Las actividades cuidadosamente seleccionadas puedenapartar a ta familia de las malas influencias delmundo y colocarla en un círculo de paz y de amorosoapoyo mutuo. El sentimiento de pertenecer a unafamilia eterna, el cual es de naturaleza espiritual, lesdará a los niños una importante base espiritual con lacual podrán juzgar otras relaciones.nuestros propios sentimientos espirituales. Quizás equivocadamenteesperamos recibir grandes manifestaciones,mientras que las experiencias espirituales se reciben másbien por medio de una silenciosa seguridad, un ardor enel pecho (véase D. y C. 9:8), o una impresión que calladamentenos inspira a actuar o, por el contrario, nosimpide hacerlo.El presidente Ezra Tíifr. Benson dijo;"La mayoría de las veces percibimos las palabras delSeñor por medio de un sentimiento; y si somos humildesy susceptibles, el Señor nos inspirará más a menudo porese medio. Ésa es la razón por la cual la inspiración queproviene del Espíritu nos conmueve en ocasiones a sentirun gran gozo y algunas veces a derramar lágrimas" (TheTeachings of Ezxa Taft Benson, Salt Lake City: Bookcraft,1988, pág. 77).Ese tipo de sentimientos tal vez se manifieste en compasiónpor una persona necesitada, el deseo de obedecera los padres o a los líderes, la inspiración de perdonar aalguien, el deseo de enmendar nuestra falta de haber juzgadoa alguien equivocadamente, o un sentimiento degratitud. Esos sentimientos espirituales se hacen cada vezmás claros e intensos a medida que aprendemos a escuchary obedecer lo que nos indica nuestra conciencia, osea, ese sentimiento interior que Dios nos ha dado por elcual podemos discernir el bien del mal. (Véase Moroni7:15-17.) En una ocasión, el presidente Benson dijo a losniños de la Iglesia:"Cuando hacen lo correcto, se sienten bien, y ése es elEspíritu Santo que les habla; es un compañero maravillosoy está siempre cerca para ayudarles" ("A los niños dela Iglesia", <strong>Liahona</strong>, julio de 1989, pág. 98).Cuando nos esforzamos por cultivar el Espíritu ennuestro corazón, nos es mucho más fácil enseñar a otraspersonas y ser para ellas una influencia positiva. (Véase2 Nefi 33:1.) Por otro lado, si carecemos del Espíritu,nuestros hijos tal vez perciban una falta de sinceridad ennuestras palabras, aun cuando utilicemos las correctas;quizás sientan que estamos tratando de forzarlos a obedecery se rebelen. Por ejemplo, en una ocasión, una niñade seis años causó un alboroto en un mercado, tirandolas latas de los estantes al suelo cuando no le compraronlos caramelos que ella exigía. En lugar de disciplinarlacon calma, la exasperada madre la agarró por los hombrosy con aspereza le ordenó que se sentara. "¡Estarésentada sólo por fuera, pero por dentro me mantendré depie!", le respondió la niña.Cuando enseñamos por medio del Espíritu —"Y se osdará el Espíritu por la oración de fe" (D. y C. 42:14)—-,hay ciertas cosas que podemos hacer conscientementepara ayudar a nuestros hijos a aprender a reconocer, buscary dejarse guiar por sus sentimientos espirituales.1. Enseñarles a orar. Debemos comenzar cuando sonpequeños, arrodillándonos con ellos de mañana y denoche. Durante esas ocasiones podemos expresar el amorque sentimos el uno por el otro y por nuestro PadreCelestial. Al participar una y otra vez de esos sagradosmomentos, los niños se forman el hábito de recurrir confrecuencia a la reverencia, el amor, la seguridad y la pazque van asociados con la oración.A pesar de que la oración personal puede convertirseen un refugio espiritual privado, la oración familiar lesproporciona también grandes oportunidades de experimentarsentimientos espirituales. Aun a los niños máspequeños les es posible sentir el tono de reverencia y laserena devoción de las oraciones familiares. Claro estáque algunas veces los niños interrumpen y los padres seimpacientan; sin embargo, el orar todos juntos en formaregular puede calmar y fortalecer a todos los que participanen ella. Una vez uno de nuestros hijos mayores dijo,al referirse a su hermana más pequeña: "Cuando oigo aJenny hablar con nuestro Padre Celestial, tengo una ideade lo que es el cielo". Tenemos también un hijo que,cuando tenía tres años, tres años Henos de vitalidad yenergía, casi siempre se calmaba al escuchar que se pronunciabasu nombre en la oración familiar.bibliotecasud.blogspot.com
2. Mantener la calma. Un ambiente constante de serení'dad es sumamente importante para enseñar principiosespirituales. Debido a que el Espíritu se comunica con una"voz apacible y delicada" (1 Nefi 17:45), es muy difícil discernirsentimientos espirituales en medio de disturbios,especialmente de contención. En ese aspecto, los padresdebemos comenzar por nosotros mismos. Mediante elarrepentimiento y la fe debemos esforzarnos siempre porser los pacificadores dentro de nuestra familia; debemoshablar con voz calmada y en forma respetuosa, expresaramor y agradecimiento, pedir perdón y perdonar con facilidad,y ser alegres. Es muy posible que los resultados deesos esfuerzos no se vean de inmediato, pero debemostener en cuenta que el hogar es el lugar ideal para poneren. práctica, una y otra vez, este principio. Podremos tenerA G O S T O D E 1 9 9 429mejores resultados si eliminamos de nuestra casa las malasinfluencias del mundo, como por ejemplo, los programasde televisión, los videos, la música y los materiales de lecturaque ofenden al Espíritu del Señor.3. Enseñarías el evangelio de acuerdo con su edad. Lasdoctrinas del reino que se enseñan con toda su sencillezy pureza, tienen un impacto perdurable en los niños amedida que el Espíritu les testifica de su veracidad. Encierto respecto, nuestros hijos son como los que estáninvestigando el evangelio, ya que ellos también estánindagando y aprendiendo. Cuando durante la noche dehogar nuestros hijos hagan preguntas y expresen pensamientosque parezcan estar sólo remotamente relacionadoscon el tema, debemos prestar atención a lo que digany alentarlos a reflexionar, aun cuando el tiempo que tenbibliotecasud.blogspot.com