Esto es válido también para la lucha por el programa <strong>de</strong>l “dueño <strong>de</strong> casa”, por la creación<strong>de</strong> comités obreros en todas las fábricas, por la abolición <strong>de</strong>l trabajo a <strong>de</strong>stajo y <strong>de</strong>l trabajoa domicilio en las ramas artesanales, por el cumplimiento pleno <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scanso dominical ypor el reconocimiento <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> agremiación. Sí; visto más <strong>de</strong> cerca, todos losobjetivos económicos <strong>de</strong> la lucha <strong>de</strong>l proletariado ruso son muy reales para los obrerosalemanes, y ponen el <strong>de</strong>do en una llaga muy sensible para ellos.La consecuencia que inevitablemente se <strong>de</strong>duce <strong>de</strong> esto es que la utilizaciónpreferente <strong>de</strong> la huelga <strong>de</strong> <strong>masas</strong> puramente política constituye un plan teórico carente <strong>de</strong>vida. Si las huelgas <strong>de</strong> <strong>masas</strong> provocan, <strong>de</strong> manera natural y en base a un fermentorevolucionario, la lucha política <strong>de</strong> los obreros urbanos, se trasformarán, con la mismanaturalidad con que ocurrió en Rusia, en todo un periodo <strong>de</strong> tempestuosos conflictoseconómicos elementales. Por tanto, los temores <strong>de</strong> los dirigentes sindicales <strong>de</strong> que la luchapor los intereses económicos en un periodo <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s conflictos políticos, en un periodo<strong>de</strong> huelgas <strong>de</strong> <strong>masas</strong>, puedan <strong>de</strong>jarse <strong>de</strong> lado, se basan en una concepción <strong>de</strong>l curso <strong>de</strong> losacontecimientos totalmente insensata y escolástica. Un periodo revolucionario en Alemaniaalteraría tanto el carácter <strong>de</strong> la lucha sindical y <strong>de</strong>sarrollaría su potencial hasta tal punto que,en comparación con ella, la actual guerra <strong>de</strong> guerrillas que libran los <strong>sindicatos</strong> sería cosa <strong>de</strong>niños. Y por otra parte esta tempestad económica elemental <strong>de</strong> huelgas <strong>de</strong> <strong>masas</strong> daríanuevos ímpetus y fuerza a la lucha política. La acción recíproca <strong>de</strong> la lucha económica y lapolítica, principal motor <strong>de</strong> las huelgas contemporáneas en Rusia y, al mismo tiempo,mecanismo regulador, por así <strong>de</strong>cirlo, <strong>de</strong> la movilización revolucionaria <strong>de</strong>l proletariado,también surgiría en Alemania, con toda naturalidad, <strong>de</strong> la propia situación.6. La colaboración <strong>de</strong> los obreros organizados y <strong>de</strong>sorganizados es necesaria para lavictoriaLigado a esto, el problema <strong>de</strong> la organización en relación con el <strong>de</strong> la huelga <strong>de</strong> <strong>masas</strong>en Alemania presenta un aspecto esencialmente distinto.La actitud <strong>de</strong> muchos dirigentes sindicales al respecto se resume en la siguienteafirmación: ‘Todavía no contamos con fuerzas suficientes como para arriesgarnos a unaprueba tan dura como la huelga <strong>de</strong> <strong>masas</strong>”. Esta posición es insostenible, en la medida enque no se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>terminar <strong>de</strong> manera pacífica, “cuantitativa”, cuando el proletariado con“fuerza suficientes” como para luchar. Hace treinta años los <strong>sindicatos</strong> alemanes teníancincuenta mil afiliados. No podía ni pensarse, obviamente, en una huelga <strong>de</strong> <strong>masas</strong> a granescala. Quince años más tar<strong>de</strong>, los <strong>sindicatos</strong> habían cuadruplicado sus fuerzas y contaban200
con doscientos treinta y siete mil afiliados. Si en ese momento se les hubiera preguntado alos dirigentes sindicales <strong>de</strong> hoy en día si la organización proletaria ya estaba losuficientemente madura como para una huelga <strong>de</strong> <strong>masas</strong>, seguramente hubiesenrespondido que faltaba mucho, que antes sería necesario que los afiliados a los <strong>sindicatos</strong> secontaran <strong>de</strong> a millones.Hoy el número <strong>de</strong> sindicalistas supera los dos millones, pero la posición <strong>de</strong> losdirigentes sigue siendo la misma, y bien pue<strong>de</strong> seguir siéndolo hasta el fin. Su posiciónimplícita es que toda la clase obrera <strong>de</strong> Alemania, hasta el último hombre y la última mujer,<strong>de</strong>be afiliarse al sindicato antes <strong>de</strong> que éste cuente con “fuerzas suficientes” como paraarriesgarse en una movilización <strong>de</strong> <strong>masas</strong>, que en tal caso, siempre <strong>de</strong> acuerdo con la viejafórmula, sería calificada <strong>de</strong> “superflua”. Esta teoría es, <strong>de</strong> todas maneras, totalmenteutópica, por la simple razón <strong>de</strong> que adolece <strong>de</strong> una contradicción interna que la hace giraren un círculo vicioso. Antes <strong>de</strong> salir a la lucha los obreros <strong>de</strong>ben organizarse. Lascircunstancias y condiciones <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo capitalista y el Estado burgués imposibilitan laorganización <strong>de</strong> ciertos sectores —los más numerosos, importantes, bajos y oprimidos porel capital y el Estado- si no median gran<strong>de</strong>s luchas <strong>de</strong> clases. Hasta en Inglaterra, que hapasado por todo un siglo <strong>de</strong> actividad sindical infatigable sin “alborotos” -salvo alcomienzo en el periodo <strong>de</strong>l movimiento cartista- sin errores ni tentaciones “románticasrevolucionarias”, ha sido imposible ir más allá <strong>de</strong> la organización <strong>de</strong> una minoría bienremunerada <strong>de</strong>l proletariado.Por otra parte, los <strong>sindicatos</strong>, como cualquier otra organización <strong>de</strong> lucha <strong>de</strong>lproletariado, no pue<strong>de</strong>n subsistir en forma permanente si no es a través <strong>de</strong> la lucha. Y nohablamos <strong>de</strong> luchas como las que se dan entre las ranas y los ratones en la charca <strong>de</strong>lperiodo parlamentario burgués, sino <strong>de</strong> la lucha en los periodos revolucionarios <strong>de</strong> la huelga<strong>de</strong> <strong>masas</strong>. La concepción rígida, mecánico-burocrática, sólo pue<strong>de</strong> concebir la lucha comoproducto <strong>de</strong> una organización que cuenta con cierto nivel <strong>de</strong> fuerza. Por el contrario, parala explicación viva, dialéctica, la organización surge como resultado <strong>de</strong> la lucha. Ya hemosvisto un grandioso ejemplo <strong>de</strong> ese fenómeno en Rusia, don<strong>de</strong> un proletariado casitotalmente <strong>de</strong>sorganizado creó una red global <strong>de</strong> apéndices organizativos en un año ymedio <strong>de</strong> lucha revolucionaria tempestuosa.Tenemos otro ejemplo en la historia <strong>de</strong> los <strong>sindicatos</strong> alemanes. En 1878 los<strong>sindicatos</strong> contaban con cincuenta mil afiliados. Según la teoría <strong>de</strong> los actuales dirigentessindicales, tal como la expusimos más arriba, esta organización no contaba con “fuerzassuficientes” como para embarcarse en una lucha política violenta. Sin embargo, los <strong>sindicatos</strong>201
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