarse en grupos y redes del movimiento feminista. Encualquier caso, como el militarismo hace daño a mujeres y a hombres, siempreserá buena idea incluir a los hombres en el rechazo a los ejércitos. El temaprincipal será identificar cómo el militarismo y sus “primos”, el patriarcado y elsexismo, afectan a <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones personales de cada mujer y a su posición en susociedad. La segunda cuestión será buscar a gente que comparta el mismointerés, para trabajar con el<strong>la</strong> y organizar una estrategia eficaz frente almilitarismo desarrol<strong>la</strong>do en el país donde vivan. Una primera acción podría ser <strong>la</strong>de sacar a <strong>la</strong> luz <strong>la</strong>s conexiones entre militarismo, patriarcado y sexismo.Es muy posible que <strong>la</strong>s mujeres que se consideran objetoras de concienciasigan siendo minoría durante mucho tiempo en el movimiento feminista ypacifista. Queda por ver si esta minoría crecerá. Podría ser útil que <strong>la</strong>s objetorasvean si es posible identificar un espacio común desde el que se puedan acordarcorrientes de trabajo, para trascender <strong>la</strong>s diferencias p<strong>la</strong>nteadas por <strong>la</strong>sinnumerables caras del militarismo al que se enfrentan. De este modo, supresencia escasa numéricamente y dispersa no les hará sentir ais<strong>la</strong>miento, porqueen conjunto podrán ir analizando el militarismo más allá de cada Estado, llegandoa reflejar el que impera a nivel mundial. La IRG, con su historia de resistenciaradical al militarismo y de apoyo a <strong>la</strong>s objetoras y los objetores de conciencia,tiene <strong>la</strong> posibilidad de desempeñar un papel importante en el desarrollo de esteanálisis y en <strong>la</strong> red de apoyo.Los textos incluidos en esta antología describen experiencias de mujeres comoobjetoras de conciencia en los diferentes contextos en que viven cada una de164


Otras publicaciones de <strong>la</strong> Internacional deResistentes a <strong>la</strong> GuerraManual para Campañas<strong>No</strong>violentasISBN 978‐0‐903517‐23‐2Junio de 2010, 160 paginas, £6.50El cambio social no sucede solo, este es elresultado del trabajo de gente comprometidaluchando por un mundo de justicia y paz. Estetrabajo se gesta en grupos o celu<strong>la</strong>s deactivistas, en discusiones, en sesiones deentrenamientos, en <strong>la</strong> reflexion deexperiencias previas, en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nificación, en<strong>la</strong> experiencia y aprendizaje con otros. Elprepararnos para nuestro trabajo por <strong>la</strong>justicia social es vital para su éxito.Este manual compartelo que gente ya hadesarrol<strong>la</strong>do a partir de contextos diferentes.<strong>War</strong> is a Crime AgainstHumanityThe Story of <strong>War</strong> <strong>Resisters'</strong><strong>International</strong>By Devi PrasadISBN 978‐0‐903517‐20‐12005, 558 paginas, £18Esta historia sigue el desarrollo de <strong>la</strong> IRGdesde un movimiento centradoprincipalmente en <strong>la</strong> objeción de conciencia a<strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, hasta uno que combina estainquietud con un compromiso en <strong>la</strong> promociónde <strong>la</strong> acción colectiva noviolenta tanto contra<strong>la</strong> <strong>guerra</strong> como contra <strong>la</strong> opresión.Visita <strong>la</strong> Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra enhttp://wri‐irg.org para más información166


Sobre <strong>la</strong> Internacional de Resistentes a<strong>la</strong> GuerraFundada en 1921, WRI es una red de organizaciones, grupos e individuos quesuscriben <strong>la</strong> dec<strong>la</strong>ración de WRI:La <strong>guerra</strong> es un crimen contra <strong>la</strong> humanidad. Por ello me comprometoa no apoyar ningún tipo de <strong>guerra</strong>, y a luchar por <strong>la</strong> eliminación de todassus causas.WRI existe con <strong>la</strong> intención de promover <strong>la</strong> acción contra <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>, así comotambién para apoyar y poner en contacto, a través de todo el mundo, a <strong>la</strong>spersonas que se niegan a tomar parte en <strong>la</strong> <strong>guerra</strong> o en su preparación.<strong>No</strong>violenciaLa IRG abraza <strong>la</strong> noviolencia. Para algunas personas, <strong>la</strong> noviolencia es unaforma de vida. Para toda <strong>la</strong> IRG, es una forma de acción que defiende <strong>la</strong> vida,alza <strong>la</strong> voz contra <strong>la</strong> opresión, y reconoce el valor de toda persona.La noviolencia puede conjugar <strong>la</strong> resistencia activa, incluida <strong>la</strong> desobedienciacivil, con el diálogo. Puede combinar <strong>la</strong> no cooperación ‐retirada del apoyo a unsistema de opresión‐ con el trabajo constructivo para crear alternativas.Como forma de implicarse en el conflicto, <strong>la</strong> noviolencia trata de empoderar aquienes se hayan en <strong>la</strong> base de <strong>la</strong> sociedad e incluir a personas de diferentespartes en <strong>la</strong> búsqueda de una solución.<strong>No</strong> a <strong>la</strong> <strong>guerra</strong>La IRG nunca dará su apoyo a ninguna c<strong>la</strong>se de <strong>guerra</strong>, sea emprendida por unEstado, por un "ejército de liberación", o bajo los auspicios de <strong>la</strong>s NacionesUnidas, aunque sea l<strong>la</strong>mada "intervención militar humanitaria". Las <strong>guerra</strong>s, pormuy noble que sea <strong>la</strong> retórica, son usadas invariablemente al servicio de ciertosintereses políticos o económicos. Sabemos adónde conducen <strong>la</strong>s <strong>guerra</strong>s: alsufrimiento y <strong>la</strong> destrucción, a <strong>la</strong> vio<strong>la</strong>ción y el crimen organizado, a <strong>la</strong> traición alos valores y a nuevas estructuras de dominación.Contacto:<strong>War</strong> <strong>Resisters'</strong> <strong>International</strong> – Internacional de Resistentes a <strong>la</strong> Guerra5 Caledonian RoadLondon N1 9DXBritainEmail info@wri‐irg.orgWeb http://wri‐irg.org167

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