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entregaba un paquete envuelto en papel<br />
de regalo. Dentro había una camisa con<br />
cuello de tirilla, idéntica año tras año, que<br />
se encajaba en la simetría de mis<br />
hombros antes de que cenáramos<br />
zambullidos en una atmósfera tan espesa<br />
como la mermelada de higos preparada<br />
por ella en primavera. De todos modos,<br />
guarnecí el instante nocturno con un<br />
turbión de melancolía atávica y fijé el<br />
escrúpulo en el recuerdo de la habilidad<br />
congénita, ensalzada por propios y<br />
extraños, del regate del occiso.<br />
Burgos me mira con ojos raros,<br />
y la avaricia del coraje se apoltronó en mi<br />
ánimo tras la confesión de Dueñas, la<br />
camaradería robusta, las chicas<br />
expatriadas en la inmensidad remota de<br />
otro internado.<br />
Jugaba de defensa en el campo.<br />
Debajo de las medias, subidas hasta la<br />
frontera velluda de las rodillas, se<br />
colocaba unas espinilleras traídas por<br />
unos primos de la capital y aguardaba a<br />
los delanteros con porte de titán. Cuando<br />
se echaba a suerte la composición de los<br />
equipos, todo el mundo le quería a su<br />
lado. Se merecía la fama que le rodeaba,<br />
la estrategia excelente, la puntería de los<br />
disparos avezada. Si el marcador se<br />
ponía en su contra, corría como un<br />
descosido con elegancia de antílope,<br />
derrocaba el infortunio mediante la<br />
sublevación del brío y llenaba la<br />
asignatura del honor gracias a una<br />
avalancha de ímpetus. Escupía por<br />
doquier y a menudo soltaba exabruptos<br />
inéditos que nos sorprendían por la maña<br />
de su léxico. Blandía una risa de cuy en el<br />
marfil de las paletas y aturullaba el<br />
aliento con jadeos de chucho<br />
asilvestrado. Burgos, mientras tanto,<br />
destrozaba los padrastros de sus uñas en<br />
la cárcel de los reservas, sin disimular la<br />
cara larga al quedarse fuera del reto del<br />
cuero. El entrenador, sin apiadarse de<br />
ningún pelele, lo había dejado bien claro<br />
desde el principio, o se echaban las<br />
entrañas por la boca, literalmente, o a<br />
chupar banquillo. Imponía una disciplina<br />
imperativa y zanjaba los favores con un<br />
ramo de improperios recolectados en el<br />
terruño del infierno. Entre Burgos y<br />
Dueñas existía una tirantez que excedía<br />
las reglas juiciosas del balompié. Los<br />
nervios hervían a flor de piel en el<br />
descanso. No se dirigían la palabra en<br />
todo el partido, pero cualquiera con dos<br />
dedos de frente podía palpar el afán de la<br />
tensión que les abrumaba. Un zarpazo de<br />
celos precipitados arañaba mi ser al otear<br />
el devenir del mundo y el sexo,<br />
vapuleado por la copiosidad de las<br />
masturbaciones, amodorraba el cricrí de<br />
los síes en cuanto se cerraban las puertas<br />
del dormitorio.<br />
Prefiero estar contigo, y Dueñas<br />
asomaba su visaje de querubín por<br />
encima del cobijo de mi manta, el<br />
sonsonete de los gemidos circense, el<br />
zigzagueo de las manos envalentonado<br />
por la picardía de la connivencia.<br />
En la madrugada del día de<br />
marras, Dueñas y Burgos burlaron la<br />
vigilancia del cabo celador y se escaparon<br />
por una ventana. Se enfrentaron a una<br />
aventura de gigantes en medio del<br />
crepúsculo matutino, las pelvis indómitas,<br />
las estelas de la eternidad vehementes.<br />
Enseguida, detrás de los ciruelos, se<br />
besaron apabullados. La pasión se<br />
almidonaba por la frescura del relente y<br />
la vara de los castigos, apoyada en el<br />
atril del hermano Silvano, se difuminaba<br />
lejana. Hablaron del futuro con astucia de<br />
gatos, y la miel de los labios,<br />
acaramelada con dulzor de pera madura,<br />
expuso los pros y los contras de la<br />
fidelidad a la pata llana. Habían llevado la<br />
manta basta de la cama y se arroparon<br />
con ella detrás de la tapia de la fuente.<br />
Un duermevela de felicidad exuberante se<br />
explayó encima de la hierba porque el<br />
miedo a la vergüenza, talado por el hacha<br />
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