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Crítica de la Razón Pura

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Para uso <strong>de</strong> los estudiantes<strong>de</strong> <strong>la</strong> Universidad Autónoma<strong>de</strong> Nayaritentendimiento y razón, y sobre todo <strong>la</strong> última se distingue muypropia y preferentemente <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s fuerzas empíricamentecondicionadas, puesto que examina sus objetos so<strong>la</strong>mente pori<strong>de</strong>as y conforme a el<strong>la</strong>s <strong>de</strong>termina al entendimiento, que luegohace un uso empírico <strong>de</strong> sus conceptos (también puros).Por los imperativos que en todo lo práctico proponemos comoreg<strong>la</strong>s a <strong>la</strong>s fuerzas que se ejercen, échese <strong>de</strong> ver que esta razóntiene causalidad o, por lo menos, que nos representamos una enel<strong>la</strong>. El <strong>de</strong>ber-ser expresa una especie <strong>de</strong> necesidad y en<strong>la</strong>ce concausas, que no se presenta en otros casos en toda <strong>la</strong> naturaleza.El entendimiento sólo pue<strong>de</strong> conocer <strong>de</strong> ésta lo que es, fue o será.Es imposible que en el<strong>la</strong> algo haya <strong>de</strong>bido ser <strong>de</strong> otro modo quecomo es <strong>de</strong> hecho en todas estas re<strong>la</strong>ciones <strong>de</strong> tiempo; más aún,el <strong>de</strong>be-ser, si sólo se contemp<strong>la</strong> <strong>la</strong> marcha <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza, notiene el menor significado. Ni siquiera po<strong>de</strong>mos preguntar qué <strong>de</strong>besuce<strong>de</strong>r en <strong>la</strong> naturaleza, corno tampoco qué propieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>betener un artículo, sino qué suce<strong>de</strong> en el<strong>la</strong> o qué propieda<strong>de</strong>s tieneel último.Pero este <strong>de</strong>be-ser expresa el acto posible cuyo fundamentono es otra cosa que mero concepto; en cambio, el fundamento <strong>de</strong>un mero acto natural <strong>de</strong>be ser siempre un fenómeno. Ahora bien, e<strong>la</strong>cto tiene que ser posible en todo caso en <strong>la</strong>s condiciones <strong>de</strong> <strong>la</strong>naturaleza, si a él se encamina el <strong>de</strong>be-ser; pero estas condiciones<strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza no afectan <strong>la</strong> <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> <strong>la</strong> voluntad misma,sino sólo su efecto y resultado en el fenómeno. Por más motivosnaturales que haya que me impulsen a querer, por numerosos quesean los estímulos sensibles, no pue<strong>de</strong>n producir el <strong>de</strong>be-ser, sinoso<strong>la</strong>mente una voluntad que dista mucho <strong>de</strong> ser necesaria, antesbien es siempre condicionada, y el <strong>de</strong>ber ser que <strong>la</strong> razónpronuncia, le opone medida y finalidad, y aun prohibición yautoridad. Pue<strong>de</strong> haber un objeto <strong>de</strong> <strong>la</strong> mera sensibilidad (loagradable) o aun <strong>de</strong> <strong>la</strong> razón pura (el bien); <strong>la</strong> razón no ce<strong>de</strong> alfundamento que se da empíricamente ni sigue el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> <strong>la</strong>scosas tal como se exponen en el fenómeno, sino que con completaespontaneidad se hace un or<strong>de</strong>n propio por i<strong>de</strong>al al cual acomoda<strong>la</strong>s condiciones empíricas, y por esas i<strong>de</strong>as llega a <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rar comonecesarios actos que ni siquiera han sucedido y tal vez nosucedan, pero <strong>de</strong> todos presupone que <strong>la</strong> razón pue<strong>de</strong> tenercausalidad con respecto a ellos, puesto que sin eso no esperaría<strong>de</strong> sus i<strong>de</strong>as efectos en <strong>la</strong> experiencia.Detengámonos pues en esto y aceptemos por lo menoscomo posible que <strong>la</strong> razón tiene realmente causalidad respecto <strong>de</strong>los fenómenos; entonces por más que sea razón, tiene queostentar en sí empero un carácter empírico porque toda causapresupone una reg<strong>la</strong> en virtud <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual sigan ciertos fenómenoscomo efectos, y toda reg<strong>la</strong> una homogeneidad <strong>de</strong> efectos queconstituye el fundamento <strong>de</strong>l concepto <strong>de</strong> causa (como facultad),por cuanto tiene que resultar <strong>de</strong> meros fenómenos, po<strong>de</strong>mos<strong>de</strong>nominar su carácter empírico, que es constante mientras que losefectos aparecen en formas variables según <strong>la</strong> diversidad <strong>de</strong> <strong>la</strong>scondiciones concomitantes y en parte limitativas.Por lo tanto, todo hombre tiene un carácter empírico <strong>de</strong> suvoluntad, el cual no es otra cosa que cierta causalidad <strong>de</strong> su razón,si ésta, por sus efectos en el fenómeno, muestra una reg<strong>la</strong>mediante <strong>la</strong> cual puedan verificarse los motivos racionales y susactos según su c<strong>la</strong>se y sus grados, y juzgarse los principiossubjetivos <strong>de</strong> su voluntad. Como que este carácter empírico mismotiene que inferirse <strong>de</strong> los fenómenos como efecto y <strong>de</strong> <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> <strong>de</strong>los mismos que <strong>la</strong> experiencia nos proporciona, todos los actos <strong>de</strong>los hombres en el fenómeno se <strong>de</strong>terminan según el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> <strong>la</strong>naturaleza y por su carácter empírico y <strong>de</strong>más coadyuvantes, y sipudiéramos explorar hasta el fondo todas <strong>la</strong>s manifestaciones <strong>de</strong>su voluntad, no habría un solo acto humano que no pudiéramosvaticinar con certidumbre y reconocerlo como necesario a base <strong>de</strong>sus condiciones prece<strong>de</strong>ntes. Por consiguiente, con respecto aeste carácter empírico no hay libertad y, al fin y a <strong>la</strong> postre,so<strong>la</strong>mente por él po<strong>de</strong>mos consi<strong>de</strong>rar al hombre si nos limitamos aobservar y, como ocurre en <strong>la</strong> antropología, queremos investigarfisiológicamente <strong>la</strong>s causas que constituyen el móvil <strong>de</strong> sus actos.Pero si examinamos exactamente los mismos actos enre<strong>la</strong>ción con <strong>la</strong> razón, no ciertamente con <strong>la</strong> especu<strong>la</strong>tiva paraexplicarlos por su origen, sino exclusivamente en <strong>la</strong> medida en que<strong>la</strong> razón sea <strong>la</strong> causa <strong>de</strong> producirlos, en una pa<strong>la</strong>bra: si loscomparamos con ésta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista práctico,encontramos una reg<strong>la</strong> y un or<strong>de</strong>n totalmente diferentes <strong>de</strong> lo quees el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza. En efecto, entonces quizá no <strong>de</strong>beríahaber sucedido todo lo que ha sucedido en virtud <strong>de</strong> <strong>la</strong> marcha <strong>de</strong><strong>la</strong> naturaleza y que por sus motivos empíricos tenía que suce<strong>de</strong>rineluctablemente. Pero a veces encontramos, o por lo menoscreemos encontrar, que <strong>la</strong>s i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> razón <strong>de</strong>mostraron realmentecausalidad respecto <strong>de</strong> los actos <strong>de</strong>l hombre como fenómenos, y24

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