La Universidad de la Compañía de Jesús a la luz del carisma ignaciano (2001)proceso de discernimiento, para descubrir lo que viene del buen espíritu ylo que viene del malo.61A simple vista descubrimos que no puede ser de Dios el convertir elmercado y el interés económico como motor único de la sociedad. Los espantososresultados de la globalización económica tal como se está implantando,al margen de toda ética, saltan a la vista: deshumanización, individualismo,insolidaridad, fragmentación social, incremento de la brecha ya existenteentre ricos y pobres, exclusión, falta de respeto a los derechos humanos,neo-colonialismo económico y cultural, explotación, deterioro del ambiente,violencia, frustración. Por no hablar de la “conexión perversa” con la globalizacióndel crimen: tráfico de seres humanos y de armas, droga, explotaciónde la mujer y del sexo, trabajo infantil, manipulación de los medios, mafias detodo tipo, terrorismo, guerra y el envilecimiento del valor de la vida humana.¿Cómo no pensar en este momento en África, paradigma de todos los rostrosnegativos que puede ofrecer la globalización del mercado?La universidad en cuanto universidad tiene su palabra que decir enestos temas, que tocan a aspectos fundamentales de la persona y de la sociedad.Sé de los esfuerzos que están haciendo nuestras universidades, enfunción del propio contexto, para afrontar temas como las minorías étnicas,la pluralidad cultural, la diversidad, el diálogo interreligioso, los migrantes,los refugiados, la injusticia, la pobreza, la exclusión, el desempleo, la crisisde la democracia. No basta la denuncia: es necesario también el anuncio y lapropuesta. Comprometerse en este terreno como universidades, es una consecuenciadel servicio que la universidad debe prestar a la sociedad. Y paralas universidades de la Compañía, es además una consecuencia de la visiónde Ignacio en la contemplación del Reino y de la misión de la Compañía deprocurar el servicio la fe y la promoción de la justicia.Aunque estrechamente asociada a los procesos económicos, hay quereconocer que la globalización abarca también otras dimensiones que ofrecenposibilidades únicas para la construcción de un mundo más fraterno ysolidario. Nunca como ahora se habían presentado tantas oportunidades decomunicación, de integración, de interdependencia y de unidad del génerohumano. La creciente toma de conciencia de las dimensiones del fenómenode la globalización, la tensión entre lo global y lo local, la emergencia de lasociedad civil, las fuerzas de resistencia de distinto signo que han entrado enescena –como el “Seattle people”–, constituyen oportunidades y amenazasque la universidad no puede pasar por alto.
Peter-Hans Kolvenbach, s.j.Cuadernos Ignacianos / 862A las universidades les corresponde jugar un papel orientador, constituyéndoseen puntos de convergencia y de encuentro entre las diversascorrientes, para aportar su pensamiento al estudio profundo y la búsquedade soluciones a una problemática candente. En palabras de Juan Pablo II, esnecesario contribuir a la “globalización de la solidaridad” 27 . La “personacompleta”, ideal de la educación jesuítica durante más de cuatro siglos, seráen el futuro una persona competente, consciente, capaz de compasión y “bieneducada en la solidaridad” 28 .Ignacio tenía una visión claramente global del mundo. Aunque queríaque los jesuitas se adaptaran al lugar geográfico donde trabajaban, y queaprendieran la lengua y la cultura del lugar (“inculturación”, diríamos hoy),quería que estuvieran disponibles para “discurrir y hacer vida en cualquieraparte del mundo” 29 , abiertos siempre al MAGIS. De esta manera vivió él latensión entre lo local y lo global, pensando a nivel global, pero actuando anivel local.Academia y mercadoUna última palabra sobre la universidad y la economía de mercado. Loqueramos o no, la academia no puede sustraerse a las fuerzas del mercado. Laslimitaciones financieras que experimentan las universidades no subsidiadascon fondos públicos, las lleva a depender de los crecientes aportes financierosde sus estudiantes, y a recurrir a diversos sistemas de recaudación de fondospara asegurar la dotación necesaria para operar. Algo de esto supo Ignacio,preocupado continuamente por las fundaciones, y siempre tan agradecidoa los fundadores, que en 1551 abría las puertas del Colegio Romano conel título de “gratis”. Pese a los esfuerzos por crear fondos que permitan laconcesión de ayudas a quienes tengan menos recursos, el peligro de elitismoes una realidad.No es simple ficción pensar en una universidad que tiene que rediseñarsus carreras y ofertar sus facultades de acuerdo a la demanda del mercado,y que acaba cediendo a las presiones de sus clientes, en un entorno cada vezmás competitivo. No nos engañemos: cuántos de nuestros estudiantes acu-27 Juan Pablo II, Discurso al Secretario General de Naciones Unidas y a los miembros delComité Administrativo de Coordinación de la ONU, Roma, 7 de abril de 2000.28 Peter-Hans Kolvenbach, S.j., El servicio de la fe y la promoción de la justicia en la educaciónuniversitaria de la Compañía de Jesús de Estados Unidos, Santa Clara, 6 de octubrede 2000.29 Const. [304].
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