EUROESPAÑA

Aquel inolvidable 12-1 a Malta
2016
Hay noches y noches. Noches grandes que pasan a formar
parte de la historia y de las que todos sabemos,
bien por haberlas vivido, bien por ocupar uno de esos
espacios de privilegio. La del 21 de diciembre de 1983, a tres
días de la Nochebuena, fue una de ellas. Esa noche sevillana,
España le marcó 12 goles a Malta, el milagro necesario para
poder acudir a la fase final de la Eurocopa de 1984 que se celebraría
en Francia y en la que, finalmente, España acabaría
siendo subcampeón.
El equipo nacional había sido vencido (2-1) en el partido anterior
de clasificación que se jugó en Rotterdam, donde Houtman
y Gullit hicieron imposible la victoria española, a pesar de que
Santillana llegara a empatar (1-1). La derrota abocó a la selección
a la necesidad de tener que conseguir una super goleada sobre
la modesta Malta. Ganar parecía fácil, pero los límites para obtener
el billete estaban demasiado altos. Hacían falta una docena
de goles para conseguirlo. Y esa cifra parecía inalcanzable.
Solo una vez había rondado España semejante resultado, incluso
superándolo: el 13-0 a Bulgaria, en el Estadio de Chamartín
el 21 de mayo de 1933, la tarde en la que “Chacho” marcó seis
goles, récord que aún se mantiene. Fue un debut insuperable el
del deportivista Eduardo González, más conocido por “Chacho”.
La necesidad del equipo convocó a miles de aficionados que
acudieron al estadio Benito Villamarín de Sevilla convencidos
de que la hazaña era realizable. Miguel Muñoz alineó aquella
El 21 de diciembre de 1983 quedó grabado como
uno de los más grandes días de selección. Nadie
pensaba que pudiera suceder, pero ocurrió.
noche a Buyo; Señor, Goicoechea, Maceda, Camacho; Víctor,
Sarabia, Gordillo; Carrasco, Santillana y Rincón. La selección
se lanzó al ataque desde el primer momento, pero hasta los 15’
de juego no encontró puerta. La halló Santillana, que también
acabaría viviendo una noche histórica. Un jarro de agua fría
cayó sobre todos cuando Degiorgio igualó a los 24’. Dos dianas
consecutivas y muy cercanas entre sí (26’ y 29’) del montañés
renovaron las esperanzas de los espectadores. Pero hasta
el descanso no volvió a moverse el marcador.
España necesitaba conseguir la friolera de nueve tantos en
los 45’ que restaban. O sea, uno cada cinco minutos. Rincón
logró la diana del 4-1 a los 47’, pero pasaron otros diez hasta
que llegó la quinta, también del exterior bético. Quedaba poco
más de media hora y España seguía estando muy lejos de la
docena de goles: todavía necesitaba siete. A uno cada cuatro
minutos y poco más. Las posibilidades mejoraron con dos seguidas
de Maceda a los 62’ y 63’. Rincón siguió mejorando
las perspectivas con el 8-1 a los 64’. Tres goles en tres minutos.
El milagro, al alcance.
Santillana cerró su mágica noche con otro tanto a los 66’.
Recapitulemos: cuatro dianas en cuatro minutos hasta el 9-1.
La vorágine no se renovó hasta el 10-1 de Rincón a los 78’.
Sarabia puso el 11-1 a los 80’ y Señor selló la noche inolvidable
con el duodécimos tanto de la selección en el minuto 84.
Aun se anuló otro a Gordillo a los 88’. A los 87’ se produjo el
único cambio: entró Marcos por Rincón.
La victoria tuvo un enorme efecto. Esa noche debutó Buyo
como portero y Zubizarreta, en el banquillo, y de la proeza surgió
un formidable equipo que en Francia llegó hasta la final.
Todos nos acordamos de aquello y, en los asaltos finales, de
las grandes victorias contra la República Federal de Alemania
y Dinamarca. Francia nos batió en la lucha por la corona, pero
no menguó las enormes alegrías que causó aquel gran grupo.
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