LA CASA EXTENDIDA44ajeno.■“Laburo”En la misma línea del acto antisocial encontramos lo que ellos y ellas denominanel “laburo”. Se trata del asalto o robo. Gran parte de lo dicho para el“agarrar” se aplica también en este caso. Sin embargo, este sí es un acto quenosotros abordamos desde el comienzo, como parte inherente del proceso detransformación de “piraña a niño o niña trabajador(a)”. La técnica consiste enayudar a reflexionar sobre el acto. Se realiza en la misma calle y en el mismomomento en que se produce el episodio. El educador o educadora entrega pa<strong>pe</strong>ly lápiz y pide a los niños que dibujen lo que ocurrió. Luego se da inicio alproceso de análisis con algunas preguntas claves ¿Qué ocurrió? ¿Quién era?(la víctima). ¿Tendrá familia? Así se empieza a elaborar la historia de quien fuedespojado, buscando que se pongan en el lugar de la <strong>pe</strong>rsona agredida, que secompadezcan de ella. De esta manera, poco a poco se logra que se den cuentade que el acto antisocial produce daño y que ellos en realidad no quieren hacerque otras <strong>pe</strong>rsonas sufran. Ese es el pa<strong>pe</strong>l del educador o educadora de la calle:ayudar a reflexionar, a tomar consciencia. Pero en realidad, la mejor medidapara resolver el “laburo” es trasladando a los niños y niñas a una casa deacogida donde logran resolver su necesidad de subsistencia y empiezan suproceso de recu<strong>pe</strong>ración.Parte II“Antes éramos pirañas, ahora somosniños trabajadores”El polo identificado como de éxito relativo en nuestro trabajo, a su vez abarcauna gama de posibilidades de resolución que discurre desde la condición depirañita hacia la de niño o niña trabajador(a).Supone, muchas veces, ayudarlos a sanar sus heridas. Convencerlos,por ejemplo, de que haber sido violados no mella su condición de varones, nialtera su preferencia sexual hacia las mujeres. O que el hecho de haber sidousada sexualmente desde <strong>pe</strong>queña no significa que ella no tenga el derecho –yla obligación– de hacerse res<strong>pe</strong>tar y de ser fiel a su pareja. O que el haberrecibido maltrato no justifica que él o ella maltraten a los demás. Así, enmúltiples conversaciones informales, poco a poco, se van curando heridasfísicas y de las otras.Paralelamente, el trabajo social con la infancia en alto riesgo requiereuna suerte de fototropismo positivo, un fundamento, una mística, una utopíaque compartir con los niños y niñas. Debe transmitirles la convicción de que elacto positivo de librarse de sus familias opresoras implica mucho más que huirde sus casas y debe complementarse con un sentido de responsabilidad paracon ellos mismos.Cuando se logra ejercer una influencia positiva, los niños y niñas recusanla condición de pirañas y enaltecen la de niño o niña trabajador(a), comobien lo manifiesta R.: “_somos buenos; estamos tratando de recomponernos.No somos maleantes”.Este proceso, sin duda difícil y signado por avances y retrocesos, secumple siguiendo algunos requisitos básicos.■“Queremos un sitio donde vivir”En la primera fase de nuestro trabajo <strong>pe</strong>nsábamos que era posible prescindir deun marco físico institucional en el proceso de recu<strong>pe</strong>ración. La realidad demostrómuy pronto que esto no era así. Los niños lograban trabajar, conseguíangenerar sus propios ingresos y, como parte de su proceso de “recomposición”,invertían en comprarse ropa, libros o zapatos. Pero en la calle se los robaban.En la calle era difícil encontrar un lugar donde bañarse, o donde estudiar,o simplemente donde estar “como en familia” y conversar. Fue así como,ante el insistente reclamo de los propios niños, optamos en un primer momentopor ofrecerles que “vengan a vivir con nosotros”. Así em<strong>pe</strong>zó el complejoproceso de brindar un hogar a más de cien niños.Este hogar, que metafóricamente podríamos denominar la casa extendida,requiere de la convergencia de un conjunto de esfuerzos e iniciativas. Nosería posible sin la contribución de la coo<strong>pe</strong>ración internacional y tampocodaría resultados si no se contara con los múltiples convenios interinstitucionalesque <strong>pe</strong>rmiten dar curso a los programas de alimentación, salud, escolaridad,empleo y recreación.Tampoco es posible sin un compromiso <strong>pe</strong>rsonal. Sin el olor, el calor,el contacto, la mirada y las palabras de <strong>pe</strong>rsonas adultas responsables conquienes los niños y niñas entran en contacto y empiezan un proceso de acompañamiento.■Tejer lazos familiaresPero el reto de ofrecer un hogar a los niños y niñas que viven en la calle vamucho más allá de un techo y cuatro paredes. La avidez con que ellos y ellas
eclaman alguien “con quien conversar”, que les cuente cosas, que les informe,que les explique, es enorme. La casa extendida debe reproducir de la maneramás fiel posible las condiciones de un hogar feliz. Es así como la rutina cotidianaen nuestra Casa de Acogida empieza a las 6 a.m. con el traslado de niños yniñas a sus lugares de trabajo. La rutina de levantarlos, lograr que se bañen,tomen su desayuno y salgan a trabajar se facilita cuando tienen el aliciente decompartir el trayecto con alguien significativo para ellos y ellas, que les converse,los regañe, los anime a realizar ese ritual que re<strong>pe</strong>tido uno y otro día terminapor estructurar la ex<strong>pe</strong>riencia individual, siguiendo el objetivo de lograr límites,estructura, contención, elementos fundamentales en el proceso de recu<strong>pe</strong>ración.Las variaciones en el tono de voz concordantes con los afectos en juegoen cada momento, la dirección y tipo de mirada, una palmada o un abrazocariñoso, son parte de la metodología de acompañamiento que desarrollamoslas 24 horas del día y que se complementa con consejos, señalamientos, confrontaciones,en la búsqueda por introducir en la vivencia de los niños y niñasese bagaje familiar compuesto de hábitos, miradas, señales, tonos de voz,consejos, cuentos, relatos, advertencias. que de manera natural toda familiaofrece y del que nuestros niños y niñas carecían.■Reinsertarse a la escuelaLa ex<strong>pe</strong>riencia de matricular a los niños y niñas en escuelas regulares no diobuenos resultados. Cuando el proceso de recu<strong>pe</strong>ración recién se inicia, el sistemaescolar formal no logra ajustarse al <strong>pe</strong>rfil real que en ese momento presentanlos niños y niñas de la calle. Por ejemplo, si tienen más de diez años ya no losaceptan en los primeros grados y sabemos que una característica es que losniños y niñas de la calle presenten atrasos.Adicionalmente, los colegios prefieren no correr el riesgo de matricularalumnos que puedan figurar luego como desertores. Y es un hecho también queal comienzo la asistencia a la escuela es en cierto modo errática. En los casos enque hemos logrado éxito dentro del sistema escolar formal ha sido porque laactitud del profesor o profesora a cargo fue excepcional. Se trata de docentesque lograron com<strong>pe</strong>netrarse con la situación de su alumno y se interesaron demanera <strong>pe</strong>rsonal, les prestaron atención, les hicieron un seguimiento cercano.Es por ello que en Generación hemos optado por crear condicionesescolares propicias como una medida transitoria dentro del proceso dereinserción (o inserción) escolar. Se trata de una escuela primaria con valoroficial y con un plan de estudios compatible con la currícula escolar vigente. Enella se trabaja sobre la base de círculos de estudio, de acuerdo al nivel y característicasde los niños y niñas. Se desarrollan áreas de trabajo y el eje es elproceso productivo en el cual están inmersos. Por ejemplo, a partir del proyectoJardineritos que se realiza con la Municipalidad de Lima, el equipodocente ha adaptado los contenidos curriculares a la realidad del trabajo que serealiza en los jardines. En la escuela primaria que hemos fundado, niños y niñaspueden iniciar su escolaridad en el momento en que estén en capacidad dehacerlo. Y reiniciarla cuantas veces sea necesario. Cuando llegan, todo estálisto para que el acto de desear ir a estudiar encuentre un ambiente propicio ylos recursos necesarios. Siempre hay un lápiz y una ficha para trabajar, asícomo docentes que conocen la realidad de los niños y niñas y son capaces desentir simpatía hacia ellos y ellas. Con este sistema hemos logrado que alrededorde un 80% de nuestros niños y niñas terminen su primaria.Pero esta realidad se logra con gran esfuerzo. Nuestros educadores yeducadoras tienen que estar detrás de los niños y niñas para que vayan alcolegio. Es necesario llevarlos todos los días.Posteriormente, la secundaria nocturna del sistema educativo formalrecibe mejor a nuestros estudiantes. Paralelamente, los chicos ya están másgrandes, más estabilizados. Además, cuando pasan a la secundaria ya no sonchicos y chicas de la calle, ya tienen consciencia de su propio progreso y seinteresan por estudiar. Pero aún así, es necesario estar motivándolos, acompañándolosy ayudándolos <strong>pe</strong>rmanentemente. Este esfuerzo se ve en algunoscasos recom<strong>pe</strong>nsado cuando los chicos y chicas, una vez concluida la secundaria,se proponen como meta completar su educación su<strong>pe</strong>rior.■Los límites los ponemos entre todosEn la casa extendida los límites entre la vida en la calle y la vida en la casa sonal comienzo difusos. En la medida en que ofrecemos un espacio abierto y noobligamos a que nadie se quede en contra de su voluntad, el proceso de salir,entrar, <strong>pe</strong>rderse, volver a entrar, salir, <strong>pe</strong>rderse, volver, partir, regresar _puedeparecer infinito. Sin embargo, dentro de la casa algunos controles funcionan enfavor del estudio, del trabajo, del aseo, de librarse de la droga.Las intervenciones educativas se centran en el grupo pues éste es unreferente confiable para quienes creen y cultivan las lealtades grupales. Almismo tiempo, tener una buena imagen, formar parte del grupo y contar con suaprobación es muy importante.Así pues, cada niño y niña forma parte de un grupo, el cual a su vezestá liderado por un niño o niña que ejerce la autoridad que la institución leconfiere. Si bien los grupos se forman de manera natural y obedecen a lasafinidades de sus miembros, cada uno tiene un reconocimiento institucional.La selección de los o las jefes de grupo se realiza de acuerdo a diversoscriterios que incluyen la aceptación del grupo, una evaluación positiva de suMODULO II: SITUACIONES DE ALTO RIESGO SOCIAL 45
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