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OPINIÓN<br />
Capitalismo en espiral<br />
La crisis que ha comenzado a afectar a amplísimas capas de<br />
la población en Europa no es la primera del capitalismo. Si<br />
este sistema continúa vivo, tampoco será la última: además<br />
de recurrentes e inevitables, las crisis son su alimento más<br />
nutritivo y reconstituyente. Los países centrales o poderosos<br />
(con respecto a los periféricos lo más veraz sería hablar de<br />
“crisis permanente”) han vivido tres grandes crisis, entre otras<br />
de menor importancia. Como explican Joan Junyent y Miren<br />
Etxezarreta, “cada una de ellas marca el final de una gran<br />
etapa y las medidas adoptadas para salir de cada una de estas<br />
crisis definen la fase siguiente del capitalismo”.<br />
Parte de un punto y va girando una y otra vez, dando vueltas<br />
alrededor de un centro del que a cada paso se aleja más. La<br />
espiral está presente en el diseño de la naturaleza, desde algunas<br />
moléculas a innumerables galaxias, y es, también, una<br />
de las formas más representadas por el ser humano desde<br />
sus orígenes. Cada vuelta de espiral se va construyendo ampliando<br />
la anterior. Con la evolución del capitalismo, sus crisis<br />
cíclicas y ciertas recetas “milagrosas” pasa algo semejante, y<br />
es tal vez eso lo que explica que tantas personas nos encontremos<br />
viviendo un déjà vu que nos deja con los pies helados<br />
y las tripas revueltas.<br />
La crisis que ha comenzado a afectar a amplísimas capas de<br />
la población en Europa no es la primera del capitalismo. Si<br />
este sistema continúa vivo, tampoco será la última: además<br />
de recurrentes e inevitables, las crisis son su alimento más<br />
nutritivo y reconstituyente. Los países centrales o poderosos<br />
(con respecto a los periféricos lo más veraz sería hablar de<br />
“crisis permanente”) han vivido tres grandes crisis, entre otras<br />
de menor importancia. Como explican Joan Junyent y Miren<br />
Etxezarreta [1], “cada una de ellas marca el final de una gran<br />
etapa y las medidas adoptadas para salir de cada una de estas<br />
crisis definen la fase siguiente del capitalismo”.<br />
El final de la primera Gran Depresión (1873-1896) dio lugar<br />
a la aparición de las grandes empresas y a la expansión del<br />
capitalismo desde los mercados nacionales hacia el exterior;<br />
mientras que la violencia de la siguiente crisis, la más grave<br />
por el momento, convenció incluso a las clases dominantes<br />
de la necesidad de que el Estado interviniese en la economía.<br />
Tras la II Gran Depresión (1929-1939) y la II Guerra Mundial<br />
(1939-1945) triunfó el keynesianismo [2] y, gracias al establecimiento<br />
de los programas sociales, se alcanzó el denominado<br />
“Estado del Bienestar”. Para llegar al momento anterior a<br />
la crisis actual, es decir, al capitalismo mundial o globalización,<br />
todavía faltaba una: la que se prolongó desde 1966 a los<br />
años 80, según los países.<br />
|AGOSTO-SEPTIEMBRE 2012| 50<br />
Andrea Gago Menor<br />
Mismos actores, misma<br />
película<br />
Como decíamos, cada una de estas crisis se ha ido superando<br />
con medidas nuevas, lo que ha ido dando lugar a las diferentes<br />
fases del capitalismo. Sin embargo, en la actualidad se<br />
están imponiendo recetas muy conocidas a los países de la<br />
Unión Europea: las neoliberales, las que ya se ensayaron a<br />
fondo en América Latina a partir del golpe de Estado de Chile<br />
(1973) y, sobre todo, desde finales de los 80. Los poderes<br />
decían que las reformas estaban diseñadas para solucionar<br />
los problemas de subdesarrollo y deuda externa de los países.<br />
Los resultados son conocidos: saqueo de recursos naturales,<br />
privatizaciones, eliminación de sistemas de regulación de<br />
precios, represión antisindical, incremento de las desigualdades,<br />
etc. La aplicación de estas políticas tuvo un impacto<br />
similar en los países africanos. La destrucción del Estado y<br />
las luchas por la supervivencia y el control de los recursos<br />
provocaron, como explica Mbuyi Kabunda [3], una gran inestabilidad<br />
política y la generalización de guerras civiles en las<br />
décadas de los 90 y 2000.<br />
Pero no salimos de la espiral: cada día, los medios de comunicación<br />
nos escupen palabras y palabras sobre el paro, la bolsa,<br />
la necesidad de ajustes, la importancia de los sacrificios,<br />
la luz al final del túnel… El punto de vista que nos trasladan<br />
es el mismo: es la perspectiva de la ideología neoliberal, la<br />
de quienes tienen interés en profundizar la crisis para sacar<br />
mayores beneficios. Sólo hay que ver la cara de satisfacción<br />
de la patronal española al hablar de la reforma laboral de febrero<br />
de 2012 para constatar que algo de esto, al menos, hay<br />
[4]. El número de grandes (inmensas) fortunas pasó de 14 a<br />
16 en España durante 2011, según la revista Forbes. Es decir,<br />
que hay dos personas más aquí cerquita que cuentan con una<br />
fortuna que supera los mil millones de dólares.<br />
Según la ideología neoliberal, la estabilidad monetaria debe<br />
constituir el objetivo supremo de todos los gobiernos. Para lograrla<br />
se hace imprescindible, según explica Perry Anderson<br />
[5], una disciplina presupuestaria, una restricción de gastos<br />
sociales y un incremento del paro: “la restauración de una<br />
llamada tasa natural de desempleo”, es decir, “la creación de<br />
un ejército de reserva de asalariados (batallones de desempleados)<br />
que permita debilitar a los sindicatos”. Los derechos<br />
sociales pasan a ser servicios mercantiles, mientras que el<br />
Estado no es más que un ente ineficaz que no tendría que<br />
hacer nada en la esfera económica.<br />
Con sus diferencias, la ideología de la derecha española que<br />
ahora mismo está en el gobierno tiene mucho que ver con<br />
la del Tea Party estadounidense. Autoridad, religión, patrio-