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Liahona 1994 Agosto - LiahonaSud

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En cierto respecto, nuestros hijos son como los queestán investigando el evangelio, ya que ellos tambiénestán indagando y aprendiendo. Cuando durante lanoche de hogar nuestros hijos hagan preguntas yexpresen pensamientos que parezcan estar sóloremotamente relacionados con el tema, debemosprestar atención a lo que digan y alentarlos areflexionar, aun cuando el tiempo que tengamos quepasar hablando del asunto nos impida continuar conía lección como habíamos planeado.pueden también encontrar cuando se llevan a cabo lastareas cotidianas, o sea, al limpiar con ellos la cocina, altrabajar en el jardín o hacer algún mandado.6. Escuchar la inspiración espiritual. Debemos mantenernosalertas a las oportunidades que puedan presentarsepara que nuestros hijos reciban con gusto lainfluencia del Espíritu: oportunidades para que sientangratitud, para que piensen sobre las bendiciones queposeen o para que reciban inspiración. Una madre relatóuna historia que ilustra la forma en que los padres puedenofrecer a sus hijos una tierna guía en situacionessimilares a éstas.Después de una feria (kermesse) escolar, sus hijosmenores, Ricardo y José, estaban muy contentos porquecada uno de ellos había ganado un avioncito de maderade balsa de escaso valor; y Samuel, su hijo mayor, se sentíamás que feliz por haber ganado dos de esos avioncitos.Esa noche, cuando se iban a acostar, Ricardo accidentalmentese arrodilló sobre su avión y lo quebró. El niñoestaba muy triste; entonces la mamá sugirió que Samuelle regalara uno de los suyos. "Mami, ¿por qué me pideshacer algo tan difícil?", le replicó el niño.Con ternura, ella íe recordó acerca del don delEspíritu Santo que él había recibido después de su bautismo,y agregó: "Escucha lo que te diga el corazón ysabrás qué hacer".Pocos minutos después, Ricardo se secaba las lágrimasmientras le daba las gracias a Samuel por el avioncitoque su hermano le regalaba. Samuel escribió en su diario:"Cuando le di el avioncito a Ricardo, sentí que el corazónse me llenaba de un cálido sentimiento, y era tanfuerte que me sentía a punto de explotar. Esa noche casino pude dormir por sentir ese algo tan especial en micorazón". Más tarde le contó a su mamá que él sabía queel Espíritu lo había ayudado a tomar esa decisión.El enseñar acerca del Espíritu parece una tarea sumamentedifícil cuando las cosas no marchan bien en el hogar.Nuestro primer impulso por lo general es el de tomar medidasdrásticas con nuestros hijos, quizás para criticarlos,menospreciarlos o condenarlos; en momentos como ésos,es más importante que nunca que nosotros mismos busquemosla guía del Espíritu y bajo Su influencia y direccióntratemos de restaurar la paz. Cuando reaccionamos de esaforma ante la desobediencia, la contención y la rebeldía,logramos arreglar las cosas por medio del Espíritu y enseñamosa nuestra familia la paz que éste nos brinda."No podéis forzar a vuestros hijos a que entren en elcíelo. Tal vez podríais impulsarlos al infierno empleandométodos ásperos en vuestros esfuerzos por hacerlos buenos,cuando vosotros mismos no sois tan buenos como debíaisser... No podemos corregir a nuestros hijos sino por el amor,con bondad, por amor no fingido, por la persuasión y larazón" ((Joseph F. Smith, Doctrina del Evangelio, La Iglesiade Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1978; pág.311). Para actuar de esa forma, es necesario escuchar conpaciencia las quejas y las frustraciones de nuestros hijosmientras luchamos con todas nuestras fuerzas por reprimirel deseo de forzarlos a comportarse correctamente. Puedesignificar confesarles nuestros defectos y pedirles que nosperdonen; llorar con ellos sobre lo que sea que haya salidoo estado mal; dejar lo que estemos haciendo en esemomento, por más importante que pensemos que sea, yatender a las necesidades de nuestros hijos,Cuando llevamos a cabo fielmente esa obra sagrada deenseñar a nuestros hijos, no lo hacemos solos. "Por sacrificiosse dan bendiciones" (Himnos, 1992, número 15), yen ninguna otra tarea necesitamos más esas bendicionesque al cultivar la sensibilidad espiritual de nuestros hijos.El Señor ha prometido ayudamos. (Véase D. y C.45:57-58.) Los sacrificios que hagamos, las lágrimas quederramemos y las oraciones que ofrezcamos no serán envano. El solo hecho de que tratemos merece que recibamosayuda celestial."Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porqueestáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de lascosas pequeñas proceden las grandes" {D. y C. 64:33). DA G O S T O D E 1 9 9 431bibliotecasud.blogspot.com

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