oficial que me hizo esas preguntas era un soldado endurecidopor sus muchos años de servicio; su aparienciadenotaba que rio oraba con demasiada frecuencia. Yo mepreguntaba: ¿Se ofendería si le contestara como verdaderamentepienso? ¿Debo darle una respuesta que no dé lugar acontroversias y simplemente decir que la oración es un asuntopersonal? Deseaba con todo el corazón llegar al rango deoficial a fin de no tener que ser centinela nocturno nitrabajar en la cocina, pero principalmente para que miquerida novia y yo pudiéramos casarnos.Decidí no dar respuestas dudosas y contesté que síoraba y que pensaba que los oficiales podrían buscar lainspiración divina tal como lo habían hecho algunosgrandes generales. Agregué que, en circunstancias apropiadas,los oficiales deberían estar preparados para conducira sus hombres en todas las actividades pertinentes,incluso ía de orar, si la ocasión lo requería.Las preguntas más importantes las hicieron mis examinadores:"¿Está permitido en tiempos de guerra dejarde lado las normas morales?" "¿No justifican las presionesde la batalla que los hombres hagan cosas que noharían en circunstancias normales?"Ésta era la oportunidad para emplear respuestas ambiguas,para dar la apariencia de que era una persona deamplio criterio. Sabía perfectamente que los hombres queme hacían esas preguntas no se apegaban a las normasque se me habían enseñado, por las que regía mi vida yhabía enseñado a otros. Pensé: Ahí va por la ventana laoportunidad de llegar a ser oficial. De pronto pasó por mimente la idea de que quizás todavía podía ser fiel a miscreencias y responder que yo tenía mis propias creenciasen cuanto a la moralidad, pero que no deseaba imponermis puntos de vista en nadie más. Pero al mismo tiempo,en mi mente pude ver los rostros de tantas personas a lasque les había enseñado la ley de la castidad cuando habíasido misionero. Sabía perfectamente lo que las Escriturasdicen en cuanto a la fornicación y el adulterio.No pude demorar mi respuesta un minuto más y respondísimplemente: "No creo que haya una norma dobleen lo que respecta a la moralidad".Se me hicieron algunas preguntas más para poner aprueba, creo yo, el hecho de si iba a comportarme y vivirde acuerdo con lo que profesamos. Salí de aquel lugarhaciéndome a la idea de que a los oficiales que habíanhecho aquellas preguntas acerca de nuestras creenciasno les habían gustado las respuestas que les había dado yque por cierto me darían bajas calificaciones. Unos díasdespués, cuando se anunciaron los resultados, y para misorpresa, éstos decían: "95 por ciento". ¡Estaba sorprendidísimo!Me pusieron en el primer grupo que ingresaríaa la escuela de Candidatos para Oficiales y se me ascendióal rango de cabo. Me gradué y me hicieron segundoteniente, me casé con mi novia "y vivimos muy felicesEsa fue una de las decisiones más difíciles de mi vida,una de las muchas ocasiones en que he tenido que serfirme, en que he tenido que hacer una seria introspeccióny, tal como ustedes, demostrar quién soy. No todaslas experiencias de mi vida en que he tenido que serfirme y defender mis creencias han salido como he querido,pero siempre han fortalecido mi fe y me han ayudadoa adaptarme a las otras ocasiones en que losresultados fueron diferentes.Por más que queramos, no podemos ocultar lo quesomos; es una luz que sale de adentro, como si fuéramostransparentes. Cuando intentamos engañar a los demás,salimos siendo nosotros los engañados.Las personas firmes, constantes e inmutables recibengran poder interior y fortaleza invisible y serán investidoscon plenos y potentes recursos espirituales.Doy testimonio de la sagrada obra en la que estamosembarcados; la Cabeza guiadora de esta Iglesia es nuestroSeñor y Salvador, Jesucristo; Él guía y dirige esta obra pormedio de un profeta viviente, quien a su vez dirige laslabores del reino sobre la tierra.L I A H O N A48bibliotecasud.blogspot.com
RELATOS DEL LIBRO DE M O R M O NAlma aconseja a sus hijosAlma estaba triste debido a la iniquidad de los nefitas y lesenseñó a sus hijos que debían vivir rectamente.Alma 35:15-16.Mientras Alma le decía a su hijo mayor, Helamán, queconfiara en Dios, también le contó que cuando él trató dedestruir la iglesia, Dios mandó a un ángel para detenerlo.Alma 36:3, 6.Alma sufrió durante tres días por sus faltas, hasta querecordó las enseñanzas de su padre acerca de Jesucristo yentendió que podía ser perdonado.Alma 36:16-17.Alma oró pidiendo perdón y sintió tanto gozo que le hizoolvidar de su pesar. Había sido perdonado por medio de sufe en Jesucristo y de su arrepentimiento.Alma 36:18-20.Desde entonces, Alma enseñó el evangelio a otras personaspara que también pudieran sentir el mismo gozo. Alma fuebendecido por poner su confianza en Dios.Alma 36:24, 27.SECCIÓN P A R A L O S NIÑOS2bibliotecasud.blogspot.com