El servicio de la fe y la promoción de la justicia en la educacion universitaria ...muchos ministerios, estaba siendo llevada por el Espíritu de Dios a tomar unaorientación nueva. El fin principal de la Compañía de Jesús, el “servicio de lafe”, debía incluir también “la promoción de la justicia”. Esta nueva orientaciónno era sólo para aquellos que trabajaban ya con los pobres y marginados, enlo que se llamaba “el apostolado social”. Más bien, este compromiso teníaque ser “una preocupación de toda nuestra vida y constituir una dimensiónde todas nuestras tareas apostólicas” 1 . Esta unión de la fe y de la justicia eratan central a la misión de toda la Compañía que se habría de convertir en“el factor integrador de todos los ministerios” 2 de la Compañía; a esta luz sedebería prestar “particular atención” a la evaluación de todos los ministerios,incluyendo las instituciones educativas 3 .33Yo mismo asistí a la CG 32, representando a la Provincia del PróximoOriente, donde, durante siglos, la actividad apostólica de los jesuitas se habíacentrado en la educación, en una famosa universidad y en algunos colegiosnotables. Por supuesto que algunos jesuitas trabajaban en pueblos muy pobres,en campos de refugiados o en cárceles, y que otros luchaban a favor de losderechos de los trabajadores, inmigrantes y extranjeros; pero esto no siemprese consideraba un trabajo nuclear o típico de jesuitas. Nosotros, en Beirut,éramos muy conscientes de que nuestra facultad de medicina, con muy santosjesuitas al frente, estaba produciendo, al menos en aquel tiempo, algunos delos ciudadanos más corruptos de la ciudad, pero ya contábamos con ello.La atmósfera social explosiva del Próximo Oriente no permitía una luchacontra las estructuras injustas y pecadoras. La liberación de Palestina era lacuestión social más importante. Las iglesias cristianas se habían embarcadoen muchas obras asistenciales, pero el compromiso por la promoción de lajusticia hubiera supuesto que se las asociase con los movimientos de izquierdao con el desorden político.La situación que describo del Próximo Oriente no era excepcionalen la Compañía universal de aquel tiempo. No era yo el único delegado queignoraba las cuestiones sobre justicia o injusticia. El Sínodo de Obispos de1971 había declarado proféticamente que “la acción en favor de la justicia yla participación en la transformación del mundo se nos presenta claramentecomo una dimensión constitutiva de la predicación del evangelio, es decir, dela misión de la Iglesia en favor de la redención de la humanidad y la liberación1 CG 32, D. 4, n. 47.2 CG 32, D. 2, n. 9.3 CG 32, D. 2, n. 9 y D. 4, n. 76.
Peter-Hans Kolvenbach, s.j.Cuadernos Ignacianos / 834de toda situación opresiva” 4 . Sin embargo, pocos de nosotros sabíamos lo queesto significaba en nuestras circunstancias concretas.Ya antes, en 1966, el Padre Arrupe había llamado la atención de losprovinciales de América Latina sobre cómo la situación socioeconómica detodo aquel continente contradecía al Evangelio: “de aquí se sigue (decía) laobligación moral de la Compañía de repensar todos sus ministerios y apostoladosy de analizar si realmente responden a los requisitos de la urgenciay prevalencia de la justicia y aun de la equidad social” 5 . Muchos de nosotrosno alcanzamos a ver el alcance de este mensaje en nuestra situación concreta.Pero ruego se fijen en que el Padre Arrupe no pedía la supresión del apostoladode la educación en favor de la actividad social. Al contrario, afirmaba que“incluso un apostolado tan sinceramente querido por la Compañía y de cuyatrascendencia nadie duda, como es la educación en sus distintos niveles, debeser sometido a reflexión en su forma concreta actual a la luz de las exigenciasdel problema social” 6 .Quizás la incomprensión o la resistencia de algunos de nosotros, losdelegados, fue una de las razones por las que la CG 32 tomó finalmente unapostura radical. Con una pasión tan inspiradora como desconcertante, laCG acuñó la fórmula “el servicio de la fe y la promoción de la justicia”, y lautilizó inteligentemente para impulsar a que toda obra jesuita y todo jesuitaen particular hiciera una opción que dejaba poca escapatoria a los de corazóncobarde. Muchos, dentro y fuera de la Compañía, se sintieron indignados conla “promoción de la justicia.” Como el Padre Arrupe percibió acertadamente,sus jesuitas estaban entrando, como colectivo, en un más duro camino de lacruz, que indefectiblemente llevaría consigo incomprensiones y hasta oposiciónde parte de las autoridades civiles y eclesiásticas, de muchos buenosamigos y de algunos de nuestros propios compañeros. Hoy, veinticinco añosmás tarde, esta opción se ha convertido en elemento integrante de nuestraidentidad jesuita, de la conciencia de nuestra misión y de nuestra imagenpública, tanto en la Iglesia como en la sociedad 7 .La expresión resumen (“servicio de la fe y promoción de la justicia”)tiene todas las características de un eslogan con capacidad para conquistar elmundo, que usa un mínimo de palabras para inspirar una visión dinámica de4 Sínodo Universal de Obispos 1971, “Justicia en el mundo”.5 Pedro Arrupe, s.j., “Sobre el apostolado social en América Latina” (12 diciembre de 1966).Cf. Acta Romana XIV, 791.6 Ibid.7 Cf. Peter-Hans Kolvenbach s.j., “Sobre el apostolado social”, enero 2000, n. 3.
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