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Modulo 2 - Bvs.minsa.gob.pe

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niñas y adolescentes en alto riesgo social, he aprendido que los resultados de mitrabajo se mueven entre dos polos: el fracaso, representado concretamente porla vida en el río; y el polo del éxito relativo que implica el proceso, en equilibriosiempre precario, de paulatina inserción 1 de los niños, luego jóvenes y másadelante adultos, al mundo del estudio, el trabajo y la familia.“El río 2 ”, al que yo identifico como el polo del fracaso, es un referentecomún para todos nosotros. Es el lugar de refugio para quienes no logransu<strong>pe</strong>rar el desánimo, la frustración. Van al río a llorar sus <strong>pe</strong>nas, a vegetar, adrogarse. En el río encuentran la desnutrición, la promiscuidad, la pérdida delímites, la delincuencia, la tuberculosis. Para nosotros, es la antítesis de lo querepresenta la infancia que vive en la calle, pues sabemos que todo niño o niñaque vive en la calle lo hace porque busca en ella una “liberación” 3 .Para nuestro equipo, un factor importante en el proceso de recu<strong>pe</strong>raciónde niños y niñas que viven en la calle es, sin duda, la manera en que logranidentificar una figura de autoridad o influencia, en este caso en mi <strong>pe</strong>rsona,como directora del Instituto. Para ellos y ellas es muy importante mi opinión,mi aprecio, mi aprobación. Este hecho supone una gran responsabilidad yresulta en algunos casos determinante en el curso que pueda seguir cada historia.Este fenómeno ha hecho que de manera casi natural se produzca una suertede diferenciación entre el equipo de Generación y su directora. Una adecuadaadministración de esta adjudicación de roles que el grupo de niños y niñasrealiza, <strong>pe</strong>rmite muchas veces mecanismos de control y contención que de otramanera serían muy difíciles de lograr.Un ejemplo de esta diferenciación de roles es la atención en el mismorío (o “huecos”, “fumaderos”, etcétera). A diferencia del equipo de educadoresy educadoras de la calle que realizan su trabajo de acompañamiento y rescate enesos lugares, al río yo no voy. Y eso lo saben bien los niños. Porque ir al río seríaavalar la condición miserable, trashumante y denigrada en que muchos terminan.Sin embargo, nuestros educadores y educadoras de la calle sí van al río,llevando aliento y estímulo a los niños, niñas y adolescentes que ahí se refugian.Tratan, con su compañía, que salgan de ahí y vuelvan a nuestra casa. El hechode que yo –representante de la autoridad– no vaya funciona como un coto,como límite y contención dentro del proceso de recu<strong>pe</strong>ración y sin duda ayudaen la prevención de recaídas.■La gran evasiónSi logramos el privilegio de poder escuchar el relato del porqué cada niño y niñahace de la calle su hogar, llegaremos a la conclusión de que la calle representapara ellos y ellas una “liberación”. En casi todos los casos, la historia familiarque antecede al episodio de huida del “hogar” está teñida de elementos dedenigración, ofensa, agresión. Salir a la calle responde a la necesidad de preservarla integridad física y mental, huyendo de la figura agresora; expresa, a mientender, un acto de “soltarse”, librarse de la opresión familiar y, en ese sentido,puede considerarse como un acto de afirmación, audacia y finalmente desalud que diferencia a un niño o niña que logró librarse de la violencia familiarde quienes no lo logran.Básicamente, postulo que hay adolescentes que huyen tarde de suscasas, con daños profundos de difícil resolución. En cambio, hay niños y niñasque encuentran la sabiduría para huir en el momento oportuno y preservan asíalgo del frescor y la lozanía propios de la infancia. Al huir de sus casas evitanun daño mayor. Pero, ¿qué pasa luego?■¿De vuelta al hogar?Hay tantas historias como niños y niñas viviendo en las calles. Pero de lamagnitud y gravedad de la ofensa que da origen a la huida, así como del gradode disfuncionalidad familiar, de<strong>pe</strong>nde mucho la posibilidad de retorno al hogar.Por eso, para evaluar cuán factible es la reinserción familiar em<strong>pe</strong>zamos poranalizar el episodio de huida del hogar, así como el contexto que determinó esasituación.En nuestra metodología de trabajo, el tema es conversado primero conel educador o educadora de la calle. Luego, la asistenta social conversa con elniño o niña y a continuación el psicólogo. Con base en los datos que se recogen,cada caso es analizado en equipo y la decisión sobre cómo proceder enfatizacuán preparado está ese niño o niña para iniciar un proceso de vuelta al hogar.1. En este artículo se utilizan indistintamente los términos inserción, reinserción, y recu<strong>pe</strong>ración como as<strong>pe</strong>ctos parciales del proceso socioeducativo que sesigue con los niños y niñas.2. La referencia al río es genérica e incluye los fumaderos, los huecos y, en general, todos aquellos lugares que se encuentran escondidos en diversos rinconede la ciudad donde se reúnen los seres más deses<strong>pe</strong>ranzados.3. Utilizamos el término “liberación” como sinónimo de “librarse de”, más que en un sentido emancipador o de salvación.MODULO II: SITUACIONES DE ALTO RIESGO SOCIAL 41

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