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Hacia una nueva era de diálogo - Futuros

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DA I S A KU I K E DA - P R O P U E S TA D E PA Z 2 0 0 5mundo que nos ro<strong>de</strong>a, en especial, la naturaleza, pue<strong>de</strong> convertirseen la luz que nos guía, nos ilumina y nos conforta. Es esencialestablecer <strong>una</strong> gran variedad <strong>de</strong> int<strong>era</strong>cciones con el mundo natural,para que podamos enfrentar las incontables vicisitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la vida ylidiar con ellas. De hecho, es posible afirmar que nuestra felicidad alo largo <strong>de</strong> la existencia es proporcional al grado <strong>de</strong> acercamiento y ala profundidad <strong>de</strong> nuestra int<strong>era</strong>cción con la naturaleza. 41Aun cuando pue<strong>de</strong>n observarse diferencias mínimas, existe <strong>una</strong> concordanciabásica entre los tipos <strong>de</strong> int<strong>era</strong>cción a que se refiere Makiguchi como experienciay la “relación yo-ello” <strong>de</strong> la que habla Buber; y entre las últimas tres formas <strong>de</strong>int<strong>era</strong>cción y la “relación yo-tú” <strong>de</strong> Buber.Cuando Makiguchi <strong>de</strong>scribe el mundo natural como lo que “nos guía, nosilumina y nos conforta”, está estableciendo la más audaz personificación, laexpresión más cert<strong>era</strong> <strong>de</strong> <strong>una</strong> “relación yo-tú” con la naturaleza.Arraigado en la tradición hebraica, Buber elige cuidadosamente sus palabrascuando invoca la naturaleza. Por el contrario, Makiguchi, originario <strong>de</strong> un medioespiritual con rasgos más animistas, como es el Japón, se sumerge en <strong>una</strong> francaamistad con el medio natural. Sin los reparos y vacilaciones que se hallan enBuber, Makiguchi ve a la naturaleza directamente como a <strong>una</strong> compañ<strong>era</strong>.Sea el enfoque audaz o cauto, en ambos autores comprobamos un genuinoencuentro y <strong>diálogo</strong> con la naturaleza, un llamado y <strong>una</strong> respuesta que involucrantoda la personalidad. Por esa razón, Makiguchi <strong>de</strong>clara: “Es esencial establecer<strong>una</strong> gran variedad <strong>de</strong> int<strong>era</strong>cciones con el mundo natural, para que podamosenfrentar las incontables vicisitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la vida y lidiar con ellas”.Hacerle daño a nuestra preciosa compañ<strong>era</strong> <strong>de</strong> vida es hacernos daño anosotros mismos. Hoy, el estado <strong>de</strong>plorable <strong>de</strong>l entorno natural en todo el orbe vamucho más allá <strong>de</strong> lo que Makiguchi hubi<strong>era</strong> podido imaginar.Los seres humanos solo po<strong>de</strong>mos existir en un marco <strong>de</strong> armonía con nuestroentorno.Los escollos que enfrenta la globalizaciónLa creciente carr<strong>era</strong> hacia la globalización ilustra la clase <strong>de</strong> aspiraciones ilusorias<strong>de</strong> que es víctima la civilización contemporánea. Pese a su aspecto promisorio, laglobalización dista mucho <strong>de</strong> ser la c<strong>una</strong> <strong>de</strong> <strong>una</strong> <strong>nueva</strong> ética global. No es más que<strong>una</strong> forma <strong>de</strong> expansión económica, y su rasgo primordial es la gros<strong>era</strong> reverenciapor el bienestar monetario, que podríamos <strong>de</strong>nominar mammonismo global. Es laexpresión última <strong>de</strong> la amarga cosificación <strong>de</strong> la “relación yo-ello” <strong>de</strong>l mundo.3 6

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