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Nuestra ciudad / hombrelobo*<br />
*(Para ser leído en luna llena)<br />
No exagero ni miento cuando afirmo que en Burgos está enterrado un<br />
HOMBRELOBO.<br />
Según se entra en el cementerio, en la calle principal, a mano izquierda, caminando<br />
apenas unos pasos, se puede leer una inscripción en lo alto de una pared vertical. Claro<br />
que en ella no pone “aquí está enterrado un HOMBRELOBO”, allí está escrito el nombre del<br />
que lo representó, su nombre propio, el que le pusieron al nacer para que formara parte<br />
de la sociedad. Me refiero aquí a él con gran respeto, ya que fue su voluntad personal ser<br />
enterrado en Burgos. Y algo tuvo que amar a la ciudad si quiso que así fuera, algo hubo<br />
de importarle en ella. Dejemos, no obstante, descansar sus huesos en la tranquilidad de la<br />
tierra.<br />
Página13<br />
Trascendió esta personalidad primeramente, hasta convertirse en un actor de cine<br />
de fama universal. El cine es la escenificación del cuento, la narración de la historia, la<br />
explicación del misterio… Por ello los actores se elevan por encima de la simple condición<br />
humana, se hacen mundialmente famosos, traspasando las fronteras. Y este hombre<br />
consiguió su puesto entre los grandes actores del cine clásico. Pero permitamos,<br />
asimismo, que el actor moreno de grandes ojos negros siga mostrando su rostro serio y<br />
sereno en las pantallas de todo el mundo.<br />
Ambos nombres están escritos en esa pared vertical del cementerio.<br />
Volvió a trascender su personalidad una tercera vez, ya que, en muchas ocasiones,<br />
encarnó al mito del HOMBRELOBO. Y lo hizo tantas veces, que su mirada triste tuvo, por<br />
fuerza, que rozar su alma.<br />
Al contrario que los hombres, los mitos no mueren. Se renuevan, se hacen<br />
perennes. Hechos de arena o espuma, permanecen vagando eternamente por la tierra,<br />
alrededor nuestro.<br />
No ha de haber sido difícil para ese lobo dar el salto desde el cementerio hasta el<br />
cerro que se eleva en sus inmediaciones. Sólo un salto de animal para superar la<br />
carretera, y ya encontrarse en la gran explanada semisalvaje que domina, por un lado, a<br />
la ciudad; por el otro al cementerio y al campo abierto.